Partida Rol por web

Elendorn sonrió, ahí Turlin mostraba que era demasiado joven, alterarse nunca llevaba a nada bueno, dio un par de pasos hasta él y posó su mano en el hombro del embravecido chico.

- tranquilo, enfurecerte no te ayudará en nada - miró después "al vendedor de información" y le devolvió su lógica frase con su habitual tono suave - tal como dices... No soy adivino o rico, ni se si tu información valdrá algo más que una manzana, ni voy a entregar nada al primero que cree podernos robar unas monedas. Por una moneda de plata la información que has entregado la conocíamos nosotros de sobra, por lo que nos debes cambio de una moneda de estaño, pues eso vale siendo generosos tu bravuconería, eso significa que nos debes 9 monedas de cobre, 9 de bronce y 9 de estaño ¿sabes porque la información es buen y mal negocio? Es bueno porque no necesitarás arriesgar tu vida yendo a recuperar lo que mas recompensa te aportaría, es malo porque nunca está lo suficiente bien pagado... Yo no te hubiera dado esa moneda siquiera, ahora mismo eres sospechoso de robar una tiara y de chantajear 1 moneda de plata, lo lógico sería escoger, guardia o nosotros, ¿con quien quieres hablar? Si tu información nos lleva a la joya, ni siquiera eso nos asegura recuperarla, por lo que solo si la obtenemos tu información valdrá algo y será en su momento recompensada.

Bajo su túnica desenfundó sus filos por si llegaran a ser necesarios, no le gustaba la conducta soberbia de quienes creían poder manipular a los demás como quisieran.

El enano suspiró mientras veía que sería más complicado obtener la información, sobretodo con las amenazas que se estaban vertiendo sin ningún filtro. Aún con todo, el muchacho les había entregado más de lo que sus compañeros pensaban. Sabía que habían robado una tiara, algo que ellos no habían dicho, y les había asegurado que estaba en el barrio de los ladrones, algo que, aunque sospechaban, no podían asegurar.

- El pago es por que comiences a dar una información-dijo tratando de convencerlo para que soltara algo más-. El valor de esa información será recompensado, tal como hacemos siempre. Mucho ya lo sabemos, pero sabemos valorar la buena disposición de nuestros "asociados".

No tenia ni idea de a dónde llevaría toda esa pantomima, sin embargo no estaba dispuesto a soltar más monedas si no había una disposición a entregar más información por parte del muchacho.

─¡Ey, ey, ey! El chico ha visto brillar el oro e imaginaba que conseguiría más por el valor de la mercancía a rescatar, ¿verdad? No me extraña que una moneda de plata le parezca poco. Él querrá oro, ¿a que sí? Vale, tengo una moneda de oro en mi habitación de la posada. Iré con él, soy el que más posibilidades tiene de pasar desapercibido. Si puedo ver de lo que está hablando, la moneda es suya. Y si me da algún detalle más, que sea valioso para poder rescatar lo que estamos buscando, os pediré que vosotros también le paguéis, porque se lo habrá merecido, ¿de acuerdo? ─dijo el hobbit interviniendo al principio con algo de vergüenza, como si su opinión no fuera del mismo calado que la de sus compañeros de aventuras, para luego ir afianzándose su tono según hablaba y se convencía a sí mismo de que su idea no era tan mala.

Un leve asentimiento al chico mientras le entregaba su ballesta a Fjalar para pasar algo más disimulado. Sin aquella ballesta Rudigar podía pasar por su tamaño tranquilamente por un niño, aunque estaba algo más vulnerable. O no. Su puntería era casi igual de buena con una daga arrojadiza y de esas tenía al menos una. Eso sin contar con su espada invisible...

- aun no nos da el cambio - dijo al hobit - tal como nuestro acompañante dice, con los guardias o con nosotros, no hay pago posible en una información que no acabe en la resolución del problema.

El prestamista, pese a su agradable relación con el alcalde y su buena disposición, seguía siendo bastante sospechoso a ojos del noldo, pues sin duda estaba hastiado de conceder préstamos y no recoger los beneficios que necesitaba. Es por ello, que aguantando los ruidos que empezaba a hacer su barriga, permaneció en dicho trono esperando sobretodo a que se fuera el alcalde y ver qué hacía el prestamista en la soledad, ese sería el momento en el que la situación se resolvería pues sin duda haría algo que lo delataría o lo salvaría, o al menos eso le decía su instinto...

