Partida Rol por web

El doctor Gullavson os lanza una mirada de desprecio al ver como le impedis marcharse. Cuando el agente Sullivan termina de hablar, le observa en silencio, sin mudar su expresión de completa ofensa.

-Estoy seguro de que saben que hay un horario para estas cosas y que ya me iba a casa. Si me disculpan...-

Sin embargo, Salina le rodea y le impera a ayudar. Sin mostrarse asustado o acorralado, el forense lanza un fuerte soplido de desagrado.

-Y por supuesto, será algo que no puede discutirse en la calle.-

Tras dar a un botón de su llave del coche y que este haga el conocido "bip bip" que indica que se ha cerrado, se abre paso entre los agentes y se dirige al centro forense. Al entrar ni siquiera saluda a la secretaria que mira con expresión divertida la aparición del doctor, seguido de los agentes del FBI. Rápidamente, Gullavson se mete por el conocido pasillo y abre el primer despacho que encuentra, una vez dentro, se gira hacia los dos agentes.

-Bien ¿Qué es eso tan importante que obliga a un honrado trabajador a llegar tarde a su casa para cenar?-

Ni siquiera intenta ocultar el reproche impreso en la frase.

Gracias a Dios, tenía a Salina. Mientras entraban en el lugar siguiendo a un refunfuñante doctor Gullavson, sonrió a la mujer con cierto orgullo de compañerismo. No era una sensación muy habitual en él, pero en este caso su presencia había resultado más que útil y merecía el esfuerzo de demostrarlo.

Una vez en el despacho, Sullivan caminó en la sala hasta colocarse cerca del escritorio. No iba a andarse con chiquitas. El no era un experto interrogador: era un científico con una duda que le carcomía enormemente.

- Usted me comentó que los curioso de las fotos de este caso era que los cadaveres estaban intentado imitar la posición. Se apoyó sobre la mesa del despacho, que crujió bajo su peso. Sin embargo las fotografías de este caso son de la vida cotidiana de la víctima. Comprando, andando... Es imposible conseguir imitar las posiciones de esas fotografías. enarcó la ceja, antes de añadir. Al menos en mi imaginación, y creame que me considero una persona verdaderamente abierta de miras.

Miró a Salina de manera descriptiva, para saber si la mujer tenía algo más que añadir. De momento sus actuaciones habían sido acertadas, y ella debería tener más experiencia que él en este campo...

John pasa un rato observando las fotografías, tratando de encontrar algo, pero sin saber el qué.

A continuación, se levanta y busca los informes sobre los cuerpos, ya sean de Sullivan o los originales, buscando la causa de la muerte de Robert Bale.

Permanece al lado de su superior, observando lo mismo que observaba él, aunque con su mente en otra parte...

Quizá si él no hubiese estado donde estaba, las cosas hubiesen salido de una manera distinta, pero todo había desembocado en aquello y no había vuelta atrás, niega con la cabeza tratando de dejar aquellos recuerdos a un lado y procurando ser de ayuda a su jefe. Quizá viese algo que él no había visto.

Salina sigue al doctor, sin variar la expresión, manteniendo una serena y estricta cara de póquer. Asiente al agente Sullivan cuando este la sonríe, justo antes de entrar en el despacho. Ya en el despacho, con un irritado doctor Gullavson, y con una siniestra muestra más del tétrico humor negro del agente Sullivan, Salina se queda junto a la puerta, sin apartar la mirada del doctor, sin mostrar ninguna clase de emoción, algo que suele emplearse con buenos resultados en los interrogatorios. -Además, ha dicho que el asesino lo intento. Es decir, que no llegó a conseguirlo. ¿Cómo, o con que lo intentó, doctor?- 

Mientras observas las fotos, tus recuerdos te trasladan al pasado, cuando investigabas el caso del asesino de la polaroid, estando durante horas mirando las fotos que había dejado en el escenario del crimen. Los recuerdos te llevan al momento de la detención y... a la muerte de tu equipo. Tu corazón se acelera, tu respiración se agita. de pronto, la imagen de la foto se emborrona, solo ves a tus compañeros muertos.

Un deseo de gritar te invade, intentas aguantarlo, pero eso solo hace que tu mano tiemble por la presión, tu corazón late desbocado, intentas alejarte de la mesa, pero trastabillas, tambaleándote unos segundos. Una ola de pánico se ha adueñado de ti y de nada te sirve intentar seguir la investigación, solo puedes pararte y centrarte en tu respiración.

Apartado a un lado, dejas que sea el jefe el primero en inspeccionar las cosas, al fin y al cabo, es el que más experiencia tiene en el caso. Le dejas actuar cuando de pronto notas un cambio en él. Empieza con una gota de sudor resbalando por su frente, luego empieza a respirar agitadamente y su rostro se torna ceniza. John da dos pasos atrás y se tambalea a punto de caerse, recuperándose a duras penas.

