Partida Rol por web

La joven Candice os saludó con desdén y frialdad.
Encantada... fue lo único que dijo, en un tono forzado.

Taylor enseguida retomó la palabra.
Ohh, Candice, deberías ser más amigable con mis invitadas...
No le hagáis caso, está nerviosa porque he invitado también a su prometido... no creo que tarde en llegar. dijo en un tono jocoso, y Candice desvío la mirada con expresión malhumorada.

 El Capitán ya sabía que contaría conmigo, no era necesario aparecer por el navío hasta el momento de la partida, así que me dediqué a por la mañana a la meditación y el recogimiento, la tarde se presentaba "emocionante" debería presentar mis respetos a la Dama Leandra, el tiempo mínimo par cumplir con el debido decoro a la educación y lo que sociciabilidad requieren, nobleza obliga, además de que no es conveniente desairar a mujer influyente, legión es enemigo mucho menos peligroso que una mujer despechada y con los posibles y contactos para hacerle la vida imposible a un joven noble ne busca de fortuna.

 Después por desgracia apenas podría dedicar una  hora a la encantadora Lucrecia, para narrarle las aventuras de mi niñez en la distintas cortes y países, para pasar al plato fuerte de la velada la fiesta del Avalones, no me gustaba nadda ese hombre, el sexto sentido que de tantos problemas me había sacado me estaba gritando que no era de fiar, pero parece ser que era nuestra única baza para llegar a nuestro destino y recuperar la preciada reliquia de la Santa Iglesia.

 Y así sorteé el primer lance de la tarde, pues fue un combate de esgrima en el que solo mi experiencia y mi agudizada habilidad me permitieron evitar los envites de la dama que dejo claro su interes por mi persona,especialmente por la morada física de mi alma inmortal y cuánto y cómo podría ayudarme a lograr fama y fortuna si contaba con su "tutelaje y protección" a cambio de ciertas atenciones hacia su persona, versado como me hallaba en esas lides y dejando claro que como noble y caballero, mi compromiso era una barrera insalvable para sus objetivos, al menos de forma abierta, dejé de forma insinuada, y como única vía de escape de las garras de la lujuriosa mujer, que tal vez de una forma discreta podría llegar a atender sus necesidades en un futuro, lo que a la vez me permitía ganar tiempo y aumentar el deseo de la dama por mi persona.

 Por fin el sosiego y la serenidad de una charla amigable relatando recuerdos de mi juventud con una dama hermosa,culta e inteligente que sabe apreciar las anécdotas de un chiquillo travieso en los rígidos y encorsetados ambientes en los que su padre se movía, con su sincera y musical risa sonando como música celestial y que llenaba mi alma de ún júbilo puro y espiritual, al tiempo que rezaba porque mi prometida fuera como la angelical Lucrecia. Con sincero pesar por ambas partes nos despedimos dejando otro futuro encuentro en el aire si todo iba bien y volvíamos victoriosos de la empresa de recuperación.

  El plato fuerte de la velada comenzaba, y yo me dispuse a pasar desapercibido par poder examinar todo y a todos con ojo crítico, simplemente parecería no estar hasta que fuera necesario o conveniente hacer notar mi presencia.       

El Almirante no había asistido a la fiesta, pero sí su hija Lucrecia.
Su belleza fresca y juvenil deslumbraba tanto como la hermana de Taylor, o la alma de todas las fiestas, Anita Duchamps, que no se había querido perder la velada.

Lucrecia andaba escoltada por cuatro soldados castellanos, que eran bastante severos cuando se acercaban varones a cortejar a la chica.
Pero Lucrecia les detuvo cuando se encontró con José.
Don José, me alegro de poder veros de nuevo. Con razón teníais tanta prisa esta tarde... me podríais haber dicho que asistiríais a la fiesta.
Ese hombre de allí... ¿no es vuestro tío? preguntó, girándose hacia una figura que no dejaba a nadie indiferente.

Un hombre hizo su aparición estelar, ataviado con un vestido ajustado, quizás demasiado, que marcaba un considerable volumen en la entrepierna. Era un vestido de color rosa brillante, con detalles de flores bordadas en un tono más intenso casi rojo.
Encima llevaba un abrigo de pieles blanco, forrado con plumas alrededor del cuello, y un sombrero rojo intenso, con varias plumas de colores.
Por último, sus zapatos eran dorados y llevaba unos anteojos cuyos cristales estaban tintados de rojo.
La mayoría de gente se quedó pasmada cuando lo vio entrar.

El alcalde no obstante, iba acompañado de otro variopinto personaje; un hombre de piel negra de considerable altura y complexión física, pero que vestía un ajustado traje blanco como la nieve y llevaba una peluca blanca.
Holaaaaa, buenas noches mis ciudadanos. dijo con un tono eufórico, con su voz amanerada.

