Partida Rol por web

El mundo oscuro.

Recorriendo sendas en la oscuridad.

Cargando editor
15/01/2021, 13:14
Director

Recorriendo sendas en la oscuridad.

Prologo de Francis.

Evitar los caminos y carreteras era una forma de esquivar problemas con los supervivientes mal intencionados pero no algo menos peligroso. Era fácil perderse, la naturaleza crecía salvaje, sin control alguno y las copas de los árboles rozaban el cielo tapándolo con un manto de hojas y ramas que dificultaba orientarse. 

Llevabas días sin encontrarte con nadie, ni vivo ni muerto. El verano tocaba a su fin, los días se acortaban y el calor ya no era tan intenso. El cielo estaba gris, escuchabas el estruendo de una fuerte tormenta acercándose y la noche pronto te alcanzaría. La necesidad de encontrar un refugio agudizo tus sentidos. 

Aceleraste el paso sabiendo que era mala idea estar bajo los arboles durante una tormenta eléctrica, mas cuando el viento doblaba peligrosamente su intensidad, amenazando con romper las ramas y hacerlas caer sobre tu cabeza.

Notaste las primeras gotas sobre ti cuando en la lejanía descubriste algo. Una vieja caravana que parecía abandonada mucho antes de que toda la locura zombie apareciera. 

Era una autentica ruina pero la maleza a su alrededor no había sido pisada en años, lo que te decía que dentro no debía haber nadie. Sopesaste la idea un momento, podías probar suerte y seguir buscando o refugiarte en en ella.

 

 

Cargando editor
15/01/2021, 13:58
Francis Anne Quinn

Nada como la lluvia y el sol para recordarte que estás viva, “Queenie”.

Eso era lo que siempre me repetía mi abuela, cuando me insistía para que saliese y no me quedase con ella.

Soy demasiado vieja para que te preocupes por mí.

Olvídalo. Eres tú quien se preocupa. Yo estoy tranquilamente sentada leyendo, en lugar de estar dando vueltas por ahí como hacen los demás. Y ya sabes que no soy como los demás.

Sí, lo sé, querida. Tienes lo mejor de tu madre.

Muchas veces rememoraba pasajes como aquellos en los que mi abuela y yo intercambiábamos ideas y sobre todo, visiones acerca de la vida. Ella siempre fue un espíritu libre, rebosante de energía y con ganas de vivir. Si yo me había parecido alguna vez a ella, hacía ya tiempo que me había apagado, un poco más con cada pérdida, al igual que una vela lo hace conforme va gastando el oxígeno.

En realidad, casi podía sentir cómo me asfixiaba, solo que no era el aire lo que me faltaba, sino la vida, algo que me recordase que merecía la pena seguir adelante. En aquellos momentos, lo hacía por puro instinto; igual que latía mi corazón o mis pulmones cogían y soltaban el aire, mis piernas se movían y mis ojos recorrían el horizonte en busca de cualquier cosa que pudiera llamar mi atención.

Con las primeras gotas, supe que debía acelerar el paso; con las siguientes, me di cuenta de que o encontraba algún refugio, o terminaría por pasarlo mal. Así que cuando encontré aquella caravana, ni tan siquiera me lo pensé.

Preparé mi ballesta, asegurándome de que estaba cargada y me acerqué con sigilo. Tenía que hacer más flechas, pero aún no había tenido tiempo de buscar ni tampoco ganas de ponerme a prepararlas, pero era una de mis grandes tareas pendientes.

No parecía que hubiese nadie por los alrededores, pero un lugar así podía servir de cobijo a cualquier nómada como yo, o incluso tener un zombie apestoso y a punto de pudrirse. Así que no iba a dejar de ser precavida solo porque tuviese prisa para no mojarme o evitar la noche.

Cuando se trataba de explorar nuevos lugares, procuraba ser cuidadosa y tomarme mi tiempo, así que caminé despacio, intentando hacer el menor ruido posible, hasta alcanzar la puerta.

La tormenta se me echaba encima pero no iba a apresurarme. Me detuve un instante a escuchar, y solo después de asegurarme que no había nadie, o que no oía a nadie, ni fuera ni dentro de la caravana, alargué una mano para abrir la puerta.

Cargando editor
15/01/2021, 14:40
Director

La puerta se abrió sin oposición, ningún sonido que indicara ocupantes. El olor a humedad no era agradable, viste con claridad la grieta del techo por donde tendrías una gotera y el rastro que agua de pasadas lluvias había dejado en ese rincón. Una ventana rota que tendrías que tapar y la caca de ratón del suelo parecían los únicos problemas de los que ocuparte. 

Revisaste con cuidado cada rincón sin encontrar a que disparar tu ballesta. En el armario un poco de ropa apolillada, parecía de los años 60, te daba una idea de quienes fueron sus últimos moradores. En una bolsa de deporte al fondo del armario encontraste una manta de viaje, con olor a llevar varias décadas esperando a ser usada, una linterna con las pilas gastadas y un kit de reparaciones para bicicleta. 

En la cocina hubo mas de suerte, una navaja multiusos, unos cuchillos, tijeras, cosas practicas que podías usar, aunque notablemente sucias por el paso del tiempo.

una vieja foto, con el borde mordisqueado por "diossabriaque" te dio una idea más aproximada de sus propietarios.

" Ben, Lily, Ian, Sarah y Susan, verano de 1965".- Decía el reverso.

Estableciendo que no había nada fuera de lo normal decidiste que era lo bastante seguro como para atrincherarte y pasar al menos una noche bajo cubierto.

 

Cargando editor
15/01/2021, 19:04
Francis Anne Quinn

No parecía que existiese peligro. La puerta se abrió con facilidad y mi olfato percibió el aire húmedo y rancio de un lugar cerrado desde hacía mucho tiempo. El olfato era un sentido más importante de lo que la mayoría de la gente pensaba. A pesar de no servir para percibir cosas a grandes distancias, sí que permitía, a cambio, detectar cosas con la suficiente antelación como para reaccionar, como la presencia de alguien, un fuego aproximándose o un animal en las cercanías.

