Partida Rol por web

Vibius se acerca sigiloso, seguido de cerca por Viridio, cubiertos por las alargantes sombras del templo. El sol se acaba de poner en el horizonte. Al aproximarse pueden oir unos canticos que vienen del interior. Con cuidado, echan un vistazo furtivo por la puerta y ven a dos figuras. La primera, de pie mientras canturrea algo en germano (suponeis) es alta y fuerte. Esta de espaldas y lleva una pesada capa de piel de lobo y la cabeza del lobo cubre la suya propia, como un gorro. Gira la cabeza un momento mientras unta unos cuchillos de forma curva en una taza de barro que tiene al lado y podeis ver un hombre de mediana edad, con una expresion dura como el acero y nariz aguileña. Un largo pelo negro cae hasta mas alla de sus hombros.  Debe ser Arminius, el lider germano. No veis a nadie mas asi que parece que el resto de su tribu le ha desertado.

La segunda persona, tumbada sobre un altar de piedra, parece incosciente o muerta. No se mueve. Es un hombre joven o un crio mayor, justo en esa edad donde es dificil describir si son hombres o niños. Tiene el pelo rubio y rizado. Es claramente romano.

Arminius no parece darse cuenta de vuestra presencia, ensimismado como esta en sus preparativos.

El corso no quita el ojo de encima a los exploradores a medida que se acercan al templo derruido...

Viridio se apartó unos pasos y se giró en dirección a donde se había quedado el resto del contubernium, levantó la mano con dos dedos alzados y esperó.

Fabio había visto el gesto de Viridio, así que aseguró bien los pilums a la espalda y aflojó el gladius en su vaina, preparado para cuando el decano les hiciera avanzar.

Si sólo son dos será fácil. Y no se ven enemigos por ningún otro sitio.

Africanus hace gestos con las manos para indicar al resto del contubernio que avancen con cuidado, sin hacer ruido, y manteniendo los ojos bien abiertos a toda la explanada.

- En particular tú, Otón ---le dice, susurrando---. Camina un poco por detrás y mantén los ojos muy abiertos para que nadie nos pille por detrás como si fuéramos unos helénicos.

Viridio sujeta el pilum con fuerza en su mano mientras indica al nuevo que saque el suyo y esté listo mientras se asoma ligeramente para comprobar que hacen los dos bárbaros.

Vibius, casi sin que el sanador del grupo se lo indicara, ya había supuesto que era hora de tomar el pilum y prepararse para lanzarlo. No era su fuerte, pero tampoco andaba mal. Sólo esperaba que, si de verdad llegaba el momento de lanzarlo, no errase por mucho... y que al menos uno de los pila de sus compañeros acertase en el blanco.

Sin prisa pero sin pausa, el contubernio camina poco a poco hacia Viridio y Vibio: el corso, Fabius, y Silus algo más adelantados; Valerius detrás, y Otón el último...

- En particular tú, Otón Camina un poco por detrás

No se puede decir que estas ordenes disgusten al joven. Oton sin más palabras toma el último lugar en la fila, levanta el escudo y prepara el pilum mientras busca una posición en la que sus compañeros le cubran lo mejor posible de los bárbaros.

Fabio, desenfundó el gladio, ya no había tiempo para tonterías. Y avanzó acompañado por Silo.

Es una pena que no podamos prender fuego al templo porque es romano, ojalá fuera un templo bárbaro. De todas maneras...

—Intentemos pillarlos vivos, como Cesar con Vercingetorix

El contubernio se acerca, con cuidado a la posicion de los dos exploradores. Cuando llegan, ven a Arminius que sigue preparando su ritual. El germano se para y levanta la cabeza, como si husmease el aire. Despues mira en vuestra direccion y sonrie.

Puedo oler vuestro miedo. Pasad, pasad. No queria matar al joven y al viejo solos. No tengo tiempo que perder cazandoos a los demas. Asi sera mas facil. 

Africanus, a quien llaman el corso, decano de Roma, sabe que ha llegado su momento. Da un paso al frente:

- Ríndete! Somos Roma. La resistencia tal y como la conoces se ha acabado. Vuestra individualidad tanto cultural como tecnológica será incorporada a la nuestra. La resistencia es fútil. Seréis asimilados.

Percibió algo Africanus por el rabillo del ojo?

Oton se sobresalta al oír la voz del germano y se esconde aún más tras sus compañeros. La verdad tampoco es tan especial que el germano pueda oler su miedo, tiene tanto que probablemente hasta sus compañeros que han quedado en el fuerte lo pueden oler.

Ríndete! Somos Roma. La resistencia tal y como la conoces se ha acabado

El barbaro mira a Corso con cierto desprecio

Rendirme? En el momento de mi triunfo? - encarna una ceja - Realmente creeis que vais a salir con vida de aqui, verdad? - menea la cabeza - Los romanos siempre teneis el mismo problema: La prepotencia.

—Qué tontería de conversación— dijo Fabio avanzando con el Gladius desenfundado. Por su cabeza pasaron las palabras "una averia en el reactor" pero en realidad no sabia que era una avería ni un reactor así que las desechó como parte de la locura del combate. 

—Prepárate para reunirte con tus dioses, Germano.