Partida Rol por web

Salís de la taberna y las legañas que os pudiesen quedar tras despertaros se despegan inmediatamente de vuestros ojos. 6 hombres armados hasta los dientes, rodean un carruaje bastante grande, provisto de una cabina, en la que Gar va sentado al frente, dirigiendo a los 4 caballos que tiran de él. - Buenos días, bellos y bella durmientes. Espero que el desayuno haya sido provechoso. Id escogiendo caballos... El blanco que solo tiene la silla de montar es para la exploradora, ella irá una milla por delante una vez hayamos dejado la ciudad, tal y como te expliqué, señor gnomo. - 2 guerreros más, asoman, con 4 caballos. Uno de ellos, tal y como ha explicado Gar, es blanco y solo está provisto de la silla de montar. El resto, llevan mantas y material de acampada.

Vayamos a buscar la mercancía.

Entre Anaria y 20 Escudos Rojos más, llenan el carruaje en 20 minutos. Al terminar Anaria os dice lo siguiente:

Ya he avisado a la Fortaleza de cómo vais y por dónde vais a viajar. Supongo que siendo Gar vuestro guía, pararéis en Mylton. Y de ahí proseguiréis hacia la Fortaleza de Farar. - Mira a Gar. - Cuídales bien, viejo zorro. No quiero tener que pedirte explicaciones. - Gar, sorprendido, le responde: - Mi señora, no tenéis de qué preocuparos. Si siguen mis indicaciones, no habrá ningún problema.

Mylton es una ciudad donde las nieblas permanecen como si estuvieran flotando sobre el terreno medio helado y embarrado. Una empalizada de madera cubierta por diversos cúmulos de nieve abraza el pueblo y en la zona sur se sitúa un sólido y enorme portón.

Una atalaya se eleva por encima de la empalizada detrás del sólido portón. Un vigía armado con una lanza, cubierto de gruesas pieles, se asoma al veros. ¡Alto, ¿quién va?! – grita a la vez que un helado halo sale de su boca. Tengo órdenes estrictas de no dejar pasar a nadie hasta que no termine la sentencia.

Menthor, sabedor de que se esta ajusticiando a alguien, no piensa en otra cosa que tomarse un estofado caliente junto al hogar de una taberna por lo que ignora deliberadamente las explicaciones del guardia – Nos dirigimos a la Fortaleza de Farar en misión de suma importancia – solo llevamos víveres pero a ti te va a dar lo mismo – Y precisamos caballos de refresco y provisiones para continuar nuestro camino sin demora – Dudo mucho que estos caballos necesiten ser relevados pero como me estoy helando el culo, te diría lo que fuese para entrar – Si tu no tienes potestad para permitirnos la entrada, avisa a un oficial con competencia para hacerlo – con tono severo, al uso militar – Cual es tu rango soldado, acaso no sabes identificar a un oficial del ejercito – Se me están empezando a congelar los dedos de los pies, no es más el anhelo por algo caliente que el frío que tengo en realidad, por favor que se lo crea no me gustaría estar aquí pasmado mientras cuelgan a un pobre desgraciado ¿que habrá echo? - Soldado, a quien se esta ajusticiando si puede saberse que impida continuar con nuestra misión, responde! – como si realmente me interesara ja – Con la certeza de que sus palabras darían el mismo resultado que razonar con una puerta, el soldado espera a que suene la flauta cual anciano moribundo espera que la muerte pase de largo ignorando su longevidad, y aun así manteniendo su poca dignidad.

Frotando mis manos para quitarme el entumesimiento, hago lo posible por guardar silencio ante la excelente interepretaciòn grandilocuente del bueno de Menthor...

Lo que ha durado el viaje hasta este punto no me ha permitido, quizà por el lúgubre momento que está viviendo, hacer migas con Loy-Yang... Mucho me interesa saber de la misión que lo embarga... Pero de eso, ya habrá tiempo, pienso.

Me acerco a Gar lo suficiente como para que mis palabras no salgan de la caravana

Buen Gar ¿siempre son tan severos en Mylton? ¿Ni siquiera a vos os dejarían ingresar con tamaño historial en el giro comercial de estas gálidas pero no por ello menos pintorescas tierras?

Me inclino adelante, pues tanto viaje si bien me ha fortalecido en cuanto a resistencia, también se ha cobrado una buena cuota en cuanto a paspaduras y callos...

No soporto màs estar sobre un caballo... Algún ingenio gnomo ha de reemplazar a las sudorosas bestias...

Miro a los ojos del guardia y mantengo la mirada, mi rostro no muestra expresion alguna

Este lugar me parece tan grotesco y la educacion de estas personas deja mucho que desear

• La fortaleza de Farar, eh? Bien...
• Lo que necesitéis lo podréis encontrar aquí, es decir en Mylton. Pero habéis llegado en mal momento. Quizás tengáis que esperar unas horas antes de que os pueda dejar entrar.
• Soy el guardia y vigía de esta puerta, por supuesto que tengo potestad. Pero esa potestad no sirve, si mi superior decide revocarla.
• Me tomáis por un jovenzuelo? Señor, conozco bien a las tropas de Farar. Pero esto es Mylton. Y por muy bien que me caigan los Farerianos, no puedo dejarles pasar.
• A punto está de ser ahorcado Logadón, Jefe de los ladrones de estas tierras. Portador de terror y muerte. Por fin será ajusticiado y los ladrones disueltos.

