Partida Rol por web

En el ínterin de su socorro, unas esquirlas del cuchillo habían herido a Carla en el brazo, y Antonio había tropezado con una piedra de la forma más chusca y caído dolorosamente de bruces.

Pero ahora, con los tres en su poder, Ibrahim salva de un salto la distancia hasta la salida. Comprende  enseguida que la tenue iluminación se debe a una antorcha colgada a su izquierda, que señala una serie de escalones que descienden dos o tres vueltas en espiral por las paredes de un pozo. ¡Y también comprende que su vehemencia puede estar a punto de precipitarlos a todos en un abismo!

Salgo a toda velocidad del túnel para encontrarme con que el camino se corta de forma abrupta en un insondable abismo. La luz de la antorcha ilumina lo justo para darme cuenta que lo más importante en este momento es frenar la carrera a tiempo. 

Siendo así, clavo los talones en el suelo y el firme de arena y roca comienza a escupir esquirlas y hasta pedazos a mi alrededor, pues mis pies dejan un surco que queda como rastro imperecedero de la frenada desesperada que realizo en ese mismo instante. Incluso agacho algo el cuerpo adelantando la pierna derecha para equilibrar la frenada con el peso que transporto. De esta forma, cuando salgo hacia la luz de la antorcha, mi costado derecho queda cubierto por los cuerpos de mis compañeros, imposibilitando que pueda mirar en esa dirección. Hacia la izquierda, el camino que nace en tan escarpado lugar inicia un sinuoso serpenteo descendente que promete ofrecer algún tipo de salida.

En cuanto detengo la marcha, de un grácil salto me coloco bajo la antorcha y, de esta manera, me alejo del amenazador abismo.

- ¿¡Qué mierda os ha pasado ahí dentro, joder!?

Soy estúpida, mucho más que Javi. Una completa retrasada. Odiaba que jugasen con mi cabeza y odiaba aún más ser incapaz de hacer nada para evitarlo. Según mi padre dependía de la voluntad, así que la mía debía ser como un castillo de naipes. Odiaba que tuvieran que rescatarme y, aún más, a mi misma por ser débil. Apreté los labios.

- Crean ilusiones en nuestra cabeza. - Luego tomé una resolución. Tal vez para castigarme por mi inutilidad. - Suéltame Ib.

Eso me haría "caer" al falso pozo de serpientes. Las miré fijamente, aún sabiendo que no estaban ahí. El telépata debía estar relativamente cerca y, si fuese lo suficientemente fuerte, tendría que ser capaz de echarle de mi cabeza. Si no lo era... bueno, aceptaría el daño que viniera, me lo merecía. Observé lo que nos rodeaba con atención, buscando indicios de dónde estaba el telépata. Si dependía de mi, clavaría un destornillador en su cerebro, con punto de entrada bajo la oreja o por la nariz. Pero primero debía asegurarme de recuperar el control, así que me concentré.

Una puta ilusión, joder. Y como hago yo para salir de ella. Ya sabía que era una ilusión, lo intuía al menos. Un ser asi bajo la ciudad era inconcebible. Pero como salir de ella, esa es la clave. Así pues, quizá lo mejor será dejar que ibrahim siga a lo suyo y nos saque de aquí. Quizá ahora con mi fuerza podría resistirme, pero realmente no me conviene. Maldita sea.

Pero, ¿qué pudo provocar esta visión? ¿Un mutante, un gas, otra cosa? Quizá Alicia tenga la respuesta...

ALICIA: Sueltame, Ib.

¿Que la suelte? ¿Esa es su solución? ¿Y si no consigues despertar? A mi me parecería más seguro seguir así... claro, que quizá no debería ir a lo más seguro. Y ese maldito ácido... será falso, pero joder como quema.

Ibrahim se aparta del filo de inmediato con la clara intención de abandonaros. Una aureola envuelve su cabeza, como la de un ángel, e ilumina tenuemente las inmediaciones. 

-¿¡Qué mierda os ha pasado ahí dentro, joder!? –pregunta, con expresión poco apropiada para un ángel, alejándose más y más de vosotros.

