Partida Rol por web

La notícia del no regreso de la Srta.Adler perturbó el desayuno de todos, sobretodo a James, quien había advertido seriamente acerca de lo peligroso que podría ser aquel loco plan de salir de noche sola hacia la vieja mansión Fitzgerald, sobretodo teniendo en cuenta la desaparición que había hecho coincidor a aquellas cuatro personas en aquel pueblo.

El detective O'Donell optó por acercarse a la oficina del Sheriff de Gamwell, con la esperanza de hallar alguna notícia sobre la atleta mientras que Sebastian y James se dirigieron a la infermeria del pueblo, por si le hubiese ocurrido algo y hubiese sido atendia allí.

Sebastian indicó a su ayudante italiano, Calogero, que esperara en el hotel y tuviera a buen recaudo todo aquel material de grabación que ya se había encargado de preparar en vistas a poder instalarse en la mansión para iniciar las grabaciones. Por el momento, parecía que aquello debería esperar hasta que encontraran a la Srta.Adler.

Cuando Sebastian y James llegaron a la infermeria, que era un edificio bastante pequeño al lado de la iglesia, vieron que aparcado en la calle se encontraba un coche funebre conducido por dos caballos en el que, dos hombres,  cargaban un ataud de madera de pino absolutamente carente de más detalles que el crucifijo en la parte posterior. Aquella imagen les resultó bastante desesperanzadora...

Sebastian se santiguó ante la visión de aquel parco féretro. Aquella imagen era bastante desalentadora, pero no pensaba que el ocupante de dicha caja fuera la señorita Adler. Seguramente, algún anciano local hbiera hallado el sagrado y eterno descanso que a todos esperaba al final del camino. Sin dudarlo decidió entrar en el dispensario y olvidar lo que acababa de ver. La muerte no era un tema agradable para el actor...

- Entremos dentro, Hess... el frío comienza a arreciar...- indicó el actor incómodo frente al ataúd. Sin tiempo para perder, se acercó hasta la puerta de aquel recogido ambulatorio y golpeó fuerte con su puño. - ¡¡TOC!! ¡¡TOC!! ¡¡TOC!!... ¡¿HAY ALGUIEN?!

Tras los insistentes golpes del actor a la puerta del dispensario esta se abrió y una mujer con rostro asustado por los fuertes y súbitos golpes entreabrió la puerta. La mujer vestía el habitual atuendo de enfermera con cofia incluido. 

- ¿Puedo ayudarles...? -preguntó con tono dubitativo a los dos forasteros que se habían presentado al dispensario.

Al final, O'donell se dirigió en solitario a la comisaría para obtener información útil sobre la mansión.
Por su parte, Sebastian y James fueron al dispensario por si acaso hallaban alguna pista.
Al llegar vieron en la puerta un ataúd; los dos compañeros se miraron mutuamente, sin atreverse a decir nada. El triste pensamiento que les pasó por la mente era del todo imposible. De hecho, lo más probable era que la señorita Adler estuviese llegando ya al hotel: todo el mundo sabe que la seriedad y la responsabilidad no son cualidades propias del sexo femenino.
De todos modos, Sebastian llamó a la puerta con rotundidad y una mujer respondió a la llamada.

- Buenos días, este es mi compañero Stewart, y yo soy Hess, encantado. Esperamos no haberla importunado. Estamos buscando a una mujer joven, no muy alta y con el cabello oscuro. - explicó James. - Tememos que le haya pasado algo. Ella responde al nombre de Robyn Adler. ¿No le habrán visto por casualidad?

Sebastian miró a la atractiva mujer que acababa de abrir la puerta. Su insistencia había conseguido asustarla, con lo que el actor intentó suavizar la situación usando su mejor sonrisa. 

- Disculpe señorita- dijo quitándose la gorra de paño con la que cubría su cabeza a modo de saludo -Siento haberla asustado. No era mi intención, ni muchísimo menos, pero somos nuevos en Ganwell y como dice el señor Hess tenemos una compañera dada a la ejercitación física matutina...- comenzó explicando con un tono calmado y en cierta forma seductor- ... y al no aparecer durante el desayuno nos ha puesto algo nerviosos- finalizó mientras volvía a recolocarse la gorra - Jajajaja... No deberíamos ser tan preocupadizos, señorita…- recalcando esta palabra, pues verdaderamente deseaba que lo fuera. Sebastian era un lobo viejo, pero al fin y al cabo, un lobo. Siempre estaba dispuesto a olisquear florecillas. Ésa era su condición de estrella de Hollywood, aunque ya no brillara como antaño. – Es impropio de unos caballeros de Nueva Inglaterra como nosotros, jajaja… -  Insistió mientras esperaba que la muchacha les diera su nombre.

