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El Ocaso de los Dioses

El concilio de Naxos

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29/04/2010, 20:41
Director
Sólo para el director
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01/05/2010, 19:05
Director

El barco griego rompía con su punta las olas del cristalino mar. Un momento de calma para aquellos tiempos de guerra, sufrimiento y dolor. La guerra empezaba a nacer entre Persia y recientemente, Cartago, que había invadido la isla de Sicilia. ¿Y los dioses? Los dioses no estaban. No era algo nuevo. Tiempo ha que los dioses no han movido dedo alguno por los Griegos, incluso, complicaban mas la situación al poseer mujeres de las naciones importantes, volviendo locos a sus maridos y generales de Grecia en las puertas de una guerra.

Imagen externa a Comunidad Umbría

El viento soplaba constante y fresco, el olor a salitre envolvía el lugar, y el vayven del barco era como una cuna movida por la mano de una cariñosa madre.

En aquel navío se habían reunido gente de toda Grecia y más allá con un propocito secreto. Una misión prohibida.

Efreno, una mole de musculos griegos, quizá, el hombre mas fuerte de toda Grecia estaba justo delante, apoyado en el mastil, mirando a la isla a la que se aproximaban, pero su mente estaba en otra parte...recordaba el motivo que le había llevado allí. Recordaba a su esposa, la última vez que la vio, antes de partir a la batalla, su sonrisa, su diminuta mano acariciando su titánico brazo...y luego recordó el momento de su muerte, la ira que sintió y que ahora había vuelto a su corazón. El guerrero hizo una mueca de furia justo en el momento por el que a su lado, pasaba una mujer cubierta de pieles.

La extranjera hablaba griego, pero a penas si decía algo. Estaba siempre mirando al mar y tocando una flauta de curiosa melodía.

Nanna, que así se llamaba, siguió adelante y se sentó en la popa. En las tierras donde había nacido, no podía ver el agua del mar tan clara, tampoco el sol calentaba tanto, todo era blanco y cruel. Su curiosa historia solo era conocida por ella, y no era una mujer de muchas chanzas.

Al igual que el hombre que compartía territorio, o eso se decía entre los marinos, pero no era así, Nanna era de Sajonia, mientras que Bolverk era de la costa, de la tierra de grandes marinos, de costumbres guerreras. Había visto morir a su familia, sacrificados a esos oscuros dioses. Como Efreno, estaba allí por vengaza, aunque a diferencia de él, Bolverk  también buscaba su lugar. El mercenario extranjero se encontraba afilando su espada en la parte derecha del barco, con las piernas colgando del borde, sin abrir la boca.

Arkhania, Calíope y Adara, tres griegas de pura cepa se habían relaccionado facilmente, debido a la gracia de Calíope y el desparpajo de Arkhania, que supieron ganarse las palabras de Adara, que estaba bastante seria hasta entonces.

Otro hombre acompañaba al grupo, uno muy respetado por el resto de la tripulación: era un famoso curandero, la vida de ellos dependía de la destreza de ese hombre, a cuyo reclamo respondía como Melancton.

Él se encontraba en la parte inferior del barco, moliendo hierbas y mezclando grasa de los animales que él mismo había cazado pues, aparte de curandero, era un fiero cazador de animales fieros y se guardaba más de una historia de animales extraños que había hecho presa.

El hecho de que tan dispar grupo se unieran era todo un misterio. A la mayoría le fueron a buscar mensajeros Griegos, sin decir a que nación pertenecían con un mensaje misterioso. Atraído por ese mensaje, aceptaron tal invitación y se embarcaron en el Ocaso, el barco que ahora domaban por las aguas celestes.

Otros acudieron de tierras lejanas, como embajadores dudosos ante la famosa noticia:

Una poderosa nación del sureste había declarado la guerra a los dioses.

¿Sería verdad todo aquello? Eso pensaban los miembros de la tripulación pese a ser tan distintos.

El mensaje los había citado en una pequeña isla de nombre Naxos, la cual, ya empezaba a dibujarse no muy lejos.

Un viejo marinero, en cuyo rostro ya se dibujaban arrugas de muchos años de servicio, se apoyó en el mastil, al lado de Efreno y se llevó ambas manos a la boca.

-¡Estamos llegando a nuestro destino!

Comunicó a los tripulantes con voz rota.

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01/05/2010, 19:57
Director

El barco atracó en un puerto no muy abarrotado, sólo una docena de barcos aguardaban allí su nuevo viaje, pero las velas y los signos que estaban dibujadas en ellas eran desconcertantes: Esparta, Atenas, Olimpia y otras Polis de toda Grecia.