Un sonido apagado me hizo alzar la mirada hacia el techo, viendo la gotera que se abría paso entre la estructura, y los charcos consecuentes que se habían formado, no solo por ella sino también por la ventana que había rota.

Más relajada, me colgué la ballesta al hombro y saqué el cuchillo. En un lugar cerrado como aquella caravana, ya no tenía sentido disponer de un arma de largo alcance sino de lucha cuerpo a cuerpo, y con ella en una mano, empecé a examinar todo el interior.

Daba la sensación de que quien estuviese viviendo allí, lo había abandonado hacía bastante tiempo y desde luego, no se trataba de una sola persona, sino de varias, por la variedad de material. Cogí la linterna y me la guardé en la mochila. A pesar de no tener pilas, siempre era posible encontrar alguna más adelante o en otro lugar. La manta sí que me podía ser útil en aquel momento. Por mucho que oliese a abandono, me pareció extrañamente familiar, quizás porque yo me sentía igual que ella, como si el tiempo hubiese pasado por encima de mí y me hubiese apolillado y medio descompuesto ante los elementos, pero manteniendo aún cierta capacidad para resultar útil. La cogí y la eché al suelo momentáneamente, mientras continuaba con la inspección.

Una navaja que me guardé en un bolsillo y uno de los cuchillos que no parecía estar demasiado desgastado y que podía utilizar para afilar el mío o despellejar, fue lo otro que encontré que podía ser en verdad útil.

Aunque cuando llegué a aquella foto, en la cual todavía podía ver cómo eran los moradores de aquel lugar, y el año en que fue tomada, de repente me derrumbé. Los años no habían pasado en balde. Parecía que hacía una eternidad cuando todo tenía sentido y aún existía la esperanza. En cambio ahora, lo único a lo que podía aspirar era a encontrar los restos de vidas pasadas que quizás habían tenido más suerte que yo, porque ya no tenían someterse a la memoria de todos los que había perdido.

Me dejé caer unos momentos en el suelo, mientras algo en mi interior me recordaba que no debía dejarme llevar. No había vuelto a llorar desde la visión de mi abuela y no estaba muy segura de si era porque no me quedaban más lágrimas que derramar o porque me había endurecido tanto, que ya no era capaz.

De manera inconsciente, introduje una mano en mi cazadora y extraje aquella foto que había manoseado tantas veces que ya casi no se distinguían los rostros. Claire y yo estábamos de broma, riéndonos y abriendo mucho la boca fingiendo sorpresa, en aquel bar que solíamos frecuentar y en el cual dábamos rienda suelta a todo lo que sentíamos y nos dejábamos llevar, porque éramos jóvenes y nos queríamos.

El tiempo se estaba encargando de borrar hasta aquello porque ya casi no recordaba lo que sentía en aquel momento.

Por eso no solía detenerme demasiado a pensar en el pasado. Era tan sencillo dejarse llevar por la desesperación, que fácilmente podía acabar pasando allí días enteros sin hacer nada, sin comer ni beber, y dejarme morir por pura pena. Así que tomé aire, guardé la foto y me puse en pie. Había trabajo que hacer antes de poder quedarme allí.

En primer lugar, tapé la ventana con la manta, de manera que no entrara el frío y tampoco pudiese verse el interior. Acto seguido, atranqué la puerta por dentro para que si alguien intentaba entrar, al menos no consiguiese hacerlo a la primera. Me aseguré de que la ballesta estaba cargada y lista para ser disparada, y finalmente, me dirigí hacia la cama, saqué mi propia manta de viaje, desgastada, algo húmeda y descolorida, pero mía, y me tapé con ella para intentar conciliar el sueño.

La tormenta estaba aumentando en intensidad y la gotera creaba un sonido repetitivo que recordaba a los cuentos de Poe, pero la tortura no estaba en el agua, sino en mi propia mente y en la foto que guardaba cerca de mi corazón.

Lentamente, me dejé abatir por el sueño, deseando que el sol de la mañana me hiciese ver las cosas con mejor ánimo.

Cargando editor
15/01/2021, 23:09
Director

El colchón no era ninguna maravilla pero infinitamente mejor del suelo. Bajo tu manta, con cierta sensación de seguridad, pudiste descansar apaciblemente, mejor que mucho tiempo.

Al despertar con el trino de los pájaros y la luz entrando por las rendijas apreciaste que de la tormenta solo quedaba un charco formado por la gotera del techo. De echo no era un mal lugar para quedarse, con unos arreglos podría resultar algo parecido a un hogar. Era una opción a sopesar, con sus pros y contras.

Tu olfato reacciono a un olor familiar. 

Café, olía a café recién hecho. Tardaste un segundo en darte cuenta de que venia de la propia caravana y que un pequeño hornillo de gas había aparecido en la cocina, con una cafetera encima.

La puerta del baño se abrió y un hombre salió del mismo. Te miro y te saludo como si fuera lo mas normal del mundo.

 - Buenos días señorita, ¿quiere un poco de café?.- te pregunto acercándose a la cafetera para apartarla del fuego.- Supongo que tendrá muchas preguntas y se las responderé con gusto pero trate de no moverse demasiado. Me temo que anoche perdió un poco de sangre.

- Empecemos por el principio, mi nombre es Dean, Hermano de la orden de San Leopoldo, cazador de criaturas impías. - dijo como si eso significara algo para ti. 

 

Era un tipo corriente, con cierta cara de tonto, estatura media... Te dio la impresión de que algo en su cabeza había dejado de funcionar bien hacia tiempo.

Cargando editor
16/01/2021, 12:30
Francis Anne Quinn

No estaba habituada a dormir sobre un colchón. Era una de aquellas cosas que había olvidado, porque siempre procuraba mantenerme lejos de las casas, puntos alrededor de los cuales era más sencillo encontrarse con gente que mataba a quien se cruzase en su camino, simplemente porque estabas allí y quizás descubriesen algo útil que robar, o criaturas que seguían el calor y se dirigían hacia cualquier tipo de estructura que pudiese albergar vida.

Por eso me había pensado tanto quedarme en la caravana, pero un atormenta bien merecía el riesgo y más tarde reconocería que había descansado como hacía tiempo que no lo conseguía, al sentirme segura y para variar, caliente bajo la manta.