Ragnar escuchó las amenazas del chico, pero en esta ocasión no hizo nada. Pensó que el mocoso se asustaría y los dejaría en paz.
Aunque tal vez coger al chico y hacerlo hablar igual sería una mejor opción. Despues de todo, quizas era el hermano pequeño de alguno de los ladrones y sabia algo de todo aquel asunto que pudiera serles de utilidad.

 Turin se retuvo al notar la mano del montaraz en su hombro.

 Sin embargo el muchacho callejero estaba lanzado. Atendiendo a las palabras del enano y el mediano más que a las de los elfos, le devolvió la moneda de plata a Fjalar.

 Ten, no deseo tener deudas.  le dijo con cierto tono de diversión devolviéndole finalmente la moneda Puedo acompañaros si queréis, eso no es problema... pero mi precio són cinco monedas de oro. Ni una más ni una menos. 

 Para reafirmar su decisión levantó todos los dedos de la mano derecha. Esto provocó un nuevo bufido por parte del sobrino de la joyera. 

 No me voy a mover de aqui hasta que me paguéis. O os vayáis. dijo como dándo tiempo a que el grupo se lo pensase. Sin embargo, cuando Ragnar intento emboscar a Hirii dándo la vuelta discretamente tras él mientras hablaba con Rudigar y Fjalar, una piedra cayó sin fuerza a los pies de Elendorn. Esto puso sobre alerta al chico, que se apartó justo cuando el beórnida iba a agarrarle la oreja.

 Eh, las manos quietas. O si no mis amigos os lapidarán a todos. alzo las manos como tranquilizando a alquien invisible más allá del grupo.

 No estaban solos.

 Tirlindë se quedó en la embajada de Gondor. Minastàn se retiró con sus hombres y Ciramir pidió a uno de sus lacayos que le acercase pluma y papel. Tras almorzar frugalmente, se entregó a la escritura de cinco o seis largas cartas, casi todas con el mismo encabezado o similar.

Bienhallado amigo Tal hijo de Tal y nieto de Tal Otro,

 me veo obligado a escribirte una vez más para solicitar que me envíes un poco más de efectivo. Ya conoces la precaria situación de Tharbad, dónde actualmente me hayo destinado. Hace poco he recibido una nueva solicitud de ayuda que mi cordialidad para con sus habitantes y su alcalde, que tan bien me han tratado, me recomienda no desatender........

 y finalizando casi todas también del mismo modo

... esperando que estos tiempos aciagos pasen de una vez por todas y poder devolverte la suma prestada a la mayor brevedad, sinceramente tuyo,

Ciramir de Gondor.

Fiel servidor de la Casa del Regente. Tharbad. 

 Algunas cartas estaban escritas en Sindarín, otras en Oestron e incluso alguna en lenguas que Tirlindë no conocía. Cuando hubo terminado, hizo llamar a dos soldados y les encomendó los fajos para que llegasen a su destino. No sin antes lacrarlos con cera caliente de su sello personal, calentado en una vela. 

El mago estudió pacientemente aquellas misivas, así como el comportamiento de dicho noble, por lo que cuando terminó de escribir dichas cartas tenía bastante claro que aquel hombre era inocente a simple vista, pues si él ya tuviera el dinero, no le haría falta escribir a más gente con la que seguramente se endeudaría, gente que a simple vista parecían ser de fuera de Tharbad, por lo que no son sospechosos.

Así pues, sin haber detectado al culpable, pero satisfecho de esclarecer la culpabilidad de los principales sospechosos, siguió al cartero en cuanto este se marchaba, para aprovechar que le abría las puertas; por lo que una vez fuera se dirigió a la taberna para esperar allí a sus compañeros, esperando que hubiesen llegado ya, en especial el hobbit con su atuendo...

No sabría decir a ciencia cierta de donde había venido la piedra, Elendorn dejó sus dos filos en sus fundas tomando de forma algo más abierta su arco y flecha, mostrando parte de la madera del mismo saliendo de su capa.

