Partida Rol por web

Chalal (Capital de Pikarayd) Corte Real
12:25Hs. 29 de marzo de 729. 
Soleado y poco viento. 19 grados y casi sin nubes (Finas y lejanas)

La ceremonia había sido bastante breve, y se habían sacrificado unos pocos esclavos para pedir a los Dioses del Caos que pudieran las misiones que os encomendaban regresar como correspondían. El Rey había estado bastante ausente de mente, a pesar de que su cuerpo estaba allí. Los preparativos habían sido bastante largos y la fiesta de anoche, en la que disfrutaste bastante de la compañía y la bebida se hizo larga. Tanto que venías con la niebla en los ojos por tanto trago y por la falta de sueño.

Tu padre, que tanto había desdeñado de tu buen hacer, te dio un abrazo, y regalándote un arma, una pesada daga que conocías de tiempo atrás, por se el "Arma de Cinto" de tu padre. La que portaba como seguridad en las innumerables batallas en las que ha participado. Se sentía orgulloso, pero te pidió más: - Hazme sentir orgulloso de ti. Y te la entregó.

Minutos más tarde, las misiones estaban todas en sus barcos. El tuyo no era el mayor, ni el más poderoso, ni nada por el estilo, pero, conocías a los demás, y era el único, el tuyo, que tenía una capacidad de operar por más tiempo, más lejos, y una carga más acorde a lo que pensabas que sería más adecuado, por una bodega mayor, una despensa más adecuada, y un personal que estaba adecuado a navegar durante bastante tiempo y obtener suministros antes de partir. Eso no desquitaba que cada vez que se pudiera obtener carne fresca de tierra, pescado, agua dulce potable, o un buen descanso, se dejase pasar la oportunidad. No era el mejor de las dotaciones, pero era bastante profesional fiable y conocedor de su trabajo. Sabías que podrían haber peleas, que si el alcohol corría demasiado se liaría, y que si les "estrujabas" demasiado, terminaría la cosa mal. El capitán sabía controlarlos, y, también, cuando había que "hacer agua", tocar tierra o inventar algo para que la moral mejorase.

Lo habitual es que cada capitán o patrón diera la orden de zarpar, pero, en esta ocasión, desde un trono adecuado para la ocasión, el Rey en persona dio la orden, para que todos los barcos se hicieran a la mar a la vez. Ya te habían advertido que habrían "carreras" por ser el primero en cruzar la bocana del puerto, por ser el primero en sufrir el embate de las olas y presumir de que estaban en cabeza en esta misión. Tu capitán te recomendó que no corrieras, que no hacía falta, y que los primeros que asomasen la cabeza también podrían ser los primeros que los enemigos cortasen.

Toryth saboreo todos y cada uno de los tragos durante la fiesta, sabían a victoria. Por fin había conseguido, tras todas su peripecias, LA MISIÓN, que le llevaría seguramente a descubrir el origen de aquel fruto que le obsesionaba. No solo ello, si no gloria a su casa, la admiración de su padre y un montón de retos y aventuras en parajes desconocidos. ¿Qué mas podía pedir?.

Las horas pasaron como si fueran minutos, y pronto estaba despidiéndose de su padre, que rompiendo la costumbre y para sorpresa de Toryth, parecía aprobar sus pasos e incluso estar orgulloso de ellos. No sin cierta duda, por lo repentino de tanto cariño, cogió la cinqueada en sus manos, estrujó fuertemente la mano de su padre, y recitó, con voz orgullosa y gallarda:
 

-Volverá con tantas historias para contar como las que ya guarda padre, para volver a ocupar su sitio en la pared de casa, y que todos la miremos con orgullo, por aquello que representa.

Sin dedicarle más palabras, partió hacia su barco, donde rápidamente hizo las últimas comprobaciones con su tripulación y capitán. Como bien le habían explicado las gentes de mar que había contratado para aquella empresa, no era el barco más grande, pero sin duda era el mejor preparado para el tipo de misión que llevarían, y eso le bastaba al Pikaraydense para llenar el pecho.

Escuchó la orden de salida del rey, e hizo caso a los consejos de su capitán.

