Partida Rol por web

Elendin comenzó a hablar con Amrith en una lengua que ni Rudigar ni Ragnar podían entender, salvo la pronunciación de sus propios nombres mientras los señalaba en lo que parecía una rápida presentación. Después siguió enfrascada en la conversación con Amrith.

El Noldo palmeó su espalda, cosa extraña, pero que supuso que debía ser su modo de decir "gracias por el apoyo", entre los muros de tharbad estaban sus compañeros, pero el silvano ignoró por respeto las palabras dichas en sindarin, puesto que de igual modo no iban dirigidas hacia él, se acercó a "los pequeños" para hablarles a ellos.

- ¿y bien? ¿Os han dicho algo? - Elendorn limpiaba la sangre de los filos de sus espadas antes de guardarlas, le interesaba saber sobre el niño y el abuelo, o si alguien les había dicho algo de aquellos delincuentes.

Intentaba estar atento a todo, y reunir información, sabía que saber varios idiomas, era un gran don.

El enano miraba desconsolado lo que había quedado de la otrora gran ciudad.

- Tienen un líder. ¿Habéis conseguido información del prisionero?-dijo con voz cansada-. Si acabamos con él podríamos liberar a la ciudad de los asaltantes... Corta la cabeza y el cuerpo caera.

No estaba seguro de hasta donde llegaba la corrupción que recorría la sangre de ese pueblo pero consideraba que era su deber ayudarles.

Permanecía a la espera mientras Elendin conversaba con el guardia. Intuía que pronto sabríamos mas sobre los extraños sucesos acaecidos y sobre cual seria nuestro próximo paso. Hasta entonces solo podía ser paciente.

Cuando el Silvano y el Noldo llegaron, arrastrando el cuerpo maltrecho del bandido, los observé pensativo, mis ojos reflejaban rechazo e inquietud...sin embargo ni una palabra salio de mis labios.

El silvano negó al enano - nada ha dicho - se podía ver en su mirada que no estaba orgulloso de haber contemplado el inicio de una tortura, más solo el inicio, aquel desgraciado les estropeó el interrogatorio llamando a los suyos.

Se colocó del todo las vendas, no le gustaba sentir esas heridas, necesitaba descansar, y que las heridas sellaran.

 Amrith asintió a las palabras de Elendin. Si bien corrigió al enano.

 La ciudad es segura dentro de los muros. Al menos, el máximo de lo que las circumstáncias permiten. Es, sencillamente, como ya os dijimos, de que tenemos sólo de hacer valer la ley hasta el muro de la ciudad. Lo que pase más allá de las murallas... no hay suficientes recursos para ello.

 "En verdad un aciago destino se abate sobre la ciudad. Las patrullas de orcos nos hostigan desde el norte bajo el estandarte de Angmar. Muchos temen que el Brujo haya vuelto de entre los muertos, pero supongo que se debía al hechicero Ar-Gular del que me habláis.

 "Tharbad es la capital de Cardolan, cuando Arnor cayó se enfrentó a su reino hermano Arthedain y fue Angmar, en manos del Rey Brujo, quien se llevó la mayor porción de poder. Las luchas entre los reinos leales y el tenebroso Angmar han debilitado a Cardolan. La población pasa hambre y ya habéis visto como muchos desplazados y refugiados, la mayoría hombres del norte de sangre mezclada o dunlendinos, han organizado una ciudad paralela en nuestras puertas, la Caras Gwathló, dónde reina la ley del más fuerte.

 "Pero tened por seguro que recibiriéis recompensa por haber capturado con vida al sanguinario Thang, uno de los cabecillas más importantes de la Ciudad de las Chabolas

 A continuación entrega a Elendin una bolsa con la recompensa: cincuenta piezas de oro, para que las reparta con el grupo.

 "Pero lo peor de todo son las luchas por el poder. Como el rey Ostoher y su hijo mayor murieron luchando en el norte contra los orcos, ahora su única hija, la joven princesa Nirnadel, intenta ocupar el trono. Los Hiri, o barones territoriales, se alinean desde pedir su mano para gobernar como consorte, reclamarse como regente o incluso pedir abiertamente un cambio de dinastía...

 "Los pocos nobles són de linaje Dunedain de sangre pura... pero no sé si eso será garantía de nada. Incluso Gondor ha enviado a un embajador para que ejerza como mediador entre los diferentes Hiri...