Vio a Taylor y se fue hacia allí, pero algo lo detuvo.
Se fijó en un hombre de apuesto, de aspecto varonil... Luca.
Hacia allí fue, acompañado de su guardaespaldas, que pese a su atuendo intimidaba lo suyo.
Buenas noches majo... ¿eres nuevo en Lucrecia? O debería decir, ¿en mi ciudad? Huhuhuhu... se comenzó a reír y se puso la mano cargada de enormes anillos en el pecho.

Soy el alcalde Diego Segismundo Robles de Zepeda, pero los amigos me llaman Segis. ¿Y tú? Ohh, ¿me estás entendiendo? ¿Montaignés? No... tienes pinta de vodaccio quizás... Io parlare vodaccio molto bene... huhuhuh se volvió a reír, mirando al mulato.

¿Lo ves Kalú? Un hombre políglota no tiene fronteras, a ver si aprendes ya el castellano. regañó a su guardaespaldas.

Pero si ya lo hablo mi Señor...

¿A sí? Entonces dime porqué no sabes diferenciar un sombrero de ala de un sombrero Canotier de un Chambergo, eh! ¡Tienes mucho que aprender aún, morenito! le regañó.

Volvió a girarse a Luca.
¿Cómo habéis dicho que os llamáis? preguntó, haciendo resbalar sus anteojos para mirarle a los ojos directamente.

La noche anterior

La sirvienta cayó de rodillas después del largo beso, quedándose allí sin saber qué hacer.
Fuiste al sitio donde debía estar la habitación de Anita, y a juzgar por la enorme puerta de doble hoja blanca, así debería ser.

Pero al intentar abrirla, te diste cuenta que estaba cerrada con llave.
Podías intentar abrirla, aunque un golpe seguramente se oiría por todo el pasillo.

La supuesta sala de juegos estaba al fondo del mismo pasillo, al otro lado de la escalera.

Reí ante el comentario de Alberto. -Muy bien, lo tendré en cuenta. Gracias por todo.-

Tras eso pasé el día explorando los alrededores y, poco a poco se hizo de noche. Tenía otras cosas pensadas para esa noche, pero parecía que al ser incluido en la tripulación había sido incuido en una fiesta... no quería ser maleducado.

En la fiesta pasaron un montón de señorías por todas partes. Yo preferí mantenerme junto a Oleg donde había comida. Al poco tiempo y dado que mi estomago era más pequeño que el de Oleg decidí unirme al baile.

Tras desayunar algo tarde por la pequeña fiesta nocturna con Angy, Lola se dirigió al barco para revisar con el capitán el equipo del que podían disponer en el viaje y no tener que comprarlo ellas. Le satisfizo enormemente comprobar que, como esperaba, el capitán disponía de la mayor parte de las cosas que podrían necesitar. Eso les dejaba más dinero disponible para armas. Según la filosofía de Angy había dos cosas de las que una mujer nunca tenía demasiadas: zapatos y pistolas, aunque en el caso de Angy se podría añadir como tercera los pretendientes.

En el barco le pareció ver algunas caras nuevas, pero no fue algo a lo que le diese más importancia. Al fin y al cabo, eso era algo habitual en los barcos.

Se reunió de nuevo con ella en la tienda de moda donde ya les tenían preparados los dos vestidos nuevos que encargaron el día anterior y Angy ya estaba encargando cuatro vestidos nuevos para ella y otros dos para Lola. Normalmente podía confiar en el gusto de la montaignessa, quien siempre escogía vestidos muy favorecedores para Lola, pero que siempre fueran un poquito menos impresionantes que los de ella misma; eso era algo que a Lola en lugar de molestar, le agradaba, porque así podía dejar más fácilmente que Angy fuera el centro de atención, de lo contrario se pasaba como mínimo cuatro días con un humor de perras.

Cuando consiguió sacarla de la tienda y evitar que llevara a la banca rota más absoluta al pardillo que estaba costeando todos aquellos vestidos, se la llevó a comer y después a comprar el equipo necesario para el viaje, lo cual la puso de mejor humor aún, salvo por una pequeña discusión sobre lo estilosa que quedaba una con un mosquete frente al pragmatismo de un buen arco, lo cual se saldó en un acuerdo sobre lo bien que les quedarían a las dos un par de bandoleras con seis pistolas.

La tarde se les echó encima para arreglarse y llegar tarde a la fiesta de Andrews dentro de los cánones permitidos para que una mujer se haga de rogar llegando tarde sin caer en el menosprecio.