-No te preocupes, no tengo prisa por salir el primero hoy. Mi urgencia es ser el que más gloria reciba al volver, sea cuando eso sea. Y estoy decidido a que lo sigamos. Por mi familia que si.

Costa sur de Pikarayd. Rumbo sur.
13:02Hs. 29 de marzo de 729. 
Soleado y poco viento. 19 grados y casi sin nubes (Finas y lejanas)

No miraste atrás. Tus sentidos estaban en el futuro, y el día que tengas los ojos en esas ciudad, será para entrar en ella. Puede que por suministros, puede que para descargar las capturas, puede que para reparaciones y con el rabo entre las piernas, pero, sería para ir a ella, no para añorarla.

Pronto quedó lejos y pudiste observar la mar.

Las naves más pesadas navegaban cerca de la costa. Podías ver que era una buena jornada, pero el poco viento no os ayudaba gran cosa. Si levantaba el aire, podrían los remeros descansar, y además, alcanzar a las naves mayores, que parecía que querían desgañitar a los "galeros" y galeotes. Tu capitán comentaba que parecía que el "ardor guerrero" los había emocionado, pero, eso duraría poco, ya que, el cansancio llegaría antes o después. Tus remos se movían con un paso cansino, lento, acompasado, que parecía una sonata. También preferías que "andaran" un poco más, pero, igual, y según decía Ñoljak.

Una campanita indicaba que empezaba el primer turno de comida. En la mar había pocas cosas que dieran una alegría, y vuestro cocinero era una de ellas. Una buena comida animaba, apaciguaba malas intenciones y mejoraba el ánimo general, a parte de que también la salud de la dotación.

Ah, por fin navegando - dijo a la nada el noble.

Era ya mucho tiempo el que había esperado para comenzar aquella misión, y por fin era un hecho. Miró a los lados para observar las otras naves. Sin duda eran un portento, pero ninguna como la suya para la misión que el tenía en mente.

Se puso en la popa del barco unos minutos para despedir Chalal y acto seguido se fue a proa, a disfrutar de lo que tenía por delante. Habló con todos sus hombres brevemente, intentando contagiar su ánimo. Acababan de salir, y las promesas de gloria y acción eran altas, con lo que la moral no era un problema.

En estas pasó el tiempo hasta que tocó el turno de la comida. Bajó momentáneamente al camarote, donde observó el frasco donde conservaba un ejemplar de aquella extraña fruta. "Voy a por ti" pensó, y volvió a salir a cubierta para compartir la comida con sus hombres. La misma. Pretendía dar ejemplo compartiendo alegrías y penurias, no les iba a pedir nada que no estuviera dispuesto a hacer él, y quería que les quedase claro no solo con palabras.

No había dado tiempo a hacer una comida especialmente portentosa, ya que, había sido salir, y tener que ponerse todo manos a la obra, pero, el cocinero lo había suplido montando una especie de bizcochos que hacían las veces de pan y de dulce o postre. Los relevos no fueron problema, ya que, tras tomar cierta distancia, y con la construcción de la nave, habían pasado de navegar a vela. Era un poco más lento, pero mucho más constante, si el viento acompañaba, y el esfuerzo era mínimo. Sólo que los contramaestres tenían que trabajar un poco para montar los aparejos oportunamente, pero, eran poco más que unos minutos, si no había mala mar o condiciones que lo dificultasen. (No mola nada tener que subirse a los palos y hacer fuerza cuando te caen cosas encima, como golpes, espadazos y flechas).

El resto de días fueron tranquilos. Las grandes galeras fueron quedando atrás, y los veleruchos pequeños, se perdieron en la distancia.

