Partida Rol por web

-No es mala idea, señor Bencomo -comenta el pícaro, ante las palabras dicha por su compañero-. Si nos hacemos pasar por peregrinos, puede que nos den buen cobijo y ya una vez dentro que podamos investigar.

María permaneció un momento en silencio meditabundo mientras esperaba que la inspección de sus compañeros terminara. Luego, sin más idea de lo que sucedía de la que tenían ellos, trató de aportar una variante.

- Siempre podemos decir que venimos a ver a monseñor porque su cercanía con Dios es doble, pues se le otorgó por derecho de nacimiento y luego por acto - le sobrevino un repentino escalofrío mientras se abrazaba un poco. No era frío sino el saber lo que lo hombres devotos eran capaces de hacer en nombre de Dios. Estar a punto de entrar en la casa del Señor le resultaba más perturbador que reconfortante -. El motivo podría ser una enfermedad que asola nuestra aldea o semejante.

Me llevo la mano a la sien y resoplo –quizá, podría funcionar, tendría que ser algo lejano como para poder comprobarlo, pero cercano como para que hubiéramos podido venir... –miré alrededor –algo a varios días de camino... no sé, algo de las montañas, pero no sabemos cómo hablan en las montañas, y no vamos a venir del sur, no tendría sentido –negué con la cabeza, –no termina de convencerme –.

El pícaro escuchó las opciones que ofrecían sus compañeros. Tenía que reconocer que María tenía iniciativa, aunque necesitaban planificar bien la historia que iban a contar a los monjes, pues de lo contrario no les dejarían entrar.

-También poemos pedi' que nos dejen pasar, haciéndonos pasar por necesitaos -sugirió Faustino, pensativo-. ¡Anda que no me habré aprovechao yo de la buena voluntá de la gente haciéndome pasar por lo que no era! Le poemos deci' a los monjes que somos peregrinos, que estamos hambrientos y necesitamos descansar. Y ya una vez dentro, buscar al futuro rey y hablamos con él.

–¿Peregrinos a dónde? No sabemos a donde podemos peregrinar, ¿De donde venimos para pasar por aquí? Con mi acento no creo que pase por alguien de la península (*) –los miré a los tres, –creo que si es es lo que vamos a decir, deben ser ustedes los que hablen –.

Escuchó a sus compañeros pero a ella misma la asolaban las dudas. Lo cierto era que no veía clara su coartada y tenía que ser algo muy razonable lo que les hubiera llevado allí y les permitiera tener contacto con el buen hombre.

- Nuestras ropas no parecen de necesitados - tampoco de ricos, era evidente, pero estaban demasiado limpios para ser mendigos y aún conservaban casi todos sus dientes. Además, desde que había descubierto la pasta de dientes su boca tenía un aspecto muy diferente al que podía haber tenido antes -. Siempre podemos decir que somos familia, o que estamos casados, y que cuando íbamos por el camino nos han atracado los bandidos, sólo necesitaríamos romper o ensuciar un poco nuestras ropas - guardó silencio de nuevo antes de añadir con un suspiro -. Y decir que nos hemos quedado sin dinero para proseguir el camino y que si podríamos partir con la próxima carreta que vaya al pueblo pues a mí me da pánico internarme de nuevo en el bosque. O me finjo traumatizada y decimos que he sido violada por los bandidos y que necesito el perdón de Dios.

–Asaltados –asentí con la cabeza –debemos estropearnos algo las vestiduras –saqué la espada del cinto y me acerqué hacia María para rasgar algo las vestiduras –debe despeinarse, quizá mancharse con tierra, yo lo haré también –giré la cabeza hacia Faustino y Freyr –ustedes también, todos –dicho lo cual me preparé para hacer lo mismo con mis ropas. –Sin hacer ruido –.

-Me gusta la idea, creo que pue' funcionar -indicó el pícaro, conforme con el planteamiento de sus dos compañeros-. Les diremos que hemos sío asaltaos y que nos den cobijo. Como buenos hombres de Dios tendrían que hacerlo. -Palmeó a Freyr en el brazo y añadió-: ¡'Amos, a revorcarse!

Dicho esto, Faustino se tiró en el suelo, dando vueltas sobre sí mismo para mancharse de tierra. Después, tomando su cuchillo, decidió cortar sus ropas a la altura del pecho, realizando un pequeño corte que dejaba parte de su corta pierna al aire. Finalmente, agitó el poco cabello que le quedaba, aunque resultó difícil que pareciera despeinado.

Freyr se abrió la ropa con las manos y como sino pasara nada se arrojó al suelo como un peso muerto, y como si tuviera chinches (cosa que no era de descartar), y se refregó de forma intensa en el suelo húmedo del norte, tras eso se levantó "caracterizado" a la manera necesaria.

Miró a Pedro con los ojos muy abiertos cuando se acercó a ella con la espada, no porque creyera que iba a hacerle daño sino por reminiscencias de un pasado más reciente de lo que desearía. Sin embargo, se quedó muy quieta mientras el desgarraba un poco la falda de su vestido.

Mientras su pulso se ralentizaba, María observó a Faustino acatar la idea con excesivo entusiasmo. No pudo evitar que una leve sonrisa acudiera a sus facciones antes de ponerse seria y coger un puñado de tierra, que frotó con brío por su vestido y sus medias. Por último, pasó las manos por su pelo, alborotándolo un poco, y se pellizco las mejillas para dar la sensación de que venían a la carrera.

- Preparada.

Los monjes del lugar no dejarán que los jugadores vean a Ramiro aunque mencionasen por alguna casualidad al tema, no eran de voto de silencio, pero su nivel de conversación desde luego era escaso y efímero en todas sus formas, pero les
dejarán pasar la noche en el lugar, una vez pasada la entrada veís que el ascenso al campanario tiene entrada individual a través de un pasillo oscuro.
Cuatro grandes columnas dividen el gran espacio central de planta rectangular, a la izquierda parece haber un habitación sin puerta en el vano, unas escaleras distinguen una elevación a la derecha, no parece que sea un segundo piso secreto, sino una forma de salvar el desnivel de la propia colina, tras eso el espacio sacro mayor, y tras esto el acceso al más que especial altar del lugar (arqueta de san Valero).