Partida Rol por web

Avanzas por un sendero de hojas muertas, la depredación de la vegetación dominante en los cielos y la perdedora muerta en tus pies... Es un contraste bizarro entre la laguna y este amasijo de hierbas y seres vivos destruyéndose depredadoramente.

El grupo que te ha cerrado como una comitiva escolta te anula la visión hasta el punto de solo poder visualizar el cielo y tus pies. Dlante de tí está uno de los hombres que te apuntó. Frena en seco sin que tengas el suficiente tiempo como para reaccionar provocando que tu rostro se pege a su espalda húmeda Que sea agua Piensas, pero rápidamente tu pituitaría te contesta con un contundente olor hormonal de sudoración, definitivamente aquel hombre no era compatible con tus gustos olfativos.

La comitiva se abre y ves una floresta un poco más verde, aunque la oscuridad lo iguala todo.

No ves más qué árboles y flores y musgo blanco y negro a los pies de un roble torcido gigante...

Tu mente pide que rebotes esa información de vuelta y manda un mensaje directo a tus ojos para que vuelvas a mirar ese "musgo blanco y negro". Las piernas te tiemblan, el musgo se mueve y agita las ramas de manera sinuosa, el musgo se separa y se levanta...

"¡¡¡Espera, espera. Eso no es musgo!!!"

¿Estamos acaso siquiera en el mismo bosque de antes? ¡ Maldición ! Con estos salvajes rodeándome soy incapaz de dejar un rastro con las bayas...espero que Marcus sea capaz de rastrear este numeroso grupo...- pienso al caminar por el tétrico y hostil paraje. Camino sin la posibilidad de orientarme, los bárbaros se cierran entorno a mi para evitar que escape. La formación es tan opresora que cuando el que camina delante de mi para no puedo evitar colisionar con su sudorosa espalda. 

Cuando nos detenemos el grupo que me escolta se abre ante mi, dejándome ver una zona un poco más verde aun que apenas distinguible gracias a la poca luz del lugar. Un árbol destaca entre la multitud, ya sea por lo grotesco de su forma o por el musgo que se forma en su base creando un contraste blanco y negro. Cuando me quiero dar cuenta y sin apenas tiempo de reacción el musgo se separa y se levanta.

¡¡¡ Espera, espera. Eso no es musgo !!! - mi instinto de supervivencia me hace dar un rápido paso atrás, chocando contra uno de los hombres que me escoltaba hace un momento. Mis piernas atenazas por el miedo son incapaces de moverse más allá de la posición en la que me encuentro. Cuando me quiero dar cuenta mi mano esta aferrando el cuchillo afilado en el bolsillo de mi túnica. Pero mis ojos, abiertos de par en par no pueden dejar de mirar el movimiento sinuoso que el musgo otorga a las ramas.

El musgo abre los ojos y enseñan dos bocas repletas de colmillos, se separan y flaquean al grupo.

En el centro del claro oscuro terreno hay un objeto en tinieblas, un altar de madera y piedra en la base. En el interior se enciende una llama cuyo fulgor irradia a las bestias desconocidas a tus ojos hasta que distingues a los cuadrúpedos depredadores. Sus hocicos están arrugados y te muestran la fila de navajas que proporciona su anatomía dental.

Tu instinto te dice de sacar el cuchillo y protegerte tras los formidos hombres pero por alguna extraña razón solo tienen la atención en tí...

Los lobos avanzan por ambos flancos despacio y gruñendo. ¿Qué está pasando?

Mis ojos me juegan malas pasadas, la situación no mejora, ¿por qué yo? ¿van a alimentar a estas bestias conmigo? ¿por qué no trajeron a los demás? - pienso mientras noto como mi pulso y respiración se aceleran al acercarse las bestias. Mis piernas siguen atenazas, anclando mi cada vez más tembloroso cuerpo a la tierra que piso, como si de un navío se tratase. Un altar de madera y piedra, antes oculto en el abrazo sombrío del lugar, hace aparición con el refulgir de una llama, que danza juguetona en su parte superior. Iluminando con su juguetona y danzante luz a los caninos, estos muestran su expresión más fiera. Mi mano aferra el mango del pequeño cuchillo como si la vida en ello me fuera, tal vez así sea, noto como tiembla en el interior del bolsillo. 

