Partida Rol por web

Un cubil de vampiros. ¿Significaba eso que todos los humanos estaban sometidos? La posible respuesta me dejó intranquila y con pocas o ningunas ganas de hacer la pregunta.

-Creo que lo prioritario ahora es alimentar al bebé, darle calor y conseguir que descanse. Pero aquí no estamos seguros, por lo que yo optaría al menos por acercarnos y ver con qué nos encontramos. De día no habrá vampiros y podremos comprobar si hay humanos o... cualquier otra cosa. 

Con el pequeño en brazos, empecé a mecerlo ligeramente, mientras tarareaba una pequeña nana que había escuchado de labios de mi abuela. No era gran cosa, pero al menos, esperaba que fuese lo suficiente para terminar de tranquilizar al bebé mientras preparaban su comida.

La situación era ya lo suficientemente complicada como para añadir aquel elemento inesperado, pero no quedaba otra que adaptarse a ella y continuar adelante. Una vez lo teníamos con nosotros y Dean se había arriesgado para rescatarlo, supongo que a ninguno se nos pasaría por la cabeza abandonarlo.

Pero a saber lo que tendríamos que pasar para llevarle a un lugar seguro.

Los pañales nos servirían por poco tiempo, así que miré a Sigrid. Dean no parecía más hábil con los bebés que con las mujeres. 

-Sigrid, ¿por qué no coges a Tommy mientras improviso unos pañales con algunas sábanas? Como dependamos únicamente de esos cuatro pañales, dudo mucho que aguantemos todo el camino, sobre todo en cuanto empiece a comer.

Había poca cosa en la bolsa, pero se le iluminaron los ojos como si hubiese encontrado un tesoro.

-Sí -respondió a Dean, entregándole el bote de leche en polvo y un biberón mientras ella cogía la ropa y un pañal-, se mezclan con agua. Seguro que en el bote pone la proporción. Y la fecha -le preocupaba cómo podía sentarle algo caducado a una criatura que acaba de nacer.

Saber que la Ciudad Roja era un cubil de vampiros hizo que mirase a Queenie. Esa información debió caerle como una losa, pensó. La chica trataba de poner distancia con ellos, pero el destino parecía empeñado en reunirlos una y otra vez. Se notaba que les conocía, porque Sigrid ni siquiera cayó en que durante el día esos seres descansaban. Aún así... -Es buena idea acercarse en horas de sol pero, aunque ellos no estén activos, ¿no tendrán vigilantes, gente que controle quién entra y quién sale? ¿Podremos movernos con cierta seguridad?

Dean habló de la distancia. -Entonces, son unos cien kilómetros si vamos a pie. ¿Pensáis que es mejor llevar al niño? También tenemos la posibilidad de dejarle al cuidado de la Orden de Dean e ir nosotros a buscar a su padre, ¿no es así? -preguntó al religioso. No le hacía gracia dejar a Tommy con gente que no conocía, pero el peligro de llevarle a la ciudad era considerable. 

Dejó que ambos valorasen las posibilidades, ya que ellos habían lidiado con vampiros y ella ni siquiera había visto uno. En la montaña Sigrid se manejaba muy bien, pero desconocía por completo como era ahora la vida en las ciudades.

Dean puso agua a calentar y Queenie le preguntó si podía sujetar al bebé mientras iba a hacerle unos pañales. -Claro que sí -respondió, cogiéndolo con seguridad y delicadeza. Queenie ya le había limpiado, así que Sigrid le colocó con suavidad sobre el sofá, le puso uno de sus diminutos pañales y le vistió. Luego le cogió nuevamente arropándole en sus brazos y comenzó a caminar lentamente, paseando por el salón. 

-Tommy Fonseca -sonrió al bebé mirando sus enormes ojos- pero qué carita más dulce tienes.

Dean se cruzo de brazos un momento mientras pensaba en voz alta.- No me gusta la idea de mandaros solas a una ciudad controlada por vampiros, aunque sea de día, seguro que tienen seguridad. No son tontos, se protegen bien cuando saben que no se pueden defender. Tampoco es fácil caminar con un bebé que tienes que parar cada 3 horas ha hacer un biberón o cambiarle el pañal. Lo mejor que se me ocurre es buscar ayuda en mi orden pero hasta mañana no vamos a saber si eso es posible.