Lola paseó la mirada por toda la casa sin perder detalle de las cosas valiosas y de los invitados. El gusto de Taylor se podía poner en entredicho, pero estaba claro que le gustaba alardear y hacer ostentación de sus riquezas.

Por más que le pareciera divertida la escena entre el alcalde y Luca, se centró en prestar atención a Taylor y su hermana, saludando con una leve genuflexión educada a ambos.

- Señor Andrews, me encantaría ver su colección de obras más tarde. – dijo cortésmente antes de girarse a Candice.

- Es un placer conocerla, señorita Candice. Estoy segura de que será también un placer conocer a su encantador prometido cuando llegue. Confío en que no nos haga esperar mucho más. – terminó con una sonrisa educada.

Vuelve a girarse a Taylor.

- Es una música encantadora, aunque me temo que no conozco ninguna canción de Avalón que puediera cantar.

-Porca Misseria.- Luca sacó uno de sus cuchillos para intentar forzar la puerta sin hacer ruido.

La belleza despampanante de Angelique no había pasado inadvertida para los invitados. Pronto un grupo de varios hombres rondaba a la montaignesa como buitres en busca de su presa.
Pero un joven se abrió paso entre ellos a empujones, llevándose más de un insulto.

Sonriente, Leonardo Vegaverde se inclinó con una rodilla y besó su mano servicialmente.
Ohhh, con razón me parecía esta noche tan oscura.
Las estrellas han bajado del cielo y me deslumbran con su belleza... te dedicó un piropo con un ensayado tono.

No pasó demasiado tiempo hasta que los sirvientes guiaron a un grupo de tres personas.
El que iba en cabeza, era un hombre de aspecto elegante, de cierta edad quizás por su perilla ligeramente canosa, pero perfectamente recortada.
Caminaba erguido y orgulloso, mirando a todos por encima del hombro.

Sus ropas oscuras estaban acompañadas de una espada, no una de esgrima, si no una de las espadas largas que usaban en la antigüedad, con el mango plateado y una guarda en forma de alas de alguna bestia.

Le acompañaban una mujer de aspecto siniestro, vestía un vestido todo negro, incluso con un ligero velo que no podía ocultar su seductora belleza.

Y por último cerraba el grupo un tipo alto, atlético, a todas luces alguien apuesto y que andaba con un aire chulesco, por detrás del hombre que iba en cabeza.
Llevaba una espada de esgrima y un cuchillo en su cinto. A alguien que le observara detenidamente, podría darle la sensación de que cojeaba ligeramente.

Fue este último, el que se quedó observando a Lola y Angelique, entrecerrando los ojos como si tratara de ver algo.
Pero Taylor le interrumpió al ir a recibir al hombre que iba en cabeza.
Ohh, mi buen amigo Valerio... el avalonés se apresuró en darle la mano y una palmada en la espalda.

Ya andaba Candice preocupada por que su futuro marido se retrasaba... he preparado una gran fiesta, con invitados y invitadas... miró a Lola y Angie de alto nivel. Claro que vos sólo deberíais fijaros en mi hermana, hehehe... Taylor le hacía la pelota claramente.

El vodaccio sonrió y se acercó a su prometida. Debería haber quince o veinte años de diferencia de edad.
Good evening my darling... le dijo en un perfecto avalonés. Tenemos mucho de lo que hablar. Por favor... el tipo le ofreció el brazo a Candice para escoltarla, y la joven no pudo negarse ante la atenta mirada de su hermano.

Por alguna razón, Candice lanzó una extraña mirada a Lola y Angie, que casi les distrae e impide ver que el hombre de aspecto elegante que había llegado junto al prometido de Candice, se había puesto al lado de Lola.
Buenas noches señorita. Me preguntaba yo... ¿hay alguna posibilidad de que nos hayamos visto antes? preguntó con un tono gentil.

Angelique había dedicado el día a prepararse a conciencia para el baile. Otros como Lola dedicaban esa concentración y dedicación en prepararse para la batalla o para peligrosas expediciones. Angelique consideraba los salones y bailes como su campo de batalla. Un lugar en que las puñaladas eran quizás más traicioneras que cuando relucían los aceros.

Vestida con su nuevo vestido celeste, cortesía de la cuenta de gastos que se había agenciado, bañada y perfumada parecía un angel mismo traido desde la corte de Montaigne para dignificar y dar esplendor a este confín del mundo dejado de la mano de Theus.

Honestamente Taylor le parecía un pedante, pero era rico lo cual es siempre una excusa. La reunión eso si se había animado increiblemente con la llegada de un trio al que cualquier chica lista les sospecharía mala intención. Y más si en el ultimo encuentro había tratado de volarle la entrepierna a uno de un pistoletazo.