Genial, ¿soy un sacrificio a su nuevo y pagano dios?, ¿a un dios tiempo a olvidado?, que más dará si el resultado para mi sera el mismo, acabar desangrada en aquel altar o desmembrada entre las fauces de estos canes. - discurro incapaz de hacer que mi naturaleza tranquila se imponga al temblor casi descontrolado que invade y paraliza cada una de mis extremidades. Recuerdo mi vida, como era antes del temblor, la bella Florencia sobre la llanura de su enclave, cruzada por el río Arno y por otros de ríos de curso menor: el Mugnone, el Terzolle y el río Greve. Recuerdo también a mis pocos amigos, a los libros que me han hecho viajar a lugares remotos sin moverme siquiera un paso, mis sueños incumplidos: la escuela de Salerno y a mis seres más queridos: mi abuela y mi padre. Recuerdo las lecciones de esta última y noto como si una crecida de río provocada por la lluvia se apoderada de mis ojos, ahora vidriosos. Extrañamente al recordar a mi abuela recuerdo quien fue, lo que tuvo que hacer y lo que me inculco, una mujer que pudo anteponerse a los designios de muchos hombres y ser dueña de sus propias decisiones. El heredado carácter calmado de mi abuela aflora en mi interior, como la llama que se encuentra ante mi se a encendido instantes atrás. 

¿ Si soy un sacrificio porque no me ha matado ya Witiza o Ylva ? - analizo mientras la calma en mi interior lucha por devolverme le control de mi propio cuerpo - Los lobos tienen clavados sus ojos en mi, no en los salvajes...¿acaso los reconocen? y luego esta ese altar ¿que simboliza? ¿acaso esto es una prueba?. Mis ojos buscan alguna pista en los cuerpos de los hombres y mujeres a mi alrededor, una marca tribal que pueda explicar un ritual o algo similar. También buscan posarse detenidamente en Witiza y en Ylva, los que parecen ser los lideres de esta tribu, intentando encontrar una respuesta a esta situación en sus semblantes. 

Una única lagrima brota de mis ojos, escapando de su cautiverio, recorriendo rápida como el rayo mi rostro para caer y posarse en el muerto suelo con la gracia y el silencio del roció de la mañana. El temblor a cesado, mis ojos se muestran calmados, como si nada importara, como si todo estuviera escrito en tintineo de la llama. 

Puede que mi destino haya sido impuesto, pero desde luego, yo soy dueña de mis decisiones. - concluyo, aferrándome a ese ideal, lo único junto a mis conocimientos que el terremoto fue incapaz de arrebatarme. Con renovada determinación me incorporo para adoptar una pose dura y con paso firme retomo mi posición inicial en la formación entre la gente salvaje, dispuesta a avanzar si mi mente no me da ninguna solución, guiada por mis propias decisiones. 

Todo lo que observas con los haces de las llamas son los cuerpos marcados de cicatrices con miradas duras e inflexibles. El puñal no aguantaría más que una puñalada antes de fracturarse en alguno de esos infelices, tu ritmo cardíaco se tranquiliza, afrontando su destino o estoicamente su injusto final... Una sombra en la altura te desvia la atención por segundos. En lo alto de grandes árboles hay cabañas de madera, construidas de manera precipitada, cuentas unas 10 casas en todo el perímetro.

Witiza te observa con mirada divertida y sádica, hasta que roza su brazo derecho Ylva avanzando hasta tu posición.

-Dark, Moon... ¡WOOF out!- Pronuncia  a las fieras que levantan las orejas y relajan los labios volviendo a ocultar los colmillos.

-Witiza, lleva ´ ella ´ dormir, mañana hacer.-  Se acerca al altar, los lobos se apartan, y de una bolsita resguardada en el pecho izquierdo saca unos gránulos de lo que entiendes por tierra que al entrar en contacto con la llama esta se vuelve de un color verde vivo, irrandiando un perímetro bien diferenciado de la zona.

Witiza, tras una mirada de odio responde- No mandes mujer... Lo hará ahora.