Confiaremos en la voluntad de nuestro señor... al menos yo. Miro alrededor.- Se puede hacer algo parecido a una cuna con los cojines del sofá...Habrá que ir preparándonos para dormir.

Francis encontró unas sabanas blancas que poder cortar para hacer pañales mientras Dean leía las instrucciones. El bote estaba cerca de la fecha de caducidad pero aun valía.

 Tommy era un bebe con mucho cabello moreno, un angelito que enseguida se quedo dormido en los brazos Sigrid, sintiendo que ya estaba seguro, que alguien lo cargaba y cuidaba de él.

Pronto le dio hambre y protesto pidiendo alimento. Para entonces Dean ya había logrado descifrar como se hacía un biberón para un bebé y tenía uno preparado.

El niño lo bebió entero, echo los gasecitos y volvió a dormir como un bendito.

Dean lo miraba como si fuera de cristal y pudiera romperse en cualquier momento, de hecho prefería que lo cargarais vosotras por miedo a que se le cayera. 

- Algún día, cuando encuentre una esposa, pienso tener ocho o diez de estos.- dijo Dean deseando ser padre de familia numerosa. - Bueno señoritas, hora de dormir.- dijo estirando los brazos antes de acomodarse en su saco de dormir, dejando la cama para vosotras.

Para Dean, la posibilidad de dejar a aquel niño solo, aun sabiendo que podía ser una trampa, era inimaginable. De la misma manera, cuando comentó que no le gustaba que fuésemos a aquella ciudad llena de vampiros, le creí cuando dijo que no le gustaba mucho más.

-Dean. Desde que ese niño entró por esa puerta, pasó a ser nuestra responsabilidad. Yo desde luego no voy a dejarle solo y me da igual si tengo que detenerme tres o treinta veces. Si puedes hablar con tu orden, perfecto, pero si no, ya tiene quien cuide de él.

Al final, entre alimentarlo, cambiarle los pañales y preparar una cuna improvisada, lo cierto es que se fue bastante tiempo. No importaba. La adrenalina de lo que podía haber sucedido allí fuera de haberse tratado de una trampa, me mantendría en pie todavía unas pocas horas, incluso sin tomar más café.

Además, me resultaba agradable ver a un bebé, más que por lo que era, por su significado. Hacía tanto tiempo que no veía uno, que era como si hubiese regresado de nuevo la vida.

Pero no me engañaba. Los vampiros estaban por todas partes y además, nosotras nos dirigíamos de lleno hacia ellos, con lo que si alguna vez había creído que podía huir de un destino cruel, estaba claro para mí que había dejado de ser una posibilidad.

Cuando Tommy se durmió por fin, me preparé para acostarme. Sonreí en silencio ante el comentario de Dean, pensando en la vida tan sencilla que deseaba tener Dean, y que no distaba mucho de la que yo había imaginado para mí misma, aunque no fuese exactamente igual.

-Pues yo cuando encuentre esposa, me conformaré con poder estar mucho tiempo juntas bajo las sábanas -le dije, sabiendo que le escandalizaría -. Tranquilo, Dean; solo estoy intentando burlarme un poquito de ti. Descansa. Te lo has ganado.

Todos necesitábamos a alguien a nuestro lado que nos transmitiera aquella sensación de que valíamos más de lo que nos pensábamos, que éramos importantes y que nos querían, con nuestros errores y nuestras manías.

Yo había perdido a ese alguien y ahora, me encontraba en un desierto por el que caminaba sin saber si alguna vez encontraría un pozo del cual beber, aunque fuera un sorbo de cristalina agua.

-Se te dan bien los niños, Sigrid. ¿Tú también quieres tener ocho o diez niños cuando encuentres a alguien? -le pregunté, mientras me acostaba.

Dean no se planteaba ir a la Ciudad Roja, o eso le pareció entender a Sigrid. El hombre aplazó tomar una decisión hasta la mañana siguiente, cuando intentaría ponerse en contacto con su Orden.

Sigrid ladeó un poco la cabeza, disconforme ante la idea de acostar allí a Tommy.

