Partida Rol por web

No sin pérdidas por el camino, todos habíais conseguido vuestro objetivo y ahora los cuatro pergaminos se hayaban en manos de los Caballeros de Solamnia. Todos sabíais que haberlos conseguido significaba que la guerra estaría nivelada, que las posibilidades de que el bien derrotara a la oscuridad habían aumentado considerablemente.

Las noticias no es que fueran demasiado alentadoras. En el este, se habían comenzado a producir algunos ataques porparte de los dragones cromáticos, unidos ahora bajo un nuevo líder. Y como todos sabíais, un enemigo organizado siemprees un enemigo más temible. El nigromante que lo había organizado todo, que había logrado convencer a todas aquellas criaturas para que lucharan por un único fin, sería un rival muy peligroso y poderoso al que medirse, aunque por el momento, los ataques producidos habían conseguido repelerse y se conservaba una relativa paz en la mayor parte del continente. Lo que sabíais, era cuánto tiempo iba a conseguirse mantenerla.

Esta tarde, os habéis reunido en la capilla por un fin común: despedir a aquellos que se quedaron por el camino. Como es costumbre solámnica, los cuerpos serán quemados tras una adecuada despedida. El encargado de oficiar la ceremonia es el clérigo, Jonas Landur.

Vuestra única ausencia, es la del bardo, Parlan, que aunque sabéis que fue el primero en regresar con el pergamino, aún no lo habéis visto por la escuela.

Tras rezos en solámnico, intercalados por alguna palabras provenientes del código y la medida, las palabras de Landur suenan en un común más que claro ( y para algunos, hasta agradable, ya que por fin comprenden algo).

- Estos jóvenes, han dado su vida por tratar de salvar al mundo. Pedimos de corazón a Kiri-Jolith, que perdone sus malos actos, ya que dieron su vida por un bien común. Acógelos en tu seno, señor de la guerra, dios justo. Su recuerdo permanecerán en el corazón de aquellos que les conocimos.

En ese momento, el clérigo hace una seña y los cuerpos comienzan a ser sacados al jardín a manos de los Caballeros de la Corona. Sus cuerpos, reposan sobre unas camillas de madera cubiertos por una sábana blanca, simbolizando la pureza de la mismísima Mishakal.

A Glinthalas, el elfo arquero tan estirado, puede vérsele al lado de su compañera élfica, la bella Saradhas, con rostro ausente aunque su postura erguida confundiría a la mayoría de los observadores. Está compungido. Cualquiera de los que ya le conocen considerarán que un mínimo de expresión para él es una expresión clara para cualquier otro. Y ese es el caso. Está despidiendo la memoria de un compañero y "llorando" la amarga pérdida de un hombre de bien. Quién lo hubiera dicho hace sólo unas semanas...

Con el rostro frio como el puro marmol paseaba miradas fugaces por los presentes, con todo respeto y condolencia recordaba a los ausentes aunque no los conocia demasiado...todos habian perdido mucho pero esto no habia hecho mas que comenzar y deberian seguir luchando por la memoria de sus compañeros...

Las piras de vuestros antiguos compañeros, arden durante horas. La tarde va pasando, mientras los alumnos vienen y se van. La mayoría de lo profesores, incluyendo el director, el Señor Evans, han permanecido de pie y en silencio o rezando durante horas..

Las piras quedan encendidas en el jardín cuando os dirigís la mayoría al comedor. Esa noche no se escuchaba el bullicio habitual, la gente estaba baja de ánimos y a la vez estaba nerviosa, ya que en unas horas podrías ver si en realidad el trabajo que habías realizado daba sus frutos y podíais convocar a los dragones. De momento, el mismísimo Evans os había pedido vuestra presencia en el jardín tras la cena.

Tras recoger vuestras bandejas de comida, tanto vosotros cuatro como Saradhas os habéis sentado en la misma mesa del comedor.

-Me alegra el corazón verles de nuevo. Por lo visto todos los aquí presentes conseguimos la tarea que nos encomendaron. Y sin embargo no hay alegría en los corazones. Algo falla, ¿no creen? -dice cortante, en su estilo, el altivo elfo. Poco ha cambiado en él, pero se diría que se apoya más que nunca en la elfa con la que siempre se le solía ver. Probablemente las aventuras que han corrido juntos les han aproximado todavía más.

Las palabras de Glinthalas os hacen levantar la cabeza de la mesa, haciendoos salir de vuestro ensimismamiento, cuando veis como el joven Parlan, el bardo, se acerca a vuestra mesa con su bandeja en la mano.

Todavía ensimissmado en mis pensamientos, pues la ceremonia me ha afectado más de lo que imaginé a causa de los recuerdos de la muerte de Cat, y la culpa, punzante, parece revivida en mi interior, acosándome todo y su poca base para hacerlo, alzo mi mirada hacia el elfo, con el que compartí mi primera aventura en la escuela, y tristemente, profiero un ligero suspiro de asentimiento a sus palabras.

Cierto, Glinthalas, el precio de una guerra nunca es satisfactorio, siempre, aunque haya una victoria en ella, trae consigo pesar y tristeza. - comento, un instante después de que Parlan tome asiento en la mesa, al cual observo de reojo, interesado en lo que pueda decir, pues aunque no he llegado a conocerlo bien, su fama en la escuela ha crecido gracias a haber sido el primero en traer el pergamino.