Al comprobar que está bien, te aproximas a las fotos por ver si su reacción se debe a algo que haya podido ver. Pero no consigues sacar nada nuevo. Solo dos fotos de las personas en su día a día. Tu compañero sigue paralizado a tu lado.

El doctor Gullavson sonríe despectivamente ante el último comentario de Sullivan, como si dudara de la capacidad de imaginación del agente. Sin embargo, antes de que le pueda replicar, Salina dice algo que le hace centrarse en ella y asentir.

-En efecto, no pudo. Sin embargo, a la primera víctima, intentó girarle la cabeza para que mirara en la misma dirección que en la foto, así como le levantó el brazo a modo de saludo. Lo que me hace suponer que el asesino espero a que la víctima muriera desangrada. Con la segunda víctima, la puso de lado e intentó colocarle la mano como si sujetara las llaves. Como dije, un burdo intento por imitar las fotos, pero sin demasiado éxito.-

El forense mira el reloj con impaciencia.

-¿Necesitan algo más? Alguno tenemos vida después del trabajo.-

- ¿Se encuentra bien señor? - le pregunta inclinándose ligeramente para verle la cara - ¿Quiere un vaso de agua? - vuelve a preguntar a modo de ofrecimiento.

Parecía él hace unos minutos, cuando Sparks le preguntó si se encontraba bien, aquel caso era una jodida mierda y al parecer ambos no estaban tan a gusto con el mismo como pretendían aparentar.

Jules dirigió una mirada bastante descriptiva a Sallina: si la mujer tenía alguna otra pregunta, era el momento, aunque por su parte tendría que darse por satisfecho. No iba a caer en el tonto juego de Gullavson, pero lo cierto es que se había esperado alguna escenografía entre macabra y espectacular...

El doctor Gullavson lanza un hondo suspiro de exasperación.

-Miren, esto ya ha ido muy lejos. No puedo quedarme aquí esperando a que ustedes decidan dejarme ir. Ya les he contado todo lo que se. Si desean hablar conmigo, concierten una cita para mañana.-

Con un rápido movimiento, pasa entre vosotros y se dirige a la puerta. Una vez en ella, se gira una última vez.

-Que pasen buena noche agentes.-

Tras eso, abandona la sala. Sin tener nada más que decirle, le dejáis marchar. Cuando por fin estáis solos, asentís y decidís salir de ella. Una vez fuera, podéis ver a la secretaria que viene por el pasillo. Al veros os sonríe.

-¡Ah! agentes, acabo de avisar a sus compañeros que vamos a cerrar y me han comentado que van a marcharse ya. Si esperan conmigo enseguida salen.-

Al poco, veis aparecer al agente Dwight y al agente Johnson por el pasillo.

Mientras intentáis relajaros, alguien llama a la puerta. Tras unos segundos esta se abre y aparece la secretaria en la puerta.

-Disculpen agentes, siento molestar, pero va llegando la hora del cierre. ¿Necesitan quedarse más tiempo?-

Viendo que se hace tarde y que estáis cansados, decidís dar por finalizada la investigación, al menos por este día. Además, no parece haber ninguna otra pista relevante. Así se lo comunicáis a la mujer que asiente con una sonrisa.

-Muy bien, avisaré para que recojan las pruebas, avisaré a sus compañeros.-

Cuando termina de hablar, se da la vuelta y os deja solos en la habitación. Tras tirar los guantes, decidís salir de la habitación y dirigiros a la entrada. Una vez llegáis al lugar, veis a vuestros compañeros que os esperan.

Una vez juntos, os despedís de la amable mujer y le agradecéis toda su ayuda, tras lo cual os encamináis al coche sin decir nada. Entráis dentro y lo ponéis en marcha, dirigiéndolo hacia las afueras del pueblo de Joshua Tree. Mientras recorréis las calles ninguna palabra sale de vuestros labios, como si estuvierais poniendo en orden las ideas. Cuando por fin el coche enfila por la carretera principal, suspiráis mientras el coche pone rumbo a Ashville. El sol empieza a ocultarse en el horizonte con lo que os encontráis con dos problemas. En apenas dos horas, tenéis que hacer la llamada a vuestro director para darle vuestro informe y necesitáis encontrar un sitio donde pasar la noche.

Salina mira hacia el exterior, sin decir nada, salvando un saludo de cortesía para con los agentes Dwight y Jonhson. Observa el paisaje, aunque sin mirarlo realmente. Está ensimismada, pensando en todo aquello. Aquél caso no iba bien. Y no referido a la investigación en sí. Tenía algo, algo extraño. Algo que lo apartaba de cualquier caso habitual. Quizás fuera la atmósfera del aquél pueblo, o quizás las raíces del caso, que se extendían demasiado lejos. Quizás fueran ambas cosas. O quizás fuera su propio instinto que la advertía. 