-Sé que lo dice con buena intención, pero es peligroso que un bebé duerma en el sofá y también que tenga cojines cerca. Podría morir asfixiado. Dormirá en la cama -miró a Queenie sabiendo que lo cuidaría-, allí estará bien.

Dean explicó sus planes de futuro. ¡Hasta diez hijos quería tener! Cómo se notaba que no tenía que parirlos él.

-Gracias -sonrió a Queenie cuando le dijo que se le daban bien los niños. Luego le preguntó si compartía el sueño de Dean. -¿Noventa meses embarazada y diez partos y post partos? No, gracias. No voy a querer tanto a nadie -aseguró riendo.

Tommy se había quedado dormido en sus brazos. Pensaba pasearlo un poco más y cantarle, pero estaba rendido.

-Te acompaño a la habitación -le dijo a Queenie, que se había preparado para acostarse. Esperó a que el colchón estuviese cubierto por un saco de dormir abierto y entonces se acercó.

-Buenas noches -besó con suavidad la frente de Tommy y lo acostó con cuidado en el centro de la cama, dejando que Queenie se tumbase a su lado. -Buenas noches a ti también -se despidió de ella antes de regresar al salón.

Una vez allí buscaría el lugar idóneo para hacer guardia. Se sentaría en una silla, de modo que pudiese observar perfectamente la puerta y a Dean. Esperaba que no se sintiese observado. Y que no roncase demasiado, o vigilar iba a ser complicado.

Francis y Dean se durmieron mientras Sigrid hacía la primera guardia.

Te acomodaste en la cama, dentro de tu saco de dormir. El niño estaba a tu lado pero dormía como un bendito. Pronto el sueño te alcanzo.

Te viste en mitad de un bosque precioso, de cuento de hadas. Sabías de alguna forma que estabas soñado y aquello no era real.

- Hola, me llamo Didi.- pregunto una voz casi infantil a tu espalda. Al girarte viste una mujer adulta pero todo en ella era infantil. Su ropa rosa, sus gestos...- ¿Quieres jugar conmigo? Me amiga se a marchado y no la encuentro, puedo que este despierta y me aburro. 

- No tendría porque parirlos todos, me parece bien adoptar unos cuantos.- murmuro Dean en su propia defensa antes de quedarse dormido.

Lo malo no era que Dean roncara, era mas como una respiración un poco fuerte y no molestaba. El problema es que se movía y hablaba en sueños.

- No quiero más galletas hermana Alice....- murmuro dándose la vuelta, en el silenció de la noche y sobresaltándote de forma innecesaria.

Al girar la cabeza, por el rabillo del ojo te pareció ver una sombra dentro de la casa.

Al centrar la vista en ese punto no viste nada. Puede que fuera un efecto óptico, no había nadie allí, no se escucho ningún ruido. Las sartenes de fuera, colocadas como trampa no estaban sonando, ni se escucharon ventanas abrirse. La puerta estaba cerrada. Seguramente fuera una jugarreta de tu mente... o no....

Estaba tan cansada, que el sueño que alcanzó rápidamente y sin que apenas notase el cambio. La siguiente vez que fue consciente de que ocurría algo fue para encontrarme en aquel bosque que de ninguna manera podía ser real, pero que tampoco podía diferenciar de uno que lo fuese. Claro que lo más extraño fue la aparición de aquella niña... transformada en una mujer adulta. 

Su voz, su manera de vestir, su actitud, no correspondían con su apariencia. Era como si fueran dos personas diferentes en una sola. Lo que tampoco entendía era de dónde había venido. Habitualmente, en un sueño tomábamos aquello que conocíamos y lo retorcíamos para expresarnos, generando mensajes que en la mayoría de los casos, resultaban muy complicados de interpretar.

Pero aquel rostro me resultaba completamente desconocido.

-¿Te conozco? -le pregunté, mirándola con detenimiento -. ¿Quién es tu amiga? A lo mejor podemos hallarla juntas.

La chica negó con la cabeza.- No, no me conoces. Me llamo Diana pero todos me dicen Didy. Vivo en un pueblo que esta cerca de donde tu estas ahora. - Aseguro y luego resoplo.

- Mi amiga se llama Alex, me dijo que la buscara en mis sueños esta noche pero no debe haberse dormido todavía, o se ha despertado a hacer pipi.- dijo mirando al cielo como si fuera a caer cual lluvia en cualquier momento, pero no sucedió nada.... y me aburro.- añadió.