Tras terminar con su replica os mira. Ve como tembláis, como intentáis aguantar la compostura. Ve como Loy-Yang le mira fijamente a los ojos, sin expresión alguna... Y suspira:

Está bien, está bien, pasad. Me juego el puesto haciendo esto pero supongo que estaréis cansados de un largo viaje. Id a la posada “Las Culebras” y decid que vais de parte de Rognir, el vigía.

Las palabra "posada" suena en vuestros oídos como una melodía armoniosa y seductora.

Tras escuchar el sonido característico del enorme portón abriéndose, Gar mira a Íliris con una sonrisa en el rostro. - Responde eso a tu pregunta? - Continúa riéndose para sus adentros, mientras la carreta se adentra en la ciudad. Preguntáis por la posada de "Las culebras" y emprendéis el camino señalado hacia la misma cuando, os dáis cuenta, estáis atravesando la plaza, la mismisima plaza donde se está sucediendo la ejecución de Logadón...

El pequeño pueblo está cubierto por una ligera capa de nieve reciente, como si le hubiesen dado una nueva capa de pintura y vuestras huellas fueran las primeras en manchar la inmaculada superficie. Os encamináis a través de arracimadas chozas de madera y a lo largo de las calles de barro helado hasta la silenciosa plaza del mercado donde espera una horca.

La gente de la plaza, abrigada hasta las orejas por el frío, mira en una única dirección: la tarima de madera elevada. Sólo la luz de una débil luna y unas pocas antorchas iluminan el escenario. Si el condenado tiene suerte - afirma en ese momento un mozo de cuadra - el cuello se lo romperá nada más caer al vacío; es una muerte rápida e indolora. En caso contrario quedará ahí colgado, el rostro se le pondrá morado y, con la boca abierta, se agitará como un pez fuera del agua hasta morir. Otro plebeyo añade - Dicen que es Logadón, el famoso jefe de los asaltantes de caravanas...

Un grupo de cuervos posados en lo alto de lo que parecía ser un antiguo templo parece también contemplar el espectáculo.

Un soldado montado en un hermoso corcel negro, seguido de un carro tirado por bueyes en el que va el prisionero irrumpe en la plaza. La gente abre paso. Detrás cabalgan un caballero y un sacerdote. Dos hombres de armas cierran la comitiva. La multitud parece mostrar un talante extraño. Habitualmente disfrutan con los ahorcamientos. Por lo general, el preso suele ser un ladrón, y ellos aborrecen a los ladrones; pero aquel ladrón es  diferente. Nadie conoce su identidad ni de dónde ha llegado. Se decía que era Logadón, pero nadie conocía realmente al jefe de los ladrones de  caravanas. No se puede odiar a un hombre sin saber si era él o no realmente.

El condenado es de tez blanca, tiene ojos saltones y el pelo color zanahoria. Observáis cuando sube a la horca que comienza a forcejear y acto seguido, el verdugo le propina un puñetazo en la barriga, momento que aprovecha para introducirle la soga en el cuello.

Se produce un silencio absoluto entre la muchedumbre. Lo habitual sería que el condenado implorara a su dios pidiendo perdón. En cambio, veis cómo comienza a entonar una canción con una voz alta y pura, en una lengua desconocida en aquellos lares. La canción podría entenderse como algo así…

Todas las aves y los hombres tienen que morir, pero las canciones vivirán eternamente.

Mientras canta, el reo mira a un solo punto entre la multitud. Una bonita muchacha de pelo oscuro y largo. Su ancha cintura y sus abultados senos os hace pensar que está embarazada y que el prisionero es el padre de la criatura. Lágrimas corren por sus suaves mejillas.

En ese momento, un grupo de cuervos levanta el vuelo hacia el cielo graznando y el preso cae al vacío con la mirada perdida. La cuerda se tensa bruscamente y el cuello del ladrón se rompe en un chasquido.

La muchacha de pelo oscuro cae de rodillas frente a la horca, con los brazos alzados y extendidos ante ella. La gente se aparta rápidamente de ella, pues esa es la postura que se adoptaba para lanzar una maldición. Todo el mundo sabe que las maldiciones de quienes han sufrido una injusticia son especialmente efectivas y algo no marcha bien en este ahorcamiento.

La joven mira con hipnóticos ojos al caballero y al sacerdote y veis cómo lanza su maldición: ¡Yo os maldigo! Sufriréis enfermedades y pesares, hambre y dolor. Vuestra casa quedará destruida por el fuego y vuestros hijos morirán en ella. Moriréis atormentados...

