Partida Rol por web

Al ver ese ojo terrible a través de los maderos asustó tanto a Lia que perdió un tiempo precioso. Cuando se quiso dar cuenta, ya era demasiado tarde como para lanzar cualquier magia útil. La situación general era desesperada, pero aún estaban vivos.

Tenían que evitar a toda costa que dos de esos perros grandes atacara a una misma persona, pero primero había que encargarse del que estaba al lado de ella. Buscó con rapidez a sus compañeros y en cuanto les vio, no dudó en lanzarse debajo del carromato y arrastrarse hasta Zirodel lo más rápido que su cuerpo y la propia carreta le permitían.

- Ayuda a nuestro aliado de aquí lado, luego ayudaremos al guardia- Indicó a Zirodel, a la vez que salía de debajo de la carreta y sacaba un dardo para situarse lo más pegada a la carreta posible y tener una buena vista del campo de batalla.

Luego se dirigió al enano -Ridgern, dispara rápido y cuida tu espalda. Tienes uno detrás de ti.

Por último se dirigió a Varuna -Varuna, no dejes que ese segundo lobo ataque a Decker; si es necesario céntrate en evitar los golpes hasta que alguno de nuestros aliados este libre.

La refriega había comenzado.La sangre salpicaba la húmeda tierra y mojaba incluso la hoguera.Pudo sentir el apoyo de sus compañeros, en particular de Ridgern, el cual disparó al huargo que en ese momento amenazaba con matarla.

Aprovechando esa distracción, la clérigo se abalanzó contra la bestia para propinarle un mazazo en su cráneo.

La cruenta batalla comenzó a desarrollarse fatídicamente para los aventureros.Lia logró esconderse de las bestias y así evitar al menos ser vistas por ellas desde un principio, y así que se centrasen sobre los guerreros al descubierto.Zirodel decidió cambiar su armamento a algo más defensivo y seguro, y de nuevo analizar fríamente la situación.Ridgern decidió ayudar a Varuna con un disparo de su ballesta, pero el virote se desvió demasiado de su trayecto y terminó clavado en una de las superficies de los carromatos.

Además, Varuna falló en el último momento su golpe, rozando la oreja de la bestia con su maza, ya que el animal retrocedió con un pequeño salto hacia atrás.Acto seguido, salta hacia adelante para morder a la clérigo en una de sus piernas.

Por otro lado, Decker desenfundó su hacha de guerra a dos manos.A pesar de haber dedicado parte de su vida al negocio de las caravanas, era un avezado guerrero con bastante experiencia a sus espaldas.No obstante, los huargos eran criaturas que conocía poco, y no se sentía nada seguro combatiéndolas.Cuando fue a propinarle un corte vertical, el hacha se le resbaló de las manos y salió disparada hacia atrás, clavándose en el carromato.

Los huargos seguían dando batalla.El que estaba frente a Decker, aprovechando su mala suerte, se lanza para morderle en la yugular, pero el experimentado guerrero se agacha, provocando que el animal le sobrepase por arriba, mordiendo al aire.La bestia aterriza y derrapa un par de metros, volviéndose a encarar hacia su contrincante.

Una de las bestias que estaba subida en un carromato cercano al enano, saltó para intentar caer sobre él y morderle con fiereza.Sus fauces enganchan al enano por el hombro, y se clavan incluso traspasando la nueva coraza adquirida, llegan a la carne y la desgarran.El animal, mueve hacia un lado y hacia otro a su presa, hasta que la suelta y saborea la sangre que se quedó impregnada en sus colmillos.

Otro de los huargos subidos en aquellas carretas, saltó al suelo y corrió hacia Zirodel, dispuesto a destrozarlo por la mitad de un mordisco letal.

El huargo que se mantenía sobre la carreta dónde se escondió Lía, saltó y olfateó los bajos de esta, para acto seguido meter su zarpa e intentar hacerla salir, con golpes torpes de izquierda a derecha.El resto de bestias que aún no atacaban, se lanzaron al ataque para centrarse en los guardias que aún se encontraban sin ser atacados.

