Partida Rol por web

El melenudo se achantó y masculló su resentimiento.

Detrás de Thorin, venían una chica con el pelo corto y aspecto enfermizo, enfundada en un pesado abrigo, y una muchacha grisácea con el cabello recogido en un moño descuidado, manca del brazo derecho.

-Oh, tú, tú también estabas en mi sueño –Carla, mientras tanto, parecía haber reconocido a Sara. –Sí, en la playa, eras la que hacía volar las rocas… ¿Me recuerdas a mí?

Asiento a Sara. No tengo más que decirle ahora. Lo primero es lo primero y lo primero es salir de aquí.

Alicia comienza a preparar sus inventos. Para mí lo que hace está tan cerca de la magia que me cuesta entender que ella crea que no tiene poderes.

Después tuvo que hablar el rubiales.

A punto estoy de soltar mi rabia contenida en forma de puñetazo contra el melenudo. Suerte tiene éste que Thorin le haya dejado las cosas claras antes de que le arrancara la cabeza de una bofetada. De lo que no se ha librado es de mi mirada inyectada en odio.

A estas alturas, mi nivel de adrenalina en sangre es peligrosamente alto y éso debe reflejarse en mi rostro, así que sabrá que no debe volver a meterse conmigo o no habrá nada que me contenga.

- Ya has oído. - Le digo a Bohórquez con los dientes apretados y mueca de rabia.

Cuanto antes nos vayamos, antes llegaremos. Alicia, si estás dispuesta a seguir con eso, haz algo que les retrase sí o sí. Quiero decir, si tienen alguien especial en rastreo, descubrirá la trampa, pero si pese a todo la trampa derrumba el techo... aunque ya han dicho, no hay tiempo. Intenta hacerlo ya, e irnos ya. Rápido...

Levanté una ceja. Se habían metido durante años en un sitio con una sola salida a sabiendas de que tendrían que evacuar en algún momento... ¿y yo era la ingenua? ¿En serio? Y luego todo el mundo parecía querer opinar sobre lo que hacía, aunque claramente no lo entendieran. Pero claro, habían visto las pequeñas, improvisadas, apenas sin materiales y hechas para no causar daños permanentes.

De todos modos ya había terminado, señuelo incluido. Claro que contaba con que vieran el señuelo y lo evitasen. También con que evitasen el segundo señuelo. Pero si intentaban desactivar ese o esquivaban el primero... un tipo no lo activaría, dos tampoco, pero qué podía decir, las tuberías que había ahora debajo no soportarían igual de bien la presión. Reventarían, lo que a su vez produciría un derrumbamiento, que a su vez haría reventar muchas más tuberías y jodería las que protegían los cables eléctricos... Vamos, que este sitio quedaría bloqueado.

No dije nada, era una pérdida de tiempo intentar explicarles nada a la salida y al otro.

- Si vamonos, no tiene sentido quedarse más tiempo del necesario. 

Me mordí la lengua para no hacer comentarios mordaces. No era el momento, por irritante que fuese que todo el mundo quisiera decirme qué hacer o cómo supuestamente se montan una trampa o lo inútil que es. Confiaremos sólo en los poderes que ellos pueden anular para sacarnos de aquí, claro, gran plan. 

Pillé al tal Bohórquez por el codo y tiré un poco de él hacia la salida. 

- Cuanto antes nos digas por dónde, antes podrás olvidarte de nosotros - le dije con toda la intencionalidad.

Otra vez me mordí la lengua para no decir que podría volver a ser un pagafantas. Probablemente ni siquiera entendería el concepto y, además, nunca convenía molestar al guía. Sospechaba que siendo una única salida, nos usarían de señuelo para atraer al grupo y que a ellos les diera tiempo a escapar, pero me esperaría a haber salido de allí para decirlo. Por eso al tipo este no le apetecía venir, porque eso le convertía también en señuelo... En fin, paciencia. 

Los ojos de Sara se abrieron como platos al ver al gigante pétreo entrar en el refugio. Allí parecía el líder y empezó a indicar hacia dónde tenían que ir.

La joven se iba a quejar cuando una chica se le acercó y le habló del sueño. La joven entrecerró los ojos, intentando hacer memoria.

- Sí, yo también soñé... Pero no recuerdo bien quiénes estaban - . Empezaba a sentirse agotada y ya hacía rato que sus tripas se contraían recordándole que hacía demasiadas horas que no había comido nada. Se mojó los labios resecos con la punta de la lengua y volvió a mirar a la chica que intentaba hacer alguna suerte de trampa. Tanto Ibrahim como un chico sudamericano parecían admirar y casi reverenciar lo que hacía. Está loca, y nos está haciendo perder el tiempo. Sara no creía que aquello fuera a servir de mucho. Empezaba a estar muy nerviosa y caminaba por aquel sitio, dirigiéndose hacia el túnel por el que habían llegado y volviendo nuevamente. ¿A qué estaban esperando? La chica parecía creer saber lo que quería hacer... Sara no lo entendía, lo único que sabía era que no iba a funcionar.

