Partida Rol por web

El rostro de Tom se torna aun más inexpresivo ante las palabras de Sparks

-Conozco mis derechos agente. Les he dado toda la información que querían sobre la dichosa cámara y...-

El dueño del local se ve abruptamente interrumpido por el agente Dwight que le bombardea de sopetón con una nueva pregunta, esta vez más directa. De pronto, su voz comienza a temblar.

-Yo... Si, he pagado y... solo quería...-

De pronto se siente acorralado, sin embargo, su respiración no se acelera, sino que se vuelve más fuerte, como un toro antes de embestir. Finalmente se derrumba.

-¡Que la follen! a mi no me van a joder por su culpa. Escuchen agentes yo no tenía ni idea de que era robada. De haberlo sabido jamás la habría comprado. No quiero tener nada que ver con este lio. Solo quería que me dejaran en paz.-

- Me cago en la puta... - murmura bajando el brazo del arma - ¿Este es el cadaver que me dijo Sullivan? - pregunta al aire señalando el muñeco - Pues menudo ojo tiene para ser médico forense. - gruñe acercándose al espantapájaros para examinarlo de cerca - ¿Y ese viejo loco? - pregunta a la sheriff - No habrá ido a por un arma de fuego ¿Verdad? - pregunta de nuevo casi al instante.

- Está bien, señor Simpson. Tranquilícese y díganos lo que sepa sobre esa cámara.

Dwight se mostró firme pero relajó el tono, tratando de rebajar la tensión.

La sheriff te lanza una mirada furiosa.

-El señor Hill estará aun sujeto por su compañero, así que no se preocupe y explíqueme esto ¿He permitido que maltraten a un anciano senil por un puto muñeco? - La voz le tiembla de rabia -Me cago en la puta ¿¡Saben lo que puede costarle esto al pueblo si ahora Martin Hill decidiera denunciarnos!? A lo mejor en Washington se lleva el comportarse como John Wayne, pero aquí, en el mundo real, debemos no solo cumplir con nuestra labor, sino predicar con el ejemplo de buen comportamiento.-

La mujer le pega un manotazo al espantapájaros provocando que la cabeza se le balancee haciendo caer varias hebras de paja sobre el suelo. El muñeco os devuelve una vacía sonrisa desde su inexpresivo rostro, adornado con dos botones grandes y una boca cosida.

-Vamos fuera antes de que su compañero haga otra tontería o vea alguna otra gilipollez.-

Siguiéndola con rápidos pasos, volvéis al exterior.

Gracias a tu corpulencia, no debes esforzarte demasiado para mantener inmóvil al anciano. A pesar de su avanzada edad y su lamentable estado físico, el viejo parece tener una energía inagotable en la lengua que utilizar para soltar todas las imprecaciones que se le ocurren. Muchas ya las había oído Sullivan, pero otras son o muy antiguas para que las hubiera oído antes o demasiado extrañas para que puedan existir fuera de la mente de este loco.

Cuando ves desaparecer a Johnson tras la esquina de la casa en dirección a la puerta trasera, una súbita emoción te invade ante la perspectiva de poder analizar un nuevo cadáver. Los minutos pasan y salvo por los continuos gritos del viejo, todo parece en completo silencio.

De pronto, das un pequeño respingo al oír un grito. Parece la sheriff, aunque la pared te impide oír lo que pasa. no tienes que esperar mucho ya que enseguida vuelven a aparecer la mujer y tu compañero. Extrañamente, ella tiene el rostro tenso en una mueca de rabia mientras que la cara de tu compañero muestra preocupación.

Tras unos rápidos pasos, la mujer se planta frente a Sullivan.

-Suelte ahora mismo al señor Hill, agente. Es una orden.-

La mujer está claramente enfadada.

- Si, por supuesto...declaró el hombre, visiblemente confuso, antes de abrir los brazos y dejar que el viejo hiperactivo campase de nuevo a sus anchas. Solo esperaba que no le diese por amenazarlos de nuevo con la guadaña...aunque en ese momento le daba más miedo la Sheriff.