Se sabia que habian dejado sus rencillas para combatir a un enemigo mayor pero...¿tan juntos?

Uno de los mensajeros, vestido con toga, guió al grupo especial hasta la colina, subieron por un escarpada camino hasta llegar a un viejo portal de piedra.

Cuando ya llegaron a su destino, el sol empezaba a ocultarse en el horizonte.

Nanna, miró un largo rato aquellas extrañas edificaciones tan raras para ella. Arkhania se entusiasmó mas que el resto al ver aquel lugar.

Imagen externa a Comunidad Umbría

El resto a penas si se fijaron en ello, tenían cosas más importantes en las que fijarse, como por ejemplo, la mesa circular que había tras la edificación, en las que se sentaban varios hombres vestidos con togas blancas y rojas, algunos mas estilizados que otros. En el centro de la mesa de madera, ardia un cuenco de brasas para iluminar y calentar a los presentes.

Un hombre que hacía tiempo había entrado en la treintena por su aspecto, os miró desde la mesa, luego se puso en pie y sonrió, acercándose a vosotros.

-Bienvenidos a Naxos. Os esperabamos.

Con un movimiento con la mano invitó al grupo a sentarse.

-Por favor, sentaos, ponéos comodos bajo la mirada del Portara.

El hombre alzó aquella mano que os tendía hacia la edificación. Sabíais que era: Un templo que jamás acabó de construirse, la primera rebelión de los hombres contra los dioses que costó caro, pero que jamás dieron su brazo a torcer.

El hombre os acompañó a la mesa y luego se sentó. El resto de los que allí estaban os estudiaban con la mirada. Casi todos eran ancianos de los concilios de las polis, y otros eran embajadores, mucho más jovenes.

El hombre que os acompañó volvió a tomar la palabra.

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-Mi nombre es Ícaro, y ellos son embajadores, como yo.

Hizo una pausa para mojarse los labios en vino y siguió.

-Iré al grano: Hemos tenido noticias de la mayoría de vosotros, otros han venido a nosotros por las noticias que, supongo, habeis oido ya: Los dioses nos han dado de lado. Algunos piensan en dejar de rendirles culto, pero nosotros vamos más allá: Queremos vengarnos y destruirlos; según tengo entendido, vosotros habeis pasado muchas desdichas por la culpa de ellos.

Dejó correr un silencio molesto antes continuar.

-Queremos darles la oportunidad de vengaros, de hacerles pagar lo que han hecho y que les devuelvan el poder a los hombres en el momento en el que más lo necesitamos.

Varios hombres de la mesa se aclararon la garganta, algo nerviosos por aquellas palabras tan osadas del embajador.

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01/05/2010, 20:59
Nanna

Todo ese lugar le llamaba muchisimo la atención, era un mundo totalmente distinto al que vivía ella y por eso le resultaba tan atrayente y a la vez, le impresionaba y daba respeto.

Una vez llegaron al lugar de la reunión, se sentó en su asiento y escuchó lo que Ícaro les contó. Miró a su alrededor al escuchar el revuelo que se había formado por sus palabras. Conocía bien el griego, lo entendía, pero no era lo mismo que hablarlo.

Se recostó en su silla y con su acento fuerte, marcando bastante las "r" dijo.

- ¿Y qué serría lo que tendrríamos que hacerr??

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01/05/2010, 21:08
Ícaro

Ícaro miró a la Sajona y sonrió de lado, moviendo el dedo indice hacia ella.

-¿Has cazado alguna vez a un oso, forastera de las tierras frías?

Ícaro, un hombre bien formado en los concilios y una de esas personas que transforman las palabras en arte, se puso en pie y empezó a hablar para todos, en tono atrayente.

-Coges una lanza y vas a su guardia, cuando duerme y le clavas la lanza en lo más profundo de su pecho.

Explicó.

-Eso, basicamente es lo que hay que hacer.

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01/05/2010, 21:17
Efreno

Efreno nunca había sido una persona de grandes discursos, sino todo lo contrario: un hombre de frases breves que no dejasen mostrar de él más de lo que pretendía revelar. Había caminado junto con los demás viajeros de "El Ocaso" hasta la isla de Naxos sin preocuparse demasiado en trabar relación con ellos, aunque sabía que probablemente serían sus compañeros en breve.