-Ella necesitar cosas y luz, ser perder tiempo-  Tras responder omitiendo el comentario dominante de Witiza silba y de las cabañas bajan unas escaleritas de cuerda y madera.

Detengo mi mirada en el gigante musculoso que es Witiza. Mis ojos se encuentran con los suyos, advirtiendo una cruenta diversión en el hombre. Justo antes de que de el paso que seguramente habría sellado mi destino, Ylva, avanza hasta mi posición y con tono firme calma a las feroces bestias pronunciando palabras en un idioma que no termino de comprender.

Mi cuerpo relajado no se mueve del sitio donde se encuentra, de mi mirada no se percibe expresión alguna, mi mente en calmada y libre del miedo cree comprender que a sucedido y en mis labios no se dibuja sonrisa alguna, solo unas palabras inaudibles salen de mi boca:

- A bove maiori discit arare minor... - murmullo en latín.

La mujer habla con el hombre en un tono autoritario y al terminar se aleja hacia el altar, avivando la llama del altar. El hombre por su parte responde a la mujer en un tono serio e incuestionable. Ylba le responde escueta y desafiantemente, tras lo cual silba, haciendo descender unas escaleras rudimentarias.

- ¿ Que queréis que haga ? - digo en tono neutro hacia el hombre, como si no entendiera a lo que se refieren.

-Mañana- Te gruñe- Duerme y mañana harás- Mira a Ylva desafiante aunque ella está lejos y no es recíproca.- Duermes con Dunko. Si intentas escapar, mueres, si utilizas brujeria, mueres, si no haces lo que te decimos, mueres. ¿Queda claro?
 

Subes unas escaleras hasta llegar a una cabaña básica, con camas de madera y ramas. Para tus fueros internos te alivia ver que hay dos camastros y que no dormirás con el "espalda sudada" a menos que quiera abusar de tu cuerpo...En cuyo caso aunque te costase la vida usarías para su gaznate tu puñal.

El hombre parece no acercarse y se sienta en la puerta de la cabaña, sin usar las ramas. Te sientas en las ramas y el cansancio hace su entrada triunfal por tu sangre...

Los rayos del sol te despiertan al entrar como cuchillos por las rendijas del habitáculo, tu vigilante no está en la puerta y solo se oye algún ruiseñor por los lares... Hacía que los pájaros no cantanban... o al menos que no los oías piar...

Al asomarte ves que en el centro del altar con la llama de color verde está Witiza acariciando un cuerpo anciano en el suelo del bosque. Es un hombre frágil y de barbas largas. antaño se ve en su semblante que nunca fue guerrero.

Ylva advierte tu presencia en la cabaña de enfrente a unos 6 árboles de distancia, con arco en mano te señala las escaleras enrolladas a tus pies. Dejas caer las escaleritas y Witiza se levanta del anciano que claramente se está retorciendo de dolor, espasmos alternos, como pinchazos...

Witiza te mira:

-¿A qué esperas?

Mañana quizás ya sea demasiado tarde, estúpido. - pienso al escuchar la estúpida verborrea amenazante del hombre. Me coloco mi capucha tapando mi cabeza y sin mediar palabra alguna hago exactamente lo que Witiza me ha indicado. Intento buscar a la mujer del pelo dorado, pero me he es imposible dar con ella en mi corto camino hacia la choza que sera mi techo esta noche.

Es increíble que vivan así, en los arboles, en estas construcciones de madera. Bueno, también es increíble que no enfermen debido a su gran higiene. - pienso irónicamente - ¿Brujería? Ese Witiza hay veces que parece inteligente y otras un completo idiota. Aun que lo de los lobos...amaestrar a esas bestias salvajes si que parece brujería ¿ como lo habrán logrado ?

Al llegar a la cabaña descubro, muy a mi pesar, que ese tal Dunko no es otro que el espalda sudada con ligeras trazas aromáticas de pocilga con el que me choque antes. Sin duda alguien digno de desplegar todo un efluvio de olores con los que ambientar la cabaña. 

Me duermo y me despierto asiendo el mango de mi cuchillo, mi mano esta entumecida por el esfuerzo, pero la desconfianza y el miedo hicieron que mi subconsciente se mantuviera alerta. No hay rastro del tal Dunko. El día parece perfecto, pero para mi desgracia me encuentro en el lugar equivocado. 

