Partida Rol por web

Tras un instante extraño, en en que todo parece dejar de existir, existiendo todo al mismo tiempo, y sin conciencia total de dónde está arriba y abajo, delante o detrás, qué es y qué no es, vuestras presencias toman forma en una habitación sin ventanas, con paredes y suelos de madera y piedra, grandes vigas que sujetan un techo, estanterías y contenedores de madera y barro por todas partes.

Huele a carbón, especias y carne. El ambiente es algo húmedo pero no es desagradable.

En una de las paredes hay una puerta cerrada, también de madera.

Hemos estudiado detenidamente todo lo que representa la translación; a nivel de las fórmulas de física cuántica y de lo que experimentaremos a nivel psicológico.

Pero la primera vez, es la primera vez, y afortunadamente hemos aparecido en un lugar absolutamente tranquilo. No se cuanto tiempo he tardado en reaccionar, aunque soy consciente de que he estado un lapso de tiempo limitándome a respirar.

Me inspecciono a mí mismo deteniéndome en mi cabeza con forma de perro y mi vestimenta con una falda y unas sandalias llevando el torso descubierto. Finalmente me giro buscando con la vista a mis compañeros, y sintiéndome aliviado de encontrarlos allí.

La translación nunca es fácil. Al llegar a un nuevo mundo, sabes que eres tú, pero aun sin serlo de verdad. Al menos, para ella. Es la primera vez que la lleva a cabo, pero se encuentra en el cuerpo de otra persona que no es ella, aunque debería ser ella en ese mundo. Se mira las manos y se encuentra una especie de piel negra como si del pelaje de algún animal se tratase.

Mira hacia sus compañero y se fija en que uno de ellos es muy parecido a ella. Así que seguramente tenga ese aspecto.

-Parece que hemos llegado.

El infinito en un instante... Era como cuando en aquellos saltos que solía hacer de un edificio a otro el tiempo se ralentizaba mientras su cuerpo se quedaba suspendido en el aire. Algo así, pero llevado a un extremo.

Respiró hondo, y abrió los ojos. Miró alrededor, y arqueó una ceja. -¿Hug? ¿Amber?

Sonrió, y se miró las manos, y el torso desnudo. Era el cuerpo de un guerrero, de constitución fuerte y músculos marcados. De piel más clara, pero cabello oscuro y recogido para no molestar los movimientos. -Bueno, no está tan mal.

Al ver reaccionar a mis dos compañeros dejo escapar un suspiro de alivio.

– Hemos llevado a cabo nuestra primera traslación a una recursión.  Yo era Hug en la Tierra, aunque ahora mi mente me dice que aquí me llamo Fergus.

Miro todo lo que hay a nuestro alrededor, así como comienzo a palparme mi escasa ropa buscando con que cuento aquí.

Mirando a mis dos compañeros. – Creo que debemos saber con que contamos antes de salir fuera, ¿no creéis?

-¿Fergus? Me gusta, dice y sonríe. -Creo que mi nombre aquí es Samet. Es lo que siento. Pero al mismo tiempo soy Flot. Es una sensación extraña.

Mira al tercer miembro del grupo. -A ti también te conozco. O te conocía antes. O lo que sea.

Samet comienza a registrar la estancia. -Tienes razón Fergus. Debemos revisar a ver qué tenemos aquí.

-Mi nombre es Nefer. Era Amber. Soy Amber. Soy Nefer.

Camina por la sala, observando lo que hay alrededor. Tan importante es saber lo que llevan como saber dónde se encuentran y si hay algo ahí que puedan usar en su beneficio. Tampoco pueden perder el horizonte. Deben darse prisa.

-Yo tengo una bola de cristal y algunos objetos para realizar magia. Poco más.

Ante las palabras de Nefer saco a mi vez otra bola de cristal y un bastón con cintas de colores anudadas en su empuñadura.

– Como veis también dispongo de una bola de cristal como Nefer y este bastón que os explicare como funciona por si me ocurriera alguna cosa pudierais hacerlo servir para encriptar y desencriptar la información.

Deposito con cuidado de nuevo la bola de cristal en mi zurrón envuelta en una suave piel para que no se rompa con un golpe fortuito.

Me acerco a mis compañeros enseñándoles el bastón con las distintas cintas de colores. – Veis están ordenadas de mayor a menor brillo. Cada nudo en la mas mate es una unidad, la siguiente diez, en la tercera cien, así sucesivamente. – Hago un nudo en la menos brillante. – Hare uno así cada día que pasemos aquí, para contar otras cosas hare nudos distintos.

Hurgo un momento en el zurrón después de dejar el bastón encima de una pequeña mesa. Coloco encima de la mesa un cálamo y un pote de tinta. – Mirar este nudo de la madera del bastón. Ahora trenzare en el bastón esta tira de pergamino. – Una vez acabo de trenzar la tira comienzo a escribir en vertical.

– Somos de la Tierra.

Una vez lo leen desato la tira desplegándola sobre la mesa. – Ahora se lee perfectamente, pero si escribimos frases uniendo esas letras si no se coloca de nuevo en el bastón, y en el punto exacto, para poder leer el auténtico mensaje. Si alguien mira las tiras una vez escritas y no las coloca aquí, no sabrá cual es el auténtico mensaje.

Samet escucha con interés la explicación de Fergus, y recuerda fugazmente a Hug. Como si de un sueño se tratara...

Hemos llegado hasta aquí por el portal. La vuelta será por traslación, y será más difícil.

-Interesante sistema el de los nudos. Yo también tengo una bola de cristal como Nefer. Creo que sirven para comunicarnos a distancia. Además, llevo este extraño sombrero. Tiene como cristales ahumados delante de los ojos.

Samet se pone el sombrero para mostrárselo a los demás.
 

