Partida Rol por web

A simple vista se trata de una casa sencilla, de cuatro habitaciones. Las paredes están decoradas con recuerdos de sus mejores artículos y alguna que otra foto de su difunta esposa. La casa está bien ordenada y el olor es agradable, como el de cualquier otra casa bien cuidada. Algunas cortinas están recogidas para dejar entrar la luz.

No entendía nada. Al parecer todo estaba en su lugar, parecía una simple casa de pueblo, de esas bucólicas donde el tiempo pasa más lento, donde de hecho la vida misma transcurre por un cauce bien distinto al de la ciudad. Y en todo caso, tranquila y en paz. Posiblemente su olfato se había equivocado esta vez, pero no entendía por qué alguien -por muy confiado que fuera de sus vecinos- dejaría la puerta abierta de par en par, así, sin más

-¿Qué opinas, Anna? Creo que internarnos más en la casa supondría una violación de la intimidad y de la propiedad privada de estas personas. Y no parece haber ninguna cosa extraña -esto último lo dijo mientras observaba cada pequeño detalle del lugar en busca de algo que le hiciera cambiar de idea. En cualquier caso, quizá lo que deberían hacer es esperar fuera tranquilamente un tiempo y comprobar si los dueños volvían. Ciertamente se sentía incómodo, como si el cuello de su camisa hubiera encogido dos tallas de repente

Me paseo lentamente por la entrada prestando atención a los retratos de su esposa y los titulares de los artículos que hay colgados para intentar comprender de un vistazo de que tratan. Me detengo cuando Henry me pregunta. Le miro y veo en su rostro el agobio que le provoca esta situación incómoda y le respondo cuchicheando en voz baja:

-No sé...Tal vez esté en el baño o haya salido. Si deseamos obtener algo aquí, mejor que nos sorprenda dentro. Yo creo que mejor primero bordeamos la casa y miramos en los alrededores a ver si vemos movimiento.

Sin esperar la respuesta de Henry salgo hacia el cobertizo y miro al horizonte.

Los exteriores conforman un bonito paisaje a orillas del río, pero desafortunadamente, nada destacable que ayude en la investigación.

Tras dejar que su vista persiguiera indeleble a Anna, comprobando de paso que ningún peligro alterara la paz del exterior de la vivienda, decidió internarse algo más. Dividiendo la búsqueda quizás encontraran algún indicio de por qué no había nadie en la casa. Para él dejar la puerta abierta era algo quimérico, y si bien comprendía que podría ser algo habitual en pueblos tan pequeños, seguía sin entender su sentido. La propiedad establecida en la Constitución demandaba, por su propia finalidad y esencia, la defensa de la misma

Al caso. Procuró centrarse y dejar que su mente analítica observara todo con más detalle. Sin embargo no sintió que nada estuviera fuera de lugar. Posiblemente por la incomodidad que le suponía estar allí y la constante tensión de ser descubierto, o por el simple hecho de que estaba más pendiente de Anna que otra cosa

Henry Carter no consigue encontrar gran cosa. Todo le parece en orden en el interior de la casa.

Procedió al exterior de la casa, desanimado. No había nadie ni nada que estuviera fuera de lugar, pero al menos respiró aliviado cuando sus zapatos se encontraron de nuevo en el porche. Odiaba incumplir las leyes, y tenía el miedo a ser descubierto por sus propietarios. Se prometió no volver a hacer algo así salvo en caso de extrema necesidad...
Se ajustó la corbata, extrajo el pañuelo de su chaqueta y se limpió el sudor que perlaba su frente. Se encaminó hacia el lateral por el que había ido Anna, llamándola suavemente por su nombre

- No encuentro nada útil... - Le dijo a Warren. - Tú sueles tener mejor ojo para éstas cosas, viejo amigo... - La dio una palmada en la espalda. - ¿Ves algo de interés? - Arthur siguió buscando. - Tiene que haber algo... - Frunció el ceño mientras no perdía ojo sobre aquel escritorio. - Aunque sea una pista vaga. ¡Tiene que haber algo!

Me paseo dándole una vuelta a la casa olvidándome de Henry por un momento al notar todo en calma. Lo hago con parsimonia, porque si da la casualidad de que vuelva en este momento, no me importa que me vea curioseando ya que podría explicárle que llamamos y no había nadie. De esta manera procuro prestar atención a cada detalle en lugar de apresurarme. Busco ventanales o movimiento a lo lejos. Cada pocos pasos me detengo mirando a la nada aguzando el oído, poniendo la oreja sobre la fachada, esperando no sé bien qué.

El paseo alrededor de la casa no podía ser más infructuoso. Nada destacable más allá de unos incómodos mosquitos atraídos por la humedad del río. No escucháis nada fuera de lugar.

- Revisé todos estos papeles con la misma esperanza de encontrar algo que ustedes, pero desgraciadamente, no encontré nada. Inclusó sigo acercándome por su casa con la esperanza de encontrarlo allí, pero nadie contesta a la puerta. - Apunta Trevor.

- Vaya... - Suspiró Gumshoe. - Supuse que lo habrían hecho ya. - Se encogió de hombros y se llevó la mano al mentón pensativo. - ¿No tiene familia o algo en el pueblo? - Resopló. Lo cierto era que no había demasiadas pistas a su alcance, aunque podía tratar de colarse en la casa de Hodges. Igual había dejado una llave de recambio debajo del felpudo o en otro sitio. - ¿Dónde me ha dicho que vivía el señor Hodges?

Trevor os indica que Bartley vive en una sencilla vivienda situada no muy lejos del río. Apunta, además, que vive solo, pues su mujer murió hace un tiempo. Él pasa todos los días por allí a ver si ha vuelto "de donde quiera que haya ido", pero nadie abre la puerta.

- Bien... - Dijo entonces Arthur. - Espero no haberle molestado demasiado... - Le ofreció la mano y la estrecharon. - Si tenemos noticias de Hodges, se lo comunicaremos y espero que si necesitamos algo de usted, tenga a bien colaborar con nosotros. Al fin y al cabo, hacemos ésto por su Trevor. - Le devolvió la mano a aquel hombre. - Warren, reunámonos con el resto... - Le sugirió a su compañero.

Dicho aquello y tras despedirse, los dos viejos amigos salieron de la redacción camino del punto de encuentro con Anna y Henry. Si ellos no habían obtenido nada mejor, lo suyo sería quizás, ir a la casa de Trevor Hodges y ya fuera por las buenas o ya fuera por las malas, entrar allí y tratar de descubrir alguna pista que les aclarara un poco más lo que estaba sucediendo.

El Dr. Bedford examina algunas hojas y apuntes dejados por Hodges, pero concluye golpeando suavemente con los nudillos sobre la mesa y un lapidario: - Nada.

Durante el camino al punto de encuentro os percatáis que todavía queda un rato hasta la hora acordada.

- Aún queda un rato para la hora... - Dijo entonces Gumshoe. - No me gusta perder el tiempo y menos cuando hay una vida en juego... Si la casa de Trevor no está demasiado lejos, podríamos pasarnos por ahí y asegurarnos de que no está dentro. - Dijo al detenerse frente a la puerta de su vehículo. - ¿Le parece doctor?

- Si, podemos ir a echar un vistazo. - Dijo entonces el doctor. - Intentaremos ver algo desde fuera... Al fin y al cabo tenemos tiempo.

Warren se montó en el vehículo. Esperaba no tener que hacer ningún hallanamiento de morada.