- Preferiría que no hubieran heridos - dijo con calma volteando su rostro hacia Turlin añadió - ya tenemos guía, y no es un oportunista como ciertos críos.

Luego volvió su mirada al tal Hirii para acabar de hablar - si vuestra ayuda de verdad hubiera podido ser útil os habría dado más de cinco te lo aseguro, incluso si hubiera tenido que pagar de mi bolsillo, pero nunca pagaría por adelantada una información que no nos llevara a arreglar la situación.

Poco más podía añadir el silvano, si era necesario los lapidadores obtendrían el filo de su flecha a cambio, no había desde su perspectiva trato posible con aquel grupo de interesados, por lo que dependía de lo que los demás quisieran hacer, pues solos no les iba a dejar.

El enano sonrió mientras cogía la moneda de plata y, con la habilidad de un banquero sacaba 5 monedas de oro de su bolsa.

- Bueno, las negociaciones suelen ser más lentas, pero el tiempo apremia-dijo Fjalar haciendo bailar las monedas en su mano y entregándoselas al joven-. Espero que la información valga la pena para que pueda recuperar el dinero invertido en el trabajo.

Sabía que sus compañeros podrían reprobarle la entrega de ese dinero, sobretodo por que lo pediría de vuelta, si la información era buena, una vez acabada la misión, pero tenían algo pendiente y, además, el joven le caía bien. Se había encontrado con muchos ladronzuelos similares en sus viajes y, en algunos casos, incluso había compuesto alguna canción sobre sus desventuras. Quizá más adelante podría entonar alguna historia sobre este bravucón.

Además, sabía que tener un informante satisfecho en la ciudad podía granjearles más información que pudiera servir a sus propósitos.

La caida de la piedra me alarmó. La osadía y porqué no decirlo, la pillería de aquel muchacho empezaba a irritarme. Y para colmo, el enano no dejaba de ofrecerle monedascon una generosidad desmedida.

No se trataba de un simple pícaro, más biem parecía toda una pequeña organización criminal. Extorsionadores a quienes aún les faltaban varias primaveras para alcanzar la madurez.
No queria ni imaginar en que clase de criminales se transformarían con el tiempo.

─Bueno, pues ya está, ¿no? Eso es un montón de dinero ─dijo el hobbit remarcando lo obvio de la entrega de monedas doradas al chico por parte del enano─ Ahora ¿puedes ayudarnos?

Cabía, por supuesto, la posibilidad de que fueran un grupo de muchachos atrevidos que pretendían estafarnos, pero si era eso lo que pretendían o, incluso peor, les conducían a una suerte de emboscada, tendrían que ser muy efectivos, o de lo contrario el variopinto grupo demostraría ser mucho más peligroso de lo que se habían temido. Juntos ya habían llevado a cabo azañas tales como diezmar grupos de orcos y trolls, ¿qué eran para ellos unos pocos niños de ciudad, por dura que hubiera sido la vida con ellos?

 Puede que fuesen sólo unos niños de la calle o puede que no. En cualquier caso, ninguno de aquellos aventureros consiguió verlos con claridad. Al parecer, eran hábiles en fundirse con su entorno. Al menos, cuando el entorno en cuestión eran las calles en que se habían criado y dónde habían jugado incontables horas.

 La actitud del tal Hirii cambió por completo al recoger las monedas de oro. Su pícara sonrisa, se torno en una mueca de satisfacción más adulta, más profesional. Las guardó cuidadosamente entre sus ropas.

  Gracias, maese Kuduk. le dijo con respeto pues el enano no le había dado ningún nombre concreto para referirse a él En primer lugar os pido que me sigáis. Conozco una forma de entrar y salir del Barrio de los Ladrones sin tener que pagar o sobornar a los guardias. Espero así empezar a seros útil y ganarme mis honorarios.

 Se dirigió hacia unos almacenes que se veían al final de la muralla, en el límite sur-este del islote. Según comentó, habia allí un paso que los guardias de la ciudad no controlaban. Tan facil como caminar, si sabías por dónde. O eso dijo.

