Partida Rol por web

La Cara de Jose cambió por completo ante la última  tontería de la montaignesa, su rostro adquirió la dureza del mármol y los ojos una profundidad y frialdad propia de Legión encarnado.

Mlle, vous devriez être plus prudent avec cette langue, de peur de perdre votre langue. 

 Después mirando a Lola toco mi sombrero  y digo : Señora. Y me giro me voy por un callejón.

Suspiré y me despedí de José con un gesto de cabeza.
No sabía que le había dicho, pero seguro que tenía razón.

Una vez José se hubo marchado, intentasteis abrir el cofre, pero rápidamente os encontrasteis con que no podíais. Había un cerradura, por lo que presumiblemente habría sido cerrado con llave.
La madera que lo envolvía parecía resistente, posiblemente insistiendo con una serie de fuertes golpes llegaríais a abrirlo, pero eso tenía el riesgo de dañar el contenido.

Saqué un alfiler de ropa con los que se suelen sujetar pañuelos y algo que parecía una pequeña ganzua. Me había ganado la vida en la calle desde que dejara la Academia y un par de trucos había aprendido. Debía mejorar la tecnica, pero confiaba en que mi capacidad para aprender rapido y mi pulso firme fueran suficientes para abrir aquella cerradura.

La cerradura cedió, aunque costó lo suyo, demostrando que era de buena calidad.
En el interior, la caja estaba acolchada por unos cojines rojos y en el centro había un frasco de cristal de un palmo de largo y varios relieves decorativos. El tapón era de plata con cadenita y el líquido de su interior era cuasi transparente, con un ligero tono dorado.

Era Dolce Morte, lo que habíais venido a buscar.

- Ts – chasque la lengua – esperaba que viniera en varios frasquitos pequeños y que pudiéramos llevarnos alguno discretamente. – cerré el cofre de nuevo y me aseguré de llevarlo yo, no fuera a tener malas ideas mi pequeña compañera alocada.

- Vamos a llevárselo. Ya veremos si en el próximo encargo podemos sisar algo más. – confiando en que la perspectiva de más trabajos y poder sacar más tajada en el futuro fuese suficiente para que se le fueran de la cabeza las tonterías, que ya me la conocía.

Comencé a andar en dirección al almacén donde Candy tenía sus oficinas.

Angelique asintió algo decepcionada. Tenía la secreta esperanza de que hubiera algo más interesante en la caja. Dió una patada a una piedrecilla mientras hundía la cabeza entre los hombros.

Esperaba que por fin pudiesen ir a planchar la oreja. Necesitaba sus doce horas diarias de sueño y pereza.

- Por cierto, guapi, creo que deberías darme la mitad de tu parte para que yo me encargue de comprar cosas útiles para lo de los piratas y sacarnos las monedas que nos prometieron, que te conozco y si no te lo vas a gastar todo en dos días en vestidos nuevos… - le fue indicando con cierto tono severo de pepito grillo y voz de la razón – y para eso siempre puedes timar a cualquier idiota como el de esta tarde. – le dijo mucho más divertida con la esperanza de que contra todo pronóstico Angy fuera razonable en vez de una mimada malcriada.  

Una dama no se preocupa de cosas tan plebeyas como el dinero dijo arrojandole la bolsa con los gremiales dentro Entre las cosas utiles necesitaré un sombrero, para el sol. Con una pluma, una pluma bonita.

Hizo un gesto con la mano Avisame cuando haya que volarle las pelotas a otro conard dijo con una risita

- Anotado el sombrero. Había pensado en que nos iría bien una bandolera cruzada con capacidad para seis pistolas y un cinturón con otras dos encima del culo. Ese truco de reventar pelotas me ha parecido de lo más útil en caso de necesidad... aunque carezca de todo estilo - añadió finalmente bromendo. Lo de llevar 8 pistolas encima no parecía ser ninguna broma.

Ayudado por Narja, los barrotes hicieron un “crec” y se salieron de su fijación, por lo que pudiste terminar de sacarlos.
Ahora faltaba bajar, lo cual más que peligroso era llamativo, aunque por suerte era de noche y no había demasiada gente por la calle.
Narja te miró expectante, sintiendo cerca su libertad.

Anita miró a la sirvienta con una sonrisa.
Giselle nunca haría nada que pudiera perjudicarme. Yo le di una vida nueva cuando su familia la maltrataba día y noche... dijo, como recordándole a la chica que se lo debía todo a ella.

Entonces creo que tenemos el mismo objetivo.
Habrá que actuar con cautela... ¿qué piensas hacer cuando seamos los señores de Lucrecia? preguntó expectante.

Tras despedirte de las chicas, volviste ahora sí al Fuerte, donde el Almirante te había destinado a una de las habitaciones de la comandancia.
Estas eran habitaciones grandes y con un sirviente personal, llamado Manolo.

El día siguiente iba a estar cargado de emociones, desde el posible encuentro con Lucrecia hasta los preparativos para partir hacia la bahía aquella donde recuperar lo robado por los piratas.

Terminasteis por llevarle el cofre a Candy, quien con un juego de ganzúas lo abrió y sacó el frasco con una sonrisa.
Buen trabajo... volvió a guardarlo en el cofre y os entregó el resto del dinero.

Ah por cierto... viendo que sois tan buenas, me gustaría pediros un trabajo algo más complejo. ¿También hacéis desaparecer personas? preguntó con una sonrisa maquiavélica.

-Bela entre las belas.- Aduló a la mujer mientras se colocaba detrás, masajeándole los hombros. -Primo, el orbe. Luego Lucrecia. El orden en la cossi e fundamentale. ¿cómo reducciremos a la iglesia?¿cómo rendiremos sus defensas?. Eco, es la cuestión.-

Angie hizo sacudir la bolsa como si pretendiese contar las monedas solo de oidas.

Peut etre pero no es barato. Dijo con aires de dura de corral de comedias ¿Teneis la bolsa bien surtida? ¿Y quien es el pobre desgraciado? ¿Aucune que ha criticado vuestro pobre gusto para los peinados?

Solo quiero descansar tranquilo , así pués agradezco sus servicios a Manolo , y me retiro a descansar. 

Me aseguré de que la puerta estaba atrancada, luego miré a un lado y a otro y le dije en voz baja a Narja -Bien, ¿qué tal se te da escalar? bajaré yo primero y luego baja tú. Mientras yo bajo vigila tú que no pase nadie y cuando bajes vigilo yo.-

Dicho esto me descolgué, agarrándome donde podía para llegar al suelo de una pieza. Cuando llegué miré a un lado y a otro y en cuanto vi que estaba despejado le indiqué que bajará ella.

Lola tomó la bolsa y torció el gesto al oír el nuevo encargo.

- Sólo si el tipo se lo merece y no va contra nuestros intereses. – dijo seria. Una cosa era robar y otra ser una sicaria. - ¿Quién sería el objetivo y por qué se lo merece? – preguntó dejando la puerta abierta a evaluarlo.

- Por cierto, había una docena de hombres, un lunar y un vodaccio muy guapo, bastante más gente de la que esperabas. – dijo dejando claro que se habían ganado el dinero - ¿Qué sabes del lunar y el vodaccio guapo? – preguntó con interés.