Pese a que no cesan de repetírselo, que se trata de una ilusión, el hervor de serpientes en las paredes del pozo no desaparece, y lo que es peor, ¡comienzan a caer del techo! Carla se debate con tres víboras enredadas en el pelo que la quieren investir como Medusa. Antonio consigue deshacerse de una que quería metérsele por el cuello de la camiseta. Alicia las evita sin más y avanza hacia el borde…

Unas gotas que se filtran por el techo provocan que los compañeros, al contacto, se retuerzan con espanto, tratando de sacarse de encima alguna cosa repugnante, bailoteando enloquecidamente al borde del pozo. Sólo Alicia parece conservar la calma, aunque vigile con apuros el techo y sus pisadas, y se vaya acercando al filo, con los brazos abiertos con la clara intención de arrojarse, y diga:

- Crean ilusiones en nuestra cabeza. Suéltame Ib.

"Esto no puede ser real...no es real!" pesaba a modo de flashes de racionalidad la asustada muchacha.

Entonces recapacitó en lo que había gritado Alícia: crean ilusiones en nuestras cabezas. Si alguien era el responsable de aquellas "visiones" y era capaz de entrar en sus cerebros... ella también podría hacerlo y rebentarles la cabeza como tanto deseaba.

Carla se concentró lo que pudo, tanto que le ardía la frente y se sentía enfadada. Puede que lo que sintiera fuera más ira que enfado. Quería desfragmentar la mente de aquel que había provocado aquella pesadilla...

Lo sentía por Ibrahim. No sólo tenía un marrón bien gordo, si no que además tenía que cargar conmigo. También lo sentía por Antonio y Carla, porque estaba claro que las ilusiones les estaban afectando más que a mi. Era cuestión de tiempo que el titiritero consiguiese lo que quería y que uno de los dos atacase. Entonces saldríamos heridos nosotros. 

- Cerrad los ojos y concentraros en la respiración. Relajaros. - les dije. 

Aunque la verdad es que no tenía ninguna esperanza de que me hicieran caso. 

No me digné a cerrar los ojos. Nada de aquello era real, aunque ocultaba la realidad. La ilusión era buena, pero no tenía claro que realmente afectase a todos los sentidos. Olfateé. No tenía sentido darle más vueltas. Avancé hacia el pozo y estiré la mano para "coger" una de las "serpientes". Era cuanto menos curioso que a mi no me estuvieran cayendo encima como a Antonio y Carla. 

- Aún nos pasa. -Respondí a Ibrahim. - Ahora estamos "viendo" y sintiendo serpientes.  Delante mio veo un pozo lleno de ellas. Supuestamente sostengo una.

Parecía real. Pero tenía que tener fallos, algún error de quien la proyectaba...

Muy al contrario de lo que me pide Alicia, la detengo en su avanzar hacia el precipicio. Desde luego, todos actúan como si estuvieran locos. Como si vieran cosas que no están ahí. Me recuerdan a algún que otro antiguo colega, cuando se pillaban un mal viaje. Por tanto, la sensación no es del todo extraña para mí, y me lanzo como una exhalación a detener el deambular suicida de Alicia.

La agarro por la cintura y la echo para atrás. Moviéndome con velocidad y actuando con firmeza, no dejo que ninguno de los tres se marchen del perímetro de luz que enmarca la danzarina antorcha. Si hace falta, los siento de un leve empujón, para que no se muevan de allí.

- ¡Estaos quietos, joder! Lo que veis no es real. Es una mierda en vuestro cerebro. Como no paréis la vais a joder vosotros solos.

Mi voz pretende ser firme y autoritaria. Lo suficiente como para que tres locos le puedan hacer caso al único cuerdo que está entre ellos.

Cuando los tengo controlados, miro en derredor. Si alguien les está manipulando la mente, quizá no ande lejos.

La figura de negro regresa, agarra a Alicia por la cintura y la aparta del foso, y a continuación, retiene a los demás con firmeza en el cinturón de su resplandor divino. Les está reprendiendo:

- ¡Estaos quietos, joder! Lo que veis no es real. Es una mierda en vuestro cerebro. Como no paréis la vais a joder vosotros solos.

La voz del joven es un trueno inapelable. Los muchachos pugnan por serenarse, respiran hondo, mantienen sus ojos cerrados y cuando los abren…

La ilusión se ha desvanecido. Lo que habían tomado por una aureola no es sino una antorcha colgada a su izquierda, señalando una serie de escalones que descienden dos o tres vueltas en espiral por las paredes de un pozo, la única continuación.