 Fjalar siguió a Hirii con naturalidad. Rudigar no se quedó mucho más atrás. Sin embargo los elfos, tanto el silvano como el beórnida, lo tenían mucho menos claro. El sobrino de la joyera no se movió ni un paso en la dirección señalada por el bribón. Es más, en tono altívo añadió:

 ¿Así es como pensáis investigar lo sucedido? No pienso ir a un paráje oscuro y apartado con un ladrón para facilitarle que me robe... o me corte el cuello. sentenció ante la dolida sorpresa del chico.

 Determinado a no seguir a Hirii, Turin se arrebujó en su capa y les dijo a Ragnar y Elendorn, así como a quien quisiera escucharle dentro del grupo:

 Si os marcháis con él, yo volveré a solas al taller de mi tía. No puedo despediros por que fue ella quien os contrató, en realidad, pero tened por seguro que le pienso contar con que tipo de compañías estáis investigando sus asuntos. reflexionando que quizá era demasiado pusilánime como protesta, añadió Ella tomará sus propias decisiones, pero me resultaría decepcionante que no retirase de inmediato la oferta que os hizo.

 Y tras aguardar un segundo por si querían repensárselo, comenzó a caminar de regreso al barrio del Camino Real, dónde Lothiriel tenía su taller.

 Cuando Tirlindë regresó, aún invisible al Descanso del Viajero le aguardaba una grata sorpresa. Pero no eran sus ropas.

 Allí, en el comedor de la posada, terminando lo que sin duda debía ser su comida del día, se encontraba su amada, Elendin.

 En un primer momento no sabía si se estaba confundiendo, alucinando con su deseo de que regresara a él o incluso que su imaginación le gastase una mala pasada. Pero al aproximarse pudo comprobar que era ella. La joven no podía verlo, así que seguía comiendo muy lentamente mientras vigilaba la puerta de la posada y suspiraba. Suspiraba.

 ¿Qué hacia allí? ¿Que había pasado con Amrith y su importante misión en el Norte? Faltaban muchas explicaciones, pero también faltaba el resto del grupo. Y sus ropas...

La joven terminaba su comida con fingida tranquilidad, pues no sabía la reacción del grupo, especialmente de Tirlindë, al verla allí de nuevo después de la triste despedida que habían tenido. Lo que no se imaginaba es que la prueba más complicada sería la que vendría primero, pues al levantar la vista se encontraría la erguida figura del noldo mirándola con sus profundos ojos. Pero eso ella aún no lo sabía

Se veía a sí misma incapaz de decir nada cuando se los encontrase, y no tenía ningún discurso preparado previamente, por lo que se limitó a sonreir tontamente imaginándose al principio que la habrían echado mucho de menos, pero luego esa sonrisa se tornó en pánico al pensar que pudieran estar enfadados con ella al haberlos "abandonado" de esa forma. Cuando terminó de comer, se levantó despacio, echando su silla hacia atrás torpemente, y se encaminó hacia la habitación de sus compañeros temblando ligeramente. Parecía que habían pasado años desde la última vez que se vieron, y la culpa se reflejaba en los ojos de la joven, agachando la mirada por miedo a encontrarse con la de ellos, especialmente con la del noldo. Cuando estuvo a su altura, pasó sin verlo, pero el vello de sus brazos se erizaron al sentir el olor a vainilla y caramelo del elfo. Con voz titubeante, preguntó a la nada...

- ¿Tirlindë?

El silvano se apresuró a aclarar que al parecer todos no pensaban ayudar igual, recordándole a Turin que él servía a las nobles intenciones del noldo, a Elendorn no le importaba separarse, si enano y hobit querían confiar en aquel crío, no les diría que hacer, pero no se perdonaría si la confianza ganada por Tirlinde y "su guardaespaldas" se viera dañada por aquella decisión.

Seguiría el noldo un camino que dañara la reputación que buscaba obtener? Elendorn pensó que no. Si el trato se dañaba, procuraría por un daño menor. Temía por que su compañeros fueran a una emboscada, pero seguirles para salvaguardarles, sería perder la posibilidad de ayudar a la anciana, confiaba en que sus compañeros se supieran defender, pero si pasaba algo quería asegurarse de que su misión avanzaba con éxito.

Miró al enano dando unos pasos tras Turin - espero que tengáis cuidado, pero hasta aquí hemos colaborado - podrían compartir información, pero no ir por más tiempo por el mismo camino.