- Venga... Daos prisa... No tenemos tiempo... Mierda... - Miró a Bohórquez exasperada. Deseaba decirle que los dejaran a su suerte, que se largaran de allí cagando leches. Pero en el momento en el que las palabras estaban a punto de rozar sus labios, la chica dijo que ya estaba. Los ojos de Sara la recorrieron de arriba a abajo. Era imposible que funcionara, pero asintió con la cabeza. - Guíanos... - Le pidió, casi como una súplica a Bohórquez. Le parecía estar escuchando los pasos que como truenos retumbaban en aquel lugar... Pero seguro que eran imaginaciones suyas, no, no podían ser ellos...

Mientras que los demás recogían sus petates a toda prisa y sólo el latino e Ibrahim le concedían algún crédito, la chica menuda y bonita dominaba el proscenio  y dejaba marcas aquí y allá, se desplazaba por el templo divagando acerca de trampas exquisitas (similares a máquinas de Goldberg , objetos de deleite –y perdición- para alguien tocado por El Nudo Gordiano, pero jamás para los contaminados por El Drama que la rodeaban, y cuya preparación, por supuesto, llevaría un tiempo del que ellos no disponían).

Un instante antes de largarse, esa misma chica había abordado a Bohórquez, quien se había apartado de Ibrahim dedicándole una sonrisa desdeñosa a Ibrahim, y este le había respondido con sorna:

-Seré un chico obediente.

Cruzaron la cripta de nuevo y la compañía regresó al fondo del pozo. De pronto, una detonación resonó en un nivel superior, distante pero alarmantemente próxima.

-¡Rápido! Llegó la hora de separarnos. Si todavía queréis ir a Angbad, id por ahí –les señalaba uno de los tres pasajes a Ibrahim y sus allegados. –Bohórquez os conducirá durante un trecho y os dirá por dónde continuar luego.

-¿A Ang…? ¿Al Sanatorio? –se corrigió la dama manca. -¿Para qué queréis ir allí? ¡Moriréis!

-Es una larga historia, no hay  tiempo. Larguémonos –dijo el chico de rostro sardónico tirando de la chica embarazada y echando a correr ambos por el túnel orientado hacia el sur.

-¡Qué gilipollas! Ahí os quedáis –la joven insidiosa desapareció detrás de ellos.

 -Tiene razón, Rosa, hay que marcharse. ¡Suerte, chicos! –se despidió la joven pálida, asistiendo a la dama manca.

Thorin asintió desolado y proclamó:

-Os deseo toda la suerte del mundo. Si esa certidumbre vuestra no es producto de una pesadilla y Lars ha vuelto a la vida, os estará esperando.

Fue el último en marcharse, con la cabeza gacha.

El melenudo rubio les ordenó:

-¡Marchando! –y entró por el túnel orientado hacia el oeste, el indicado por el titán.

Y Sara, ¿a quién seguiría? ¿Se iría con Ibrahim y sus anónimos compañeros, o con la troupe del gigante de piedra?

Me habría gustado tener tiempo, pero estaba claro que no. Así que aceleré el paso detrás de Ibrahim y del tipo rubio con pinta de haber chupado un limón. Era increíble cómo les gustaba dramatizar a aquel grupo. Un segundo me odiaban y al siguiente nos deseaban suerte por ir al sanatorio. Va, ni que ir a otra parte fuese verdadera opción. 

Entonces escuchamos una explosión arriba. Imaginé que sería una de las pequeñas, de las que había ido dejando mientras bajabamos. Pero nada comparado con lo que podía haber creado. Miré a la rubia por un segundo. Ella no era como ellos, pero a saber... 

- Creo que estarás mejor con nosotros. - y le di una lata de coca-cola. El líquido y el azúcar la ayudarían. 

Después volví a acelerar el paso y busqué algún punto débil en la estructura del túnel. 

- ¿Cómo de fuerte y rápido eres Ib? Tal vez si te dijese dónde golpear, podrías derrumbar el túnel tras nosotros. Eso nos ganaría tiempo... 

Total, con el rastreador iban a saber el camino que habíamos tomado. 

A desgana, comienzo a seguir al tipo rubio. Parece que los cuatro que hemos llegado juntos partimos juntos. Después de las reacciones de Antonio y Carla, no me acabo de fiar de estos dos. Sólo Alicia me parece legal. De cualquier forma, más vale lo malo conocido, tal como decía mi abuelo.

Por la cara de Alicia, no está muy contenta con lo que ha hecho. Supongo que necesitaba más tiempo.

No hago ningún caso de las despedidas de los demás. Esta gente está loca y no me apetece cruzar más palabras con ellos.

- Todo es intentarlo. Si me imagino la cara de éste en la pared, seguro que derrumbo la puta montaña. - Le respondo a Alicia, refiriéndome al tal Bohórquez. - Dime dónde.