Pero de nuevo mi olfato me avisó de que algo era diferente.

Esta vez lo hizo a través de un olor que casi no recordaba, algo que formaba parte de mi vida como la conocía antes y que no tenía nada que ver con la que llevaba ahora, y con la comodidad y seguridad que ofrecía el disponer de una casa.

Así que después de unos pocos segundos en los que mi cerebro se permitió disfrutar de aquel estímulo, no solo por lo que era sino sobre todo por lo que significaba, ese breve recuerdo de una vida mejor, me incorporé con violencia, agarré la ballesta y apunté hacia el resto de la caravana.

Alguien había entrado mientras dormía, lo cual decía muy poco acerca de mi capacidad para asegurar el lugar y despertarme ante la primera señal de peligro. Era la última vez que me confiaba. Una cafetera humeaba sobre el pequeño hornillo de gas, lo que significaba que quien quiera que fuese, estaba todavía allí, y efectivamente, cuando la puerta del cuarto de baño se abrió, salió un hombre con gesto tranquilo.

El muchacho, porque era aproximadamente de mi misma edad, se dirigió hacia la cafetera con parsimonia, mientras hablando.

-¿Qué yo perdí sangre? ¿Y eso por qué? La última vez que lo comprobé no estaba herida. ¿Quién demonios eres y qué haces aquí? –le pregunté, enfurecida.

Pero ya me estaba respondiendo antes de que terminara de hablar.

-Vale, “Hermano Dean”, pero eso no responde al resto de mis preguntas, así que desembucha, si no quieres que te ensarte, con café o sin él.

No había oído hablar nunca de algo como aquella orden, pero si quería cazar criaturas o capturar caracoles, me importaba muy poco. En aquellos momentos solo estaba preocupada por mi propia seguridad y muy fastidiada porque había permitido que aquél “Dean” las hubiese atravesado con tanta facilidad. Mientras esperaba que me dijese algo más, me revisé por encima, buscando alguna herida. Cuando me eché en la cama, no sabía que tuviese ninguna y eso era lo que más me molestaba.

-Si tardas demasiado en responderme puede que se me canse la mano y la ballesta se dispare “accidentalmente”, así que será mejor que te des prisa. Si crees que levantarte después de dormir tres horas es duro, espera a recibir un flechazo.

Y esperé, a ver qué me decía y cómo se desarrollaba, aunque al menos debía reconocerle que aquel café olía mejor que cualquier otro que hubiese olido nunca.

Cargando editor
16/01/2021, 16:08
Dean

- ¡Cielo santo! Que mal despertar.- murmuro el hombre como si no le importara lo mas mínimo que su vida fuera amenazada. Dejo que vieras como llenaba dos tazas con el mismo liquido de la cafetera, para que no pensaras que iba a ponerte nada raro y tomo asiento en uno de los sillones junto a tu cama. Alargo la mano ofreciéndote una taza con gesto amistoso.

- Entiendo el sobresalto al verme invadiendo vuestro sacrosanto hogar, permitidme que os cuente lo sucedido, creo que ello dará respuesta a sus preguntas.- dijo dando un sorbo a su café para después dejar la taza sobre la mesa.- Siento no tener leche o azúcar pero si gustáis creo que me queda un trozo de bizcocho que preparo la hermana Alice. No estará tan tierno como recién hecho pero...- Se dio cuenta de que divagaba y necesitabas respuestas de modo que fue al grano sin mas preámbulos.

- Veréis, viajaba junto a tres hermanos de la misma orden buscando unos peligrosos engendros de Satán, demonios bebedores de sangre, vampiros.- especifico ya que había humanos que nunca se cruzaron con uno y aun pensaban que eran un mito pese a que ya no hacían por esconderse.- En cierto punto las bestias infernales se separaron para tratar de confundirnos, mis hermanos tomaron caminos distintos al mío en su persecución mientras que el rastro del que yo seguí se adentraba en estos bosques.- dijo tomando otro sorbo de café.

Noto que algo lo molestaba y con total tranquilada saco con una mano la pistola de la trasera de su pantalón y la dejo sobre la mesa para estar mas cómodo.- Me avergüenza decir que me perdí, mas es cierto como que vive Dios que así fue. Camine hasta el alba sin encontrar rastro así que ore a nuestro señor por una señal y me escucho. Llegada la noche encontré un conejo muerto, desangrado. Sin duda una muestra de que estaba en el buen camino.. y ciertamente empapado.- añadió con cierto tono de broma blanca.

- Vi como su inicua forma se colaba a través de la ventana, pobremente sellada con una simple manta.- Dijo y se apresuro a añadir.- Sin animo de ofenderla.

Se termino el café, tomándose su tiempo como si no le preocuparan tus amenazas.- Cuando entre aquella bestia mordía su muñeca, bebiendo de ella con ansia. No sabría decirle cuanto tomo de usted antes de que una de mis balas diera misericordia aquella grimosa criatura. Por ese motivo decidí quedarme, mas viendo que el sol no la lastima sólo me quedaba concluir con mi deber moral de informarla de lo acontecido... Señoritra....- Dean hizo un silencio esperando que te presentaras.

Cargando editor
16/01/2021, 19:49
Francis Anne Quinn

Sí, tenía un mal despertar, sobre todo cuando me encontraba delante de un desconocido que había invadido mi refugio y me estaba diciendo que sangraba cuando antes no lo hacía. Por mucho café que me ofreciese, nada podía hacer que me confiara tanto como para bajar mi arma que una buena explicación.

-¡No lo sabes tú bien! –le dije a modo de respuesta, sin moverme un solo milímetro, a pesar de ofrecerme la taza de café.

Demonios, qué bien huele ese café.

-Tic, tac. El tiempo corre y la mano se me cansa –le dije, para que viese que no estaba dispuesta a claudicar tan pronto y por tan poco.

Cuando empezó a hablar, me llamó la atención la manera tan rimbombante que tenía de hacerlo, como si hubiese salido de una de aquellas películas ambientadas en la edad media. Una cosa era que fuese o dijese que era un “miembro de la hermandad” y otra muy distinta, que se comportara como si se hubiese desayunado un libro de Sir Walter Scott. Inconscientemente, incliné la cabeza hacia un lado. Cuando no entendía las cosas, solía hacer ese gesto.