La secretaria del abogado y la enfermera. Aquello empezaba a animarse.

¡¡Quizás hasta se lo pasara bien en Ganwell!!

El rostro de la joven infermera se relajó ante las amables palabras del escritor y las seductoras formas del actor. - Lo siento caballeros... pero no conozco a ninguna Robyn Adler, ni tampoco ha llegado aquí ninguna paciente con esa descripción- - respondió abriendo un poco más la puerta y mirando expectante a ambos. Durante un instante se fijo en Sebastian. - ¿Le he visto antes? - dijo a Sebastian, probablemente recordando de forma inconsciente el visionado del actor en alguna de sus peliculas años atrás.

- ¡Gracias a dios!- dejó escapar reconfortado el actor ante la revelación de la enfermera - Puede ser señorita...- prosiguió Sebastian con una sonrisa entre sus labios. - Me dedico al mundo del cine. Quizás haya visto alguna película en la que haya trabajado, jajajaja...- respondió con galantería el actor, olvidando y banalizando la razón por la que se habían trasladado al dispensario.

- Tal vez... Podría explicarle alguna de mis anécdotas algún día de estos. Pasaré un tiempo en Ganwell.

La enfermera se sonrojó ligeramente ante los seductores comentarios de Sebastian y no añadió nada más. Tal vez era demasiado joven para un hombre maduro como aquel, que además decía ser actor, y eso la hacía sentir más vulnerable a sus encantos. Además, en aquel pueblo de fuertes convicciones cristianas y creencias conservadoras, se sintió hasta algo culpable por ser objeto de aquel coqueteo.

- Puede pasar por el dispensario cuando guste señor... ¿Puedo ayudarles en algo más? - añadió con un tono mucho más amable.

James sintió un gran alivio al escuchar las palabras de la enfermera.
- Muchísimas gracias, señorita. Nos encontrábamos un poco angustiados. - Hess le dedicó una cortés reverencia y añadió: - Ha sido usted muy amable. No la molestamos más.

El joven miraba a Sebastian con una mezcla de turbación y diversión. Era cierto lo que decían del mundo del espectáculo. ¡Stewart era todo un conquistador!
Dio un paso atrás y esperó paciente a que el galán diese por terminado el coqueteo.

Sebastian volvió a sonreír a la muchacha y realizó una cortés reverencia con su gorra.

- Que pase buen día señorita.- añadió finalmente, mientras se encaminaba hacia James. En ese momento, el actor pudo comprobar como la cojera del actor se había atenuado hasta unos niveles que rozaban la supresión completa. Estaba claro que Stewart sabía actuar, pues ocultar tamaña cojera era un trabajo artístico fuera de lo común.

- Cuando quiera señor Hess.- dijo al llegar a la altura del escrito mientras le indicaba el camino con el brazo -Podemos volver al hotel si así lo desea.

Sebastian y James volvieron al hotel donde se encontraron con el detective O'Donell esperandoles en el vestibulo.

Cuando Mike vio a sus compañeros, tenia el semblante serio.

Señor Hess, señor Steward, vengo de hablar con el Sheriff. Realmente no me ha dado demasiada información. Según dice no encontró nada en la casa cuando fue a registrarla, dice que no habían indicios de violencia, por lo que parece nadie se lo llevo a la fuerza. También me ha dicho que el señor Cornthwaite despidió al servicio una semana antes de desaparecer. Eso, es raro. Porqué iba a despedir al servicio, a no ser que realmente pensase dejar la mansión y marchar. No se que opinan, pero esto es cada vez más raro. También, como el resto del pueblo, parecía que sabia más cosas de las que contaba.

Quizá tendríamos que tirar ya hacia la mansión, a ver si vemos algo con nuestros propios ojos o si encontramos alguna pista de la señorita Adler...por cierto, han llamado al dispensario?

Pero si les parece, antes de marchar yo aria una ultima visita a nuestro querido abogado. Aquí la gente parece saber cosas que no quieren contarnos, quizá el abogado también sepa algo más que no nos contó. Ademas, quizá la señorita Adler se haya puesto en contacto con él. Que les parece, nos acercamos al abogado antes de partir?