- ¿Puedo preguntar que ha pasado?- se atrevió al fin a decir, sospechando que el cadáver no era tal y ahora iba a ser su culpa haber dicho algo así. ¿Un maniquí? Pero el viejo lo necesitaba...

Acababa de enfundar el arma mientras sonreía ligeramente a su compañero - Era un puto espanta-pájaros. - dice con tono relativamente irónico, se estaría descojonando tres días sino fuese porque la sheriff parecía estar realmente molesta por todo aquello, ni que el viejo loco fuese pariente suyo o algo.

Magnífico. ¿Quién sienta un espantapájaros en el sofá del salón? Ese anciano tenía que sentirse muy solo, lo que explicaba en parte su comportamiento. Seguramente prescindía tanto del contacto humano por un motivo u otro que había perdido la mayoría de sus capacidades sociales.

- Vaya. Se limitó a decir, visiblemente consternado. Ya se había creado la esperanza que iba a tener otro pequeño trabajito y una bonita entrevista con un asesino, pero como había sospechado al principio, aquel hombre era demasiado paleto para ser su hombre. Lamento la confusión, pero entenderá que mi duda era razonable. Argumentó el forense a la sheriff, porque de alguna manera Jonhson parecía divertido con el error.

- Es totalmente comprensible. - añade mirando a la sheriff mientras señalaba la casa - Quiero decir, mire estas ventanas, no las limpian desde los felices 20... - sentencia aun intentando mantener las formas - Señor, en nombre de la Oficina Federal de Investigación le pido acepte nuestras disculpas, - dice girándose para mirar al viejo loco - nos iremos y le dejaremos tranquilo haciendo su vida... - explica señalando el coche - Su patética vida...

El efecto de la pregunta de Dwight mueve las fichas y pone la situación, de momento, a nuestro favor.

Sonrío levemente y miro al señor Simpson, cuando dice su últimas palabras mi gesto se tranquiliza un poco.

- Y sea concreto, no de rodeos - le invito con un tono neutral - Su tiempo, nuestro tiempo, en general, el tiempo es oro.

El señor Simpson resparaba con calma pero sus dilatadas pupilas delataban su estado de nerviosismo. Tras reorganizar las ideas en su mente, el hombretón comenzó a hablar.

-Yo solo quería una puñetera cámara Polaroid. Me traía recuerdos de mi infancia, así que me acerqué a la tienda de Rose y le pregunté si sería capaz de conseguirme una. Ella me aseguró que no habría problema, que sus proveedores se la conseguirían y en una semana, recibí su llamada diciéndome que la tenía- Su torno se torna en ira -Entonces esta mañana me llamó la muy zorra diciendo que unos agentes habían estado preguntando por las cámaras y que había tenído que darles mi nombre- Tom lanzó un hondo suspiro -"¿Y a mi qué?" le dije, al fin y al cabo, la había pagado. Entonces fue cuando la cabrona me dijo que la cámara era robada. Me entró el pánico, no quería verme inmiscuido en problemas con la ley. Así que intenté deshacerme de ella esta mañana en la iglesia.-

Claramente hastiado de la situación, le propina un puntapie a la mesa.

-Eso es todo agentes, se lo prometo. Todo es culpa de esa puta.-

La sheriff no parecía contenta con las respuestas de los agentes.

-No me importan sus suposiciones. Aquí lo único que veo es que han agredido a un miembro de mi comunidad sin motivo.-

La mujer se gira de nuevo hacia Martin Hill e intenta ayudarlo a levantarse.

-Por favor Martin, acepta mis más sinceras disculpas por...-

Sin embargo, se ve interrumpida por un manotazo.