Me pareció que su mente se perdía en consideraciones sin importancia, así que elevé un poco mas la ballesta y me acerqué unos centímetros a él, para que viera que me estaba impacientando, lo cual era bastante cierto. Tenía ganas de tomar aquel café y para eso, o bien le disparaba y acababa deprisa o bajaba el arma.

-La manta no estaba puesta para impedir la entrada de nadie; solo del agua –le repliqué, cada vez más irritada.

En ese momento me miré la muñeca, en donde vi, efectivamente, dos pequeñas marcas, señales de que un vampiro me había mordido sin que yo me diese cuenta. Eso todavía me enfureció más. Podía entender que él hubiese entrado sin que yo me diese cuenta, si estaba bajo los efectos del maldito anestésico que tienen esas criaturas en sus bocas. Lo sabía; lo había visto demasiado de cerca, para mi desgracia. Pero no cómo era posible que el vampiro se hubiese colado antes.

-No entiendo cómo pudo entrar sin que yo lo notara. Tenía la ballesta al lado –protesté en voz alta, antes de bajar el arma, bastante segura de que aquel hombre, si no decía la verdad, al menos no representaba una amenaza. La verdad es que estaba enfadada conmigo misma, no con él; fastidiada por haber tenido que depender de otro para sobrevivir, cuando no era esa mi máxima.

-Está bien. Te debo la vida. Muchas gracias, Hermano Dean –le dije. Guardé mi ballesta, me levanté, cogí la taza de café y me lo tomé de golpe. Estaba muy bueno, la verdad. No solo sabía rastrear vampiros y matarlos, sino también preparar un buen desayuno, eso tenía que concedérselo - Ahora, tengo que seguir mi camino.

Me aseguré de tener todo lo que había conseguido en aquel lugar; recogí la manta, la doblé de cualquier manera y la metí en mi mochila. A continuación, cogí el cuchillo y me volví hacia Dean.

Aquello me había demostrado, una vez más, que no podía descansar en un lugar en el que hubiese habido humanos y además, que tendría que proteger la zona con defensas antivampiros a partir de ese momento.

-Por cierto, haces un café estupendo –le dije, antes de abrir la puerta de la caravana para salir.

Cargando editor
16/01/2021, 20:52
Dean

Dean te miro con cierto asombro. 

Saliste de la caravana para notar un mareo que casi te deja en el suelo.

- Lo que me temía, esa sucia garrapata la dejo bastante débil.- Puntualizo remarcando lo evidente.- Si hubiera llegado unos minutos después la habría encontrado mas seca que el desierto.- comento.- Mas agradezca a Dios que me pusiera en su camino, yo tan sólo soy su humilde instrumento.

- ¿Me permite ayudarla?.- pregunto antes de hacer nada, ofreciendo su brazo para que te apoyaras en el galantemente.- Se sentirá mal durante un tiempo, no es conveniente que en este estado emprenda viaje si no quiere convertirse en presa de depredadores. 

Dean miro alrededor, supiste que seguía perdido, sin idea de como volver con los suyos.- ¿Que le parece si vuelve dentro un rato, le preparo algo de comer para reponer fuerzas y le cuento algo mas sobre los vampiros para que pueda evitar que la ataquen de nuevo?.- pregunto esperando tu decisión la cual aceptaría, no tenía intención de retenerte contra tu voluntad.

En ese momento te diste cuenta que el suelo estaba demasiado seco como para haber llovido toda la noche, las hojas de los árboles no tenían gotitas de agua, ni viste charcos. Esto te hizo pensar que tal vez hubieras dormido mucho mas de lo que pensaste.

Cargando editor
16/01/2021, 21:30
Francis Anne Quinn

No me esperaba sentirme tan débil. En cuanto puse el primer pie en el suelo, noté como todo me daba vuelas y lo único que impidió que me cayese fue que me apoyé con la suficiente rapidez como para sostenerme en la caravana.

Maldita sea.

A mi espalda, Dean no dudó en añadir su toque de sabiduría.

-Sí, sí, sí. Ya te lo agradecí antes. No es necesario que me recuerdes que he estado a punto de morir y que de no ser por ti, ahora mismo sería otro chupasangres.

A pesar de lo molesto que resultaba sentirme tan frágil y vulnerable, tuve que dejar que me ayudase y me condujese de nuevo al interior.

No estaba acostumbrada a eso y mucho menos a tener a alguien a mi lado en quien confiar mi vida, aunque era evidente que podía hacerlo. Pero no me gustaba sentirme así. Había aprendido a valerme por mí misma y no quería depender de otros… ni que otros dependiesen de mí, porque sabía lo que sucedía.

Todos morían.

-Está bien, llévame dentro. Supongo que aún no estoy lista para salir. Por cierto, ¿cuánto tiempo he dormido? ¿Qué hora es?

Me notaba confusa, además de fastidiada e insegura. Había estado a punto de morir y ahora necesitaba a aquel chalado para sobrevivir. ¿En qué me había convertido? ¿De qué me había servido todo el tiempo que había viajado y las precauciones que había aprendido a tener?

¿De nada?

-Lo primero que me tienes que decir es cómo mantenerlos fuera. ¿Pongo crucifijos? ¿Ajos? No es que suela encontrar muchos lugares como este para descansar pero la próxima vez, preferiría dormir algo más segura –le dije, mientras me dejaba llevar de vuelta a la cama, en donde me eché en cuanto pude.

Tenía nauseas y todavía sentía como si el mundo girase demasiado deprisa… o yo me hubiese quedado quieta en el centro del universo.

-También puedes decirme que es eso de la hermandad a la que perteneces. Nunca había oído hablar de ella, la verdad, y mira que he dado vueltas.

Mi malhumor era directamente proporcional a mi sensación de debilidad. Al sentirme completamente expuesta, no me apetecía relajarme, descansar, tomármelo con calma y aprender un poco más, sino que todo pasara y pudiera seguir mi camino. Ya procuraría no repetir mis errores, como por ejemplo, no entrar en una caravana sin poner trampas de alguna clase.