Costa sur de Pikarayd. Rumbo sur. (LLegando a las Colinas Muertas)
09:35Hs. 6 de abril de 729. 
Viento (35km/h) 17 grados y nubes (5 octas). (Marejadilla)

Tras una semana de travesía, empezaron a llegar desde el noroeste las primeras nubes de un temporal. Se empezaron a ver al amanecer, pero, al principio no eran tan amenazadoras como lo que ahora daban la sensación. Las primeras estribaciones de las montañas que hacían de frontera, estaban no solo a la vista, si no, también al alcance. En algunas de ellas había profundas calas que podrían hacer de escondite para capear en ellas las tormentas, pero también podían virar en redondo, ponerle proa a la borrasca, y dejar que pasase. No era la primera que pasábais, pero, también solía romper "cosillas", crear desperfectos y cansancio. Además, habría que perder tiempo, os sacaría un poco del rumbo enfrentar a las olas, y el consiguiente cansancio, esfuerzo a la tripulación que eso conllevaba, y como no, los riesgos de ser gorda, y poder haceros mucho mal. También habían detalles. Las montañas esas tenían el nombre que tenían, por varias razones: Uno de ellos es que no crece nada en ellas, más que musgos y unos yerbajos que no llegaban a los tobillos, todo roca, y sin animales. Otro, era que en ellas moraban espíritus y demonios, que erraban, buscando victimas para su insaciable odio.

Toryth no era muy entendido en cuanto a cosas del mar se refiere, fuera de las cosas básicas. Entendía que una tormenta no era cosa buena, eso sí, así que comentó con su capitán de barco y su navegante como se preveían las siguientes jornadas con esas nubes a la vista.

Haciendo caso de las instrucciones de ambos, ordenó que se preparase a todo hombre a bordo para lo necesario, y que se siguiese dentro de lo posible con el plan establecido. No quería frenar su avance, pero tampoco quería quedarse sin barco o acabar amotinando a la tripulación por excederse.

Mandó vigilar también la costa, en especial las zonas colindantes con las colinas muertas, pues cualquier precaución en aquella zona era poca. No se resguardó en su camarote, si no que compartió tareas de vigilancia y supervisión con sus hombres. Él mandaba, eso tenía que quedar claro, pero él también trabajaba. 

Al Sur de de Pikarayd. En las Colinas Muertas.
11:23Hs. 6 de abril de 729. 
Viento (45km/h) 16 grados y nubes (6 octas). (Marejada)

La primera línea son unas pequeñas montañitas muy escarpadas, empinadas y bastante incómodas. Tras esa "primera capa", empiezan las Colinas Muertas como tal, en las que unos largos fiordos se adentran, hasta cierto punto en ellas. Muchas aves distintas, marinas en su mayoría, el resto, que o se nutra del mar, o que anidan en la zona, pudiendo ser algunas de ellas incluso depredadoras. 

Los marinos, en su buen hacer, introducen el barco en esos fiordos, y procuran encontrar un sitio bastante amplio y fondear. Buscan estar cubiertos de los envites de la mala mar, que si las anclas garrean, hubiera espacio, y además, estén algo protegidos también de los vientos. Por supuesto arrían las velas, para que no sufran daños y los remeros ocupan sus puestos. Los marineros de navegación se posicionan con defensas, vigilan los fondos no fueran a dañar el casco y van midiendo la sonda.

Las olas aumentan de tamaño por momentos, y además, el viento empieza a ser inmisericorde.

La maniobra de fondeo es ruidosa, y los marinos, a parte de muchos gritos de órdenes, están muy tensos. Es algo delicado, se mueven muchos pesos, equilibrios y puede haber algún tipo de accidente, pero, transcurre bien. Al menos no han habido heridos, desperfectos ni problemas, por lo menos a tus inexpertos ojos sobre estas lides. El Segundo se acerca y empieza a organizar turnos de vigilancia, tanto del ancla como de diferentes puestos que quiere tener controlados. A nadie le sorprende las órdenes que recibe. No es la primera vez que lo hacen, y tú lo has visto otras veces.

El capitán te comenta: - Bueno, listo. Hemos fondeando con tiempo de sobra, así que podrán descansar mejor y podremos hacer algo si el fondo no es bueno para las anclas. Unas aves os sobrevuelan, otras parecen volar sin moverse de su lugar, luchando contra el viento. Hacen su vida intentando pescar e incluso algunas arrancan marisco de las rocas de zonas más cercanas al agua. El capitán señala hacia una isla. - He podido ver algo que no he conseguido identificar, hacia allí, pero, igual solo es una cueva.

