Partida Rol por web

El Oddissey: Terror en la nieve

Christine y Alan: La Isla de Hielo y Fuego

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10/04/2011, 18:38
Alan

Sabía que una vez aterrizaramos la capital Islandesa volveríamos al principio y los pronósticos deberían de estar a nuestro favor. Nuevo hogar, nuevo trabajo, nueva gente, nueva comida, y nuevas experiencias. Si algo habíamos conseguido, había sido esforzándonos juntos, luchando por cualquier cosa y sobrepasando todos los obstáculos que se interponían en nuestro camino.

Había que aceptar aquel dinero. Nos permitiría incluso abrir un pequeño negocio para empezar a tener buenos ingresos y que nuestra economía fuera subiendo hasta poder cumplir ese sueño de ver a un par de críos correteando por la orilla de una playa. Pero lo más importante era la mujer que sostenía en mis brazos. Sin duda mi chica tenía esa rama que caracterízan a las mujeres como luchadoras, serias, con ese toque simpático y atrevidas. En definitiva una combinación que hacían la mujer perfecta.

-Sólo estaremos nosotros dos, cariño. Juntos descubriremos que está pasando con ese barco, ¿sí? Será divertido.-

El tiempo diría cuál sería la mejor solución con ese dinero. Pero de momento teníamos unas maletas que preparar por delante si no queríamos perder el vuelo hacia Reikabik. Como ella yo también pensé que habría un montón de cosas por hacer con los 15.000 dólares pero ya habría tiempo para eso. Le dí un beso antes de que contestar al teléfono, esperé a que descolgara y la naturalidad con la que contestó fue tal, que me sacó una pequeña sonrisa verla de tan buen humor. Susurré su nombre para que se girase y me viese como le hacían indicaciones con las manos de que me iba para la ducha.

Me deshice de la camiseta, y me metí en el cuarto de baño sin cerrar la puerta del todo.

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10/04/2011, 18:39
Cartero

Cuando descuelgas el teléfono, al otro lado se escuchan unas misteriosas interferencias que te obliga a repetir de nuevo tus mismas palabras hasta que al final escuchas una voz que reconoces. No estás del todo segura en un principio, pero con forme va avanzando la conversación no tiene la más mínima duda de que es el mismo hombre que os visitó hace varias noches.

-¿Srta. Bale? No sé se acordará de mí. Ha pasado tanto tiempo, ¿verdad? Se ríe entre dientes. Silverstone, Meredith Silvertsone tiene problemas de fiebre y no va a poder asistir a la oficina como había acordado con su... marido. Dice al fin con atrevimiento, pero sin importarle lo más mínimo si sois pareja de boda o no.

Bien, es inútil que le haga la pregunta de si está Vd. en su casa porque acaba de descolgar el teléfono. Pero sería tan amable de recibirme en su puerta dentro de unos... ¿cinco minutos? Tengo una carta para Alan y Vd.-

Antes de finalizar la conversación, el hombre añade que se encuentra en la cábina de debajo de vuestra casa que en menos de cinco minutos se presentará ante la puerta. Tras ello corta la llamada.

Dirías que no han pasado ni cingo segundos, cuando de pronto, en el momento en el que dudabas entre ir a cambiarte o entrar a ver como llevaba la ducha Alan, escuchas el timbre de la puerta de casa. Al menos de que conozca el método de teletranportarse, ese cartero debe de ser muy rápido.

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10/04/2011, 18:50
Christine Turner

Escuché las interferencias del otro lado, dudando de si se tratraba de algún tipo de broma macabra o si sería que nos habían localizado. Creía que ya me estaba volviendo tan o más paranoia que Alan, pero entones se escuchó una voz al otro lado del teléfono. Era ese misterioso cartero, podía reconocer su voz al otro lado de la línea- Eeh...- no me daba tiempo a cortarle, puesto que su velocidad hablando era superior a la mía. ¿Habían quedado Meredith y Alan? No estaba informada de todo y menos ahora que mi chico se había ido a la ducha.

Miré de un lado a otro, viendo que todo estaba desorganizado. A decir verdad, preferiría que no nos molestaran a esas horas. Bueno... si...- entonces se cortó la línea, con rapidez. ¿Qué clase de persona no esperaba una contestación? Eso era muy, muy desagradable.

Decidí que lo mejor, entonces, sería ir a cambiarme de ropa, para estar presentable. Ya estaba empezando a molestarme levemente, pero yo intentaba tener paciencia, la suficiente como para no decir miles de insultos en alemán. Antes de llegar a la puerta del dormitorio, escuché que la de casa sonaba. Me asusté, puesto que era imposible que el hombre hubiera llegado tan rápido. Maldita sea... ¿cómo ha llegado tan pronto? No, no puede ser él... ¿verdad?

Miré mis pintas: realmente no eran las más adecuadas para recibir a alguien, pero solamente debía entregarnos una carta. Y, además, con peores cosas había estado delante de desconocidos, era parte de la profesión. Observé por la mirilla unos instantes, para abrir posteriormente la puerta si se trataba del cartero.

-Buenos días.

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10/04/2011, 19:00
Cartero

La mirilla te muestra la línea de visión adecuada para descubrir que se trata del cartero. Va con las mismas ropas, un tanto elegantes, eso sí, que la misma misteriosa noche que lo vistes por primera vez. Echa un tufo ha perfume barato, pero tampoco quieres meterte en demasiados detalles sobre su higiene.

Sin duda, y como te podrías esperar, el hombre te analiza con la mirada de arriba abajo, levantando una de sus cejas al mismo tiempo que se retira el sombrero. Vuelve a cometer la misma mirada al interior de la casa, aquella que no te convenció lo más mínimo la primera vez que la viste. Se queda un tiempo molesto en tus pechos, obligándote casi a ocultartelos disimuladamente con tus brazos.

-Buenos días. Dice de manera respetuosa. ¿Se encuentra sóla en casa?

No espera una respuesta, tampoco parece importarle que Alan se encuentra en el interior. El hecho de que se escucha el agua chapoteando contra una bañera, es una inmediata respuesta para él. Coloca los brazos en jarra, mostrando sus caderas y dónde puedes apreciar un revólver guardado en su funda de cuero.