El viejo está colérico y sus ojos están inyectados en sangre

-Me inporta una mierda lo qe me digas zorra, i lo mismo para bosotros cavrones. Esta me la pagareis. Hos lo prometo. Haora, ¡Fuera de mi casa!-

El viejo no hace más que aspavientos mientras señala el camino que so saca de ahí.

Oh, créame, tenemos un motivo. Un asesino serial suelto que utiliza como arma una guadaña oxidada como la que porta su querido y poco estable miembro de su comunidad, personas que rehuyen a mostrar su casa a unos agentes federales de manera agresiva y una figura antropomórfica yacente en el salón de su casa.

Pero Sullivan no dijo nada. Empezaba a hartarle que todo el mundo allí le tratase como un imbécil cuando solo estaba haciendo su trabajo. ¡Y ni eso! ¡Estaba haciendo el trabajo de otros! El era un forense, una rata de biblioteca. Quizás ahí estaba el problema: mejor no hacer nada.

Eso, o todo esto era porque era un negro en medio de un pueblo que seguía viviendo en medio de un pasado donde la gente de raza eran solo esclavos y simpáticos y obedientes lugareños.

- Vámonos de aquí, Doctor. - dice a su compañero - No te preocupes por esto, yo ni siquiera lo había visto y seguramente hubiese pensado lo mismo con toda la mierda que tienen esos cristales. - añade al lado del forense mientras caminaban hacia el coche, no lo dice muy alto, pero tampoco se preocupa en cuchichear, la conducta de la sheriff estaba empezando a resultarle molesta. Parecía no darse cuenta de que estaba hablando con agentes federales, no con sus ayudantes.

Bueno, algo hemos avanzado pienso mientras sonrío para mi por la información conseguida.

- Mentir una vez supone una ruptura en la confianza futura, señor Simpson - digo con severidad, no demuestro mi satisfacción cuando escuchamos sus palabras.

- ¿No le preguntó, una vez conocido el origen de la Polaroid, a quién se la robó? ¿O de dónde procedía? - pregunto con interés mientras paseo por el cuarto

Tuerzo el gesto, no me gusta que se refiera como  puta a una mujer.

- No debió habernos mentido, señor - miro a mi compañero esperando si acepta las palabras o seguimos presionando.

Simpson parece ahora más calmado. Una pequeña gota de sudor resbala desde su frente, recorriéndole la forma de su cara por el lado derecho y hasta quedarse enredado en el bigote. Ahora escucha con total atención a lo que tienen que decirle los agentes y así lo hace con la pregunta de la agente Sparks.

-Se que no debí mentir, pero me entró el pánico. No quería tener ningún lío con la ley y mucho menos por algo que no me atañía. No pensé ni de donde procedía la cámara ni si conocía a quien se la había robado, solo pensaba en deshacerme de ella. Tal vez fue una insensatez. Lo siento mucho agentes.-

El hombretón agacha la cabeza en señal de sumisión, perdiéndose sus ojos tras el gorro de vaquero que lleva sobre la cabeza.

-¿Puedo irme ahora agentes?-

Su voz suena mucho más relajada.

Encerrada en un absoluto mutismo, la agente no mira ni les dirige la palabra a los agentes. No así el viejo Martin Hill que muy amablemente escupe en el suelo mirando hacia Sullivan. Tras recoger del suelo su guadaña, sigue muy de cerca a los tres agentes hasta la ranchera de la sheriff cual animal asustado. Subís al vehículo, este se pone en marcha con un suave tembleque y sigue el camino que sale de la casa.

Mientras os alejáis del lugar, podéis ver que el viejo Hill os sigue con la mirada, alzando la guadaña sobre su cabeza en señal de amenaza. Apenas es unos instantes pues tras tomar una curva, la casa queda oculta tras los largos tallos del maizal. Durante todo el trayecto por el camino de tierra, la mujer permanece en silencio y es solo cuando sale a la carretera que os vuelve a dirigir la palabra aunque sea escuetamente.

-¿Donde quieren que les deje, agentes?-