Frente a cualquier intento por vuestra parte de actuar, Gar y los hombres de armas que os acompañan os detendrán. Alegando que: ...estamos de paso, recordadlo. No queremos llamar la atención y mucho menos iniciar un conflicto armado que ponga en peligro la integridad del transporte.

Mientras pronuncia sus últimas palabras, la muchacha, coge un saco que había junto a ella y saca un gallo. Sin saber de dónde, en su mano aparece un cuchillo y de un solo tajo le corta la cabeza al animal. Inmediatamente, arroja el cuerpo descabezado contra el caballero y el sacerdote. Éstos se apartan rápidamente, y aunque evitan que les dé el gallo de lleno, la sangre les salpica en todo el rostro.

La muchacha se vuelve y comienza a correr entre la multitud. El caballero manda a sus hombres que la persigan. El gallo descabezado, aunque no del todo muerto, corre por el suelo, alrededor del ladrón colgado ahora con su rostro azulado y muerto, dibujando un círculo desigual sobre la nieve manchada de su sangre.

La mujer desaparece entre la multitud... La plaza, además de personas, está llena de gritos de pavor y desconcierto. Aunque estos pronto se calman ya que la guardia obliga a todos los habitantes a volver a sus casas.

Gar añade finalmente: Deberíamos movilizarnos ya... No debemos llamar la atención o no podremos descansar... Vayamos a "las culebras" y tomemos algo caliente.

retiro la mirada de la horrible escena mientras me centro en la mujer embarazada. Algo me dice que no será la última vez que la veo.
Al escuchar la proposición de los guardias, me dirijo tras ellos a "las culebras", donde espero poder descansar y recapacitar sobre el tema.
Antes de irnos, ne vuelvo a Iliris, le pongo una mano en el hombro y con la otra señalo el circulo de alrededor del muerto y el lugar donde antes ha estado la mujer. mi mirada le dice "algo no va bien".

Sigo al grupo

Ojala estuviera en el templo las gentes son extrañas y malvadas, no siento la paz.

El rostro de Loy-Yang muestra incertidumbre y falta total de seguridad. Algo más que comprensible pues es un hombre acostumbrado a la paz, la armonía y el respeto entre los demás hermanos. Si sus nuevos compañeros le conociesen un poco más sabrían que su paz interior está muy lejos de esa plaza, es posible que ni si quiera se encuentre en todo Mylton. Simplemente se limita a seguir al grupo sin mediar palabra, pues las imágenes del ahorcamiento han hecho mella en su alma.

Los temblores ocasionados por el frió fingido se tornan en escalofríos reales que recorren mi cuerpo al ver la escena. Ajustándome la capa a los hombros, comienzo a caminar junto a mis compañeros en dirección de la posada, esperando que después de comer algo caliente desaparezcan de mi mente esta atrocidad y la sensación de ser testigo de una injusticia.

 La taberna estaba vacía, la mayoría de la gente se encontraba fuera, recordando ese fatídico momento en el que un Ladrón de los bosques era ahorcado y su mujer, sin estar lejos del enfado y sin pensar en las consecuencias, lanzaba un maleficio sobre los organizadores y responsables del acto en cuestión.

Cuando estáis a punto de tomar asiento una voz os interrumpe: - Qué? Ya han matado a Logadón? Espero que ese rufián haya sufrido y que permanezca en el infierno, hasta que su alma se consuma en los fuegos del pecado y la maldad... ¿Qué van a tomar?

Haciendo caso omiso al comentario del posadero – una cerveza y algo para acompañarla...mejor dos cervezas y algo más para acompañarlas

Doy un pequeño golpe en la mesa con una moneda, mas que nada para atraer la atencion del posadero, cuando me mira, mi mano derecha le muestra 3 dedos levantados, indicando junto a la moneda que yo tqmbien quiero cerveza y acompañamiento. Sin mediar palabra espero a que me sirva lo que he pedido.

Mirando al posadero con cara de pena

lo siento hoy no puedo comer ni beber, pero me gustaria poder estar en un lugar donde meditar

Ocupáis una mesa con vuestras bebidas y miráis a vuestro alrededor. Las Culebras, posada en la que os encontráis posee su nombre debido al plato especial de la casa: Culebras Asadas.

Una música invade el escenario situado al fondo de la taberna. En él, dos bailarinas de exuberantes cuerpos bailan mientras unas exóticas serpientes permanecen enroscadas en sus cuerpos esculturales. Las paredes del salón están adornadas con pieles de culebras y otros tipos de serpientes así como de otros animales. 

Gar os dice: Pasaremos aquí la noche. Mañana al alba partiremos hacia la Fortaleza de Farar. Así que os recomiendo que descanséis bien, pues ahora viene la peor parte del viaje.

El posadero se acerca a Loy-Yang. Señor, he preparado ya su habitación, ya que supongo que... - os mira a todos. - ...pasarán la noche aquí. Así pues señor monje si quiere subir ya, no tengo problema. Vaya a la habitación 7, allí podrá estar tranquilo.