Escucha con atención la explicación de Fergus.

-Es un buen método de codificación de mensajes. Podremos comunicar información importante sin tener que preocuparnos de que otros la descubran. 

Mira a su alrededor.

-Ahora debemos salir de aquí y cumplir nuestra misión, pero primero debemos hacer un reconocimiento de este mundo y saber dónde nos encontramos. Parece ser muy diferente a la Tierra.

– Si salgamos para saber dónde estamos, tienes razón Nefer.

Levanto la tira de pergamino. – No me entretendré ahora disimulando el mensaje, simplemente lo quemare en la llama de la lampara. Con el sería evidente cómo funciona el bastón.

Después de quemarlo y chafar las cenizas para dispersarlas guardo el material de escritura en el zurrón acercándome a la puerta para salir con ellos.

-Sí, salgamos pues, dijo Samet y miró alrededor una última vez. -No me vendría mal un palo o algo que pueda servir de arma. A ver... Esto puede que me sirva.

En el momento en el que decidís que es hora de empezar a moveros, y dais los primeros pasos hacia la única puerta que veis, esta se abre, y por ella entra un enano con un cajón de madera al hombro.

Os mira un momento con curiosidad, después se encoje de hombros con un gesto de indiferencia, y va con la caja hasta uno de los tantos armarios que hay por la habitación. Lo abre, y coge de él varias botellas de diferentes tamaños. Pasea por la habitación abriendo y cerrando este barril o aquella caja, y buscando entre las estanterías, hasta que el cajón está lleno de diferentes utensilios y alimentos.

Por increíble que os parezca, apenas os presta atención.

En un primer momento me preocupa su posible reacción al encontrarnos en una habitación que debe ser suya, o donde trabajo. Inmediatamente recuerdo nuestra preparación y lo que ocurre con las translaciones. Al marchar nadie nos recuerda como si nunca hubiéramos existido y al llegar a un sitio es como si siempre hubiéramos estado allí.

No logro saber ni como se llama quién ha entrado y por su indiferencia hacia nosotros parece indicar que tenemos derecho a estar aquí. – Mirando un momento a Nefer. – O que nosotros representamos a una raza, o clase social, que las otras no cuestionan lo que hacen o dejan de hacer.

Lo saludare pero que le digo, ¿buen día, buenas noches?

Empleando un tono neutro, aunque levemente amable, me dirijo al desconocido. – Como va todo, – señalando la caja repleta, – un buen pedido, ¿no?

El enano parece no escuchar o ignorar completamente a Fergus. Se dirige con su caja repleta de cosas hacia la puerta, que ha dejado abierta.

Sin embargo, en lugar de simplemente salir por ella, llama con los nudillos en la madera del cerco mientras mira hacia arriba de la escalera, y poco después hace un gesto, parecido a un saludo, o a un llamamiento.

Me quedo dudando de si nos indica que lo sigamos. Comienzo por hacerlo, aunque a mitad de camino miro a mis compañeros para ver si vienen, o no, para no salir solo si ellos no lo hacen.

No podemos quedarnos aquí, o por lo menos debemos saber si los habitantes de esta recursión consideraran que este sitio es nuestro. Deben tener registros en algún sitio, por lo que recuerdo en las iglesias europeas se llevaban registros antes de que existieran los de nuestros gobiernos. Por lo menos después de la caída del Imperio Romano que si que efectuaba censos. Puede que si encontramos un templo podamos encontrar información sobre nosotros, la edad que figura que tenemos, los nombres de nuestros familiares…

-Mejor seguirle, opina Samet... No está seguro de la identidad del enano, pero tampoco de la suya propia. Pero así eran las recursiones. Una inmersión en un mundo diferente. -Cuánto antes sepamos más de este lugar, y de nosotros mismos, mejor.

Con paso decidido avanza hasta la puerta.

Le parece bastante raro que el hombre ni siquiera les preste atención. Parece que sepa que están ahí, pero es como si no les viese bien... bueno, en realidad no sabe cómo explicar lo que piensa. Se dirige a la salida, siguiendo a los demás. Lo cierto es que hay cosas muy raras en ese mundo, pero no podrán acabar de descubrir los misterios que esconde si se quedan encerrados en esa bodega.

-Es mejor salir de aquí. Debemos cumplir nuestra misión.

Al acercaros a la puerta podéis escuchar que alguien más baja por las escaleras. En el marco aparece una mujer que os mira detenidamente, y después le hace un gesto de asentimiento a Zork, antes de que el enano suba las escaleras con su cajón.

- Perdonad los modales de Zork. - Dice la mujer. - Nació sordo, y no está muy acostumbrado a la interacción social. Parece muy indiferente a todo lo que le rodea, excepto a las órdenes que le dan a cambio de dinero. Por eso mismo le contraté. Además, por muchas cosas extrañas que ve, no "despierta". Lo cual también nos beneficia a todos. - Os sonríe ámpliamente. La mujer emana energía y simpatía. - Mi nombre es Noodora. Bienvenidos a Ardeyn. Vuestra primera vez, por lo que leo en vuestras miradas interrogativas. Estáis en la bodega de mi taberna. Por alguna razón, cuando alguien cruza un portal ilegal, este es uno de los lugares a donde viene a parar. - Os mira de arriba a abajo, escrutadora. - ¿De dónde sois?

Me quedo desconcertado ante las palabras de la aparente mujer humana, ¿lo será realmente? Confiaba en que pudiéramos examinar por nosotros mismos lo que esta ocurriendo aquí y la relación con el incidente que examinábamos en la Tierra, pero al parecer desde nuestra llegada ella ha sido consciente de ella.

Usando mi tono mas amistoso. – Os agradecemos vuestra bienvenida Noodora, ¿sabéis si hay mas gente consciente de nuestra llegada?