Con atrevimiento, y mientras te suben las pulsaciones el hombre de tez oscura da los pasos necesarios para ingresar en tu casa. Mientras lo va ojeando todo con la mirada, te va contando el motivo de su llegada. Meredith tenía que darles esto a ustedes esta mañana. Su mano extrae una carta considerablemente discreta y la deja sobre el sofá. Vaya, veo que ya se están preparando para marchar. ¿No va a invitarme a un café Srta.?

Cada vez te encuentras más incómoda, como si desearas decirle que se marchara de una vez. Pero al arma que percibes en todo momento te atrapa de manera a no ser tan desagradable con él, por lo que pudiera pasar. Pero esta vez, no estás sóla. Alan no queda muy lejos.

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10/04/2011, 19:14
Christine Turner

Lo recibí con una sonrisa de cordialidad, mientras que realmente deseaba decirle que no era un buen momento para la visita. Volvió a dedicar esa mirada de la primera vez, esa que juraría poder recordar durante el resto de mi vida, pero no hice nada. Al ver el arma, no pude evitar poner una cara mezcla de miedo y asombro... ¿qué hacía un cartero con un arma? ¿Y si era complice de...? No, no podía pensar en esas cosas, aunque ya no me vería capaz de echarle de casa, no si ese arma entraba en mi hogar.

El tiempo que dedicó a mirar mis pechos me puso nerviosa y extremadamente receptiva, a la vez que me hacía sentir aún más intimidada. Me crucé los brazos, intentando simular, al igual que carraspeé levemente. No, no estoy sola. Alan está terrminando de ducharse- mentí, pero era mejor hacerlo. No quería que pensara que estaba sola e indefensa, aunque realmente me sentía así ante un arma.

Vi como avanzaba por la casa, como si esta fuera suya. Estaba asustada y sentía la tentación de salir corriendo hasta el baño y encerrarme, pero debía ser fuerte. Yo lo había sido siempre, aunque asustadiza. Escuché sus palabras y cogí el sobre, todavía incómoda. Sentía sus ojos sobre mi cuerpo, lo que me impedía pensar con claridad- Señorrita Turner, Christine Turner- le sonreí, manteniendo las apariencias- Está bien, le serrviré un café... ¿con leche? ¿algo en especial?- comentaba, sin dejar de pensar en el arma. Quizá eso me hacía ser más amable de lo habitual con un extraño como él. Y dígame, ¿cuál es su nombrre? 

Me alejé del hombre para ir a la cocina, que quedaba al lado. Empecé a preparar el café para ese señor, aunque realmente deseara echarle del lugar. ¿Por qué tenía mala suerte hasta el último día que pensaba permanecer allí? 

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10/04/2011, 21:00
Cartero

-Es una placer Srta. Turner. Mantiene el sombrero entre sus dos manos mientras camina hacia la cocina, manteniendo unas distancias respetables. Mientras preparas el café, no sabes si debe de estar mirando tu silueta. En cualquier caso no dejas de sentirte observada. Piensas en cuánto le debe de quedar a Alan para que salga del baño, al menos eso te mantiene un poco alejada de las incómodas miradas del cartero. Muchas veces Alan ha salido de la ducha en cinco mintos, por lo que calculas que ya debe de estar enrollándose la toalla sobre la cintura.

Sólo, por favor. Es una bonita estancia. Antes vivía en este edificio, en la casa de al lado concretamente. Pero mi esposa murió y tuve que cambiar de acera. No me encontraba cómodo, en cambio aquí. Me recuerda aquellos años...

Él mismo reconoce con un gesto de cabeza que no debería de estar contando eso, agitándola como si no quisiera recordar aquello. Disculpe, mi nombre es Vlad, Vlad Brown para servirla.- De pronto la pequeña historia que te cuenta el misterioso hombre te trae de cabeza y empiezas a sentir pena por dentro. Cómo si te llegaran pequeños flashbacks de su pasado con esa historia. No entiendes el motivo, pero tus pasos desean acercarte a ese hombre, rozarle con tu cuerpo y hacerle olvidar todo aquello. La atracción por él es cada vez más fuerte, sientes un calor por dentro que te incita a quitarte la ropa para él. Aunque no lo hace sientes como sus dedos ansiosos aferran tu piel y su boca se acerca cada vez más, haciendo que quieras sentir el húmedo de sus labios.

-Ven conmigo... podría entregarte todo lo que quisieras. Joyas... Palacios enteros llenos de ellas si me lo pidieras, sólo tienes que acercarte a mí. Deseamé y te entregaré todo lo que has deseado...-

Una voz entrecortada, y que proviene de un origen desconocido susurra en tu cabeza cosas muy difíciles de rechazar...

Notas de juego

Haz una tirada de Resistencia Dif. 12

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10/04/2011, 21:42
Christine Turner

Su presencia me iba inomodando por momentos, pero tenía la idea de que Alan habría acabado ya de ducharse, que, seguramente, estaría poniéndose esa toalla que tan bien le quedaba. Me seguía sintiendo observada mientras preparaba el café. Era muy triste la historia que me contaba sobre él y su esposa, a la vez que me sorprendía el saber que ese hombre había vivido también en ese mismo edificio. Qué coincidencia, ¿no? -Vaya, lo lamento mucho, señorr Brown- le dije, sin mirarle. Casi que prefería pensar en que no estaba ahí, en que se había marchado y yo estaba haciendo ese café para nadie en particular.

Entonces todo cambió... ¿por qué imaginar que no estaba cuando realmente lo deseaba tanto? Debía de haber pasado mucho tiempo solo, deseando el tener a una mujer cerca. Esa podía ser yo, ¿no? Jamás me habían tachado de mala amante y estaba seguro de que le haría olvidar toda esa pena que llevaba dentro. Empezaba a sentir un calor que me llenaba por dentro, incluso llegaría a decir que era excitante. Sentía como sus manos me tocaban, se pegaban a mí, como si me recorrieran con una mezcla de dulzura y pasión... Quería sentir sus cálidos labios junto a los míos, fundirme en un beso apasionado.

