Partida Rol por web

Railford, noche del primer Laboral al primer Próspero de Pharast

El túnel termina en una puerta de madera. Becher , tras ser depositado en el suelo por Valeros saca una llave del bolsillo y la abre dificultosamente. Apenas se tiene en pie y su rostro está pálido y sudoroso.

El inconfundible y fuerte olor al licor que allí se manofactura os indica que habéis llegado a la destileria de Becher.

Accedéis a una estancia. El moribundo enciende trabajósamente una lampara de aceite en la pared y os muestra una bodega húmeda y fría llena de barricas de vino y licor.

Unas escaleras suben a la planta baja. Becher os guía con el candil apoyándose en las paredes.

LLegáis a una gran sala donde Becher enciende más lámparas de aceite. Es un gran salón de madera y cimientos de piedra, de techos altos  y grandes barriles en las paredes. Allí es donde se dispensa el licor destilado.

Una escalerilla en una de las paredes , a dos metros de altura  permite acceder a los barriles más elevados.

En el otro lado, las grandes barricas a nivel del suelo tienen llaves para abrir y cerrar y servir el alcohol a los clientes.

Becher se acerca a una mesa con cajones frente a la entrada principal (el acceso por el oeste)  mientras susurra:

-Aquí tengo algo que quizá pueda seros de utilidad...

No le da tiempo a terminar la frase cuando se oye un griterío en la calle.

Os acercáis todos a las ventanas del oeste y veis que en la plaza del pueblo un grupo de hombres armados (casi diez) con antorchas (reconocéis a los hombres de Grald que encontrásteis en el camino) rodean a un gigantón barbudo de unos 50 años, de  largo pelo negro y entrecano . Tiene un buen tripón.

El grandote, imagináis que es Grald, se adelanta y grita alrededor:

-¡ Ésta es vuestra última oportunidad ! ¡ Rendíos si quereís vivir  y gozar de la misedicordia del heredero !-dice con actitud altiva y desafiante.

Los ciudadanos de Railford observan desde las ventanas de sus casas temerosos.

Parece que Grald tiene intención de arrasarlo todo y sus hombres sonríen ante la lucha que deseaban...

-No se si atenderán a cualquier opción que les demos que no sea violenta, pero se ha de probar. ¿Becher tienes los documentos que te acrediten como propietario para intentar hablar con esos salvajes?

- A ese debería pararlo alguien como sea, maese Becher dese prisa en buscar esos papeles.

-Athanasius, ¿Crees que seria Abta el ultimo que quedo?

Miro a Lathander con el ceño fruncido y de manera interrogativa mostrando que no se que me está preguntando. -¿A qué te refieres?- Pregunto con mala leche.

Valeros ayuda a Becher a buscar dónde quiera que lo esté haciendo mientras grita a sus compañeros:

¡Dejad de pelearos! ¡Salid a fuera y entretened a esos animales mientras encontramos los documentos que necesitamos!

- Muy bien, allá vamos.

-Vaya, Vaya, pero mi Señor Grald, no es mi menester el querer molestaros pero estas no son tierras del Emperador.

Becher deja el cajón a medio abrir cuando, tras oir la advertencia de Grald, se lanza a una de las ventanas , abriéndola y chillándole al capitán de los mercenarios con las pocas fuerzas que le quedan:

-¡ métete a tu heredero y a tu emperador por donde te quepan, jamás abandonaré las tierras que me perte...!-pero el esfuerzo es demasiado para el moribundo y no puede terminar la frase. La infección negruzca ya es visible por su cuello.

Su rostro se queda helado en una expresión de dolor, su  cuerpo se tambalea y cae pesadamente e inconsciente al suelo. Se agita convulsionándose ligeramente. Está muriendo.

El pequeño cofre cae a un lado golpeando el suelo de madera con un ruido seco.

¡Maldita sea, Becher! ¡Ahora no! Necesitamos abrir ese cofre o no habrá futuro para este pueblo.

Mientras dice esto Valeros se mueve frenéticamente de un lado a otro, buscando la llave.

Preparo mi ballesta y la dejo cargada en la destilería, luego salgo a apoyar a Lathander a mentner alejado a Grald y sus hombres mientras encontramos los documentos.

-Tenemos documentos que acreditan a su poseedor, Becher Railford, como antes lo fuese su padre, como dueño de estas tierras. Así que ya puedes volver por donde viniste y dejar de atosigar a estas gentes para que vivan en paz.

Mierda, mierda, mierda!

Marcell maldecia mientras buscaba un papel y pluma en el escritorio.

Con sangre fría Athanasius le dice a Grald que tienen en su poder los documentos.

El líder de los mercenarios se planta en jarras sonriendo ante el semielfo y mago:

-Vaya...por fin aparecen los valientes Pathfinders que engañaron a mis hombres y consiguieron entrar y salir del pueblo sin permiso.- Los hombres de la patrulla que encontrásteis en la entrada a Railford agachan la cabeza con gesto culpable.

-Supongo que estáis ayudando a Becher a salir del aprieto en que se encuentra debido a su situación ilegal en las tierras del Imperio. Mis informadores me contaron vuestra aparición ayer...

-Bueno, no pasa nada. Sobre esos documentos-se rasca la barba pensativo-si es cierto que Becher los ha encontrado, no se porqué no me los enseñó cuando se los pedí y decidió marcharse del pueblo sin mi autorización. A ésta situación nos ha llevado ese borracho con sus actos...

Parece relajarse.

-En fin, no tenemos intención de llegar a las armas. Os ofrezco una última oportunidad-dice con gesto franco.

No se que pretende o qué busca el Decemvirato en Railford, pero si os apartáis sin causar problemas,os doy mi palabra que negociaré con vosotros para satisfacer y mejorar cualquier acuerdo al que hayáis podido llegar con ese estúpido de Becher.

No se qué os ha prometido, pero debéis saber que le conozco hace mucho tiempo y no es más que un ex soldado medio loco y borracho que jamás se llevó bien con su padre. No deberíais prestarle el menor crédito. Dudo mucho que ese documento de propiedad esté puesto a nombre de Becher. Estoy seguro de que el pobre Iadon escondió hace tiempo los documentos para ponerlos a salvo de su hijo y sus estúpidos planes. Jamás se llevaron bien...

¡ Mirad en lo que ha convertido al pueblo su destilería...-abre los brazos señalando a su alrededor-un pueblucho de paso lleno de prostitutas, borrachos y ex-soldados traumatizados.

Sus hombres comienzan a reirse como hienas a su espalda.

Os señala y grita para que todo el pueblo lo oiga:

-Lo dicho, es mi última oferta. U os apartáis de mi camino ahora y os sometéis a la autoridad que me confiere el Príncipe Heredero o mis hombres acabarán con vosotros.

Su ultimatum y su oferta parecen sinceros...

Marcell y Valeros se estorban en su atropellada búsqueda por los cajones del escritorio.

El de Taldor consigue pergamino, pluma y tinta y con nerviosismo empieza a garabatear unas palabras sobre el lienzo.

Valeros busca entre muchos utensilios inútiles y encuentra una  bolsa de tela cerrada con cuerda que contiene dos pequeños viales de cristal. Uno contiene un líquido de color burdeos y otro de color verde esmeralda.

El luchador se lanza de rodillas a registrar los bolsillos de Becher y no encuentra nada.

El hombretón se agita entre espasmos y convulsiones,  inconsciente...

Maldición! 

Marcell dejo el papel a medio escribir y la pluma junto al hombreton y se puso a hacerle los primeros auxilios para evitar que muriese.

Valeros! Rápido, quizás alguna de esas pociones le sirva de algo!