Partida Rol por web

Nanuk no era ningún idiota y comprendió perfectamente las intenciones del cambiante para con la trola, y como de una trola se trataba estaba claro que no sería cierto. Era una estratagema nada más, muy burda por cierto. Tendría que haber sido Nanuk el que hubiese hecho el ofrecimiento, pues según sus tradiciones montar a una hembra nada más conocerla era un motivo de buen gusto. Pero el bárbaro estaba enamorado, por lo que no podía actuar de aquella forma tan depravada.

No obstante y para ayudar en la farsa, tras las palabras del enano el bárbaro golpea amistosamente la espalda de Richard - Dice akí la peña que ze lah gazta que no veah... que entre pierna y pierna tiene pa´da y tomá. Un portento zabe uzté! No dezaproveche - sonriente con su aportación el bárbaro descarga su otra mano sobre el hombro del enano...

Se volvía a poner de manifiesto la admiración de tan estrafalario ser para con Nanuk. "Amigo" le había llamado, cuando hace horas eran simplemente compañeros. Era un entrañable ser este enano, sería un orgullo compartir aventuras a su lado cuando todo esto termine.

Reiza medita las palabras de Richard mientras hace oidos sordos a los otros dos.

- De acuerdo... hablemos de estos en un lugar más... privado.

Reiza mira a los dos ogros.

- Vigilad a los otros dos hasta que yo vuelva, no tardare... mucho.

Ya la he liado... Con ese pensamiento mira a sus dos compañeros fingiendo alegria. En un rato vuelvo, podeis sentaros. En lo que és un movimiento arriesgado el cambiante se acerca a la jefa de los bajos fondos y sin demasiado pudor rodea su espalda para posar la mano en su cadera. Tu dirás.

Por tan solo un momento habia olvidado su objetivo... solo unos segundos de nada.
 

Pasas al despacho de Reiza, te decepciona el hecho de que no haya ningun documento ni nada por el estilo a la vista pero la decepción no te dura mucho debido a lo que ocurre despues. Al cabo de veinte minutos estais ambos tumbados en una cama, desnudos y algo cansados. Desde luego ahora parece mucho mas receptiva hacia ti por lo que bien podría responder a tus preguntas con sorprendente sinceridad.

No ha estado mal... Pensando con cuidado sus proximas palabras hizo una pausa:

Bueno, despues del placer vienen los negocios. ... reclinandose sobre la cama despues de asegurarse de que no haya armas a mano de la troll pregunta directamente.

¿Sabes algo sobre las esclavas que salen desde el puerto? El dragón, mi jefe, esta muy interesado en saber que pasa con esas mujeres que teoricamente se come para desayunar.

Reiza te sonrie antes de contestarte.

- La verdad es que el rey inventó esa mentira, le dije que esa tonteria le llevaria problemas, pero no me hizo el menor caso. Todo es una tapadera para el trafico de mujeres con los Yuan-ti. Las quieren para sacrificarlas para no se que fin.

Ya sabia lo del rey, pero ¿quien es el intermediario? ¿ Y que pinta el barón en todo esto?
 

No sabia hasta que punto podía apretar para sacarle información, así que de momento iba a ir poco a poco. Si sacaba esta información simplemente se iria, contento con salir con algo más de lo que tenía al entrar... Así que los yuan-ti.
 

- El intermediario soy yo... aunque si el dragón o el barón mejoran la oferta puedo cambiar mis lealtades, tengo pruebas de sobras para que nadie de la ciudad pueda creer en la inocencia del rey... Porque eso es lo que has venido a buscar ¿Verdad?

Sí, esperaba poder arreglar esto sin un dragón cabreado lanzando llamaradas... Bueno, en honor a nuestra recién encontrada "amistad" iré a hablar con el barón. Necesitaría saber tu precio, y tal vez una muestra de esas pruebas que dices tener. Si no lo consigo o muero por el camino.... bueno, tendreis un dragón cabreado por el muelle o el castillo.
 

Un poquito más y todo solucionado. Tal vez estaba pidiendo mucho, pero probó suerte igualmente.
Si me dieras o al menos dejaras ver una de esas pruebas para saber de lo que estoy hablando todo sería mucho mas facil para mí. Mientras acababa la frase acarició uno de los pechos de Reiza, e intento animarme para un segundo round, independientemente de su respuesta.
 

- Te dare una pequeña prueba de que el rey hace tratos conmigo, nada concluyente, pero suficiente como para obtener la atención del barón, lo que pido no es mucho, ya que mi alianza actual me pone en una posición delicada con el dragón, con la palabra del barón de que no va a "molestarme", me conformo.