¡Espera! ¿Qué ocurre, Chris? ¡Tu ya tieness a Alan! Perro es tan excitante... lo deseo... tengo que acerrcarme a él, decírselo...

De pronto escuché esa voz en mi cabeza, esa que me prometía todo lo que necesitaba y más. ¿Era Vlad? ¿estaba haciéndome eso? ¿cómo iba a poder meterse en mi cabeza? ¿sabía en lo que estaba pensando? ¿sabía las imágenes que tenía en mi cabeza sobre nosotros dos? Sus frases eran muy difíciles de rechazar, por no decir imposibles. ¿Quién no quería tener todo a su alcance? Me estaba costando cada vez más y más el no lanzarme a sus brazos, el dejarme llevar.

Aquella atracción era cada vez más y más difícil de rechazar. Quería girarme y entregarme a él, pasara lo que pasara. Suspiré, intentando tranquilizarme. Realmente... eso no estaba bien. ¿Por qué él? No me había gustado desde el principio, ¿por qué ahora? ¿por qué en ese momento? Me giré, para mirarle. La atracción que había sentido por él iba desapareciendo por momentos, debido a mis pensamientos racionales  y a que el amor que sentía por Alan era mucho más poderoso - o eso creía yo- como para caer en la tentación, pero, aunque al principio lo miraba con otros ojos, esta sensación se iba pasando y solo quedaba la incomodidad.

Ahora sí, deseaba que se fuera, que desapareciera del lugar. Desde luego, lo que me había ocurrido no era normal, no lo había deseado yo, había surgido sin más. Él debía de haberme hecho algo, o esa idea tenía en mi cabeza. Di un par de pasos hacia atrás, sabiendo que Brown podría notar en mi rostro el miedo que iba pasando por momentos, sumado a la incomodidad. A... al- carraspeé, puesto que mi voz sonaba confusa- Alan saldrá ya de la ducha. No quierro serr.. desagradable, perro tenemos mucho que hacerr y... a no serr que tenga mucho que contarrle a Alan... serría una buena idea que se marchara. Comprenda que no es...-dije, recordando el arma que llevaba encima- el mejorr momento parra una visita. Lo entiende, ¿verrdad?- me giré, para no seguir mirándolo. Cogí una taza y le serví el café, intentando controlar un pequeño temblor que me estaba dando en la mano.

- Tiradas (1)
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11/04/2011, 13:31
Alan

Cartero El cartero se encontraba en la misma posición, parecía imposible que un hombre como él pudiera ser el causante de aquellas voces que sonaban en tu cabeza, y más extraño todavía, después de sentir una cierta agonía por su presencia sintieras ese ardiente deseo de conquistarle, allí mismo en la cocina sin importarte de que Alan estaba a menos de cinco metros. No obstante, allí no había nadie más, por lo que casi todos los pronósticos apuntaban al hombre de tez oscura como culpable de esa pequeña pesadilla oscura a la que has conseguido sobreponerte. Frunce el ceño y te dedica una sonrisa amplia donde percibes unos dientes blancos y casi perfectos. Los incisivos, tanto los de inferiores como los superiores se muestran algo más puntiagudos que el resto.

-La entiendo señorita Turner, la entiendo. Imagino que tendrán muchas cosas que preparar todavía como Vd bien reconoce. Coge la taza de café y en ese momento Alan sale del cuarto de baño.


No tardé más que unos cinco minutos en salir de la ducha. Quizá un poco más, porque tuve que desprenderme de las gasas que cubrían aquella herida. Tras tirar todo lo desechable por el water, me pareció escuchar la voz de Christine al otro lado del baño. Y, la de un hombre que me resultaba curiosamente familiar. Me enrollé la toalla blanca sobre la cintura y con otra más pequeña me iba secando el pelo mientras caminaba descalzo hacia el salón. Me llevé una sorpresa al ver aquel hombre de nuevo. Traté de ser amable, no entendía del todo porque estaba dentro de nuestra casa, pero si Christine le había dejado pasar sería por algo importante. Al instante deducí que aquel cartero debió de ser la persona que llamó por teléfono.

-Vaya, es usted un especialista en visitas sorpresas, ¿eh? ¿Va todo bien? Una sonrisa agradable se fué apagando. Noté a mi chica algo incómoda y nerviosa. No entedía el motivo, pero tampoco era momento para descubrirlo hasta que aquel hombre negro no se marchase. Fuí hacia ella y pasé uno de mis brazos por su cintura. Creo que no es un buen momento para charlar, tenemos un montón de cosas por hacer y... Así que le pediré amablemente que se vaya, por favor.- Notaba constantes miradas de ese hombre sobre mi figura, quizá estaba pensando en que escondía tras esa toalla, no lo sé, pero mentiría si no reconociera que cuando cambió la vista hacia mis ojos me sentí un tanto atraído por él. La atracción duró el tiempo que se tarda en bajar la mirada al suelo. Durante ese corto recorrido con los ojos me dí cuenta del revólver medio oculto en su cintura. ¿Había amenazado a Christine? ¿Se había atrevido a ponerle la mano encima? Un torrente de preguntas viajaron veloces por mi mente. No quería peleas, no más peleas, no allí delante de Christine. Esperé a ver cual era la reacción de ese extraño hombre.


Cartero -Siento haberles molestado. Le he entragado a la Srta. Turner el dinero para cubrir gastos del viaje. Creo que también están las hojas del contrato con todas sus restricciones y esas cosas. De un sorbo apura el café, y dejá la taza en cualquier sitio mientras se dirige hacia la puerta. Qué tengan un buen viaje. Y cómo siempre digo, quizá volvamos a vernos.- Se coloca el sombrero y con pasos ligeros se va alejando de la puerta. Alan para asegurarse va hacia allí, asoma la cabeza por la puerta y hasta que el cartero no desaparece por el pasillo no vuelve sobre sus pasos. Una vez se ha asegurado cierra la puerta y mira a Christine con gesto de no entender motivo ni razón de que ha pasado aquí.

Notas de juego

Lo he hecho así para adelantar un poco, y que no hayan tantos post sueltos. Yo creo que si que tienes juego para postear, pero no sé. Si crees que la escena se ha quedado un poco cerrada para postear, me lo dices ¿ok?