Toryth asiente ante el espectáculo que ven sus ojos, la coordinación de los marineros, el buen liderazgo de los mandos, y la perfecta maniobra del barco. Al menos eso es lo que entiende.

Cuando el capitán se le acerca, le da una pequeña palmada en el hombro:

-Bien Ñoljak, una apacible primera jornada, que todas las que siguen nos sean igual de benévolas. Respecto a esa pequeña cueva, prepara a un grupo de 9 hombres, dentro de una hora, desde que descansen un poco, iremos a explorarla, todos armados. Yo mismo encabezaré la partida. No creo que tengamos demasiado que hacer aquí, pero un poco de ejercicio en tierra nos vendrá bien como entrenamiento para lo que nos espera. 

Tras departir las instrucciones al capitán, Toryth se fue hasta su camerino, bebió un poco de vino y se preparó para partir. Un poco antes de la hora que había estipulado, bajó a tierra y esperó a sus hombres. 

Un patrón y una docena de marinos arrían un bote de los auxiliares. Dos de los marinos están dentro del mismo, mientras se realiza la maniobra. Piensas durante unos momentos si fallasen algo, o si se rompieran los cabrestantes que sostienen de proa y popa del bote. El testarazo sería de aúpa. 

Al final solo el patrón y la un par de marinos, a parte de los que ya hay dentro. En total vais a ser 6. Van embarcando poco a poco, e incluso portan un tonel con agua y otro vacío, varios sacos de comida, y unos cuantos más vacios, a parte de unas cajas de madera, que podrían ser de las de la despensa. Es como que esperan que tengáis que comer algo, pero también que encuentren algo interesante y comestible, y tener que traerlo.

Has visto los últimos minutos de la maniobra, y para cuando es ... más o menos la hora, están todos a bordo y esperándote.

Toryth se equipó, cogió su mochila con algunos pertrechos, se puso la armadura de cuero y se asió arco con carcaj así como el hacha lormyriana. Una vez hecho, salió a cubierta y pidió que lo llevasen a la cueva que le había señalado su capitán en la lejanía. Hora de estirar las piernas.

-Bien -dijo a su capitán y su segundo- toca empezar a hacer algo de ejercicio. Me ha llamado la curiosidad por ver aquella cueva que señalasteis, seguramente no sea nada, o quizá si - miró hacia las montañas - en esta zona nunca se sabe. Acercadme lo máximo que podáis, y si alguno tiene las agallas y la curiosidad de entrar también en aquella cueva, bienvenido será.

La embarcación auxiliar que se ha arriado es una de las grandes. Por eso tanta gente y poder portar algo de carga. Lentamente empiezan a remar. No es que tome mucha velocidad, pero se desplaza, pero a los pocos minutos de empezar, a medio trayecto hacia la cueva, una especie de ser serpentino, largo y de un color oscuro pasa muy cerca de la embarcación. Algunos remos han estado muy cerca de golpearle, y el patrón ordena izar los remos para dejarle pasar y no provocarle, pero claro, pierde velocidad ... hasta que la barca se detiene.

Toryth estaba disfrutando del pequeño paseo, hasta que se dio cuenta del ser que les estaba poniendo en cierto peligro. Tan pronto comoe ste pasó, Toryth siguió su estela y sombra en el agua, intentando determinar su objetivo o al menos su dirección.

Sería una putada que nada más salir se cargase su barco un bicho grande como aquel. O perder la vida a manos del mismo.

Cuando se quiso dar cuenta, estaban parados.  En tono bajo pero audible para su embarcación dijo.

-Bien, muchachos, vamos a esperar un poco, quiero asegurarme de que no va a por el barco. Si viene hacia aquí, lo dejamos pasar, y remamos cuando pase de largo. Patrón, atento a ello.

En ese momento, sacó su hacha y la empuñó.

-Si intenta ponernos la aleta encima, lo cenamos. -sonrió nerviosamente.