Pero me sentía tan débil que no era capaz de dar ni dos pasos así que debía reconocer que aquel loco muchacho tenía bastante razón y que a pesar de lo extraño que era, no solo no podía escoger sino que además, puede que fuese conveniente no hacerlo.

Así que me relajé un poco. Después de todo... me había salvado la vida y se preocupaba por mí. ¿Cuántas veces podría decir eso de alguien?

-Y mientras me lo cuentas todo, ¿por qué no me das un poco más de ese café? –le dije, moderando mi tono y sonriéndole por primera vez desde que nos habíamos conocido. Sabía que era capaz de eso y de más, pero era una parte de mí que ya no solía dejar libre. Pero bueno, en aquella ocasión, podía permitírmelo… por un rato al menos.

Cargando editor
16/01/2021, 23:52
Dean

- Bueno, no sé si es tan simple como alimentarse de un mortal para transmitir su maldición. Tenemos algunas teorías de como lo hacen para transformar almas puras del señor en demonios bebedores de sangre pero nada concluyente.- explico ayudándote a entrar. Te llevo de vuelta a la cama y se aparto para mirar en su mochila, la cual había dejado bajo el asiento, fuera de la vista.

Revolvió un poco su interior.- Creo que necesita algo más que un café. Lleva... veamos... unas 30 o 32 horas durmiendoDebo confesar que velar su descanso también contaba con el propósito de ofrecerle misericordia si veía peligrar su alma. Afortunadamente no fue necesario.- consulto su reloj de pulsera, una antigüedad de aquellos que funcionaban a cuerda.- Son las siete treinta.- dijo para después volver a revolver hasta sacar una bolsa hermética con pedazo de bizcocho con pedacitos de chocolate.

 Te ofreció la bolsa y se levanto para ir a por otra taza de café.- Bien, veamos, mantenerlos fuera es mas complicado ahora que en la edad media. Entonces había mas respeto por Dios y esas criaturas no se atrevían ha acercarse a los crucifijos, evitaban las iglesias... Ahora esas cosas solo funcionan con algunos, aquellos que aun conservan cierto temor al señor. - Lleno tu taza de nuevo y la dejo a tu alcance.

Los ajos tienen más de mito que otra cosa. Cerraduras robustas son una mejor solución, contraventanas para no permitirles ver el interior y tener un poco de agua bendita nunca esta de mas, aunque lo que verdaderamente los repele es la fé.- aseguro esperando que te rieras como la reacción mas común.- Llevo años peleando contra esas fieras y han tratado de matarme en infinidad de ocasiones pero rara vez alguna trato de morderme y al hacerlo, mi sangre quemo sus bocas impías, pues cristo reina en mi corazón y cuando eso sucede, la sangre se vuelve un veneno para los hijos del maligno.

Dean levanto las manos como si se rindiera.- No trato de convencerla para que se convierta o se una a ninguna secta, sólo la informo de una verdad que muy pocos conocen.

El hombre se tomo un momento para explicarte el resto- La Orden de San Leopoldo es una especie de sociedad secreta. Nació en la edad media, casi en paralelo con la inquisición y su cometido era luchar contra los demonios, las criaturas sobrenaturales y los engendros que escapan por las agrietadas puertas del infierno. En origen fue una orden católica más el mal hundió sus garras en el vaticano y oficialmente fuimos repudiados por nuestra santa madre, la iglesia. - dijo con un profundo pesar para después proseguir.- No obstante la orden contaba la gracia del señor y se mantuvo en secreto, pasando como una divina obligación de padres a hijos... Aunque en ocasiones es Dios quien guía a sus hijos hasta nosotros, escogiendo a sus guerreros en la eterna lucha entre el bien y el mal.

 

Cargando editor
17/01/2021, 09:41
Francis Anne Quinn

Me fastidiaba bastante su manera de hablar, pero estaba claro que allí donde se hubiese educado, le habrían dado una buena cantidad de libros de la época medieval y ahora resultaría poco menos que imposible cambiarlo. Era más que evidente, que tendría que aguantarme con ello.

Al saber que había dormido tanto tiempo, me sobresalté. Treinta horas era mucho tiempo; mi cuerpo habría debido sufrir más daño de lo que yo podía sentir, si había necesitado todo eso para poder recuperarse. Todavía sorprendida, ni siquiera me di cuenta de que introducía su mano en su bolsa para sacar un pedazo de bizcocho y que yo lo cogía y me lo llevaba a la boca, automáticamente.

Pero sí que desperté de mi breve letargo cuando lo probé. Con todo lo bueno que estaba el café, con el bizcocho sucedía todo lo contrario. Puse gesto de asco pero terminé de masticarlo y tragármelo, porque si había dormido durante tantas horas, necesitaba comer para recuperarme. Hasta ahí, llegaba.

-Entiendo. Entonces nada de crucifijos y nada de ajos. Cerraduras –repetí, mientras luchaba porque el último de los trozos del bizcocho lograse bajar por la garganta.

Pero estaba atendiendo a todas y cada una de sus palabras. Por eso sabía que aquello de lo que estaba hablando, no iba conmigo. Quizás el Hermano Dean fuese un ingenuo, lo que no quitaba que no me hubiese salvado la vida, al creer en Dios. Yo, por mi parte, no podía dejarme llevar por ese concepto. La idea de que existían demonios en la tierra era algo bien sencillo. Los había humanos… como mi padre, o no humanos, como los vampiros o los zombies, y quizás los segundos proviniesen de los primeros. Pero creer en la existencia de un Dios benefactor no iba conmigo. ¿Dónde estaba cuando la humanidad se perdía, la gente moría y los gritos de terror era todo lo que podía oír por las noches?

No, Dios no existía. Y de hacerlo, había abandonado el vecindario hacía un montón de tiempo.

-Si es la fé lo que los detiene, prefiero quedarme con las cerraduras, Dean; lo siento. He visto demasiado sufrimiento para creer en la existencia de Dios. De hecho, si empezara a hacerlo, tendría que matarlo por abandonarnos a nuestra suerte y mostrarse completamente indiferente a lo que estamos pasando. Así que será mejor que no me lo encuentre en mi camino.