¡¡Stewart!! ¡¡Con T por dios!!...- exclamó mentalmente mientras el detective volcaba sobre ellos una cantidad inhumana de información. Poca eran las averiguaciones que hasta el momento, había logrado el bueno de Mike, y hasta parecía normal, que cierto grado de paranoia transitara por su mente después de que la señorita Robyn no diera señales de vida.

- Vayamos donde usted considere, señor O'Donnel. Es usted el profesional en estos menesteres.- respondió el actor poco dado a esas tareas. - Si piensa que deberíamos ir a la oficina del letrado Dogde, no perdamos más tiempo...- instó a sus compañeros.

Esta bien, señor Ste...Stewart se lo pensó un momento para decirlo bien, el no tenia la educación de la que hacían gala sus compañeros, tenia que esforzarse para estar a la altura. Pues pongámonos en marcha amigos. Recojamos nuestras cosas, así cuando salgamos de ver al abogado ya podremos tirar directamente hacia la mansión.

La verdad es que Mike ya tenia ganas de llegar a la mansión, ponerse manos a la obra con el caso y ver si descubrían el paradero de la señorita Adler.

James se mostró de acuerdo con la decisión que se había tomado.
- Bien, quizá sea una buena idea ir a hacerle una visita a nuestro querido abogado.
Por cierto, estuvimos en el dspensario, pero no habían visto a ninguna mujer que encajase con la descripción que le dimos. Eso, al menos es un alivio.

Hess se palpó los bolsillos y añadió con una sonrisa: - Bueno, yo vine con lo puesto, ja, ja. Por mi parte no tengo que subir a mi cuarto.
Lo cierto era que no había pensado que se quedaría tanto tiempo. Tendría que procurarse una muda limpia, no podía estar mucho tiempo con la misma ropa.

Mike sonríe ante las palabras de James.

Si, yo tampoco llevo demasiado más. Si ya lo tenemos todo, dirijámonos al despacho de nuestro “amigo” el abogado.

Pues si ya están a punto, podemos acercarnos en mi ford.- Expuso el actor. - Puede que la señorita Adler esté en forma y llegue corriendo hasta la mansión de Cornthwaite, pero yo no creo ni que consiguiera salir de Ganwell, jajajaja...- añadió con cierto deje de sorna, intentando quitar algo de hierro a todo lo que estaban viviendo.

Justo cuando el trío salió por la puerta principal del hotel un Rol Royce blanco y de aspecto impecable aparcó en la puerta y un hombre trajeado con un elegante uniforme azul y gorra con visera salió del asiento del conductor y dió media vuelta al vehiculo para abrir la puerta del ocupante, desde la que salió la Srta.Adler quien llevaba puesta la misma ropa de deporte con la que la vieron la última vez, solo que su blancura había sido borrada con múltiples manchas de tierra y suciedad. Además, llevaba una venda que rodeaba su cabeza y ocultaba parte de la frente. 

Cuando la atleta bajó de aquel lujoso vehiculo el chofer se despidió cortesmente y se marchó del lugar haciendo rugir el buen motor de aquel caro y prestigioso Rol Royce.

Cuando salimos los tres preparados para visitar al abogado, un lujoso coche para delante nuestro. Me sorprende ver un coche así por estos lares, pero lo que realmente me deja con la boca abierta es ver bajar de él a Robyn.

Señorita Adler!?!? digo sorprendido, rápidamente me acerco a ella. Pero que le ha pasado? De donde viene? Quien la a traído en coche? Al momento me doy cuenta de que la estoy atosigando e intento calmarme. Perdone, es que nos tenia muy preocupados. Se encuentra bien?

De repente se encuentra más calmado, verla viva, aunque sea con alguna magulladura, le tranquiliza después de lo preocupado que estaba.

La cara de Sebastian debía ser un poema. Algo dado a fanfarronear, el actor se quedó sin aliento cuando vio el ostentoso Rolls aparcado en la puerta. Pero debió ser mucho la cara perplejidad que se le quedaría tras salida del habitáculo de la señorita Adler. Aquella mujer tenía mucho que contar y sus compañeros, e incluso él mismo tenían ganas de averiguar qué había sucedido

- ¡¡Por dios señorita!! ¡¿Se encuentra bien?!-  preguntó el actor al tiempo que extraía un pañuelo con sus iniciales grabadas en una de sus esquinas. - ¿Dónde demonios estaba?- prosiguió a la vez que O'Donnel, lanzaba una batería de de cuestiones sobre la deportista de élite.

Había que comprender, que si bien resultaba discretamente violenta la forma en que habían abordado a Robyn, lo hacían porque se habían sentidos preocupados por el paradero de la joven atleta.