Conducía en silencio, meditabundo. No había pensado bien las repercusiones que iba a sufrir al encontrarse de lleno con aquellas pruebas, todo lo de Tracy había vuelto a sus recuerdos de golpe y le había noqueado por completo. Pero debía sobreponerse, ser profesional y dedicar sus esfuerzos a que a nadie más le pasase lo que a él le había pasado... Asiente ligeramente mirando por el retrovisor a los dos ocupantes de atrás, nadie parecía dispuesto a ser quien rompiese el silencio, ni siquiera el bueno del forense, que a veces no se callaba ni bajo el agua.

- ¿Que tal su ultima conversación con Gullavson? - pregunta finalmente mirando de nuevo por el retrovisor al hombre de color.

El silencio. No había nada más llamativo que el silencio absoluto. Podía ser por el miedo, la incertidumbre. Veneración o incluso la propia muerte, pero había pocas cosas más ajenas y a la vez propias en el ser humano que el silencio, justo lo contrario a esa necesidad vital de comunicarse. Y el forense ahora mismo lo agradecía, protegido en una burbuja creada con el calor y las vibraciones del motor.

Sullivan salió de su trance con las palabras del novato. Hasta aquel momento su mente había vagado, flotando vigilante sobre toda la información del caso, sobre todos los informes leidos, sobre todos los manuales de psicología devorados por el forense en las noches insomnes. Podía parecer que estaba ahí pero en realidad se había transportado a una dimensión en la que la muerte era lo único que existía, descrita con miles de fotografías y parrafos llenos de técnicismos. A veces Jules sentía lo irónico de su trabajo: tantas horas para intentar describir y averiguar algo indescriptible que había agitado a la vida desde el momento mismo de su creación, un concepto que por mucho que quisiese la mente humana sería incapaz de aceptar ni entender en si mísma.

- Al parecer este imitador es mucho más burdo que el original, aunque opta a algo aún más elevado- dijo, aunque sus ojos seguían perdidos en la nada, mirando por la ventana. Intenta imitar las complicadas poses de las fotografías de sus victimas en vida, hacer que su muerte sea una captura perfecta de ese preciso instante. Al contrario que el asesino de la Polaroid, que demostraba un control absoluto decidiendo la pose, este asesino está limitado por su propio símbolo, por la fotografía en si. Su cara se ensombrecio. Ya no es una muestra de poder: aquí quién decide es la instantanea. Como si fuera una forma de que el asesinado eternamente repitiese aquel momento. Como si la rutina no fuese bastante muerte, la muerte ahora es la rutina... añadió, completamente pensativo, más para si mismo que para el resto del vehículo.

John oía a Sullivan, pero no le escuchaba. Las visiones y sensaciones que le habían asaltado en la sala seguían resonando en su interior, aunque cada vez más tenues. Eso no impedía que sintiera un gusto amargo al tragar.

Estaba pálido, y un sudor frío le recorría la espalda. Sentía nauseas por momentos, y el movimiento del coche no ayudaba.

- No les fallaré, a estos no...-Se repetía a sí mismo una y otra vez.

John cerró los puños y los párpados, y se obligó a respirar de forma pausada, tal como le había enseñado el psicólogo al que tuvo que asistir tras el caso original.

Poco a poco, los gritos y las imágenes se fueron alejando, al tiempo que las palabras pronunciadas por Sullivan se volvían más y más nítidas.

Tras una hora de viaje, el teléfono de John resuena en el coche. Es pronto para que sea el director, pero aun así, el agente descuelga raudo el auricular y pone el manos libres. Al preguntar, una voz femenina resuena en el auricular.

-Agentes, soy la sheriff Baker. Perdonen que les moleste pero como supongo que tendrán que pasar la noche en el pueblo, quería informarles de que junto al banco está la casa de huéspedes Norm. Lo regenta Glenda Norm, es famoso por lo bien que se trata a los clientes así que no tendrás problemas. Espero que todo haya ido bien en Joshua tree, mañana hablaremos. Hasta luego.-

Siguiendo sus indicaciones, ponéis rumbo al pueblo y hacia la casa de huéspedes. Cuando llegáis ante ella, lo primero que os sorprende es lo bien cuidado que está el edificio. La casa es de estilo colonial, de dos plantas y tejado abuhardillado bajo techo acanalado de pizarra azul oscuro. El jardín exterior tiene un césped recortado y varios setos cuidados con mucho mimo.

Aparcáis justo a la entrada y salís del vehículo, tras lo cual recorréis el camino de piedra que lleva a la entrada. Tras llamar a la puerta, esperáis pacientes alguna respuesta. Mientras esperáis, comprobáis que son las 8:30, tenéis poco tiempo antes de dar el informe. Por fin, la puerta resuena y se abre. Una anciana os abre la puerta.