Zirodel recogió su espada y escudo mientras por el rabillo del ojo vio a uno de los huargos cargar contra él. Justo a tiempo, se agachó e interpuso el escudo frenando las fauces hambrientas de la bestia. Dando impulso a sus piernas, tomó una mejor posición para atacar y descargó su espada, pero lamentablemente el tajo apenas rozó el denso pelaje del monstruo.

Lia se arrastraba por debajo de la caravana, pero el enorme huargo la olió y cargó contra el carromato, probablemente con intención de derribarlo. Por suerte para Lia, el carromato aguantó la embestida y el huargo se vio obligado a arrastrarse para intentar alcanzarla y de hecho, la alcanzó: Sus garras se enredaron en los pantalones rasgando la tela y obligando a la muchacha a salir por el otro lado, a la vez que le daba patadas y le gritaba -¡Déjame en paz, maldito!

La muchacha se arrastró practicamente hasta el otro lado, y aún desde el suelo vigiló los movimiento del huargo que la atosigaba y echó un vistazo a los otros huargos para ver si dejarían que se levantase al lado de la carreta. Sacó una daga para pinchar a todo aquel lobo que se le acercase. No iba a dejar que la mordieran tan fácilmente.

Una de las bestias saltó sobre Ridgern, que sacó su mangual para defenderse cuerpo a cuerpo del asesino animal. El enano enarboló su arma y la maziza pieza de acero golpeó con fuerza sobre el lomo de bestia, que gimió de dolor.

La clérigo se defendió bien ante la mordida del huargo, bajando su escudo para proteger sus piernas.El escudo recibe los morros del animal, provocando un sonoro ruido metálico acompañado de algunas babas de la bestia.En ese momento, la empuja para separarla de ella con un escudazo, y aprovechando el aturdimiento, lanza un mazazo de abajo arriba, directo a la mandíbula del depredador.

El filo del elfo apenas cortó algunos cabellos del pelaje del huargo.Aquellas bestias eran ágiles y habilidosas, y no serían sencillas de abatir.El huargo se apartó a un lado, buscando el lateral del elfo a la par que esquivaba sus embestidas con espada, hasta que encuentra un hueco oportuno para lanzar un mordisco en su costado.

Por otro lado, Ridgern parece recuperarse del poderoso mordisco que le propinó su contrincante.Ciego de ira, agarra su mangual y entabla un fiero combate contra el animal.Ambos esquivan los ataques de su oponente, o los bloquea en su defecto, hasta que finalmente, Ridgern propina un gancho en las fauces del depredador, dejándolo aturdido el tiempo suficiente para lanzar un poderoso golpe en el lomo del animal, abriéndole una importante herida de la cual borboteaba sangre, manchando de rojo el cuerpo de la bestia y los filos puntiagudos del arma del enano.El huargo aulló del dolor.La fuerza del golpe le hizo caer al suelo y rodar un par de metros hasta que se incorporó, gruñiendo con rabia.Volvió al ataque, de nuevo con un salto para caer sobre el enano a la vez que intentaba arrancarle la cabeza de cuajo.

Lia en cambio, logró salir ilesa de los zarpazos que buscaban su carne bajo el carro.Ahora armada con una daga, buscaba de quien defenderse.El huargo que la perseguía, siguió insistiendo, saltó de nuevo sobre el carromato, y acechó a la maga cual felino.

Estaba indefenso, mirando a la criatura cara a cara, viendo como su hacha estaba detrás de ella, clavada en el carromato.

-Ven a por mí sucia alimaña- incitó mientras gesticulaba con sus brazos para que se lanzase a por él.El huargo preso de ira, saltó hacia Decker.La bestia cayó encima suya, abrazándole con sus zarpas y mordiéndole en el acto, justo en su hombro, pero Decker aprovechó la inercia de la bestia y su mismo abrazo, para girar sobre sí mismo y lanzarla lejos, lo suficiente para volver a agarrar su hacha.

-¡¡Aaaarggh!!- vociferó ante el intensó dolor de los colmillos clavándose en su piel.Pero no se detuvo más tiempo, y mientras el animal se recuperaba de aquel breve lanzamiento, sus manos agarraron el mango del hacha, y tiraron de él con todas sus fuerzas.La herida sangró de más justo en ese momento, cuando sus músculos se hincharon y con todas sus fuerzas, logró sacar el hacha de la madera, llevándose consigo algunas astillas y trozos más grandes.