¡Un besote! =)

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12/04/2011, 22:42
Christine Turner

El ver salir a Alan del baño hizo que me alegrara más de lo que lo había hecho en estos últimos días. La presencia del señor Brown en nuestra casa me incomodaba y más aún desde lo sucedido con esos extraños mensajes que habían aparecido en mi cabeza en forma de susurros. Quizá no hubiera sido él, pero... ¿quién más había en ese lugar? Alan, pero en la ducha, a varios metros de distancia. Era imposible: Quizá me estuviera volviendo loca después de ese incidente con los mafiosos, no lo tenía claro... o quizá realment estuviera pasando lo que parecía estar pasando, aunque fuera increíble. No, lo mejor era pensar en la primera opción: tenía demasiadas cosas encima, el viaje, la mudanza, los 15000 dólares... quizá eran demasiadas sensaciones seguidas y eso me habría desconcertado, pero... ¿por qué esa atracción, entonces? Tenía algunas preguntas a las que no podía responder.

Me quedé junto a Alan, notando cómo su mano se deslizaba por mi cintura. A decir verdad, eso era como un regalo del mismísimo cielo en esos momentos, el sentirme protegida por la persona a la que realmente quería - y por la única que debería sentir ciertos deseos, aunque durante los últimos minutos había dudado de eso- Sí... No te preocupess... el señorr Brown ya se iba, Alan- dije, intentando que fuera este más amable. Quizá Vlad fuera uno de esos locos a los que le daban ciertos prontos y si no eras amables con ellos podías ser su siguiente víctima. Sonreí forzosamente al hombre de piel oscura, esperando su reacción. Agarré la mano que Alan mantenía en mi cintura, para tranquilizame. Grracias por entregarrnos el sobre, no sé qué hubiérrramos hecho sin él- me reí unos instantes.

Aún notaba la tensión en el cuerpo cuando el hombre depositó la taza de café sobre la mesa y comenzó a andar hacia la salida. ¿Qué iba a hacer? ¿le iba a contar a Alan lo que había ocurrido? ¿y si se molestaba por ello? Quizá lo mejor sería callármelo, al menos hasta pasado un tiempo. Por desgracia - o por suerte- nunca había sido de esas personas que le ocultan algo a su pareja, o no algo tan extraño como eso. Cuando Vlad se fue suspiré, notando el ambiente menos cargado, más limpio.  Ha sido muy exstraña su visita, Alan. Busqué un asiento- Aparreció sin más, tan prronto como colgó el teléfono llegó a casa, ¿ssabes? Y luego...- a medida que decía cada palabra tenía la sensación de que era algo estúpido, aunque pensaba que no se enfadaría. ¿Lo haría yo, si él me contara lo mismo? Quizá tonteara un poco con la idea, pero lo creería- No sé qué passó exactamente... perro empecé a sentirrme rara, como si esscucharra voces...- me reí, negando con la cabeza- Ja, ja... sé que suena rarro, pero así fue... erra una voz que me prometía todo lo que deseaba... y me decía que me acerrcara a él. Crreo que me estoy volviendo loca... debe ser porr tantas emociones fuerrtes, ja?- le miré fijamente. Podía detectar por mi mirada que no le estaba mintiendo, que estaba segura de todas y cada una de las palabras que salían de mis labios- Fue como... un torrente de sensaciones que empecé a sentirr... perro se pasaron al poco tiempo, aunque fuerron muy intensas- por mi rostro se podía apreciar cierta preocupación, debido a lo que acababa de ocurrir. ¿Hasta qué punto mi cabeza estaría imaginando cosas? Bah... no me hagass caso... crreo que he tenido demasiadas cosas en la cabeza últimamente...

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13/04/2011, 20:32
Alan

-Buenas días a usted también dije más por educación que porque verdaderamente quisiera que se fuera sin dar más respuestas. Me quedé un rato con la carta en la mano, preguntándome si realmente el contenido sería lo que me prometió Meredtih, con la puerta abierta, sin saber como reaccionar. Fué la voz de de mi chica la que me sacó del ensimismamiento, tras lo cual cerré la puerta y asentí con énfasis, preparado para abrir la carta junto a ella.

Me senté a su lado, escuchando la presentación que tuvo aquel hombre de tez oscura. Al principio me pareció una historia divertida, como si estuviera tratando de meterme miedo por todas las veces que yo le he asustado a ella, como una especie de revancha. Pero con forme fué avanzando la conversación, bajando el tono de voz a susurros la miré a los ojos y supe que no había nada de mentiras ni de juegos tras aquellas palabras. Además no había motivo alguno para inventarse algo así. A decir verda no entendía el motivo de las voces en la cabeza de Christine, pero lo último que quería era verla asustada. Si se trataba de alguna fuerza paranormal, cosa que me parecía surrealista, nos enfrentaríamos juntos a ese nuevo bache. Por rídiculo que pudiera sonar. Recuerdas cuando te conté que de pequeño siempre me gustaba leer historias sobre vampiros, sobre seres oscuros.... Los encontraba divertidos porque eran los únicos libros que me hacían sentir varias experiencias distintas. Los vampiros solían tener poderes muy parecidos a lo que dices. Pero... no se que decir cariño. Es difícil imaginar que puedan existir... ¿Tú crees en ellos? Pregunté mientras alzaba su mentón con la ayuda de una de mis manos, para que me mirase a los ojos donde quería verla sonriente, con esa sonrisa tan simpática. Le dí un beso en la nariz de esos que ella me regalaba, y después un beso corto en los labios.

También lo he notado conmigo, aunque no lo de las voces... no le dí importancia porqué pensé que ese pijama tenía algo de culpa. Bromeé, aguantando la sonrisa. Tanto misterio no es bueno, deberíamos abrir esa carta. Dije ya con un tono de voz más habitual. Anteriormente ya me llamó la atención el desconocimiento de por qué requerían de nuestra colaboración. Un investigador que hacía tiempo había dejado el cargo, y de una fotógrafa que lo había dejado como algo secundario. No conocía muy bien a la persona que quería contratarnos y desconocía el motivo de porque ese extraño cartero se presentó de aquella manera ante mi chica. ¿Qué había detrás de todo aquello?