- ¿Tu como te llamas, que haces aquí?.- quiso saber sentándose en una silla que antes no estaba. Te diste cuenta que en aquel sueño extraño ella parecía controlarlo todo. 

Diana. Diddy. Repetí, como si mi mente intentara recordar aquellos nombres. Era extraño porque parecía todo demasiado vívido, y para nada, un sueño que dentro de unas horas ni siquiera recordaría.

Por otro lado, hablaba efectivamente como una niña pequeña y también como si aquel mundo, el de los sueños, fuese real para ella. Cuando se sentó en una silla que unos segundos antes no existía, me di cuenta de que era su sueño, no el mío.

Eso... me inquietó. No me sentía asustada, aunque quizás era para estarlo.

-Pues... yo me llamo Quennie. He tenido un día muy largo así que me he echado a dormir. Pero no me importa quedarme aquí para hacerte compañía mientras tanto, aunque no sabía que este sueño era solo tuyo y de tu amiga Alex. Tampoco quiero molestar. Dime Diddy, ¿qué edad tienes?

-Encantada Quennie, ¡Tienes un nombre muy bonito!.- declaro feliz. Viste que de la nada ahora llevaba un peluche de un unicornio rosa al que le apetecía abrazar.- Yo tengo 18 años, soy mayor pero la gente dice que no, que como me caí de muy alto cuando era pequeña mi mente es de niña siempre... te explico. supiste que esa forma de pensar de la gente la molestaba. Ella se sentía mayor pero se notaba ese retraso.- Bueno, no me caí sola, un hombre malo me tiro por la ventana. Era un militar malo que quería que todo el mundo fuera a vivir a un sitió. Mi mama no se fiaba de ellos y se la quisieron llevar a rastras y yo fui a defender a mi mama y PUMMMM me empujo muy fuerte y me tiro.- Explico moviendo los brazos de una forma muy teatral.

- Cuando me desperté solo quedaba mi abuelita en el pueblo y yo había dormido mucho porque se me salió mucho rojo de eso que tenemos en el cuerpo... pero ahora estoy bien.- declaro con una gran sonrisa.

La chica miro alrededor de nuevo.- Estamos en tu sueño pero como no soñabas con nada lo puse un poco bonito. Yo puedo controlar los sueños y meterme en los de la gente pero es un secreto.- dijo poniendo el dedo delante de los labios, pidiendo que se lo guardaras.

- Alex lo sabe, ella es mi amiga. - Añadió.- ¿Tu quieres ser mi amiga?

Sin duda alguna, Diddy era una chica con mucho ánimo, no solo joven mentalmente, sino de espíritu. Al explicarme su historia, entendí la causa y sonreí, como si me viese obligada a ello. ¿Quién no lo haría delante de una niña que veía el mundo como me estaba mostrando, con un bosque mágico y abrazando aquel peluche que de nuevo, como lo demás, había aparecido de la nada?

Sin embargo, su historia me dio bastante lástima, y supongo que debió notárseme en el rostro.

-Vaya, lo siento mucho, Diddy. Pero si te sirve de consuelo, creo que eres muy bonita y ahora mismo, no solo estás bien, sino que has hecho un sueño precioso. 

Una chica capaz de controlar los sueños... sonaba a fantasía, pero estaba allí, con ella, hablando y sintiendo que era completamente real.

-No te preocupes, no se lo contaré a nadie -le dije, bajando la voz hasta que se convirtió en un susurro.

Claro que seguía teniendo una pregunta en mi cabeza. Iba a hacérsela cuando Diddy se me adelantó con aquel clásico de cualquier niño.

-Eh, claro. Me encantaría ser tu amiga, soñar todos los días contigo y jugar juntas. Bueno, a lo mejor todos los días no, porque también tengo que descansar un poco. Verás, durante el día tengo que hacer muchas cosas y necesito estar fuerte. Pero no me importa pasar tiempo contigo. Pero... tengo una pregunta que hacerte. ¿Cómo sabías que yo no estaba soñando y cómo has conseguido que estemos juntas si no nos conocemos ni nos encontramos en el mismo lugar?

¿Y quién será esa Alex?