 "Pero estaréis cansados, seguidme, permitidme que os muestre "El Descanso de los Viajeros", una de las pocas posadas verdaderamente decentes que quedan en la ciudad. Yo mismo me alojé en ella cuando era un recién llegado en la ciudad y he mantenido cierta amistad con los dueños, una pareja encantadora..."

 Amrith toma una de las serpenteantes calles de la ciudad, esta en concreto parece ancha y bien iluminada por antorchas, con un ancho canal navegable en el centro de la avenida. Los mosaicos que adornaban el salva miedos del canal eran magníficos, aunque habían conocido tiempos mejores...

 Tras una larga parrafada, observáis como el soldado entrega una bolsa con monedas a Elendin y, finalmente, la guia por una de las calles que se alejan de la muralla en dirección al centro de la ciudad. Aunque hablan en una lengua que desconocéis, parece que todos estan invitados a seguir al explorador, no sólo Elendin.

 La calle es ancha, bien iluminada por antorchas y con un amplio canal navegable en el medio.

Espontáneamente me uní a la comitiva que ya empezaba a discurrir hacia el interior de la ciudad.
Dejé pasar al resto de mis compañeros y elegí cerrar el grupo sin perder detalle de las gentes y los alrededores.

De vez en cuando echaba un ojo al cuerpo del bandido...me preguntaba cuanto le habrían hecho...y si en verdad habían sacado algo en claro con ello. ¿habría merecido la pena para ellos? Lo dudaba, pero estaba claro que aquellos bandidos no eran gente del todo normal. Mas bien fanáticos. Una extraña locura los impulsaba y eso siempre era evidencia de un mal mayor subyacente.

El mago en primer lugar, respondió al resto del grupo para explicarles la situación diciendo:

-Sabemos que guarda un gran tesoro de todo lo que ha saqueado a los demás mercaderes, pero no nos ha dado tiempo a sacarle más -expuso respondiendo a las miradas expectantes sobre su "interrogatorio"- en cuanto al guardia que nos ha recibido, es un dúnedain, del grupo de Elendin, que ahora sirve aquí ante la oscuridad reinante, por lo que parece hay varios problemas, en primer lugar los orcos de Ar-Gular que acosan la ciudad, después la ciudad de las chabolas dirigidas por dunlendinos impíos que se dedican al saqueo y el pillaje, pues tienen prohibida la entrada, lo que hace que ellos tampoco puedan salir, todo sea dicho, y por ende, hay escasez de víveres; además, por si fuera poco, también hay una lucha de poder en el mismo seno de Tharbad, pues al ser la capital de Cardolan, los pocos nobles dúnedain intentan reclamarla para sí y hacerse con el control de la provinicia, pues la última descendiente legítima es una mujer, y todos los dúnedain intentan tomarla como esposa para así ser ellos quienes gobiernen -dijo explicando ampliamente todos los problemas de la zona, y que seguramente les tocaría a ellos resolver, pues estaba claro que el mundo estaba perdido sin la diligencia del noldo y su grupo- así que ese es el panorama en el que nos encontramos, el soldado se llama Amrith y nos ha propuesto llevarnos a una posada para que descansemos un poco -concluyó esperando que eso le pareciera bien a todo el grupo.

No obstante, antes de comenzar la marcha, se dirigió a la familia de mercaderes en tono afable diciendo:

-¿Os gustaría acompañarnos? ahora que por fin hemos entrado, no estaría bien separarnos sin al menos compartir una última cena -expuso invitándolos a unirse para así poder debatir los asuntos comerciales que tenían que esclarecer.

Finalmente, dirigiéndose al dúnedain explorador en la lengua de su pueblo, le dijo...

-¿Por qué usas la lengua de los sindar? ¿es que temes que alguno de los tuyos escuche nuestra conversación? ¿tan mal está la cosa en la ciudad? -preguntó un tanto desconfiado sobre qué clase de personas los rodeaban- en cuanto al prisionero, espero que lo custodiéis bien, me costó abatirlo y no me gustaría que volviera a conocer la libertad -expuso tajante sobre cuál debería ser el destino de ese malnacido- el tiempo que estuve con él admitió tener bastantes riquezas, por lo que si conseguís seguir sacándole información quizás os diga donde están los botines que ha robado - dijo exponiéndole lo que había averiguado, para acto seguido cambiar de tema - en cuanto a los problemas que os atenazan, por el vínculo que me une a mi amada y por ende a vuestro pueblo, me pongo a vuestra disposición para intentar solventarlos; en el tema de la coronación quizás pueda ayudar, como erudito noldo no me cabe duda de que mi voz será escuchada y mis consejos bien recibidos, así pues, si pudiérais conseguirme una audiencia con la reina actual os lo agradecería, creo que lo mejor es empezar por ahí, pues sin un líder claro, todas las demás empresas fracasarán; mas no os retraso más, entremos en la posada y debatamos más tranquilamente estos asuntos... -concluyó dispuesto a relajarse un poco tras esa mañana tan ajetreada.