No deseaba contrariar a Dean o hacerle dudar de sus creencias. Simplemente, no iban conmigo en absoluto. Cuando mi madre, mi abuela y Claire desaparecieron ante mis ojos, él no apareció en ningún momento, y eso era algo que tenía marcado a fuego en la memoria. Sí, sería mucho mejor que no me encontrara frente a frente con él.

Mientras sentía todo aquello, empezó a explicarme un galimatías sobre la hermandad a la que pertenecía. Todo eso me parecía muy bien, y me alegraba por él, pero desde luego, no tenía nada que ver conmigo.

-Dean. De veras que te agradezco todo lo que haces. Me alegro mucho que estés aquí y que exista gente como tú ayudando a otros. Pero para mí no serás nunca otra cosa que un buen hombre que me ha salvado la vida y que se deja llevar por sus propias ideas. Las mías son bien diferentes. No importa demasiado que se pierda una vida más o menos en este cochino mundo. Nadie me echaría de menos si no volviese a caminar sobre la tierra, y al igual que yo, muchos otros. Soy insignificante, y me da igual. Lo único que quiero es sobrevivir el tiempo que pueda, nada más. Lo que me has dicho está muy bien, pero no me sirve demasiado. Para detener a los vampiros hace falta tener una fé que yo nunca tendré, tal y como te he dicho, y cerraduras, que jamás podré usar porque no vivo en un lugar fijo. Pero bueno, gracias, y desde luego... deberías sentirte orgullos de ser… ese guerrero de Dios para luchar contra el mal, además de por hacer un buen café… aunque el bizcocho deja mucho que desear. Díselo a la hermana Alice cuando la veas. Debería mejorar un poco la receta.

Cargando editor
17/01/2021, 11:33
Dean

Dean escucho tus argumentos y asintió.- Tienes fé en las cerraduras, por algo se empieza.- dijo dando aquello por un comienzo razonable.

Saco de su bolsa un revolver y se puso a cargarlo delante de ti.- Dios nos dio el don mas hermoso, el libre albedrió. Es su derecho creer o no y yo estaría atentando contra ese bendito don si tratara de convencerla de que Dios la ama, independientemente de cuanto reniegue de él. Tan sólo permita que le explique que hace mucho tiempo que el control de este mundo le fue arrebatado, los hombres dejaron de adorar a su creador y sin saberlo dieron su veneración a las cosas materiales, a los demonios de la corrupción, abrazaron los vicios más despreciables e hicieron de sus cultos un sucio negocio...- dijo negando con la cabeza como si reprobara esas conductas.- El hombre se perdió en promesas vacías de felicidad y de placer pero Dios nunca abandono al hombre. Él esta en algún lugar gritando a sus hijos sordos que los ama.

Dean sonrió como una disculpa por soltarte su rollo y cambio de tema mientras te entregaba el revolver.- Una bala en la cabeza detiene a los vampiros. Cualquier otra herida pueden sanarla con rapidez. Si dispara una vez y no les ve convertir en polvo dispare de nuevo.-  aseguro explicándote cosas más practicas.

Saco una bala como las que había puesto en tu arma y te la mostro.

 

Estas balas llevan un pequeño recubrimiento de plata, lo que significa que también son efectivas contra los hombres lobo y están marcadas con una cruz y purificadas con agua bendita para herir a los demonios. Son balas especiales de la hermandad. Por desgracia no puedo ofrecerle mas, le ruego no las malgaste.- te pidió.

Bajo la cabeza como una disculpa por el bizcocho.- La hermana Alice tiene 93 años, la edad la ha hecho perder ciertas facultades, supongo pero al menos la alimentara hasta la hora de comer. Ayer puse una trampas para conejos, si Dios quiere habrá carne para el almuerzo.- Te explico.

Cargando editor
17/01/2021, 12:38
Francis Anne Quinn

Mi vida no había sido un lecho de rosas. Más bien, había yacido en lechos pero únicamente porque había valorado las opciones que tenía y sabía que debía aceptar determinados sacrificios. Durante el tiempo que pude, mantuve la idea de que podía proteger y ayudar a aquellas personas que de verdad me importaban, pero cuando descubrí que todo era inútil y que el infierno les alcanzaría, todo perdió su sentido. Cuidar solo de mí misma no era únicamente un ejercicio de supervivencia, sino la mejor manera que tenía de no volverme loca y mantener lo poco que me quedaba aún de humanidad, para lo que pudiera usarla en un futuro.

No podía en modo alguno albergar tanta confianza, fé, o como quisiera llamarlo Dean, en la salvación de la humanidad, porque no creía que la humanidad mereciese ser salvada ni que tuviese una oportunidad de restaurar aquello que había dejado escapar de entre los dedos.

Observaba a Dean como una versión idílica de mí misma que jamás alcanzaría, porque para eso había que olvidar todo lo que me había ocurrido, algo a lo que no estaba dispuesta. Pero al menos, le daría a él el beneficio de lo que todavía quedaba de la joven “Queennie”.

-Admiro su fé, su lealtad inquebrantable y su confianza en algo mejor, pero yo no solo no puedo permitirme ese lujo sino que no estoy preparada, ni creo que lo esté jamás. Por el momento, me conformo con encontrarme de vez en cuando a gente que me haga pensar que todavía existe algo bueno, pero eso no me hará cambiar de opinión y de repente ponerme a luchar por la salvación de la humanidad. No queda nada por salvar. Como especie, hace mucho tiempo que desaparecimos. Los demonios que persigue, mi querido Hermano Dean, no son peores que los humanos a los que intentas proteger porque estoy segura que no son más que versiones algo más retorcidas de ellos.

Sin esperarlo, me entregó un revolver que había cargado delante de mí. Asentí con la cabeza mientras sopesaba el arma. Era pesada, pero no tanto como esperaba. De todas maneras, prefería bastante más mi ballesta, mucho más sencilla y sobre todo, recargable siempre que tuviese tiempo para fabricar más flechas.

Su mano apareció delante de mis ojos para mostrarme una de las balas que había metido en el tambor. Tenía una cruz marcada y me empezó a explicar que no solo era eso, sino que también eran de plata y estaban bendecidas.

-Vaya, veo que cuando haces las cosas, las haces bien –le dije, mirándole sorprendida -. Claro. Lo usaré solo como último recurso.