-También me gustaría conocer a tu amiga Alex. ¿Quién es? ¿Ella se encuentra bien?

-¡Gracias!.- dijo con una enorme sonrisa contenta por los halagos recibidos.- No te preocupes, soñar no cansa, te despiertas bien.- dijo la chica haciendo que ante vosotras apareciera una mesa con un preciosa preparada para una pequeña fiesta del té. 

Dos tacitas con té de cereza y bandejas de pasteles que solo podían verse en sueños. Notaste que la comida tenía olor y por la cara de felicidad al ver a la niña tomar un pastel con forma de unicornio, jurarías que también eran increiblemente deliciosos.

- Ven, toma el té conmigo.- dijo la niña invitándote.- Cuando me duermo veo como un pasillo largo... como una calle y cuando alguien sueña algo veo una luz. Me acerco y puedo ver que sueña, solo mirar, pero si quiero puedo entrar. Aprendí cuando era pequeña porque mi abuela no jugaba mucho conmigo y me aburría, así que jugaba en los sueños con la gente que estaba cerca.- Te explico.- Mi abuela dijo que eso era como un don y que si se lo decía a alguien volverían los militares malos y se me llevarían.-La niña, que ahora lucia guantes de hilo como toda una señorita tomo la tacita y dio un sorbo. -Por eso es un secreto.

Dejo la tacita y tomo otro pastel de la bandeja.- Con el tiempo puedo ver las luces de mas lejos, moverme por ellas, ir de una a otra... modificar cosas, crear pastelitos.... Hasta puedo juntar a dos personas en un mismo sueño. Es lo que hice con Alex. Ella buscaba al papá de su hijo, que se había perdido, así que yo lo encontré y los uní. En el sueño se dijeron donde estaban y ahora Alex ha ido a buscarlo.- Argumento como si fuera algo común y corriente.

La chica, que cada vez parecía una niña a tus ojos por su forma de actuar siguió hablando.- Ahora estoy en una casa con mas gente, hay un montón de niños, unos chicos mayores, un doctor, una vaca y hay pollitos también. Son todo supervivientes pero están tristes porque un amigo suyo se murió hace poco.

- Hans dice que estoy mas segura aquí que yo sola en el pueblo... porque mi abuelita se murió... y como Hans es mi amigo le hago caso pero me gustaría volver a mi casa, allí tengo mis muñecas y mis juguetes... y hay muchos gatitos por la calle.

No era muy complicado resultar agradable, porque el sueño también lo era y aquella Diddy estaba necesitada de compañía, como tantas otras chicas que habían acudido a mí en el pasado, aunque en diferentes circunstancias. No era lo mismo... y sí lo era. Yo no lo hacía por dinero y únicamente quería darle algo que mereciera la pena. Además, si me aseguraba que no cansaba... bueno, era un buen sueño después de todo.

Cogí el té y puse un poco de pastel que por arte de magia había hecho aparecer delante de nosotras, en un platito, y mientras lo tomaba, escuché atentamente sus explicaciones.

-Sí, la gente siempre intenta verle a las cosas la manera de sacar provecho. No diré que no ofrece posibilidades, pero a mí no me interesa nada. Lo que tú hiciste por Alex... es estupendo. Me alegra que pudieras ayudarles, Diddy. Eres muy buena.

Pero por lo que contaba, la realidad distaba mucho de ser un lugar perfecto. Era un lugar, desde luego, pero también tenía sus dosis de muertos y Diddy, al igual que casi todos, deseaba regresar a un pasado que ya no existía.

Lentamente, dejé la taza y el platito con el trozo de pastel encima de la mesa.

-Los sueños son preciosos, Diddy, pero la vida es difícil. Mientras tengas este don, podrás regresar a él cada noche, pero durante el día, tendrás que ser muy fuerte. Es lo que nos ocurre a todos. Nosotros hemos encontrado un bebé y pensamos dirigirnos a la ciudad roja o algo así, en donde podría estar su padre. Pero es peligroso porque hay... gente mala que hace daño a los demás. Será peligroso, pero no tenemos otra opción. A veces ayudamos porque es lo que mejor se nos da... como tú con Alex.