En el lugar de la reunión, Efreno no se sentó por dos motivos: le incomodaba hacerlo en aquella situación, y además dudaba que la silla pudiese soportar su peso. Escuchó las palabras del embajador Ícaro y las de la mujer que había viajado con él en "El Ocaso", la llamada Nanna. Aunque no lo dijese por el respeto que en su infancia le habían enseñado a tener hacia los demás, dudaba mucho que aquella mujer fuese capaz siquiera de hacerle cosquillas a un dios.

Tras las últimas palabras de Ícaro, decidió hablar:

-A mí sólo me interesa una cuestión: matar dioses. Si básicamente lo que vamos a hacer es clavar lanzas en los pechos de esos arrogantes, id al grano y llevadnos hasta sus guaridas. Yo me encargaré del resto.

Notas de juego

Nanna, es sólo interpretación, no te lo tomes a mal =P xDDDDDDDDDDDDDD

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01/05/2010, 21:56
Bolverk

 Bolverk había subido al Ocaso en silencio. Como todos. Pero poco a poco fue haciendose un hueco, sobretodo con la tripulación. Los demás parecían pocos dados a hablar. Aunque no se lo reprochaba. No estaban allí para hacer amigos e irse a los bosques a cazar ninfas. Iba a correr sangre. Y Bolverk podía notar la tensión típica que precede la batalla. Tensión que acrecentó con la musica melodial de la piedra de amolar sobre el filo de su espada corta y su lanza. Nunca se separaba de su lanza ni de su escudo.

 En una primera vista, habia dado visto bueno a sus compañeros. Si luego sus habilidades merecían tanto como parecía sus aspectos. El gigante Efreno, casi tan grande como él, Melacton, sin duda necesitarán sus artes curativas, Nanna, Caliope, Arkhania y Adara. No desconfiaba de la sajona. Desde tiempo inmemoriales los sajones habían sido enemigos de su pueblo. Huscarles daneses enfrentaron sus hachas a guerreros sajones. Y guerreras. Tanto o más aguerridas que sus maridos, puesto que de ellas dependía la seguridad de sus aldeas cuando los hombres iban a la guerra. Y sobre las griegas, habia vivido allí lo suficiente, y visto lo suficiente como para respetar a una tribu de amazonas, o la sabiduria de las sacerdotisas.

 Bolverk descendió y, como Efreno, prefirió no tomar asiento. Apoyado en una columna, con el hoplos griego, redondo, apoyado en el suelo y su lanza al hombro, escuchaba las palabras que unos y otros se lanzaban. Cualquiera diría que asediarian una ciudad de hombres... por lo fácil que parecía aquello.

 - No gastes tu ímpetu con palabras, compañero. - Dijo a Efreno, el nórdico de pelo corto siempre con una sonrisa lobuna en el rostro. - No os olvideis de una cosa. No hablamos de hombres. Podemos hacerles sangrar. Pero su sangre nos costará cara. - eran dioses contra lo que iban a luchar... será mucho más costoso que si lucharan contra hombres. - En mi tierra... en el lejano norte... he visto ejércitos caer bajo las suelas escarchadas de los gigantes. Grandes héroes de los hombres empalados en las cuevas de jotums y gigantes. Y los mismos gigantes, ser como hormigas ante el poder de un Dios. Tal vez nuestro solo acero no sea suficiente, amigo. - De nuevo a Efreno. - Nuestra mejor arma es el conocimiento. Debemos conocer los puntos débiles de nuestros enemigos para saber dónde hacerles daño. Un héroe de vuestra tierra cubrió de pieles de corderos a sus hombres para colarlos en la guarida de un gigante. Y en mi tierra un dardo de muérdago logró arrancar la vida a un Dios. - Buscó con la mirada a sacerdotes y sacerdotisas. - Aquellos que saben de dioses. Aquellos que les conocen. Ellos nos brindarán la oportunidad de asestarles la lanzada que precederá a su caida.

 Bolverk quería ganar. Bolverk quería hacer temblar al mismisimo Thor. Quería que incluso sus rayos temblaran ante el avance del guerrero. Por ello era paciente. Porque no se lanzaría, como un loco, contra un enemigo que puede llegar a superarlo. Sería como si un berserker se lanza, en solitario, como un muro de escudos huscarles. Un suicidio. Y Bolverk no busca morir, sino matar.

 - Solo hay... un pequeño cambio, Ícaro. Los dioses... Los dioses nunca duermen. Y la piel de un dios no es tan blanda como la de un oso.

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01/05/2010, 22:37
Ícaro

Ícaro escuchó a los hombres hablar desde su lado de la mesa, anduvo despacio hacia su sitio, pero no se sentó, tomó la copa de vino y bebió un trago para refrescarse la garganta y para darle tiempo a pensar.