 El semblante de Parlan también parece un tanto marchito, el viajecito después de entregar el pergamino le ayudó a mengua el pesarpor la muerte de sus compañeros, pero poco a poco el hambiente de pesar se va adueñando de nuevo en el joven nómada.

 - Saludos camaradas, me alegra ver rostros conocidos de nuevo. Lástima que sean tan pocos.- Hace una pausa antes de engullir sin apetito un trozo de pan.

 - Una gran verdad, las guerras distan bastante de las canciones épicas de los grandes bardos, estas pérdidas causan un gran vacío.- Mira de nuevo a sus compañeros.- Pero no podemos lamentar sin parar a nuestros compañeros fallecios, recodémosles y honrémosles luchando en la causa por la que murieron. Liberando de a sombra que se cierne sobre los pueblos libres.

 Tras engullir una uva.

  - Parece que las cosas se van viendo menos oscuras. Ya se ha unido a la causa el primero de los dragones dorados. Espero que con los pergaminos sean muchos más.

Levanto la vista del plato al escuchar que uno de los dragones se ha unido a la lucha, la escuela estaba consternada se respiraba el estado de duelo constante...poco a poco terminaba mi comida y no dejaba de pensar por un momento en ella...estaria bien? habra salido de la escuela...esperaba que no, necesitaba volver a verla sonreir...

Saradhas, que picoteaba en el plato sin demasiada hambre, levanta la cabeza al escuchar las palabras de Glinthalas y le mira, parece sorprendida, pero no le dice nada, tan sólo asiente. Aunque la cara de sorpresa no fue comparable a la que puso tras escuchar las palabras del bardo, ya que se quedó observándole con la boca abierta y tras sacudir la cabeza, consiguió articular palabra:

- Estás diciendo que tenemos un dragón dorado? Y de dónde ha salido?

 Parlan se sorpende ante la reacción de la muchacha que desconocia y compartía mesa con sus compañeros.

 - Pues el lugar exacto no te puedo decir cual es..., pero la profesora Arien Dash y yo lo encontramos unas cuevas azules, hoy mismo.- Una leve sonrisa afloró en el rostro del joven nómada.

-¿Y qué sabes de él... o ella? -pregunta el elfo, sus penetrantes ojos de color miel clavados en el bardo, prestando la máxima atención, como su compañera Saradhas. 

 Parlan mira los ojos de color miel del elfo.

- Pues no mucho, que es joven, pero aún así enorme. Que no había estado en contacto con nadie desde hacía mucho tiempo. Y que se llama Kand.- Dice antes de continuar con su comida.

 Tras unos pocos bocados comenta también.

 - Bueno  y que tiene una peculiar forma de divertirse.

La noticia de Parlan acerca del dragón, logra llamar la atención de todos los presentes, y yo, como el que más, no puedo evitar sorprenderme ante sus palabras, aunque rápidamente, y tras las explicaciones del bardo, muestro la primera sonrisa del día, una que sin duda está cargada de esperanza y no de pesar.

Kand... un dragon dorada que luchará a nuestro lado. Hemos de lograr que sean mucho los que se unan a nosotros, esperemos que los pergaminos funcionen.

Y dime Parlan, ¿Kand está aquí, en la escuela?

 El rostro de parlan se va iluminando poco a poco mientras asiente.

 - Llegamos hace unas horas, la dama Hímive nos recogió a la señorita Dash, Kand y a mí poco despues de anunciarle nuestro afortunado encuentros con el dragón dorado.- Hace una pausa mientras elige una manzana y la limpia en su manga.- Deben estar poniéndole al día.

-Nunca he visto un dragón dorado -y hasta hace muy poco de ningún otro tipo, piensa para sí- Querría verlo en su verdadera forma... -comenta de forma casi ensoñadora .

Mientras conversabáis ( algunos más que otros ya que extrañamente el pequeño gnomo se había mantenido en silencio cuando normalmente era el que solía hablar por todos ), un extraño barullo comenzó a entrar del exterior. Se oían voces y gritos de la gente, aunque no parecía que hubiera ningún problema, más bien parecía que hubiera algo inusual. La gran mayoría de losque estaban en el comedor, comenzaron a acercarse a los ventanales, a ver si podían ver qué es lo que estaba sucediendo.

Sali de mi ensimismamiento cuando escuche el alboroto del griterio que se producia en el comedor, me levante lentamente mirando a Splutch y recordando que habian mencionado la aparicion de un dragon dorado...ciertamente no me resultaba extraño...Veamos a ver de que se trata amigo... comento a mi compañero gnomo.

 Dando un sonro mordisco a la manzana, y tomando otra de su plato, el joven bardo se levanta y va en dirección al lugar del que proviene el alboroto.

Probablemente, dada su escasa estatura dado su escaso tamaño en comparación con los humanos que son mayoría en el comedor, Glinthalas tendría problemas para asomarse a una ventana. Pero su curiosidad y agilidad casi felina se conjugan para que éste se encarame como si de un simple paso se tratase a la mesa más cercana a la ventana en la que se agolpa el grupo de mirones. Es, ante todo, un buen arquero que sabe buscar los ángulos más favorables. Tras hacerlo y comprobar que el ángulo es bueno, se gira para extender la mano y ayudar a los que vienen detrás, presumiblemente la bella Saradhas... y puede que incluso algún otro.