Partida Rol por web

El Medallón de Lolth

04B. Una noticia inesperada

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31/10/2012, 12:36
Director

La soledad es muy dura. Vivir solamente en compañía de los demonios del pasado puede volverte completamente loco. Y en un principio prácticamente fue así. Un día en soledad, otro a solas contigo mismo, otro más sin nadie con quien conversar... No hay peor enemigo ni rival más duro que el encontrarse solo sin mayor preocupación que revivir los males del pasado.

Pero un buen día surgió un débil rayo de esperanza...

El bosque de Noyvern era muy amplio, y en su mayoría, a causa de truculentas leyendas, se encontraba deshabitado. No obstante, con el pasar de los años fueron varias las familias que se hicieron rumbo al bosque, con la intención de establecerse allí, ya que los rumores y leyendas de antaño no parecían haberse vuelto realidad, y mucha gente achacaba a folklore la supuesta peligrosidad de la zona.

No muy lejos de donde vivías había una pequeña casa destartalada que pertenecía a una familia muy pobre pero también muy honrada. La mujer era joven y bonita, aunque tremendamente robusta para ser una humana, y el marido era un hombre fuerte que se pasaba el día trabajando el campo, siempre con una perenne sonrisa en la cara. En ocasiones habías observado que salían a pasear en compañía de un bebé tan risueño como el padre. Parecían una familia bastante feliz,  capaz a disfrutar de la vida dentro de su miseria.

Un día que te hallabas talando un tronco para obtener algo de madera, pasó cerca de ti el hombre. Iba solo. Portaba una caña de pescar y varios peces a su espalda. Sin duda venía de obtener alimento del río que cruzaba a cosa de medio kilómetro de tu hogar.

-Buenos días tengas, buen hombre- te dijo, levantando el sombrero de paja que cubría su cabeza. Su tez se había enrojecido ligeramente a causa del sol. Lo dijo en un tono sociable que invitaba a la conversación. Aquel fue el inicio de tu trato con la empobrecida familia

Cecil, que así era como se llamaba el hombre, resultó ser un tipo bastante sencillo pero muy campechano. En ocasiones se dejaba caer por la zona con su mujer para ofrecerte algunas de sus verduras de la huerta. Parecían contentos de tener alguna amistad en la aisladísima zona. Por otra parte, tú en ocasiones les devolvías el favor llevándoles algo de leña. Y de vez en cuando os ibais a pescar juntos.

No es que la compañía fuese constante ni la amistad muy profunda, pero no había sido complicado tomarle cariño a la familia. A su vez, dicha familia también demostraba abiertamente sus simpatías hacia su nuevo vecino. Aunque podían pasar varios días seguidos sin tener noticias los unos del otro y viceversa, cada x tiempo se buscaba dicha compañía como un remedio contra la absoluta monotonía en que consistía el vivir alejado de todo y de todos. No resultaba desagradable oír las carcajadas de un pequeñajo correteando por los parterres, ni la amena e insustancial conversación de los dos sencillos campesinos.

Un pequeño rayo de sol entre tanta nube negra. Eso eran para ti Cecil, Arrya y su hijo Keno. Un alivio que lograba arrancarte cada cierto tiempo de las garras de la nostalgia y la soledad, del desgarrador pasado y de la oscuridad.

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31/10/2012, 13:27
Director

La noche había sido algo fría. Eso te había impulsado a levantarte temprano con el fin de cortar algo de madera. Hacía tranquilamente cinco o seis jornadas que no sabías nada de la familia. No es que esto fuese infrecuente, pero fue a causa de ello que te decidiste a aparecer por la casa con un puñado de leña. Quizás necesitasen algo, y además podrías arrancar un buen rato de conversación.

Ibas rumbo a la miserable vivienda de Cecil y Arrya. Distaba más de medio kilómetro de tu propio hogar, pero pese a ello era la casa más cercana, y con una diferencia considerable sobre la siguiente. Lucía un día bastante agradable, por lo que el paseo a través del bosque parecía un ejercicio de lo más apetecible.

En cuanto cruzaste los últimos árboles que separaban el bosque del claro donde se encontraba la casa, te percataste de que algo había sucedido. La casa no estaba en el apacible silencio habitual, y cerca de la casa había algo que desde aquella distancia no podías percibir con auténtica claridad. Parecía un discordante montículo de tierra y piedras.

Dentro de la casa, incluso desde cierta distancia, se podía percibir el murmullo de una conversación. No te parecía reconocer algunas de las voces.