No lo viste directamente, pero al dejar a la deriva la barca, en lugar de seguir remando, pudiste darte cuenta que a pesar de que las olas empezaban a ser incómodas, el "bicho" si parecía tener como objetivo el barco. Fue serpenteando en una línea que no se podría llamar recta, ya que oscilaba, pero eso te pudo dar la idea de que mediría más de quince metros de largo. No sabías cuanto, pero era un "bicho muy largo".

"mi puta vida", pensó Toryth, no llevaba ni un día en el barco, y ya lo tenía en peligro. Pensó rápidamente que hacer. Dio la orden a los marinos de que dieran vuelta. Ahora mismo lo importante era salvar el barco. No era consciente de si los demás lo había visto, pero había que avisarlos.

-A DEL BARCO!!!! ZAFARRANCHO, UN BICHO MARINO NOS QUIERE JODER!!!!- gritaba, ciertamente preocupado, mientras señalaba enérgicamente a aquel monstruo marino.

Miró hacia los lados buscando algún pedazo de tierra "seguro" desde el que poder disparar al monstruo.*

Son todo a tu alrededor paredes de roca granítica, casi verticales, y además, puede que si hay un sitio al que se pueda "pisar" sin escalar, igual está en la cueva. Los del barco parecen que han advertido el peligro, ya que se empieza a ver movimiento, y se escuchan voces, que son imposibles de distinguir.

Tras un par de minutos el bicho desaparece hacia el interior de se fiordo o ría y nadie parece saber donde está. Empiezan a escucharse voces en el bote en el que está preguntando: - ¿Se ha marchado?

Toryth se quedó un rato vigilando, y no solo eso, si no pensando que hacer. tras cavilar un rato, decidió que lo mejor era volver al barco y defenderlo. No quería ver comprometida su misión nada más salir de puerto. Lo principal en ese momento era conservar el barco.

-Remad hacia el barco, rápido.- Se limitó a decir.

Una vez en el barco llamó a su segundo para hablar en privado, sin perder de vista el mar, por donde habían visto al bicho por última vez.

-No sé que cojones era ese bicho, pero si hay uno, puede haber más, y eso podría hacer daños serios al barco, ten preparado a quien haga falta para disparar si se acerca algo que pueda dañar el barco, que se hagan turnos de noche también. No es que no contemple que vaya haber peligros en el viaje, pero no estoy dispuesto a asumir la vergüenza de tener que volver a reparar el barco o, peor aún, perderlo al día de salir. No señor, antes muerto. ¿Entendido?

El mismo Toryth comprobó su arco y flechas y enfundó el hacha, listo para luchar si era menester.

Te vio un tanto alterado y te explicó: - Es una Sierpe Marina. No hay muchas, pero si son peligrosas, pero no les gustan los barcos con refuerzos metálicos, como nuestra quilla y nuestros topes, no preocupes. Hay que reconocer que otra cosa no, pero si sabías que era un barco reforzado en más de un sentido, y eso lo hacía algo más lento que los de su tipo, pero, también le había salvado de daños, como por ejemplo de tormentas. - Y no padezcas, que por la noche habrán los mismos turnos que por el día, y se dispondrán de teas y luces en eslinga, para poder ver mejor el agua. Señaló hacia mar abierto. - Pero creo que tu serpiente ha ido a por la "cena" y no creo que nos de la lata en un tiempo. Luego te aclaró, como confesándotelo: - Creo que había entrado aquí a cazar o a descansar, incluso a esconderse de la tormenta, y la hemos asustado.

Tu amigo parecía bastente tranquilo y convincente, tanto en lo que decía, como en "cómo lo decía".

Toryth respiró aliviado.

Ñoljak, haz el favor de comentarme estas cosas antes - sonrió - o pretendes que me tomen por inútil antes de empezar tan siquiera la misión real - rió a carcajadas.

Creo que será mejor que a partir de ahora te pida consejo antes de decir nada sobre lo que respecta al mar.

Hagamos el día aquí y prosigamos viaje. Personalmente volveré al barco, no quiero mas sustos con sierpes o otros bichos y su puta madre.

Dicho lo cual Toryth intentó adquirir una pose de poder al subir al barco, para intentar disimular un poco su vergüenza ante la ignorancia del mar que tenía.