Partida Rol por web

Aun callado salgo tras la capitana con la espada desenvainada por encima de la cabeza. Me acerco corriendo a uno de los enemigos. -¡Muere perro!, es lo único que sale de mi boca antes de lanzarle una estocada directa al pecho.

Sorprendida ante lo que estaba pasando, creo que mis reflejos actuaron por mí. Enseguida me abalance, casi como un ciego buscando dar en alguno de los que nos provocaban desde el otro lado, porque asumía yo que eran más de uno.

El brutal ataque de Thomas Anstis sobre la primera persona que se encuentró, que fue Boon, perforó el hombro izquierdo de la mujer. La espada entró y salió con facilidad, fue un corte limpio sin chocar con el hueso y con la suerte de cortar solo músculo.

Jane atacó con su espada a la primera persona con la que topó.

¡Morid bastardos! gritó esgrimiendo su espada en el momento preciso de lanzarla contra su oponente.

El ataque de Jane fue un golpe bajo bien dirigido que seccionó los tendones de la pierna de Wellington, el filo del sable tajo sin dificultad la pierna, entrando y saliendo, y provocando una herida con abundante sangre.

Aunque el ataque por sorpresa había creado confusión y estupor, el capitán del tulipán mantuvo la calma y consiguió localizar entre los matorrales al que había gritado anteriormente.

¡Allí allí! ¡Colin! Entre los matorrales. Gritó señalando la posición del hombre. Está tirado en el suelo.

Fue a por él sin dudarlo preparado para vengar el ataque.

Jerry salió tras su capitana con el sable en alto y dispuesto a todo. Atacó también al primero que pillo, que no estaba el horno para ponerse a elegir. No fuera que la sorpresa se la acabase llevando él.

AAAAAAAHHH Gritó con su sable por delante.

El ataque de Jerry es más leve que el del resto de sus compañeros. Tan solo clava la punta de la espada en el hombro de Reiko, haciendo una herida más suave. Aún así no se libra del susto provocado por el ataque sorpresa.

El dolor, que siente profundo, no es lo que más le molesta de todo aquel asunto... sino que les hayan tendido una emboscada, y ni siquiera se hayan percatado de ello!

Rápidamente reacciona, y devuelve la estocada. -Maldito perro, ahora verás!

Agh!...- suelta una exclamación de dolor, entremezclado con la sensación de torpeza de no haber visto venir el ataque.
Cae de rodillas al suelo, tapandose el hombro con el lazo que antes enredaba su muñeca, para parar un poco la hemorragia.
Después se incorpora de nuevo, esperando al mejor momento para lanzar su ataque.