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02/11/2012, 11:48
Rolan

Rolan había pasado una mala noche en su pequeña casa del bosque así que como no consiguió conciliar el sueño decidió levantarse temprano e ir a cortar algo de leña. Vistió con su habitual armadura de cuero y tomó en sus manos su vieja cimitarra, que acarició con cierta nostalgia. Aquella arma, habitual entre marineros, había sido su fiel compañera tanto en sus días de juventud, cuando surcaba los mares en busca de tesoros y aventuras, como en la vejez, retirado a una tranquila vida en el bosque.

Así pues, se ciñó la cimitarra y suspiró algo triste por no poder volver a vivir los viejos días. Tomo un hacha de mano que utilizaba habitualmente para cortar la leña y se dirigió hacía unos arboles a cortar algunas piezas. Luego decidió ir a llevar algo de leña al hogar de la familia de Cecil, con quien había entablado una amistad reciententemente. Aquella noche había sido fría y quería asegurarse que tuvieran suficiente madera para encender un fuego en la chimenea.

Cúando Rolan se acercó al hogar de Cecil oyó murmullos y vió un montículo de 'algo' en la entrada. Rolan era viejo, pero sus instintos de aventurero y su prudencia de marinero se conservaban intactos, así que, intuyendo algo, dejó la leña y el hacha a un lado y se acercó de forma cautelosa al hogar de Cecil.

- Tiradas (1)

Motivo: Sigilo (D)

Tirada: 1d20

Resultado: 19(+3)=22

Notas de juego

Te hago tirada de sigilo con bonificador de +3

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06/11/2012, 10:34
Director

Te acercas sigilosamente sin que nadie note tu presencia. El dichoso montículo de piedras y tierra revuelta te tiene francamente intrigado.

Unos pasos más, casi de puntillas, tras dejar el hato de leña camuflado tras un árbol... Por fin se vislumbraba el montículo en condiciones. Parecía, casi con toda seguridad, una tumba. Había tierra removida, y un buen número de pedruscos mayores que un puño habían sido colocados sobre dicha tierra. Sobre ellas descansaba un ramo de flores recién recogido.

Al lado de la tumba, a su izquierda para ser más exactos, había un par de tablas de madera húmeda. Sin duda habían quedado allí expuestos a la helada de la noche anterior. Las dos tablas habían sido atadas con un fragmento de cuerda mugrienta, formando una especie de cruz que aún no habían colocado. En el tablón habían grabado un nombre a cuchillo: CECIL.

¡Imposible! ¡Si era un hombre en la flor de la vida! Se le veía completamente sano. Cierto era que eran muy pobres y que quizás no vivían en las mejores condiciones posibles, pero una muerte tan repentina en un hombre tan robusto resultaba incomprensible e inasimilable.

Se escuchaban voces dentro de la casa. Una de ellas la reconocías bien, pues era la de Arrya, la esposa de Cecil. El resto, que eran voces de varón, te resultaban completamente desconocidas.

No había alboroto alguno, pero estaban hablando con toda tranquilidad, quizás un poco más alto de la cuenta, pero nada que alarmase los sentidos.

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06/11/2012, 10:51
Director

De pronto, de la casa surgieron dos personas. Una de las figuras era un humano fornido, muy alto y robusto. A su lado caminaba un mediano.

Ambos mostraban cierta expresión de preocupación. No se percataron de tu sigilosa presencia, y se acercaron hacia unos árboles cercanos a la casa. Allí, con cierto aire abstraído, comenzaron a hablar, cerca de una pila de cosas que desde donde te encontrabas no eras capaz a percibir con claridad. El mediano señaló los restos del montículo, y dijo:

-Ya hacemos que desaparezcan de este lugar, pero revisemos un poco esto, a ver si hay algo raro. Me ayudas?

El humano corpulento se tomó unos segundos para contestar. Parecía estar ligeramente abstraído, con la mente en otra parte. Por fin pronunció unas palabras en respuesta a las de su amigo:

 ¿Ayudarte?... Sí, sí, por supuesto.

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08/11/2012, 16:36
Rolan

Un escalofrío recorrió el cuerpo de Rolan cuándo vió el nombre de Cecil en el montículo de delante de la casa. ¿Ha fallecido? ¿Quienes son esos extraños? pensó el viejo marinero mientras observaba oculto en las sombras.

Decidió salir a la luz y dirigirse, con una mano posada sobre su envainada cimitarra, a los dos extraños individuos:

- ¿Quienes sois y qué ha pasado aquí?- dijo con un tono duro y desconfiado.

 

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10/11/2012, 12:15
Director

Notas de juego

Fin de escena :)