Juntos miramos el contenido de la carta. El interior guardaba los 1.000 dólares. Pero también había un extraño mapa marítimo donde se reflejaba el supuesto viaje que realizó el carguero y, por último varias hojas que configuraban un contrato de empleo donde se indicaba claramente en letra negrita que la WCI correría con todos los gastos pagados, alojamiento y manutención. El último párrafo simplemente indicaba que debían de ser firmados y enviados cuanto antes a la empresa por correo.

Pienso que deberíamos recoger lo que necesitamos y largarnos de aquí.-

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15/04/2011, 13:03
Director

La mañana pasó volando mientras preparabáis las maletas para viajar a la capital Islandesa. Cuando llegó el mediodía fuistéis al edificio WCI para obtener los últimos detalles. El edificio en sí era una enorme mole de hormigón armado y vigas de acero, de unos doce pisos en total y que contrastaba fuertemente con las antiguas mansiones coloniales que la rodeaban, dandole aún mas si cabe el aspecto de un monstruo abyecto que se cernía sobre la ciudad. Sobre la azotea del edificio un gran armazón de hierro sostenía las iniciales de la compañía, iluminadas desde abajo en un espectral efecto lumínico por tres pares de potentes focos. Una puerta rotatoria daba acceso al enorme hall, adoquinado en baldosas blancas y negras a semejanza de un escaque.

La Srta. Meredith, como bien os dijo el cartero, no se encontraba en su oficina, en su lugar había un hombre atractivo, de unos treinta años más o menos, -muy bien llevados- traje con corbata y los primeros botones de la camisa desabrochados. Les informó de que en la zona de recogida de equipajes les esperaría un hombre joven, un tal Erik. También informó de que si Christine conseguía varias fotos de la ciudad podrían llevarse una interesante prima. Silvertsone era una gran coleccionista de todo tipo de sitios interesantes de diferentes lugares del mundo y le ofreció ese pequeño extra a la pareja del investigor. Por último recalcó claramente a Alan -antes de marchar- que su primera parada una vez pisaran la capital debería ser buscar las oficinas portuarias, aunque con total libertad de acomodaros primero antes de empezar con el trabajo claro.

Un taxi, a cargo de la empresa os acercó al aeropuerto. Pasastéis el control con normalidad, la documentación, la tarjeta de embarque estaban en regla y las maletas facturadas por la propia empresa os sirvió para tener un camino más tranquilo hacia el avión. Tras unas horas, no excisavemente largas, por las ventanillas ya se podía apreciar los maravillosos Montes de Reikabik. Toda la ciudad se encontraba bajo un hermosa manta de nieve pura.

Un frío glaciar os recibío nada más bajar del avión. Ya en la zona de desembarco y recogida de equipajes encontrásteis a un hombre portando un cartel con el nombre de Alan & Christine bajo las siglas WCI.

Imagen externa a Comunidad Umbría

Notas de juego

¿Abres tú conversación? Ya me dirás. Pero cuidado con el rubito que muerde.

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16/04/2011, 14:17
Christine Turner

Las maletas se hicieron más rápido de lo que había pensado. Quizá era que no había demasiadas cosas que nos pertenecieran a Alan o a mí, que solamente eran de los antiguos dueños de esa casa. La mayor parte del tiempo pasó entre bromas y tirándonos ropa, pero siempre con cariño. Me encantaba poder jugar con él y divertirme, sin que todo fueran problemas o misterio.

Ya al mediodía fuimos al edificio WCI. La verdad es que tenía un aspecto algo tétrico, o eso me parecía a mí. Quizá es que tuviera la cabeza en otro lado, en tantas emociones como las que había estado pasando esta mañana. Presté un poco más de atención al ver a aquel hombre atractivo hablarme. Parecía llevar bien, muy bien la edad que tenía. La noticia de que podría recibir un extra no hizo más que alegrarme, puesto que estaba deseando tomar fotografías de nuestro nuevo destino. Sonreí ampliamente ante eso y la conversación, aunque corta, me pareció amena.

El viaje fue tranquilo. La verdad es que los aviones no me asustaban demasiado, por no decir que nada. Me sentía protegida con Alan y no creía que pudiéramos tener tan mala suerte después de todos los incidentes por los que habíamos pasado.  Tiempo después se pudo contemplar desde donde estábamos Reikiavik, nuestro próximo destino que se encontraba cubierto de una magnífica capa de nieve. Adoraba la nieve, me parecía... ¿romántica? Sí, eso sería. Además de que me hacía sentir como una cría cuando te dedicabas a hacer bola o a construir muñecos de nieve. Desde luego, este lugar tendría mucho que ofrecernos en cuanto a fotografía. Agarré la mano de Alan mientras veía a través de las pequeñas ventanas.

Fue peor la sensación al salir del avión, el frío que hacía en aquel lugar. En Alemania, recordaba, también solía hacer bastante frío, pero no en nuestro antiguo hogar. Me froté los brazos, intentando que las manos no se me quedaran dormidas y, de paso, poder entrar en calor.  Al recoger el equipaje miré a Alan- Pues sí que hace frío... ¿no?- le dije, sonriendo.  Poco tiempo después pude ver a alguien que llevaba un cartel con nuestros nombres-  Ese debe de ser... aunque parece muy serio. Pero bueno, con el frío que hace yo también lo parrecerría...- me rei y me acerqué hacia él, manteniendo una sonrisa.

-Dissculpe... ¿Errik?- le dediqué una sonrisa cordial- Somos Christine y Alan, venimos por el trabajo del WCI... es un placerr- comencé a tocarme el pelo, algo nerviosa. ¿Y si la gente de aquí era demasiado desagradable?

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17/04/2011, 13:16
Alan

Tras la divertida mañana que pasamos preparando las maletas decidí que ya era hora de vestirse. Unas botas color ocre con los cordones no muy apretados, unos vaqueros tradicionales, una camisa verde oscuro y una cazadora de cuero era mi conjunto. Me puse un poco de esa perfume que tanto le gustaba a Christine, un par de rociadas de BluJeans que duraba un día completo.