 El hombre escuchó estrañado pero no daba signos de entender.

 ¿Esa es la antigua lengua de nuestra raza? dijo nuevamente en la lengua Sindar ¿El Adunaico que se hablaba en la isla de Númenor? Hoy en día sólo los Dunedáin de Arethain la usan en el norte. Ya sé que en Gondor es común, pero aqui en Cardolan los Dunedain hablamos en Sindar entre nosotros... es la lengua culta y de comercio por aqui en Tharbad...

 Y aclarado este punto, les señaló la entrada de la posada...

 La família se despidió de vosotros.

 ¿El descanso de los viajeros? Me han hablado bien de ese lugar, pero nosotros tenemos reservado ya nuestro alojamiento con el gremio de mercaderes de la ciudad. 

 El hombre se deshizo en alagos y en excusas para no acompañaros, incluso sobre el tema de la copa, dijo:

 Sabemos dónde estáis, dejadnos ir a descansar tras una jornada tan dura y os aseguro que mañana cenaremos juntos si así lo deseáis.

 Dicho esto, la família Edloich y su carro se marchan por su lado.

 Tirlindë y Amrith hablan, primero en una lengua extraña y luego otra vez en Sinda mientras bajan la calle hasta una plaza con una pequeña fuente. En ella, de lejos, podéis ver tocar a un bardo callejero.

  Desde la Man Limdamel, la plaza dónde estaba el bardo, tomaron una calle más secundária, la Rath Lymin, allí en la esquina con la Rath Heled, junto a otra plazoleta con fuente, se encontraba el Descanso del Viajero. 

 Dentro el ambiente era bueno y agradable, a la par que cálido, aunque lo cierto es que desde el primer momento se dieron cuenta de que se encontraban en una posada de ciudad, no en un apartado alojamiento del camino. Un montón de hombres y mujeres de ascendencias variadas ocupaban el bar. Varios camareros y camareras servían jarras de cerveza y platos de carne a los clientes. No era el trato personal que dispensaban los Grumm a sus visitantes.

 Una de las camareras se acercó al grupo y le preguntó en Oestron:

 ¿Qué deseais?

El silvano miró a quien les recibía, al parecer no disponían de la dulce sidra que abrazaba su paladar, él no era muy amigo de los licores y simplemente bebería agua.

- quisiera para mi caballo el mejor servicio posible, y para mi, una habitación con las tres comidas pertinentes.

Ya que disponían de habitaciones, decidió pedir para si una de aquellas dobles, hacia bastante que no se permitía ese tipo de lujos, y le gustaría disfrutar de la mayor calma posible, calma que al ver aquel bullicio de gente supo que no existiría en una sala común. Además podría guardar las apariencias de la nobleza silvana que representaba su presencia, el estatus podría abrir muchas puertas y mostrarse altivo podría ser útil en un lugar tan grande. Si por un casual debían aparentar un nivel inferior al que ofrecía él, estaba seguro que otros de sus compañeros no buscarían la paz como la deseaba él y se alojarían en las salas comunes.

- Por cierto, ¿es posible disponer de sidra? Mi garganta no aprecia esos sabores toscos proporcionados por el alcohol.

Tal vez dispusieran de dicha bebida, pero que no fuera común, por lo que quiso pedirla por si era posible disfrutar de un noble líquido que se dejara disfrutar sin golpear su garganta con arrogantes sabores innecesarios.

- Una cama en una habitación doble para mí-dijo el enano con una sonrisa- y una cerveza. Mi caballo también querrá descansar y forraje así que también eso necesito.

Fjalar dejó su comportamiento arisco para disfrutar de su cerveza y actuar cantando una canción para todos los visitantes. Recordó que no debía usar la flauta que tenía así que, por desgracia, solo pudieron disfrutar de su voz y la representación que les ofrecía.

- Bebiendo se van las penas
se cambian por alegrías,
aunque te acuestes borracho
despiertas con alegría.