Quizás el último recurso era utilizarla contra mí misma, cuando me viese asediada por media docena de aquellas criaturas o tan desesperada que supiese que me resultaba imposible huir. No le dije nada, pero era consciente, al igual que lo había sido siempre, desde que abandoné la ciudad, que mi tiempo estaba ya cumplido y que antes o después, mi hora llegaría, sin que pudiese hacer demasiado para poder impedirlo.

En lugar de eso, me guardé el revolver en el cinturón, para tenerlo a mano, y sonreí cuando habló de la hermana Alice.

Pero no duró demasiado aquel momento de relax. Había cosas más importantes que hacer, como por ejemplo, salir de allí. A pesar de mi debilidad, estaba convencida de que no era una buena idea quedarse en la caravana.

-No creo que debamos permanecer demasiado tiempo en el mismo lugar, Dean. Siempre he pensado que la mejor manera de mantenerme a salvo es moverme sin descanso. La prueba es que en cuanto he tenido un techo sobre mi cabeza, he estado a punto de morir. Deberíamos irnos y alejarnos de este lugar. Por otro lado, los vampiros, ¿son solitarios? Los que yo conozco –empecé a decirle, sintiendo un pinchazo en mi estómago al rememorarlo todo como si hubiese ocurrido ayer mismo -, atacan en grupos y si es así, sería mejor que salgamos de aquí lo más deprisa que podamos.

Cargando editor
17/01/2021, 16:34
Dean

Dean te miro y se encogió de hombros.- Los caminos del señor son inescrutables.- dijo por respuesta, sin que entendieras demasiado bien a que se refería.

- ¡Oh, vamos! Aun queda mucha gente buena por el mundo. Comprendo que las penurias de estos tiempos aciagos ensombrezcan su animo, no obstante la luz de Dios aun brilla en muchos corazones. No solo en entre mis hermanos, incluso en aquellos que desdeñan la idea de la existencia de una divinidad suprema. Gentes que ayudan a sus semejantes sin esperar nada a cambio, que entregan su corazón cada día tratando de lograr un futuro mejor, personas sencillas que son capaces de amar incondicionalmente habitan cada rincón de este hermoso planeta. Aun hay esperanza para la humanidad.- aseguro tan convencido de ello que parecía una certeza tan grande como que la tierra era redonda.. claro que siempre había alguien que la creía plana.

Dean ordeno su bolsa y se puso en pie cambiando de tema.- El plan es almorzar fuerte y alejarnos de aquí. No llegaremos lejos si se le doblan las piernas cada tres pasos.- argumento.- Es mas seguro que viajemos juntos, no sé donde va pero si Dios la puso en mi camino puede que sea una señal. Dios me manda señales constantemente ¿Sabe?.- te pregunto para añadir.- Sé lo que piensa, no es mi imaginación. Creo que El nos habla a todos pero no le escuchamos así que trata de ponernos pistas para ayudarnos... Si, sé que suena muy disparatado, incluso mis hermanos me son escépticos cuando les hablo de ello.- comentó.- Por cierto, no es necesario que me llame "hermano" no me molesta pero usted no pertenece a nuestra orden, que yo sepa y suena raro... es como si yo le llamara "mama".- comento.

Voy a ver si hay algo en las trampas y a llenar las cantimploras al rio.- dijo buscando una olla en los armarios. Estaba polvorienta pero le dio igual, podía lavarla.- Después hare de comer con lo que encuentre, usted puede descansar, si quiere.

Cargando editor
17/01/2021, 19:24
Francis Anne Quinn

La eterna frase que todos los creyentes lanzaban, resonó en mis oídos como el eco de otras tantas veces que la había escuchado en otras bocas, incluidos muchos que ya no estaban vivos para volver a decirlas.

Quizás mi manera de ver la vida no pudiera ser aceptada por gente como Dean, pero sí que sabía valorar a un luchador cuando lo veía, y él lo era, desde luego. Sabía que no iba a conseguir cambiarlo, ni tampoco lo pretendía, así que simplemente me encogí de hombros mientras terminaba mi café y el trozo de bizcocho pasado que me había dado. Eso era mucho mejor que tener hambre, y hablar con él, mucho más divertido que contar nubes.

-Hermano Dean, tú puedes seguir viendo el mundo como un niño, pero yo no puedo permitírmelo y me temo que he dado ya demasiados pasos hacia delante como para poder retroceder. Pero no te preocupes. Aprecio lo que has hecho por mí y lo que intentas. Es encomiable –le dije finalmente, dejando la taza vacía a un lado y sacudiéndome las migas.

Nada había cambiado en realidad; yo seguía deseando salir en cuanto pudiese y él parecía reacio a hacerlo antes de tiempo.

-No voy a ninguna parte en especial. Vengo del este y voy hacia el oeste, simplemente porque es un lugar diferente- Le aseguré, antes de que me dijese lo de las señales. Para él quizás fuese eso; para mí, era simple casualidad, la misma que podía hacer que una roca te cayese encima y te matase, solo que en este caso, no había sido una de las malas, sino de las buenas.

Todo era posible, puesto que no podía prever lo que me esperaba al otro lado del camino. Sí él decía que eran señales… pues muy bien. Seguramente, Dean se sentía feliz con aquella manera de ver las cosa. Yo, en cambio, solo deseaba verlas antes de que acabasen conmigo.

-Pues Herm… quiero decir, Dean. Yo no voy a pensar de manera escéptica. Simplemente, veo las cosas de otra manera. Pero sí tú dices que te habla, no seré yo quien te llame mentiroso.  Y por cierto, creo que al menos mereces saber mi nombre. Llámame Queenie.  Hace… mucho tiempo que nadie me llama así.

Apenas pude decirle esto, antes de dijese que iba a mirar las trampas y a coger agua. Desde luego, era trabajador, de eso no había duda. Tenía muchos aspectos positivos que para nada quedaban empañados por sus particulares creencias.