Sonrió ante el comentario de Dean, que no tardó en quedarse dormido. Aún así diez hijos eran muchos. El mundo era un lugar peligroso y sobrevivir no era tarea fácil. ¿Podría alimentar y proteger a todos ellos? En su Orden no debían pasar penurias, pensó. De hecho, Dean trajo macarrones y café. ¡Casi una década hacía que ella no había probado cosa igual! Bueno, el café todavía no lo había tomado y eso era porque el hombre la tenía bastante desconcertada y no sabía si podía confiar plenamente en él.

Esto era algo que no podía compartir con Queenie. Ella le tenía en un pedestal. Era natural, se sentía agradecida porque la había salvado, y la chica no era tan retorcida como ella. Para Francis, Dean le había salvado la vida. Para Sigrid, Dean la había salvado de un vampiro. Pero eso no excluía la posibilidad de que sencillamente, Queenie hubiese cambiado un cazador por otro.

Deseaba equivocarse. No le gustaba ser tan mal pensada, pero no lo podía remediar. Ahora le escuchaba hablar en sueños y parecía ser exactamente lo que parecía. Pero luego había detalles que la hacían dudar.

Con todos dormidos, Sigrid quiso acostumbrarse al sonido de la noche para percibir mejor cualquier anomalía. Cuando lo consiguió, pensó en hacer una tarea que le quedaba pendiente, y fue entonces cuando vio la sombra. Una fracción de segundo después, se había esfumado. Aquello era sumamente extraño. ¿Era real? ¿No lo era? Sigrid no era asustadiza por lo general, así que no tendía a imaginar cosas. Las opciones eran claras, y lo que había en juego también, así que entre despertar inútilmente a Dean o dejar en manos del azar la integridad de Tommy, decidió la primera opción.

Tenía un cuchillo en el cinto y en su mano derecha a Mjölnir. Escuchó atentamente y se levantó, caminando en dirección al sofá. No quería que el visitante, porque actuaría como si en efecto fuesen cuatro y no tres en la cabaña, se percatase de que lo había visto. Así que actuaba con cautela pero normalidad, sin hacer movimientos bruscos.

Se acercó a Dean sin dar la espalda a la sombra y le tocó un brazo con su mano libre. -Tranquilo Dean, solo es una pesadilla, Alice no está aquí -fingió tranquilizarle, pero en realidad trataba de despertarle, apretándole el brazo con fuerza y zarandeándole. Una noche con Sigrid y se le iban a quitar las ganas de casarse. Si el hombre se despertaba, intentaría hacerle entender con la mirada que algo no iba bien.

El intruso no había entrado por la puerta y tampoco escuchó abrirse ninguna ventana. Pero había todavía un acceso más. Se acercó a la chimenea, atenta y sin dar la espalda en ningún momento, y comprobó si había alguna huella en el polvo o la ceniza, algún arañazo, pisada o dibujo que delatase que alguien entró por allí. Esa era la tarea que tenía pendiente, poner más cacerolas y una silla bajo el conducto. Esperaba equivocarse, porque tampoco había escuchado ruido en el tejado, pero bajar la guardia era un error.

Independientemente del resultado, con sigilo y arma en mano, se dirigiría hacia la habitación donde dormían Queenie y Tommy.

- Gracias, intento ser buena con la gente como mi abuelita decía que tenía que hacer.- dijo la niña poniendo a su peluche en un asiento junto a ella.

- Sé que hay gente muy mala por el mundo. Me lo recuerdan siempre, pero también hay personas buenas como el doctor, Seth, Hans y Alex... Owem me da un poco de miedo y Hansel es divertido, siempre hace bromas pero no quieren que me quede sola con él...- la chica se encogió de hombros. Era algo que no entendía pero dejaba claro que el grupo con el que estaba no se fiaba de alguno de sus miembros.- Adler siempre esta enfadado, todo el rato... el busca a su mujer pero no la encuentra...- La chica te miro e hizo el mismo gesto poniendo el dedo sobre sus labios para pedirte que el guardaras otro secreto.- Sé que esta muerta. Se puso malita porque la mordió un zombie y el tuvo que dispararle pero le dejo un trauma muy grande y se le olvida que eso paso. El doctor y Alex dicen que es mejor no decir nada, que se tiene que curar despacio.