Sin embargo, otro hombre se le adelantó....

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01/05/2010, 22:39
Evander

Un hombre bastante fornido, de porte varonil pero bello tomó la palabra de forma efusiva, tomó su copa de vino y la derramó por el suelo.

-No sabemos siquiera que los dioses puedan morir, a pesar de que tus dioses paganos si lo hagan.

Dijo el presentado como Evander, lanzando un dardo al nordico.

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01/05/2010, 22:40
Dorieo

Otro hombre fornido, de poblada barba y sin nisiquiera tunica, entró en la conversación como un animal astado, dando un golpe en la mesa con el puño. Sin duda...ese era el espartano.

-!Los olimpios se esconden bajo las piedras, Evander!

Insultó con voz grave.

-Los dioses pueden morir. Lo he visto. Un hombre mató un dios. Un espartano.

Hubo una fuerte discución a raiz de las palabras de Dorieo entre los que estaban sentados.

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01/05/2010, 22:45
Efreno

Efreno rápidamente se interesó por la revelación del espartano que acababa de tomar parte en la discusión. Le fue difícil ocultar su ímpetu, prueba de ello que las palabras que dijo a continuación sonaron apresuradas e incluso temblorosas, presas de la emoción.

-¿Es cierto eso, espartano? ¿Quién fue el hombre que dio muerte a un dios? ¡Deseo conocerle!-dijo en un tono bastante imperativo, olvidando de pronto sus modales.

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01/05/2010, 23:35
Arkhania

Arkhania dejó de beber de su copa tras escuchar al último hombre hablar. Se levantó, miró sin expresión alguna a todos y a cada una de las personas que allí se encontraban y acto seguido dijo:

-¿Qué os pensáis que son los dioses? ¿animales? ¿animales a los que podemos dar caza? Los dioses son mucho más que eso, tienen muchísimo poder y sé que si los subestimamos serán ellos quien nos den caza a nosotros.- Cerró los ojos dándose unos segundos para pensar y continuar su discurso. -Si bien es cierto que son poderosos, también es verdad que necesitan de nuestras pregarias y nuestra confianza para ser más fuertes. Ahora que nuestra gente está revelándose contra ellos y que muchas otras personas dejan de orarles, están más débiles que nunca, y, ahora es cuando debemos encontrar el momento exacto para acabar con ellos. Nosotros somos su debilidad, y ellos lo saben-. Miró nuevamente a todos y volvió a sentarse.

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01/05/2010, 23:41
Bolverk

 - ¡No quieras hacer de esto una trifulca que acabe con la muerte de buenos hombres! Dioses paganos dices... ¡¿Acaso no son tus dioses los que se esconden en sus templos y palacios olimpicos?! - Alza la voz, mirando como un león apunto de saltar hacia su presa al tar Evander. - ¡Que hemos venido a hacer aqui! ¡¿Acaso hemos venido a insultarnos?! ¿O hemos venido a luchar? - Dice dirigiendose al resto. Deja la lanza y el escudo apoyados en la columna. - ¿Hemos venido a combatir? ¿O acaso hemos venido a defender a los mismos dioses que nos sangran y nos ven sangrar, pidiendo luego su reconocimiento? Dime... po... politico. - Una palabra de origen claramente griego, desconocida en su tierra natal. - ¿Acaso defiendes a tus dioses sembrando la discordia entre nosotros? No solo los griegos tienen coraje. Veo corazones sajones, veo corazones venidos de las heladas tundras del norte. ¡Palabras como las tuyas sólo sembraran la discordia! Ten clara una cosa. Si llamas a la sangre, al final tendrás sangre y tus palabras provocarán una hecatombe entre estos buenos hombres. Antes de eso... ¡yo mismo te arrancaré la lengua!

 Bolverk no defendía a sus dioses, aunque ciertamente el charlatán le toco en su orgullo. Pero habiendo gentes tan dispares, de tantas culturas y lugares diferentes, las palabras de Evander sólo provocarán conflictos. Conflictos que les debilitarán y les harán débiles contra los mismos dioses. Finalmente su mirada se posó en la mujer que acababa de hablar, y que viajó en el mismo barco que ellos.

 - Ella tiene razón. ¡No debemos subestimar a los dioses! Si caminamos con pies de acero ¡Podremos vencerlos!

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01/05/2010, 23:54
Evander

Evander se levantó de su asiento y dio un golpe en la mesa con ambas manos.

-¿¿Como te atreves a hablarme así, bárbaro?? ¡Si por mi fuera te habría dado de comer a las alimañas de donde viniste!