El momento en el edificio y el viaje transcurrió sin sorpresas. Aunque de camino hacia el aeropuerto tuve tiempo de bromear con Christine por el hombre tan atractivo que nos había recibido; qué si le había gustado su trasero, que sí desde que entramos el hombre no le había quitado el ojo de su escote. En definitiva pequeñas bromas que hacían olvidar los posibles nervios antes de recoger el equipaje y subirse al avión.

Ya en territorio islandés. Al salir al exterior me acurruqué en mi cazadora cerrándola hasta arriba y ocultando la nariz en la acogedora bufanda gris que llevaba anudada al cuello. Por suerte las gotas de lluvia todavía no nos habían alcanzado demasiado, ya que el temporal que se estaba preparando haciá que el agua campara a sus anchas golpeándote por donde menos te esperabas. Abarqué con un brazo a Christine, a la altura de su hombro mientras recorríamos ese corto y típico trayecto desde el avión hasta la zona de recogida de maletas.

Sonreí por el comentario del frío.

-Tengo la sensación de que somos un par de famosos que acaban de aterrizar para ser recibidos por sus fans. No tenemos que preocuparnos de nada, y parece que nos están esperando...- Señalé con la cabeza al muchacho que portaba el cartel con nuestro nombre.

Mi chica abrió conversación y a continuación estreché la mano al joven.

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17/04/2011, 13:37
Erik

Era un joven de apenas 28 años, que a leguas vista daba la imagen del típico islandés. Una cara tan común que sería imposible de encontrar entre una mulitud. Su pelo era de ese tono entre rubio y rojizo tan común en esas latitudes, los ojos azules, pequeños, como enternamente contráidos que le daban cierto aspecto de intelectual. El hombre no era demasiado alto, de complexión algo rolliza, y caminaba con un peculiar renqueo producto de tener una pierna ligermante más larga que la otra.

El joven hablaba con un inglés académico y un marcado acento.

-Hola. Soy Erik. Me encargaré de todos los trámites administrativos relacionados con sus visados para ahorrarles trabajo innecesario. Siganmé, le llevaré hasta su Hotel; Royal Weird. Os estrechó la mano, recogió una maleta que estaba apoyada y os indicó el camino a seguir.

Subistéis a un coche negro, que os daba la apariencia, de cualquier capó de la mafia, pero sin duda era agradable tener a un tipo como Erik que os guiara por la ciudad. A unos diez minutos del aeropuerto se encontraba el Roya Weird, un lujoso Hotel de cinco estrellas y algo aislado del resto de la ciudad.

http://img.viajescondestino.com/wp-content/uploads/2009/10/vincci.jpg

Erik detuvo el coche tras subir una pequeña pendiente helada, dónde era un regalo para la vista ya que tanto el monte Akrafjall  y el Monte Esja se podían apreciar completamente cubiertos por una manta de nieve. Bajó del coche:

Muy bien. Estaré por la ciudad para lo que necesiten. Meredith me informó recordarles que debéis de visitar las oficinas portuarias cuanto antes, ok? No duden en llamarme a este teléfono*. Puedo conseguiros casi cualquier cosa por aquí. Por primera vez en todo el tiempo Erik mostró una apacible sonrisa. Os ayudó a sacar el equipaje y en seguida volvió de nuevo al interior del coche dónde os dió un último consejo, asomando la cabeza por la ventanilla.

Esta noche va a venir una tormenta. Será mejor que le digáis al conserje que no se olvide de poner la calefacción. Estaréis sólos en el Hotel.-  Suelta una risilla entre dientes, arranca el coche de forma agresiva y baja por la misma pendiente por la que subistéis.

Notas de juego

* Teléfono: BR-1347

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20/04/2011, 17:22
Christine Turner

-Muchísimas gracias por todo, Errik- respondí al hombre. La verdad es que no se podía decir que fuera atractivo, pero tampoco lo contrario. Desde mi punto de vista se le veía demasiado... "estirado", aunque él quizá pensara que yo era ridícula por mi marcado acento, aunque él también tenía uno digno del lugar. Le seguí hasta el coche, mirando cada dos por tres a Alan y arrepintiéndome de no llevar más ropa de abrigo puesta. En la maleta tenía todo lo que creía necesitar, pero pensé erroneamente que hoy haría menos frío. Ya había aprendido la lección para la próxima.

Saqué mi preciada cámara, dispuesta a fotografiar todo aquello que fuera "digno de ver" ya que estaba segura que contemplaría un gran número de paisajes que no se verían todos los días.  Al bajar del coche me puse a fotografiar los montes, que parecían estar tapados por esa blanquecina capa de nieve. A decir verdad, todo lo que había visto hasta el momento me parecía precioso. Escuché sus palabras y asentí- En cuanto nos instalemos irremos a las oficinas, ¿verrdad?- le pregunté a Alan, sonriendo. Anoté el número de teléfono en un papel y lo guardé en el bolsillo, para evitar perderlo- Es usted muy amable, Errik.

Cogí las maletas una vez que Erik las había sacado del coche y asentí ante sus indicaciones- Se lo pedirremos al conserje, no se preocupe- sonreí. ¿Íbamos a estar solos en ese gran hotel? Quizá no fuera la mejor época de la ciudad, ¿no? Porque pensaba que cualquier persona que viniera querría quedarse en un sitio como este. Al menos así disfrutaríamos de paz y tranquilidad que necesitábamos después de lo ocurrido durante los últimos días.

Me despedí de Erik con la mano y miré a Alan- Por fin estamos aquí. Serrá mejor que dejemos las maletas y vayamos a las oficinas, no quierro que digan que mi chico no es puntual trabajando- le guiñé un ojo y avancé hasta la entrada.

Notas de juego

No, es que estoy falta de tiempo >-< La verdad es que últimamente no ando con muchas ganas de escribir ni nada de eso, pero me pasa en todas las partidas. Creo que tengo poco tiempo libre, pero no te preocupes, yo sigo aquí ^^ Me encanta la partida.