La abertura del túnel a su espalda, aunque irregular, no son en absoluto unas fauces.

Las heridas en el brazo de Carla han sido provocadas por unas esquirlas de metal al intentar “rajar” los carrillos del monstruo.

Antonio presenta magulladuras que escuecen, y que se hizo en una aparatosa caída.

Unas gotas se filtran por el techo de roca y no es raro que les golpeen.

El sonar de muerte de Carla había captado dos ecos desconocidos en la caverna. Estaba tirando del hilo con dedos de Furia, proyectando una cabeza erizada de sierpes, pero su ansia por emponzoñar aquellos cerebros la hacía una hilandera impaciente, así que no pudo lograr su propósito, si bien distinguió en aquellas psiques un temor comparable al suyo propio, y un puro afán de supervivencia. 

- Aún nos pasa –le había respondido a Ibrahim con voz de duermevela. - Ahora estamos "viendo" y sintiendo serpientes.  Delante mío veo un pozo lleno de ellas. Supuestamente sostengo una.  Cerrad los ojos y concentraros en la respiración. Relajaros.

Antonio y Carla pugnan por serenarse, ocuparse de ellos frustra cualquier examen concienzudo por parte de Ibrahim.
Y entonces, cuando al cabo de unos instantes vuelven a abrir los ojos…

-¿Qué creeis que fue? pregunta Antonio a todos. ¿Fue algún tipo de gas? ¿O realmente la visión fue provocada por algún otro mutante?

Antonio mira la escalera. Quizá deberíamos bajar por allí, pero antes necesitamos descansar un poco...

No me habría importado saltar. Así no sería una carga. Dadas las circunstancias, una muerte rápida era lo mejor a lo que podía aspirar. Después de todo, Javi tenía razón, nada de lo que supiese iba a marcar la diferencia.

Between the idea
And the reality
Between the motion
And the act
Falls the Shadow

Comprobar que tenía razón tampoco era un consuelo, seguía sintiéndome una inútil. No era muy distinto de cómo me había sentido en casa, donde lo único que contaba era si tenías poderes.

Tal vez, en la universidad… pero mi padre había rechazado todas las becas que me habían ofrecido, devuelto todas las ofertas de universidades extranjeras y eliminado de forma sistemática todas las opciones que tenía de formar parte de un equipo de investigación. Era más importante que apoyase a Javi, porque él tenía poderes.

Claro que en casa, con Javi, me había permitido soñar con que tal vez, tal vez, si me esforzaba lo suficiente podría conseguir algo por mí misma. No sé, diseñar satélites autosuficientes, alimentados por energía solar y capaces de auto repararse. O crear un nuevo tipo de material hiperconductor. O incluso descubrir algún tipo de quimio mejorada. Estaba bastante segura de que la medicina no podía ser tan complicada y, bien pensado, debía de existir algún modo de aplicar el enfoque holístico a la quimioterapia…

Pero no, estaba desvariando. Nada de eso llegaría a pasar. No importaba cuánto me hubiese esforzado, ni cuánto hubiese intentado ejercitar mi voluntad para rechazar las intrusiones mentales. En un instante me habían reducido a un títere. Mi padre se habría reído, no se podía ser mucho más patética.

Apreté los puños llena de rabia y frustración. Mi vida era una mierda, pero autocompadecerme no serviría de nada.

- Tanto da. Saberlo no cambiará nada, porque no tenemos con qué protegernos. – Tenía un tono ácido, ligeramente resentido.

No podía perdonarme mi debilidad, ni mi carencia de defensas mentales. De tener un telépata en el grupo habríamos podido intentar protegernos. Pero no lo había y no estaba segura de si lamentarme o alegrarme por ello.

- Vamos, busquemos el siguiente fragmento y continuemos – extendí los brazos - “In death's dream kingdom” – concluí con ironía.

Me detuve por un momento y me mordí el labio inferior. Miré a los otros por un segundo y luego bajé la mirada. No tenían la culpa de que fuese débil y tampoco debían entender a qué diablos venía mi reacción. Apreté los labios y volví a mirarles.

- Gracias por salvar mi culo, pero no se os ocurra arriesgaros por mí. No merece la pena. Ahora acabemos con esta mierda.