Quien sabe, quizás debería excusarse....y dejar que la Douce Mort hiciera entrada en escena.

Una pena pues le apetecía marcarse un desvergonzado baile de jiga con esa horrible pero terriblemente divertida música avalonesa.

 Si mi señora Lucrecia, esta fiesta era el motivo que me robaba el tiempo con vos, y por favor me gustaría pensar que somos amigos así que os ruego me apeéis el Don, solo José y yo haré lo mismo contigo Lucrecia y si es de vuestro parecer, además así provocaremos un poco de revuelo entre los y las estirados y podremos dar un poco envidia a vuestros pretendientes, aunque eso me lleve a algún  duelo. Digo guiñandole un ojo de forma picarona y divertida.

 Ahora debo rescatar al pobre Lucca de las garras de mi tío, bendita sea su persona, y para tamaña gesta requería de vuestro apoyo y refuerzo en la batalla. Añado con una abierta sonrisa y espero su respuesta a las dos proposiciones.

No se le pasaba por alto las atenciones que levantaba Lucca, ni los acercamientos de José, quien apuntaba más alto de lo que esperaba… que lo hubiera intentado Lucca lo daba por esperable, pero de José esperaba más seso… y quizás por eso tuviera éxito. A cada momento parecía un hombre más interesante de lo que a primera vista pareció.

Se veía que cada tortolo tenía su tórtola en esta fiesta, aunque las parejas de algunos fueran más de su agrado que las de otros… y la suya se había equivocado de tórtola. Era imposible que con la falta de luz de la calle, los disfraces y con aquellos vestidos pudiera reconocer ninguna facción de Lola, y tuvo la precaución de guardar silencio durante todo su encuentro. No sabía a quién le podía recordar, pero era más que harto improbable que la relacionar con su percance nocturno.

Se llevó la mano a la boca divertida y se ruborizó un poco.

- Oh, mi señor, lo dudo mucho. Nunca olvido el rostro de un hombre apuesto. – bromeó.

Se dirigió a Valerio a quien realizó una reverencia sujetándose el vestido.

- Mi señor, Lola deSan, es un honor y un placer conocerle, y ahora entiendo porque la bella Candice estaba nerviosa por vuestra ausencia. Ninguna mujer desearía verse privada de vuestra presencia. – añadió con un leve tono de divertimento de la corte educado.

Angelique tendió la mano para que el recien llegado pudiera besarsela. Como debe hacerse cuando se está frente a una dama de alcurnia.

Bon soire monsieur Angelique du Sancerre, he llegado recientemente como parte de un grand tour de estudios que empecé en Castilla. Espero que los balbuceos de mi institutriz no os hayan incomodado. Dijo con una risita Quizás podríais hacer vos la cortesia de presentaros. 

Volvió a girarse a Luca.
¿Cómo habéis dicho que os llamáis? preguntó, haciendo resbalar sus anteojos para mirarle a los ojos directamente.

-In efecto, vostro intelecto siupera al resto.- Dijo con su acento marcado italiano. -Io soy Luca Siviero, Maese Alcalde.- Acompañó la presentación de una reverencia engalanada con un ademán de la mano. -Y usted sei le tío de mi amico Pepe. Con cui combati, hombro con hombro, in el Santa Catalina contre multitude di pirate. Grande destrezza la de vueso sobrino. Le forsa física bene de familia per lo qui veo.

Luca introdujo el cuchillo en la ranura entre las puertas con la intención de forzar el pestillo. No era la mejor herramienta para hacerlo pero no tenía otra idea.

Bueno, parecía que la fiesta estaba bien, aunque yo estaba un poco fuera de lugar, así que después de bailar un poco (aunque el baile era un poco soso comparado con los que bailaba con los fhideli) me quede junto a Oleg. Comiendo algo.

Miré a mi alrededor, por si veía a alguien que conociese (como a la eisena rabiosa o el capitán). Tampoco quería ser el primero en irme, aunque tenía cosas pendientes por el fuerte. Así que vigilé al anfitrión y procuré no beber demasiado. Aproveché para preguntarle a Oleg sobre el Capitán Andrés Rodríguez y nuestra misión de exploración.

-Oye. Me han dicho que os acompañaré mañana a una misión de exploración a una bahía cercana ¿Sabes para qué vamos ahí? ¿Buscamos oro o algo así?- Sabía que él no preguntaba demasiado, pero seguro que era mejor que nada.

Trataste de forzar el cerrojo con tu cuchillo, pero ni era la herramienta adecuada ni eras un experto abriendo cerraduras.
Frustrado, debías decidir qué hacer, pues el tiempo pasaba.