Eso sí, mis post ahora mismo no son demasiado largos, pero porque tampoco veo mucho más que comentar xD ¡Un beso! Y no te preocupes, yo sigo aquí :3

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21/04/2011, 19:20
Director

El Hotel era como una fotaleza por fuera, con barrotes en las ventanas, murallas de piedra y tejado de pizarra. Dentro del patio amurallado podía verse un pequeño jardín y en el centro de éste un edificio alto como una torre adosada en la parte posterior. En lo alto de la torre, cuadrada, y rematada con un puntiagudo tejado de pizarra, podía verse unas enormes letras que indicaban el nombre del edificio junto a una estrella de hierro de nueve puntas. Un pequeño detalle de adorno. En el patio se notaba una inquietante soledad, como si en mucho tiempo no hubiera pisado nadie esa zona. Todo el jardín estaba cubierto por esa densa nieve que adueñaba el lugar.

El interior estaba muy bien amueblado teniendo en cuenta el mas mínimo detalle para ofrecer confort y un extremado lujo, a cada lado de la sala habían dos largas escaleras que subían a un piso superior. Justo enfrente dos largos sillones de valiosa madera oscura contenían finos cojines de seda, un hermoso escudo de armas en plata y oro resaltaba en la habitación sobre una calida y hogareña chimenea que contrastaba por su sencillez con el lujo del resto de la estancia. Parecía que era la zona de recepción.

Enseguida, el conserje, un señor mayor que se encontraba fregando el suelo ya os esperaba. Vestía ropas simples; un mono vaquero, junto con una camiseta blanca por debajo, sin olvidar esas típicas botas negras que completaban todo su vestuario profesional. Os hizo cruzar una puerta para dar lugar a la multitud de puertas que formaban el largo pasillo del piso superior.

Imagen externa a Comunidad Umbría

Se detuvo frente a una puerta que nada tenía que envidiar junto al resto de la decoración. Abrió la puerta doble y daba paso a una habitación lujosa que desprendía un olor agradable a frescor y a limpio. Hizo una reverencia. -Os avisaré para la cena. Espero que se encuentren cómodos-

Con su inseparable escoba se retiró por dónde habiáis venido, dejándoos el tiempo necesario para que pudierais desprenderos de vuestro equipaje y acomodaros en el interior de vuestra nueva habitación.

Habitacion Hotel Kasbah Azalay; Marruecos

Notas de juego

-La habitación también tiene una televisión moderna y un teléfono.

-Serán sobre las nueve de la noche. Ya empieza a oscurecerse.

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21/04/2011, 19:48
Alan

Me extrañó que Christine no hubiera cargado con un montón de ropa, normalmente las mujeres siempre tienden a meter ropa y más ropa en las maletas hasta el límite permitido, o incluso límites insospechados. Yo no era una persona muy fríolera y el orden no era el fuerte de Christine, llegando a pensar que prefería no manipular sus cosas por si decidía arrancarme algún dedo o algo parecido, seguro que en todo ese caos que ella montaba sabía donde había metido cada cosa. Estaba acostumbrado, me encantaba y no podía vivir sin el desorden de ella. ¿La elegí por eso? Siempre me gustaba picarle con ese tema.

Le anudé mi bufanda en el cuello y no solté su mano en ningún momento mientras miraba con curiosidad tras el cristal; las calles mojadas, las viviendas adornadas con estalactitas de hielo, la nieve... todo era digno de ver. Siempre me gustaba analizarlo todo con la vista, como si tuviera una especie de memoria fotógrafica que me permitía recordar todo lo que pasaba ante mis ojos. En esta ocasión me hubiera gustado tener unos ojos enormes, grandes para no perderme detalle de la preciosa capital de Islandia. Por momentos se me hacía cada vez más pequeña la ventanilla del coche.

Asentí a mi chica; en cuanto nos quitásemos las maletas de encima iríamos a dar un vistazo a las oficinas. Al menos para dar señales de vida.

Nos despedimos de Erik, era un gran tipo. No dudé en decirle que en cuanto tuvieramos el más mínimo problema mis dedos marcarían rápidamente el número que apuntó Christine. Estreché nuevamente su mano.

-¿Y si tu chico te dice que tiene una sorpresa para pasar una noche estupenda con su chica? Le susurré muy cerca del oído, dando lugar a una segunda opción en vez de ir a visitar las oficinas del puerto. Evidentemente sólo se trataba de una pequeña broma, más que nada porque había tiempo para las dos cosas. Le agradecí con un beso fuerte en la mejilla que se encontrara allí conmigo, mientras ibamos de camino hacia la entrada.

Una claridad oscurecida mantenía todo en una frágil penumbra. El ambiente, calmo, parecía reposar tiempos pasados, sobre todo aquel jardín cubierto de una manta blanca que daba la sensación de no haber sido pisado por nadie durante algún tiempo. La verdad que el gusto de la empresa de WCI era especial, me gustaba, todo tenía una pinta estupenda. Ya cuando estábamos a punto de entrar en nuestra nueva habitación y el conserje se retiraba, recordé algo.

Perdone. Nuestro guía nos ha hecho mención de recordarle que habéis tenido un pequeño incidente con la calefacción. ¿Hay algún problema, algo en lo que podamos ayudar?- Pregunté con gesto insignificativo, cómo si no supiera el motivo de la avería.

Terminé de colocar una de las maletas sobre el suelo mientras iba deshaciéndome de la cazadora esperando algún detalle del conserje.

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21/04/2011, 20:18
Jack

Era un hombre agradable, de modales exquisitos y buen comportamiento. En lo que lleva de vida parecía haber visto a cientos de personas, por lo que se le veía que era un profundo conocedor del alma humana. Os guió hacia vuestro cuarto explicándoos cada detalle de los numerosos cuadros que se veían por el pasillo; la mayoría de personajes de historia, como Cristobal Colón, el primer Presidente de los E.E.U.U, o incluso un retrato de Adolf Hitler. Parecía una persona que amaba el arte, la música clásica y la buena cocina. Ésto último seguro que no tardaréis en comprobarlo.