-No vuelvas a llamarme de usted o de lo contrario tendremos verdaderos problemas –le dije antes de que se fuera, intentando ponerme en pie para ver si en aquella ocasión, también me mareaba o de lo contrario, empezaba a encontrarme mejor. Me fastidiaba ser un lastre. Era quizás lo que más detestaba, después de haberme mostrado como alguien que no sabía ni protegerse en una maldita caravana vieja. Si no podía con aquello, desde luego no me debía quedar mucho tiempo de vida.

¡Valiente superviviente estaba hecha!

Cargando editor
17/01/2021, 20:32
Dean

- Como guste.- dijo en respuesta a tu petición de tuteo, pero le iba a costar.- Queenie.

Viste que Dean tenía grandes cualidades, la orientación no era una de ellas. Cuando mencionaste el oeste miro en dirección sur, dando el mensaje de que te necesitaba para no morir atrapado en un bosque del que no sabía salir solo.

Dejo despreocupadamente su mochila a tu alcance, llevan con el lo que quisiera que tuviera en los bolsillos y una olla vacía.

Al ponerte en pie notaste la falta de sangre, los mareos y la debilidad.

Dean tardo un rato en regresar. 

Le escuchaste hacer un fuego fuera y despellejar un conejo con un gran cuchillo de monte que no sabias donde llevaba guardado. Lo troceo y lo metió en agua para cocerlo. Añadió algunas hiervas silvestres y fue a lavarse antes entrar en la caravana con una cantimplora llena.- He estado revisando la zona, creo que nadie ha seguido nuestro rastro... por cierto... ¿Quien es Claire? La nombraste en sueños varias veces. 

Notas de juego

*Dime que quieres hacer en ese tiempo a solas, si quieres cotillear te narrare que encuentras.

Cargando editor
17/01/2021, 20:49
Francis Anne Quinn

Notas de juego

Pues registro su mochila, aunque solo sea por aburrimiento. ;)

Cargando editor
17/01/2021, 21:09
Francis Anne Quinn

Negué con la cabeza cuando vi que se equivocaba en cuanto a los puntos cardinales, pero es que tampoco podía pedirle que cumpliese mis expectativas, que por otra parte, tampoco eran tan específicas.

Por encima de todo, había valorado que me salvase y se preocupase por mí. Lo que hiciera con mi alma, de no haber podido superar la mordedura, me traía sin cuidado porque dudaba que supusiera alguna diferencia; no creía que fuese consciente del cambio. No sabía lo que pasaba cuando alguien se transformaba; siempre había pensado que mantenía los recuerdos y todo eso, pero que se trataba de una persona diferente y por eso no me importaba si al final, acababa conmigo.

No iba a sentirlo.

Cuando salió y vi que no me desmayaba, caminé unos pasos por el interior de la caravana y después, por simple curiosidad, miré en el interior de su mochila. No tardé demasiado, por lo que pasé la mayor parte del tiempo pendiente de su regreso. Finalmente, al ver que tardaba un poco, me decidí a salir, con la ballesta en la mano, a esperarle fuera, y me senté en la escalera de la caravana, disfrutando un poco del sol y del aire, que me permitió notar lo cargado que estaba allí dentro.

Volví a entrar de nuevo cuando me entró algo de frío y me tumbé en la cama un rato. Debí quedarme dormida porque cuando abrí los ojos, Dean había regresado y estaba fuera preparando la comida.

Salí a verle.

-Estupendo. Preferiría no tener problemas tan pronto –le dije, antes de que me soltase una pregunta que prefería no responder. Miré a Dean, no con odio, sino con un agotamiento y una tristeza extremas, lo que de verdad sentía, y me senté al lado del fuego.

-Alguien… que murió, y a quién quería –respondí con voz queda y casi más para mí que para él. Inconscientemente, me llevé una mano al pecho, en donde guardaba su foto, y alcé la vista para encontrarme con la de Dean -. Claire era mi pareja. Fue transformada por algún vampiro y cuando fui a verla a su casa, me la encontré alimentándose de un pobre muchacho en un callejón.  Corrí y corrí hasta llegar a mi casa y desde entonces… supongo que no he dejado de hacerlo.

No iba a llorar porque había perdido esa capacidad, pero no era necesario hacerlo para sentir que hubiese preferido morir aquel día a sobrevivirla. Tampoco mi abuela logró aguantar durante mucho tiempo, así que no me sirvió de mucho y ahora estaba claro que era mi turno. Ya no me quedaba nadie por perder.

No quería mostrarme así delante de nadie.

Si ya estaba débil debido a la mordedura, lo peor que podía ocurrirme era tener la cabeza en otra cosa, en el pasado, algo que no conducía a ninguna parte. El pasado estaba ya perdido para siempre. Si había decidido continuar era para al menos, ocuparme del presente y únicamente en mis sueños, recordar a Claire, tal y como era.

Cargando editor
17/01/2021, 23:33
Dean

La mochila estaba revuelta, viste unos calzoncillos, un par de calcetines recios... nada muy destacable. Un pequeño rosario de cuentas de plástico. Algunas balas normales y unas pocas como las que te había dado. Lo que te sorprendió es que guardara una muñeca de trapo en el fondo. 

 

- ¿Pareja?.- murmuro con asombro.- Oh, perdón... me sorprendió, no pareces... ya sabes... se te ve normal... quiero decir que eres normal aunque seas... ya sabes...- Dean estaba colorado y avergonzado. Carraspeo la garganta queriendo arreglarlo.- No es que yo tuviera intenciones raras... ni te juzgo, respeto el libre albedrio... osea...si Dios te hizo así ¿quien soy yo para cuestionarlo?

- Quiero decir que siento que perdieras así a una persona importante en tu vida.- Lo dijo de forma sincera.- Entiendo tu dolor, mi familia fue atacada por vampiros cuando yo era pequeño. Mataron a mi padre y mi madre quedo en un estado psicológico muy precario. La terminaron internando en un sanatorio mental por contar la verdad y yo termine en un orfanato católico. No sé que fue de mi hermana mayor, se la llevaron, rezo por que tuviera una muerte rápida e indolora. 

Dean se sentía un poco incomodo con todo aquello. No quería ponerse triste y sabía que metió la pata por reaccionar mal al conocer tu tendencia sexual.- Dejemos el tema... siento haberlo sacado... Comeremos en unos minutos ¿Tienes hambre?