Partida Rol por web

Una vez aposentados en nuestras estancias comento con mis compañeros, –como me temía, no nos dejan ver al obispo. Quizá haya que hacerlo por la fuerza o escabulliéndonos, no parecen ser capaces de resistir mucho –no era el plan inicial, –deberíamos dispersarnos y explorar las estancias para saber donde puede estar, parece que tenemos dos posiciones distintas, una la subida al campanario y otra la habitación sin puerta –doy unos pasos por la habitación. –¿Nos separamos? –.

-Separarnos tiene una cosa güena y una mala -advirtió el pícaro, pensando-. La güena, que poemos cubrir más terreno y encontrar antes donde esté el obispo. La mala, que si nos encuentran los monjes va a sé más difíci' que poamos fingir que nos hemos perdío y que andamos dando güertas por el edificio.

Mientras la patrulla estaba tumbada hablando de su plan como buenamente podían, se percataron de un detalle que llamaba bastante la atención, parecía que los propios eclesiásticos del lugar estaban caminando por el lugar en plena noche, como si estuviesen verdaderamente patrullando las estancias, uno de ellos parece desplazarse adelante y atrás encarando el espacio mayor con el altar y acabando su ronda justo delante de donde reposan, al fondo de la propia nave parecen ver a un segundo que camina por las columnas, cada uno parece llevar una pequeña iluminación en sus manos.

—¿Han visto? —señalé hacia los monjes, —no he estado nunca en un monasterio antes, pero creo que esa manera de proceder es extraña —me fijé en las trayectorias que llevaban ambos.

—Aquí pasa algo —me giré hacia el joven Freyr —¿Creéis que podéis escabulliros? Si os hace falta podemos armar un poco de jaleo par distraerlos, pero preferiría ser discretos —.

-Fíjate tú por donde, señó Bencomo, que yo he visto muchos monjes en mi vida y esos de ahí no parece que se comporten como tales. Paece como si estuvieran haciendo guardias -opinó el pícaro, observando a los religiosos con cierta desconfianza-. Pue' que estén protegiendo la zona en la que se encuentre el obispo. Si poemos colarnos, podríamos investigá un poco.

—No se hable más —me giro hacia el joven Freyr, —sois pequeño, podéis escabulliros —me vuelvo también hacia María, —vamos —.

Los monjes no parecían una grata compañía pero sí hospitalarios. A pesar de todo, María estaba teniendo serios problemas en sentir la menor simpatía por ellos pues su presencia omnipresente en el lugar era un constante recordatorio de su escarceo con La Inquisición.

Por eso había permanecido callada, tensa y ostensiblemente seria mientras los demás debatían y analizaban la situación, que parecía poco prometedora cuanto menos. Por le momento, parecía que el plan de sus compañeros consistía en distraer a los guardias, bajo el supuesto de que estaban custodiando al obispo, para así permitir al joven Freyr un resquicio por el que colarse.

En ese momento, Pedro parecía dispuesto a llevar a cabo una escenificación, fuera esta cual fuera.

- ¿Qué tenéis en mente?

Asentí a María, —me puedo acercar hacia el que está cerca del altar e intentar distraerlo, uhmm —miré por una ventana —quizá decirle que hemos visto luces de antorchas por la ventana, a lo mejor eso le distraiga para que Freyr husmee —.

-Yo pueo distraé al monje ese con mi palabrería -se ofreció Faustino, considerando que era la mejor opción para distraer a los religiosos mientras Freyr se escabullía-. Vamos, zagal -se dirigió al joven vikingo-, prepárate. ¿Que te paece el plan?

—No se diga más —respondí a Faustino dándole un golpe en la espalda para dar ánimos, —atento —le dije al joven Freyr, —detrás suyo —le hice un gesto a Faustino para que saliese y mostrara su "palabrería".

El pícaro ensayó su mejor cara de asustado y, tras levantar levemente sus pulgares para indicarle a sus compañeros que todo iría bien, decidió dirigirse a toda prisa en dirección hacia el monje que se encontraba junto al altar.

-¡Señó, señó! -exclamó, al aproximarse hasta el religioso. Hablaba visiblemente alterado y nervioso, como una auténtica metralleta y adoptando expresión asustada-. ¡No sabe usté la suerte que he tenío de encontrarle! Ya pensaba yo que me tocaría buscar a alguno de los hermanos en sus habitaciones y mire vuesa merced que siempre me ha parecío mu feo eso de molestar a un siervo de Dios cuando está durmiendo. -Faustino se acercó hasta el monje y le palmeó en el hombro, como si lo conociera de toda la vida-. Venga usté conmigo, necesitamos echar un vistazo pa'fuera. Me ha parecío ver unas antorchas alrededor de este lugar sagrao y también una escalera de esas de maera. Podrían ser bandidos queriendo saquear este lugar, puede ser peligroso...

- ¿Cómo que unos bandidos?...¿aquí?... Faustino vió que al fondo del cuerpo principa previo al altar se encontraba otro religioso más ...avisad al hermano Nicolás... dijo al sacerdote que se encontraba siempre rodeando la habitación de los patrulleros ...que los caballerizos sean llamados, tocad la campana de forma inmediata sino vuelve...asegura nuestro invitado que viose antorchas en la lejanía.

De pronto el clérigo que rondaba la entrada a la habitación de los patrulleros se lazó el hábito y corrió hacia las escaleras...- ¡Hermano Nicolás, hermano Tudilio, presto poneos las sandalias, unos buglares se acercan para robarnos, a prisa!... desde luego parecían haberse alterado pues comienzan a sonar varios pasos agitados por las escaleras...sea lo que sea, parecía que Faustino había logrado llamar en gran parte la atención, aunque ahora bien difícil podría salir Freyr hacia otro lugar que no fuera el ala norte.

El vikingo se queda agazapado por un instante viendo el jaleo de fuera y mira a Pedro...- ¿Ahora salir yo hacia allí debo?...

Vaya revuelo se había organizado. Me giro hacia Freyr, —sí —afirmo con seguridad, observo alrededor y señalo hacia el ala norte —ve hacía ahí —.

Después me dirijo a María, —me voy con Faustino, esto tiene mala pinta —dicho lo cual, me alejo en la dirección del pícaro.