Reiza te besa antes de proceder con la segnda ronda.

Bien, hare lo que pueda. Ahora me toca ir a hacer de intermediario, supongo que querrá una reunión contigo para acabar de pulir los detalles. Si tienes alguna proposición solo dilo. Sólo espero que al jefe no cambie de idea y le de por comer jovenes doncellas.

Me visto y espero esa prueba. Con un beso me despido y me uno a mis compañeros que esperaban fuera.
 

Al cabo de una hora Reiza y Kidney vuelven por donde se fueron, ambos esbozando una sonrisa. Reiza saca un pergamino del cajón de una mesa cercana y se lo entrega a Kidney.

- Encantada de hacer negocios con vosotros.

Cansado pero satisfecho apoyo mis manos sobre la espalda de mis dos compañeros y con una sonrisa de oreja a oreja les digo:

Proxima parada, la residencia del barón.
 

La espera se hizo pesada. No quería dar ocasión al enano para que iniciase una conversación, pues a Nanuk le apetecía tener que escuchar halagos y adulaciones, no ahora. Estaban aquí para solucionar este embrollo, por lo que el enano tendría que admirar su bárbara sabiduría* en otro momento. Por ese motivo solo en una ocasión osó Nanuk mirar al enano, y al ver ese brillo en sus ojos rápidamente desvió su mirada. Ese brillo, el brillo de la admiración...

Tras la hora de espera Nanuk no puede observa la sonrisa de oreja a oreja con la que salen ambos personajes, y esta vez sabe con certeza porque es - Veo que´tas mu sonriente. Ya se yo, ya se yo el porcua, compadre. Ezpero que´tes reconfortao - No había duda alguna, por fin había descubierto el kit de la cuestión, y seguramente resuelto el problema. Esa sonrisa era sin duda fruto del éxito tras una ardua negociación. ¿Qué querrá a cambio la troll? Esperemos que no nos trolee**... Sin duda la negociación hubiese llevado mejores derroteros si Richard se hubiese insinuado, sexualmente incluso. De este modo la conversación hubiera durado cinco minutos, en el mejor de los casos, con sexo de por medio no hubiese llegado a tres.

Ese aire de suficiencia, esa sonrisa forzada, esa frase de compromiso, de "yastá to'arreglao", ese gesto satisfecho... Meh, demasiado evidente. Demasiado presuntuoso. Demasiado claro. Apariencia y esas cosas. 'taba claro que Riñoncito no había mojao, que se la quería colar, que era una trola. Faltaba, claro, un hecho fundamental para discernir la veracidad de su interpretación, y era que hablase o no de cómo eran o dejaban de ser las berzas de la implicada. Otro más recatado diría "los pechos". Alguien con patente retraso mental no babeante (RMnB), "las mamas". Otro, con patentes problemas de pérdida de aceite, "los senos". Drokern les daría con un palo a todos ellos a ver si se les pasaba la tontería. Con senos, mamas y pechos uno no podía hacer una canción de taberna como dios mandaba, sobre todo porque no se encontraban las rimas adecuadas. "Pecho" rimaba con techo, trecho, hecho y lecho, pero "pechos" sólo lo hacía con techos, trechos, hechos y lechos, y si había (varios) lechos, me ibas a contar a mí qué clase de proeza sexual habías hecho (o para el caso, hechos) con una moza que ni siquiera se metía en la misma cama que tú. Con "mamas" no rimaba nada, y además, esa palabra era mucho más adecuada para referirse al hecho que al sujeto. Y senos, decentemente, rimaba con demasiadas cosas que no venían al caso.

El baboso envidioso del desesperado del bárbado (no como Drokern, que no lo estaba para nada como su discurrir podrá sugeriros) se moría de ganas por saber detalles y es que claro, con lo espabilao' que era, a saber qué vastos (o bastos) conocimientos tenía sobre el tema, a pesar de tener detrás a una hechicera calentorra que, por cierto, parecía haber perdido en algún lado. Lo cierto es que al enano los detalles no le interesaban demasiado. Tenía poesías que podían rivalizar con cualquier exageración que le contase el cambiante, y además, lo de la princesa y el dragón daba, pero de lejos, más juego. Además, con un cambiante tenía que ser asqueroso...

Así que, sin decir nada, para alborozo del uno y decepción del otro (que cada cual se asigne su papel), el bardo echó a andar sospechando que ahora, probablemente, olería ligeramente a ogro. Se preguntaba si eso suponía una mejora olorosa.