Tras el toque de atención gira sobre sus pasos:

-Oh. ¿Son fríoleros? Quizá no hayan venido al lugar indicado. Ya saben, como dice la canción, el abrigo es demasiado rojo. Soltó una carcajadilla, como si sólo el hubiera entendido aquella frase tan cultivada. La caldera está en perfecto estado, sólo falta algo de gasóil para su marcha en funcionamiento. Erik todavía no ha tenido tiempo de llamar al encargado de rellenar la caldera. Aunque con este tiempo dudo que el camión pueda acercarse hasta aquí...

Pero no deben molestarse por eso ahora, pueden... pueden instalarse comodamente mientras tanto. ¿Les ha recibido bien el pequeño Erik?- Preguntó con cierto tono de interés, apoyando ambas manos sobre el mango de la escoba y posando la mirada, en un último instante, en los ojos de Christine.

Notas de juego

Siento si tienes que leer un montón. Pero es que no quedaba bien entrar en la habitación sin más ¿no? Sin decirle nada al conserje y tampoco te quería dejar de nuevo a ti que abrieras conversación para que no te resultase monótono. Así que en cierto modo, he estado jugando sólo xD

Espero que te guste esta nueva escena.

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26/04/2011, 14:02
Christine Turner

La verdad es que el hotel daba algo de miedo, si lo miraba bien. Tanta oscuridad y aquel silencio sobrecogedor me hacían sentir como si mi corazón se encogiera. Por suerte tenía a Alan a mi lado, agarrándome de la mano. Estaba segura de que si él no estuviera ahí habría salido corriendo como alma que lleva el diablo. Incluso juraría que me sonaba a alguna de esas películas de miedo que me había puesto Alan en una noche lluviosa. Debería dejar de pensar en aquellas cosas si pensaba dormir esa noche.

Por dentro, aunque todo era más lujoso, me seguía sintiendo como la protagonista de una película de terror: todo estaba perfectamente decorado, pero el silencio seguía taladrándome en los oidos. Lo único que podía oir era mi respiración, la de Alan y los trozos de nieve que se desprendían del tejado, cayendo sobre más nieve muerta del suelo.

Al ver al conserje casi que noté otro escalofrío. ¿De dónde debía haber salido ese hombre? Relájate, Chris... parreces una crría. Suspiré levemente y alcé la mano para saludar al hombre, que nos condujo a través de esos oscuros pasillos hasta la que sería nuestra habitación. Sentía frío, bastante frío, pero la bufanda que Alan me había puesto me hacía sentir resguardada, como si fuera algún tipo de protección contra-todo.  El conserje abrió las puertas de la habitación, dejándonos ver lo que, sin duda, era el mejor habitáculo que vería en mi vida. No tendría palabras para describirla, pues lo único que se me ocurría decir es que era preciosa, magnífica, perfectamente ornamentada y llena de un ambiente de riqueza y lujo, propio de un palacio. A decir verdad, lo adoraba. Estaba segura de que era lo único que me gustaría de todo el hotel.  Tras colocar las cosas y observar todos y cada uno de los rincones de la estancia me dirigí fuera con Alan, no sin antes susurrarle- La verrdad es que tu idea suena mejorr que salirr ahí fuerra con todo el frío, ¿no crees?- le sonreí con dulzura y le acompañé. Ya fuera Alan se encargó de preguntar algo que me importaba bastante: La calefacción.

Al escuchar su frase y notar como se reía no pude sentirme más tonta, puesto que no lo había pillado. Sonreí levemente, como si lo entendiera y seguí escuchándole -Sí, Errik ha sido fabuloso. Nos ha indicado todo lo que necesitábamos sabeerrr... al menos porr el momento- miré a Alan-  Dissculpe... No quierro ser indiscreta... ¿cómo es que no hay más huéspedes aquí hoy? La verdad es que esto es demasiado...-terrorífico- lujoso como para no verr aquí celebridades.

Miré las obras que permanecían colgadas por las paredes. A decir verdad, creia que con otra luz tendrían un aspecto más asombroso y no tan terrorífico y siniestro, como me parecía a mí.Y dígame... ¿sabe cuándo llegarrá el camión? La verrdad es que no me gussta demasiado el frío- Aunque, a decir verdad, vivía algo acostumbrada de mis años en Alemania.

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26/04/2011, 20:03
Jack

El conserje miraba de forma muy sencilla a Christine, sin dejar de mantener sus manos apoyadas sobre la punta del mango de la escoba mientras escuchaba atentamente a la muchacha. Era como el típico recepcionista que trataba de mantener felices a sus huéspedes con amplias sonrisas y aperitivos dulces caducados, pero el otro lado de la moneda también indicaba que aquel hombre no tenía ni un pelo de tonto. Resultaba bastante inquietante hacerle la idea de pasar una noche de copas junto a un hombre tan políticamente correcto como aquel, o incluso un simple paseo por las montañas que rodeaban el Royal Weird se hacía como una idea inverosímil para la cabeza de cualquier huésped.

Erik, Erik... siempre trata de asustar a nuestros huéspedes. Está cojo ¿saben? Apareció ante la puerta medio devorado por los coyotes, hace un par de años. Tuvo suerte de llegar vivo... Desde entonces sólo trabajamos para la WCI, nadie quiere venir aquí a pasar el invierno. Dijo, como no dando demasiada importancia al asunto. Aunque tampoco estamos en temporada alta y sería una ruina abrir al público con el gasto que ello conlleva. Cambió la mirada hacia la pareja de la muchacha alemana. Pueden dormir esta noche al lado de la chimenea si sienten frío. No quiero que se preocupen por mí, estoy acostumbrado al temporal y... me gusta descansar en sitios donde los rayos del Sol no calienten demasiado. Ayuda a relajarme...

Pero si su compañera sentimental no quiere pasar frío será mejor que me ponga manos a la obra, ¿verdad joven? Tiene suerte de tener una muchacha tan rica en belleza con ustéd. Tenía que haber visto a mi esposa, las mujeres de antes no se tomaban tantas preocupaciones, creamé. Rió de buen humor y concluyó con una pregunta que debía de tener grabada en su memoria por las cientos de almas humanas que habrían pasado por aquel Hotel.

¿Quieren que le ayude con su equipaje?-

Notas de juego

Mañana responderé con Alan por la tarde.