Al salir al exterior puedo contemplar a Witiza acariciando un envejecido cuerpo, tendido en el boscoso terreno. Guiada amablemente por la punta de la flecha del arco de Ylva, desciendo hasta el lugar.

- A que te apartes de él. - digo en un tono calmado y con un deje dulce en la voz. Paso del estilizado bárbaro y me inclino ante el hombre, observando cada uno de sus espasmos. Mi vista trata de descubrir algún otro síntoma menos perceptible que los espasmos y aspavientos de dolor del anciano. 

- Necesito agua limpia, mucha. - alzo mi voz para que me puedan oír los salvajes pero no aparto mi vista del decrépito y pobre hombre. Me alzo para poder quitarme la túnica verde y que esta no me moleste, la doblo con un movimiento rápido y la dejo a mi alcance, mientras sigo examinando con mis ojos el cuerpo. 

Me temo que hoy ya es demasiado tarde...

Te traen el agua que pides en unos barreños no muy grandes. El hombre te mira con unos ojos de color gris intenso. Al avarte las manos y tocarlo no percibes más ue espasmos irregulares y lo que parecen punzadas estomacales. Tus nervios de humana parecen manifestarse al oir-

- Por la cuenta que te trae más te vale que lo cures o lo acompañarás pronto hasta el fondo.

Ylva desciende del árbol y se leva de manera firme pero cariñosa a Witiza. Al volver te dice:

Ylva-Lleva días... No siempre pero no comer no dormir...Tú ayudar...

Piensas que puede ser de las mala calidad de vida o la vejez en un achaque incontrolable... en ambos casos tu vida corre serio peligro con lo que esperas que sea cualquier otra cosa

No tardan mucho en traerme lo que pido. Rápidamente uso uno de los barreños para limpiarme las manos y comienzo mi labor ignorando a los salvajes. Tras un rápido y torpe reconocimiento por culpa de las últimas palabras de Witiza, me relajo cuando veo a Ylva llevarse al hombre.

Empiezo llevando mis dedos a la muñeca del hombre, girándola con sumo cuidado. Coloco mis dedos índice y corazón justo por debajo de su muñeca y presiono suavemente hasta notar el pulso. Empiezo a contar hasta obtener la información. Vuelvo a limpiarme de nuevo las manos y dejo una sin secar para llevarla a la frente del anciano y medir así su temperatura corporal. Después examino su boca, con sumo cuidado, buscando algún resto o infección. 

Escucho la voz de Ylva cercana a mi. Sin mirar a la mujer y con un susurro como si de una suave brisa se tratase digo:

- Finché c’è vita, c’è speranza. - debido a mi concentración en mis actos tardo en darme cuenta de que he vuelvo a hablar en mi lengua materna, tras un respiro aclaro - Mientras hay vida hay esperanza.

Tras los primeros exámenes físicos rudimentarios decido centrar mis esfuerzos en mis sospechas. 

Witiza me trajo aquí por que le dije que sabía diferenciar las plantas venenosas de las que no. Las condiciones higiénicas de estas gentes dejan mucho que desear, son claramente insalubres. Y seguramente los alimentos que comen sean malsanos. 

- Ylva, ¿tú entiendes mi voz? - pregunto a la mujer - Necesito saber que a comido este hombre. - me dirijo hacia mi túnica y rebusco una de las ponzoñosas bayas - ¿A comido esto? - le digo manteniendo la palma de mi mano abierta y tocando el esférico fruto. 

Sin esperar mucho a la respuesta de la mujer le pregunto al anciano donde le duele. Si me lo indica empezare a realizar una exploración física de esa zona en concreto. Trato de palpar las vísceras de la zona para detectar anomalías como hinchazones. Pequeños golpes no muy fuertes, pero firmes me valen para concretar la zona de la molestia. Los realizo con tiento, observando la reacción del anciano para localizar exactamente la fuente del dolor.

Mientras realizo el examen y aprovechando que Witiza no esta trato de iniciar una charla con Ylda, sobre un tema que me preocupa de sobremanera desde que se inicio mi cautiverio.