Clamó, mirándolo. Luego miró a Arkhania.

-En eso te doy la razón, no son animales, y son poderosos.

Su boca se torció con una sonrisa afilada, cual serpiente.

-Pero si mal no recuerdo, eres una bruja, ¿¿De donde recibes tu poder?? ¿¿eres el ojo de los dioses aqui??

Inquirió, como una mordida cuyos colmillos están ponzoñosos.

 

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01/05/2010, 23:58
Ícaro

El politico se intentó alzar sobre los otros pero le fue imposible, lo que había dicho Evander había dado mucho que hablar en el consejo, había realmente mucho temor en que los dioses escucharan aquellas conversaciones que hablaban de rebelión.

-¡Orden, llamo al orden!

Intentó. Pero por fin, intervino el último miembro que no había intervenido hasta ahora....

Notas de juego

Sigue el mensaje

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01/05/2010, 23:59
Bolverk

- Jajajajajajajajaja - La carcajada de Bolverk tronó clara y férrea entre todos los presentes. - ¡No os dais cuenta! Por suerte nosotros los... bárbaros... tenemos un dios ladino y mentiroso como tú. ¡¿Acaso no veis que éste... amago de hombre... intenta ponenos en contra a los unos con los otros?! - El hombre tomó la lanza y con la parte de abajo golpeo el suelo. - ¿Quien es ojo de dioses? ¡¿Acaso tú eres la boca de los divinos?! ¿¡Acaso no eres el único que los defiende?! Dinos a todos... ¿Acaso te prometieron la inmortalidad? ¿O eres demasiado cobarde para emprender esta gesta? - Así con fuerza y determinación su lanza. - En mi tierra encadenamos al Dios Mentiroso a una roca, y gota a gota le cae en la frente el mismo veneno que su lengua segrega. ¿Acaso no eres demasiado cobarde como para probar con tu acero tus palabras? - Prefiriendo retarle a un combate singular, un duelo, antes de que siga emponzoñando a los presentes.

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02/05/2010, 00:00
Aeneas

El anciano, que a penas se había movido de su sitio habló suave, con la voz debil sin embargo, los jovenes acallaron sus voces a la par, debido al respeto que le veneraban.

-Yo creo...que los dioses no están débiles...en estos dias sombríos, ignoran nuestras plegarias, desconozco la razón de eso, pero los dioses son mas poderosos que nunca si ignoran nuestras plegarias cuando, como bien dijo la mujer, dependen de ellas.

Habló entrecortadamente.

-...Admiro el coraje de los presentes, hijos e hijas de Grecia, heroes de otras naciones, y el extranjero que hemos acogido como nuestro...

El anciano alzó una mano temblorosa hacia Bolverk, aclamando su ayuda para incorporarse.

-...Así como la mujer tiene razón, él también la tiene, la razón de que haya convocado hoy este concilio no es debatir ni arrojar fango sobre ellos, tal vez sea la última esperanza....Espartano, concede al guerrero hijo de Creta tu información...

Pidió amable con su voz apagada y débil.

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02/05/2010, 00:13
Bolverk

 En silencio, aunque sin dejar de mirar, como un león en celo que mira a su contrincante, a Evander, Bolverk prestó su brazo para ayudar a levantarse al anciano. Y con énfasis asintió a sus palabras. En todas las culturas, en todos los lugares, si veneran a los ancianos es porque su vida es una fuente repleta de vivencias y sabidurías.

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02/05/2010, 00:07
Dorieo

El espartano escuchó en silencio al anciano y luego sonrió levemente por la osadía del bárbaro, si algo apreciaban los espartanos era la valentía.

-Si bien ardo en deseos de ver morder el polvo a Evander contra el extranjero, voy a obedecer al anciano, el cual tiene más sabiduría que todos nosotros juntos.

Dorieo se acercó al gigante Efreno y apoyó su mano en su hombro.

-No tengo el don de la palabra como mi homólogo Ateniense, pero os contaré la historia de Ardas. Un guerrero espartano que se perdió cuando su barco se hundió en medio de las batallas con los persas. Ardas llegó a los confines del mundo y derrotó a Hefesto de una lanzada y arrancó con sus manos las cabezas de Cerbero. Luego desapareció.

Dorieo se golpeó el pecho.

-¡Y no era mas alto que yo o que tu! ¡No era mas poderoso que el extranjero! ¡No era mas lista que Arkhania! ¡Ni tan diestro con el arco como el cazador! Era un hombre, un hombre como tu y yo.