La niña con cuerpo de adulta puso los codos en la mesa y te miro fijamente.- El doctor dice que la ciudad de los vampiros no es un buen sitió, que es mejor no acercarse. Es peligroso... pero Alex ha ido allí a buscar a Charlie, con Erick y May, igual pueden ayudaros también a vosotros. ¡Nosotros también tenemos un bebé aqui!... No sabemos de quien es... se lo encontró Adler y se lo quedo. 

- Cinco minutos mas, mami.- dijo Dean al notar la presión de tu mano. Supiste que te había entendido y seguía tu juego, mas cuando su mano se movió bajo el saco de dormir, seguramente para tomar el arma que guardaba a su lado.

Caminaste en dirección al cuarto. 

Una brisa gélida paso por detrás de ti.

Movió tu pelo e hizo que se erizara tu espalda. No quedaba duda de que algo había entrado en la casa pero no te dio tiempo a reaccionar, algo cuyo aliento pudiste notar en tu cuello. El sonido de un disparo te sobresalto, algo a tu espalda se revolvió con un grito de dolor y odio.

Lo que fuera era demasiado rápido para ser visto, era un borrón, una sombra que se movía por la habitación mientras Dean trataba de apuntar a algo que se movía casi mas veloz de lo que era capaz de seguir.

La pequeña era consciente de todo lo que había a su alrededor. Si bien no llegaba a comprenderlo todo, sí que al menos, sabía que había monstruos y también que los demás, sus conocidos, expresaban diferentes clases de emociones.

Había mucho dolor en aquella niña, así que me acerqué un poco a ella, sin llegar a tocarla, pero al menos, intentando que se sintiese más protegida, si es que eso era posible. Su pequeño mundo era una bendición pero no podía sustituir a la vida real, puesto que en ella se encontraba su destino, y el de todos, ya fuese bueno o malo.

-Supongo que es peligroso. Pero tendremos que intentarlo. Y lo mismo nos encontramos con Alex, Erick y May, y todos nos podemos ayudar. Claro que si ellos han ido allí, vosotros no estaréis muy lejos, ¿verdad? A lo mejor... podemos ir a haceros una visita -comenté, sonriendo.

La idea de ir a la ciudad de los vampiros era poco atractiva, para mí desde luego, y ese bebé bien podía encontrar su destino en otro lugar, sobre todo porque ir con él suponía un problema. Si llegábamos hasta donde estaba Diddy, quizás también pudieran quedarse con él mientras buscábamos a su padre.

Quizás.

La chica empezó a dar palmaditas muy contenta con la idea de veros en el mundo real.- ¡Eso sería genial!.- exclamo y en un momento los platos y los pasteles desaparecieron para en su lugar ver un mapa de la región. La chica señalo donde estabas.- Tu estas dormida por aquí, en la casita de los guardias del bosque.- dijo señalando el mapa con un rotulador que también había salido de la nada. La ciudad esta como a... uff...4 o 5 horas en un coche...- dijo poniendo una X en otra parte del mapa. Justo sobre una ciudad a unos 500 kilómetros.. puede que algo más porque la carretera esta un poco mal y no se puede correr mucho.

Si sales del bosque, por aquí y vas por este camino de tierra... tienes que andar mucho rato, mas de una hora.- aviso mientras hacia un camino de pequeñas marcas sobre el mapa. En este sitio esta la cabaña del doctor Grant, que es donde estoy yo y los demás.

El nombre del doctor te recordó algo. Cuando el corona Z era un rumor lejano, el doctor Grant trato de avisar a la población de su peligrosidad y le tildaron de alarmista. Al ser el primero que comenzó a investigarlo, cuando todo se fue a la mierda, fue "llevado" por personal militar a unas instalaciones para encontrar una vacuna. Obviamente la vacuna no existía y pronto dejaron de llegar noticias, al menos fiables.

Viste que para terminar dibujo un sol con una gran sonrisa en la parte alta del mapa.

La niña se animo a pintar también una nube, de color rosa cuando se le ocurrió algo que hizo que dejara de colorear.- Puedo decir a Owem o a Connor que os busque y os traiga aquí.- dijo aun más feliz.- Owem tiene un coche muy chulo... igual se enfada si lo despierto ahora ¿Le digo que os recoja por la mañana, vale?