Me di la vuelta y me puse a examinar la antorcha. Admitir mi debilidad, que era una jodida damisela en apuros ya era bastante jodido, cuanto menos durase aquel instante mejor. Además, no dejaba de pensar que las antorchas no arden solas ni de forma indefinida. Estudié las paredes, debía haber marcas cerca, puede que incluso aspilleras…

- ¿Qué coño dices, tía? - Le respondo con amargura a Alicia en cuanto dice que no tenemos con qué protegernos. - Esa mierda la ha metido en vuestras cholas algún hijoputa, y ése hijoputa tiene que estar cerca, joder. Se le aplasta como a una mosca cojonera y se le acabó el chollo.

Me asombra que haya sido precisamente yo el que haya pensado en ello. Pues no acostumbro a pensar antes de actuar. Pero algún día debía ser el primero.

He estado avanzando por el túnel, sin ver a nadie. Por tanto, tiene que estar fuera del túnel. También puede que no lo haya visto, pero esa posibilidad es demasiado compleja como para evaluarla con garantías. Quizá se encuentre realmente cerca.

Vuelvo sobre mis pasos y busco en los alrededores de la entrada de la gruta, incluso avisto hacia el interior de ésta, por si percibo algún movimiento o cualquier señal que delate a alguien oculto.

-Estoy de acuerdo con Ibra... quién sea que nos ha metido esa ilusión en la cabeza, tiene que estar cerca...lo he notado.

Y mientras miraba aquí y allá buscando algún rastro que certificara su sospecha (alguna huella, rastro, marca, señal de vida...), continuó explicando su extraña sensación.

-He intentado lanzar un ataque mental...que creo que es lo puedo hacer con mi poder... pero he sentido como si el ataque que hemos recibido fuera por miedo, como si se estuvieran protegiendo de nosotros...

Y mirando a todos y cada uno de sus compañeros, se atrevió a presentar su hipótesis.

-Y si, aquellos que han creado la visión de las serpientes, no fueran nuestros enemigos? Y si solo intentan protegerse? Puede que también esten huyendo de la policia...o de aquellos que también nos persiguen a nosotros?

No había palabras para describir lo mucho que odiaba que hurgasen en mi mente. Era algo que había tenido que sufrir toda mi vida. Toda. Pero ellos no, así que me vi obligada a elaborar.

- Si pueden alterar tu percepción, podrías aplastarme el cráneo a mi pensando que soy ese "hijo puta". O a cualquiera de los otros. Imagino que... incapacitar a quien lo produce acabaría con ello, pero no cambia que cuanquier psíquico seguirá pudiendo... jugar con nosotros.

Ni siquiera era lo peor que podía pasarnos. Estos creaban ilusiones, mi padre borraba, alteraba y creaba recuerdos. Era más costoso que dominarles directamente, pero infinitamente más sutil y eficaz a largo plazo. La sola idea me resultaba aterradora. Especialmente porque ya sabía lo que era. Nunca había olvidado nada, pero sí tenía "huecos" y no precisamente por pillarme pedos. O la sensación molesta de que una memoria no terminaba de "encajar". Incluso en aquel momento sentía un cosquilleo incómodo en la nuca.

- Claro, miedo de lo que no se entiende. - dije mirando a Carla, aunque en mi tono se podía adivinar cierto escepticismo. Además, no es como si hubiera perdonado que manipulasen mi cerebro. - "La verdad es el objetivo, el amor el medio para llegar a ella" - cité - Si quieren evitar la violencia, no estaría de más que hablasen con nosotros... y que pidiesen disculpas.

Lo dije más para "ellos" que para nosotros. Personalmente dudaba mucho que el camino de la noviolencia fuese a funcionar, pero así calmaría mi conciencia en caso de que alguno acabase, no sé, con mi destornillador incrustado en su cráneo.

Antonio mira extrañado a Alicia. ¿Qué dices de que no hace falta que te protejamos? Hasta ahora tú has sido la que más pistas nos ha dado y la que más nos ha guiado. Así pues, olvidalo y veamos si conseguimos encontrar a quien nos haya echo esto...

Antonio ve que todos están mirando buscando algo. Pero bueno... ellos sabrán. ¿No deberíamos seguir, antes de que alguien vuelva a urgar en nuestra mente?

Instintivamente, Antonio mira los sitios donde se había herido en la visión, a ver si tenía algún daño. Pero no ve nada. ¿Con qué se encontrarán allí abajo?