Dale tus penas al vino,
que acaba un nuevo día,
entre amor y desamor,
entre pena y alegría,
como la luna y el sol,
como la noche y el día.

Llegó la resaca
y engañado me tenía,
y triste mi cabeza
con dolor latía.

A la espera de resolver cual seria nuestro próximo paso, le pedí a la camarera algo para calentar el estomago y tras charlar animadamente con mis compañeros y escuchar las canciones de Fjalar, me retiré a la sala común para descansar. El día de mañana prometía ser ajetreado y quería afrontarlo con todas mis fuerzas.

 Rudigar también entregó las cinco monedas de cobre a la posadera.

 Pensión completa para mi y para el caballo... dijo y luego se dirigió a Fjalar ¿Compartimos una habitación doble, Maese Ojos de Oro? No me gustaría que me metiesen un desconocido en la habitación.

 Escuchó como Ragnar se dirigía a la sala común. 

 ¿Realmente queréis dormir en el suelo en una ciudad como esta? le preguntó el hobbit al elfo beórnida Además, supongo que nuestra querida pareja compartirán habitación... eso deja sólo al pobre Elendorn... el tabernero podría poner a la venta la otra cama de su habitación...

 El sólo quería que el grupo estuviese bien, aunque bien pensado quizá no era asunto suyo. Pero habían pasado tantas cosas juntos... no quería que el grupo se disgregase ahora que habían llegado "a la civilización"

El noldo pidió alojamiento junto a su amada para esa noche, al igual que comida y pienso para su caballo. Esperaba ver a los mercaderes pronto, pues la situación vivida les convertía en hombres de confianza dada la inestabilidad de la ciudad, y eso siempre es algo a tener en cuenta.

Así pues, procedió a sentarse junto a los demás y comer un poco de aquella comida, de escasa calidad para su paladar, pero que al menos se dejaba comer. Al mismo tiempo escuchó la canción del enano, la cual hablaba de temas bastante banales y cotidianos, cosa que desagradaba al mago; tenía que reconocer que el uso de su voz era aceptable, algo que distaba mucho de lo que viene siendo la tónica general.

Tirlindë se ocupó de buscar el alojamiento, así que ella acomodó a Viento de Fuego en el establo previo pago. Esa vez no fue el joven Puil quien los atendió, y echó en falta la cercanía de la familia Grum , pero aquello tampoco estaba mal. Acariciando las crines de su precioso animal, lo dejó comiendo heno seco y bebiendo agua fresca y clara, mientras ella iba a su habitación a lavarse y refrescarse.

Una pequeña jofaina era suficiente para adecentarse, por lo que llenándola de agua y vaciándola en la palangana, comenzó a frotarse el polvo del camino. Comenzó por los brazos, y continuó por su cuello, dejándolo de nuevo pálido y libre de suciedad.

Soltó su cabello, que cayó en cascada sobre su espalda, y cogiendo grandes mechones fue mojándolos y frotándolos con una pequeña pastilla de grasa de cabra y cenizas de abedul. Siguió poco a poco bajando por su cuerpo, eliminando todas las manchas y restos de suciedad. Una vez limpia, se secó con cuidado y se vistió con ropas limpias, bajando de nuevo a cenar para encontrarse con sus compañeros.

- ¿Qué hay para cenar? - preguntó distraida, mientras escuchaba la canción de Fjalar y se perdía en sus pensamientos.

 El noldo, tras repartir las monedas deslizó las dos de bronce que sobraban para pagar cuatro jarras de vino. Amrith se quedó a beber con ellos, pero luego tenía que seguir con su guardia, no podía demorarse mucho.

  A Thang van a colgarlo. Es lo que suele hacerse por aqui con los bandidos. Más con uno con tanta carrera a sus espaldas como él. parece que las posibilidades de encontrárselo después en libertad eran escasas, así igualmente las de encontrar a la princesa Nirnadel Disculpa, amigo, no me he explicado bien. Todo esto lo sé por nuestro capitán, al cual se lo contó otro capitán que trabaja en el palacio real. No he visto a la princesa en mi vida, aún menos a su difunto padre. Podéis pedir una audiencia con ella, pero precisamente por la situación que os he comentado, seguro que tiene las audiencias ya ocupadas en mucho, mucho tiempo...

 Amrith degusta el vino bebiendo con moderación, más concentrado en la conversación que en la copa que tenía ante él.