Partida Rol por web

Las palabras del Ronin son sabías y a pesar de que cómo es costumbre Ide Zhuo va directa al grano, preguntando lo que realmente importa en este momento no puedo evitar responder alabando al Guerrero Solitario.

- La muestra de humildad al reconocer un pasado imperfecto es admirable. No te molestaré más sobre tu pasado a menos que en un futuro tengamos más confianza y pueda ayudarte a restablecer tu honor. - Quizás mis palabras fueron muy atrevidas, pero eran las que sentía y no pude contenerme. En cualquier caso intentando cambiar de tema para no importunar más a Oruno, me dirijo a la escorpión.

- También mencionasteis algo sobre que había un responsable de la aparición de esas criaturas y no solo eso, si no que además eráis conscientes de su nombre. Creo que muy personal que pueda ser el agravio un acto cómo este ya es cosa que el propio imperio debería hacerse cargo... quizás mediante un Magistrado de Jade.

La escorpión asiente, como dándose permiso a sí misma para relatar su historia:

-Hace cinco meses mi familia fue masacrada por un hombre que dice llamarse Hokuru Saiki. Apareció en la casa de mi familia por la noche, gritando e increpándonos. Mi padre se enfrentó a él en duelo pero la magia de Hokuru era muy fuerte y le venció. Reclamó la katana de mi fallecida madre como premio, alegando que nos dejaría en paz en cuanto lo tuviera. Mi padre se negó a dársela y Hokuru lo mató. Mis hermanos  corrieron a vengar su muerte pero utilizó maho para levantar a mi padre muerto contra sus hijos. Los samurái que nos servían huyeron presas del pánico. Hokuru intentó robar la espada de mi madre, yo me interpuse dispuesta a luchar...pero solo conseguí esto.– Veis como acaricia la saya vacía. –Fracasé. Juré vengarme mientras impotente veía como marchaba. Pero las fortunas se apiadaron de mí permitiéndome vivir. Los criados avisaron a la guardia que mutiló y quemó el cuerpo no-muerto de mi padre y asistieron mis heridas. Solo yo sobreviví. En cuanto recuperé mis fuerzas seguí el rastro de regresados que dejaba a su paso Hokuru Saiki, buscándole para vengar a mi padre, a mis hermanos, restaurar el honor mancillado de mi familia y recuperar la espada de mi madre o morir en el intento.-

— Eso explica muchas cosas. — Dijo Zhuo sin asumir que fuera verdad o mentira todo lo dicho por la escorpión. — ¿Y sabéis dónde se oculta ese hombre?. Pues teniendo que necesitar un pequeño ejercito para vuestra empresa, creo que las fortunas os han sonreído. Aquí Mausuko-san es la mejor shugenja que yo haya visto, por no mencionar a más letal de los Tsuruchi, y estos dos diestros bushi que hacen que me esfuerce por llegar a su altura. Juntos podemos recuperar esa katana. Por cierto, ¿qué tiene esa katana para ansiarla tanto ese tal Hokoru?. 

La escorpión detiene su relato al ver que el posadero está a vuestro lado. Goro reacciona rápido saliendo de su estupor y sirviendo los platos y bebida que pidió la unicornio.

-Sumimasen.- dice mientras se retira marcha atrás con una reverencia. -¿Desean algo más los samurais?-.

Escucho atentamente las palabras de la escorpión seguidas de las de Ide Zhuo, la cual hace que me ruborice al hablar así de mí. Me tapo la cara evitando que se me note. Al ver la expresión de Kumako-sama al estar el posadero cerca espero convenientemente a que se retire lo suficiente para dejar de escuchar la conversación. - No se, si realmente estaremos a la altura que comenta Ide Zhuo-sama, estoy segura que ella si lo estará. Pero en cualquier caso cuenta con mi ayuda para este menester. Tus intenciones son honorables y cualquier misión que conlleve eliminar a un Maho-shukai será de obligado deber para mi. Eso sí por lo que comentas parece ser un conocedor del Maho experto, tendremos que andarnos con cuidado. Quizás conseguir dedos de Jade antes de enfrentarnos a él no sería una mala idea. - Cuando termino mi perolata, espero a que el resto de mis compañeros se pronuncie al igual que las palabras de Shosi Kumako-sama sobre la importancia de la espada de su madre.

Zhuo sonrió ante el valor renovado de la shugenja que se desmentía con las apariencias ante los zombis. Decidió no sacarlo a relucir ni como broma, pues no conocía la idiosincracia de los cangrejos. Y tal vez, solo tal vez, igual se lo tomaba como un reproche imperdonable como igual se lo tomaba como una escena que recordaría entre risas toda su vida. La impresión que le dio el Tsuruchi fue más que impresionante. Aunque miraba como cobardes a los que usaban armas gaijin, o cualquier arma de distancia, tenía que reconocer todo el mérito que tenia tensar el arco y disparar con tal precisión sin que le temblara el pulso en cada disparo. Sin duda, tenía que ir de cacería con el Tsuruchi a cazar un venado o uno de esos enormes jabalís de las tierras dragón donde las exageraciones dicen que hacen temblar a hombres y montañas por igual.

— Y usted ronin-sama... — dijo escanciando el platillo de amazake y ofreciendoselo a Oruno — ... ¿Cual es su historia?. No me cabe duda que cualquier daimyo que le viera mover el ono de su espalda le contrataría sin dudar tras finalizar la guerra formando parte de su clan.

Luego volvió al tema de interés... volviendo a mirar a Kumako.

