Partida Rol por web

El cuerpo de Ruso cae desde la empalizada, con el hacha del barbaro aun clavada en su costado. La batalla parece pararse momentaneamente mientras los legionarios miran confundidos hacia el decano, muerto en el suelo. Ruso y su contubernio han mantenido la linea en los momentos mas criticos. Ruso fue quien descubrio al traidor del optio. El que ha luchado incansablemente de un lado al otro dirigiendo a sus hombres y al resto de legionarios la ultima hora para evitar que el campamento fuese tomado por el enemigo. Si el muere... Como van a sobrevivir los demas? La linea empieza a ceder poco a poco ante el empuje de los germanos que ven la victoria cercana. Vulso mira con panico en sus ojos alrededor, sin saber que hacer, buscando una huida para el y sus hombres. Incluso vosotros, que habeis tenido el peor dia de vuestra vida, notais el abatimiento al ver el cuerpo sin vida de vuestro decano, un hombre duro pero justo. 

Oton, al que acaba de salvar Fabio, se acerca y cae de rodillas frente a Ruso agarrandole la mano. Un rayo de luna pasa entre los jirones de nubes e ilumina a los dos legionarios: uno tirado inmovil en el suelo y el otro, obeso, cogiendole la mano y llorando. Llorando porque sabe quien cubria el flanco de Ruso y lo ha dejado indefenso para salvarle. Llorando porque por su incompetencia y debilidad han muerto hoy dos romanos. Dos buenos romanos dando la vida por el, Caius Iunius Oton, gordo y cobarde. La pena y el miedo se convierten rapidamente en furia. En odio. En ganas de hacerle pagar a alguien la muerte de su decano que quizas le despreciase pero no merecia morir por su culpa.

Oton se levanta con el gladio en alto y los ojos rojos del llanto. Con una mirada de puro odio apunta a los germanos y grita uno de los motos de la Legion desde lo mas profundo de sus pulmones, oyendosele en todo el campo de batalla

Los legionarios morimos! Para eso estamos aqui. Pero Roma vivira siempre. Y eso significa que nosotros viviremos por siempre! Roma Aeterna! Neci! Neci! Neci!

Sube las escaleras corriendo (todo lo rapido que le permiten su constitucion) mientras sigue gritando Neci!. Al llegar a la muralla, donde un grupo de germanos ha conseguido mantener posicion, se lanza contra ellos escudo por delante y les tira empalizada abajo (con Oton cayendo detras) gritando

Minerva!!!

El resto de la centuria al verlo, vuelve a la carga siguiendo a ese legionario gordo y cobarde. Y loco. Muy loco. Enardecidos por la accion de Oton y con la furia de haber visto caer a Ruso, los legionarios saltan de la empalizada y se dedican a matar y matar germanos desde fuera de las murallas, llevando la lucha al enemigo. Los germanos, tomados por sorpresa, caen bajo las espadas de Roma y sus enfurecidos legionarios que ya no luchan como un ejercito profesional. Ahora matan como un ejercito profesional mientras gritan una y otra vez la misma palabra, como un mantra:

Minerva! Minerva! Minerva!

Los germanos que quedan intentan reagruparse como pueden. El viento de la batalla ha cambiado y como en la fabula del cazador cazado, ahora son ellos los que luchan por su vida. 

La linea era de unos pocos hombres. La neblina ocultaba todo mas allá de unos cuantos metros. Guiados tan solo por los horribles sonidos de los lobos germanos y los llantos y gritos de sufrimiento de los romanos, la triste linea que mantenían Ruso y Valerius con otros pocos hombres se mantuvo y prevaleció milagrosamente contra aquellas criaturas infernales.

Fue después, de vuelta a la muralla, cuando el combate dio un giro desafortunado.

Ruso se arrojo, como siempre, ignorando el dolor de sus profundas heridas. Despacha a los bárbaros a diestra y siniestra, avanzando sin preocuparse por si mismo.

A un lado de él, Valerius lo sigue de cerca. Han compartido demasiadas peleas juntos y lo conoce demasiado bien, lo suficiente para entender que nada que diga puede sacar a Ruso de su trance asesino. Simplemente se mantiene cerca, cuidando sus espaldas y su flanco. Los hombres de la linea que los acompañaba antes muertos o separados ya, Valerius sigue a su hermano hacia los germanos, hacia una muerte segura. El otrora campesino, que por una mala pasada del destino acabo de mala gana como un legionario, se niega a abandonar a su hermano y acepta su final.

-Que sea lo que los dioses quieran. -le dice a nadie en particular.

Ruso acaba con un bárbaro tras otro. Valerius lo cubre lo mejor que puede, tomando incontables cortes el mismo, algunos mas profundos que otros. Su escudo deshecho es remplazado por un segundo gladius y el dúo sigue hacia adelante, evitando que la linea romana se rompa bajo la presión barbara. El frenesí de Ruso contagia al campesino, que se descubre a si mismo gritando sin darse cuenta.

-¡Adelante Roma, adelante! -y hacia Ruso también-: ¡Salimos de esta ambos o ninguno, Ruso! ¡No me falles ahora cabrón de mierda! ¡Pelea! ¡Pelea!

Los bárbaros germanos se les echan encima y los rodean por todos lados. Sin escape alguno, Valerius no puede hacer otra cosa que alargar lo inevitable, compartiendo las heridas y las estocadas a partes iguales con Ruso. En su momento final solo piensa en su esposa e hijo a miles de kilómetros. Se entrega feliz, sabiendo que están seguros, protegidos por el gran imperio romano.

Su destino esta sellado. Solo un milagro puede salvarlos...