- Tenemos que hablar Ylva, de nuestros pueblos, de evitar que la sangre manche el bosque y tiña de rojo el agua del río. - en mis palabras se puede percibir la preocupación y la seriedad del asunto - Debemos salvar las vidas de nuestros pueblos.

Los ojos de Ylva se cierran y asiente con la cabeza, comió esas bayas. Ella no te sabe decir cuantas pero tiene el vietre inflamado y el viejo grita a horrores cada vez que se le toca, tus conocimientos en medicina saben que si las hubiese ingerido al intante con haberlas vomitado hubiese sido suficiente, lo que debe tener el hombre ahora es un desgarro estomacal... puedes paliarle el sufrimiento pero con su avanzada edad y teniendo que cuidar su alimentación es probable que no dure mucho.

Ylva no contesta a tus comentarios de la inminente guerra, solo responde:
-WOOF protegerá nosotros de los males.

Definitivamente sí, ya están rezando a algún dios...

Por su estado tuvo que tomar bastantes...maldición. 

Me incorporo separándome del hombre y me acerco a Ylva.

- Traedme las flores que os dimos junto al manzano. - pido a la mujer - Ayudaran a calmar al anciano. Necesitare un cuenco donde molerlas. Si no tenéis cuencos una piedra concava y limpia sera suficiente. - digo, mientras con las manos explico el significado de mis palabras por si Ylva no las entendiera del todo. 

Espero que con eso el dolor cese o al menos el hombre se quede quieto sin espasmos. Ese movimiento incontrolable no ayudara a su recuperación. Piensa Isaura, que plantas puedes usar para formar un cataplasma que le ayude a cicatrizar el desgarro el desgarro y salvar así su vida y la tuya. ¡ Sálbia ! Eso podría ayudarme a ganar más tiempo. Y caléndula, también necesitare esa flor.

Mientras Ylva vuelve con lo pedido uso mi plegada túnica para que haga de almohada al anciano y así no se golpe la cabeza contra el suelo. Después me limpio de nuevo las manos en la cuba destinada para ese fin. Sin tiempo dejar tiempo a que Ylva diga nada cuando vuelva le vuelvo a encargar otra tarea.

- Plantas, hierbas, flores. Todo lo que tengáis, ahora, aquí y rápido. - le espeto nada más noto su presencia de vuelta. Una vez vuelva examinare lo que me traiga en busca de las dos plantas que necesito. Y de ajo, un diente de ajo sera suficiente.

Mi suerte esta ligada a la de este anciano, si le dejo ir sera como dejarme ir a mi misma. 

Ylva tras pensar un poco los hechos corre avisando al resto que corren presurosos por todo el bosque buscando lo indicado.

Ves que estás sola en el bosque con el anciano agarrándote la pierna, te hinca las uñas cuando un fuerte espasmo lo agita desorbitando sus ojos.

Al darme cuenta de la soledad de la escena la idea de escapar y salvar la vida cruza fugazmente mi mente. Por desgracia para mi, mi consciencia y el juramento que le hice a mi abuela me impiden abandonar al anciano a su suerte.

Ante la premura de la situación, la falta de instrumental y de recursos no puedo hacer más que asistirle en lo que parece un achaque final. Trato de agarrarlo con fuerza, pegando sus brazos al cuerpo para evitar que los aspavientos le causen daños en el interior.

- ¡ Rápido ! - exclamo ante la premura de la situación para que los bárbaros se de aun más prisa. - Lo sabía, hoy ya es tarde.

Aparece Un hombre casi tan grande como Witiza por los matorrales, te trae algunas plantas de las pedidas... Las suficientes para dejarte trabaar a gusto o estabilizar al viejo.

En gigantón te mira.

-Espero que sepas lo que haces por tu bien, muchacha.

Cuando sigues tratando de recuperar al hombre este chilla sigue agitándose de manera discontinua.

Aparecen todos los que buscaban bayas y te traen de todo lo que está en sus manos... Se apartan para dejarte aire,

Unas gotas de sudor entran en tus ojos que rápidamente te secas mientras piensas en qué es lo mejor para este hombre.