— Escorpión-sama. ¿Tiene idea de donde está ese hombre o lo que buscamos de él?. ¿Alguna debilidad?. ¿Sigue siendo humano?.

-Era humano cuando apareció en nuestra casa. Ahora ya no sé que será. Si las historias son ciertas la magia negra te cambia por dentro y por fuera de manera horrible y cruel.- Dice desviando la mirada. -Para mí todavía el alzamiento de mi padre como no-muerto es reciente. Sin embargo, no tengo el conocimiento que necesitáis. Ignoro por qué la katana de mi difunta madre es tan valiosa para él.-
-Mi madre era una Doji que dejó a su clan para formar una familia. Antes de casarse con mi padre, su fama como Kenshinzen (duelista de élite) entre el clan Grulla la atribuía mayores honores. Decían que una parte del alma del Kami Kakita estaba en ella, puesto que se movía grácil como el viento.-  De repente Kumako cambia de tema. Parece que también recordar a su madre la produce dolor.

-Hace unas semanas comencé a oír los relatos de viajeros que venían de esta región. Hablaban de desapariciones, de sombras furtivas ocultas en los bosques y de muertos robados de sus tumbas. Vine a las llanuras del unicornio e investigué encontrando a los regresados. Sé que se trata de Hokuru, lo sé y cuando estuve en Shiro Iuchi, por fortuna oí la historia de un viejo santuario cerca de la aldea de Mizu Mura al que nadie acudía desde hacía tiempo. Pregunté por él, me dijeron que meses atrás el pantano se había expandido cubriendo el terreno que ocupaba el santuario y desde entonces nadie lo visita. Fue cuando supe dónde se escondía Hokuru Saiki y ahí es a donde me dirijo.-

La bushi escorpión nos cuenta su historia, un relato triste donde el maho destruyó a una familia y trajo la desgracia, dejando una ola de muerte y destrucción detrás suyo. Siempre que la hechicería de sangre está involucrada, la gente sufre. Es un mal que debe ser erradicado de este mundo y espero contribuir con él.

Entonces Ide Zhuo, ignorando mis palabras anteriores, insiste en saber algo de mi historia, a lo que contesto:

 - "Mi pasado no es un relato agradable ni de contar ni de escuchar. No es para esta noche. Lo lamento."

Me concentro en mi comida y mi sake, bajando la cabeza para no cruzar la mirada con ninguno de los presentes, esperando que así no insistan más con el asunto. Ya suficiente dolor cargo día a día por lo sucedido, como para revivirlo aun más por la curiosidad de quienes son aún poco más que un extraño.

— Respeto vuestra opinión. — Dijo poco convencida al ronin. — Bueno, pues cuando gustéis vamos a la guarida de ese maho-tsukai.

Asiento con la cabeza ante las palabras de Ide Zhuo. Para no repetirme no digo mucho más. Pero cómo ya dije, tratándose de maho mi deber es erradicarlo o morir en el intento, quizás mi cara se ensombrezca un poco al pasar este pensamiento por mi cabeza.

Las palabras de Kumako ensombrecen mi rostro. Nadie está a salvo de la magia negra, ni siquiera en el interior del imperio, donde las amenazas de las tierras sombrías son practicamente nulas.
Genji asintió ante el relato de la escorpión y dejó su tazita de sake con cuidado.

-Si es cierto lo que dices, necesitarás un buen explorador para hallar el camino hasta el pantano y una senda segura hasta ese santuario. Cuenta conmigo.-

-Disculpen mi intromisión honorables.- Dice el posadero con una reverencia de respeto. -He oído decir que buscan el viejo santuario y Goro quiere ayudarles contra el mal que asola la región.-

-Habla.- Dice tajante la escorpión desde detrás de su máscara.

-Pues verán, antes solía ir allí mi cuñado antes de salir a pescar para que las fortunas le guiaran y le protegieran. Pero desde que se anegó esa zona ya no va nadie.- El posadero parece como despertar y recordar por qué había interrumpido. -Antes había un camino que se dirigía hacia el viejo santuario saliendo al oeste por la carretera principal que bordea el lago hasta la aldea de la orilla blanca. A una media jornada podrán ver un Tori que les indicará el antiguo sendero al santuario. Aunque desconozco su actual estado ya que habrá sido anegado. Antes la gente se encargaba de echar aceite a los faroles de piedra que había a lo largo del sendero para que nadie se extraviara incluso de noche.-

Goro se retira.

Shosi Kumako asiente con la cabeza al posadero antes de continuar la conversación.
-Mañana partiré sin demora. Ahora sabemos como llegar. Nos vemos al alba.-

Las palabras de la joven me llenaban de orgullo. Vengar y devolver el honor a su familia aún a coste de su propia vida era algo que todo samurai debía tener presente.

-"Sin duda hay que ayudarla" pensé al recordar mi pasado.

El viaje a aquel lugar maldito podía ser más peligroso de lo que esperábamos. Un santuario, un lugar sagrado, rodeado de un pantano que parece haber ganado terreno por sí mismo. Eso no sonaba a un simple paseo por el bosque siguiendo el camino de baldosas amarillas.

-"Será mejor que descansemos y oremos a las fortunas para que nos protejan" asentí con la cabeza al ver como el Escorpión se retiraba.

Mis pensamientos acudieron al cuidador de caballos. Mi fiel montura.

-"Iré a ver cómo está antes de ir a descansar" me levanté y despedí de mis compañeros.

-"Buenas noches. Posadero. ¿Sabe de algún lugar donde podamos pasar la noche?"

— Oyasumi nasai. Con su permiso, voy a dormir junto a mi yegua. Nos veremos al amanecer.