-¡Segundo asalto, bestia inmunda!- dijo ahora relamiéndose con una sonrisilla pícara, mientras hacía girar el hacha en sus manos, dándole vueltecitas al mango.

Lia se levantó y se pegó al carromato mirando hacia arriba buscando el hocico del huargo para pincharle el morro, sabía que podría intentar alcanzarla desde arriba, pero que no tenía espacio suficienten como para caerle encima. Estaría atenta para cuando diera el salto para intentar rajarle las tripas.

Zirodel siguió atacando al huargo que le acosaba, pero sus intentos resultaron infructuosos. Quizá estaba demasiado pendiente de evitar que los afilados colmillos de la bestia no le alcanzasen, pero en cualquier caso, más le valía afinar sus espadazos o lo iba a tener difícil para salir de allí con vida...

Los huargos eran fieros rivales. Eran muy ágiles y  Se movían velozmente, lo hacía muy difícil golpearles. Rigern volvió a intentarlo esta vez sin éxito. Cuando su mangual estaba a punto de machacar la cabeza de su enemigo, éste giró el cuello rápidamente, esquivando la pesada bola de metal que golpeó el suelo con fuerza,  dejando su silueta incrustada sobre la tierra.

Al ver que era tan difícil golpearles y que el combate podía alargarse peligrosamente, el enano se fijó su escudo para protegerse mejor de las mortales dentelladas del animal.

Parecía que los hombres de la caravana eran incapaces de abatir a sus adversarios con rapidez y esto solo significaba una cosa, que no saldrían vivos de allí.

La normalidad retomó al ambiente, la calma llegó y Elisabeth calmó su respiración. Era capaz de sentir sus propios latidos al elevar su pecho. Un síntoma de que había sido alterada por aquella mujer y sus secuaces.
Estoy aqui, porque soy capaz. He quitado vidas y se, que son pocas ya que en el futuro incierto que se nos presenta, muchas más dejarán de brillar. Padres que nunca más verán a sus hijos, mujeres que no verán a sus esposos. Todos abatidos bajo mis manos- La Bella mujer se miró la Palma de su diestra, abierta y con todos los dedos separados frente a su rostro. Elisabeth recordaba esas últimas miradas, como las venas aparecían en el blanco de los ojos de sus enemigos, como abrían su boca para intentar alcanzar una última bocanada de aire que nunca más entraría en sus pulmones.
Cerró nuevamente su puño y lo posó en la mesa. Todos los caídos se lo merecían, ella había sido el arma para erradicar actos impuros y propagar la rectitud.
Estoy preparada, siempre lo he estado- Levantó su copa y sonrió levemente antes de saborear un poco del vino y así calmar la sequedad de su garganta ante la situación que se le había planteado en esta oscura taberna de puerto

El huargo que presentaba batalla a Decker, se lanzó rabioso esta vez a morderle el costado, con total éxito, aunque por ello, se expuso a un ataque rápido y ligero del hacha del caravanero, el cual cortó un trozo de la oreja de la bestia.

El huargo gravemente herido, aún hacía frente al enano, con bastantes costillas rotas, se podían ver bultos anómalos en su lomo, y su respiración entrecortada y torpe.Aún así, no se rendiría hasta la muerte.Sufriendo grandes dolores, los cuales entorpecían su movimiento, intentó correr hacia Ridgern para morderle con la poca rabia que quedaba en su interior.

Por otra parte, Zirodel intercambiaba espadazos con el huargo, el cual se defendía bien de ellos, agachando su silueta, saltando hacia los lados y hacia atrás.De nuevo, se lanzó hacia Zirodel, esta vez con un embiste hacia las piernas para tirarlo al suelo.

Mientras tanto, Lia mantenía su propia lucha por sobrevivir.Su dagazo a traición desde la pared de la caravana, no surtió el efecto esperado, y cuando la bestia salto para intentar atacarla, evadió la punta de la daga, pero a su vez los zarpazos que deseaba propinarle, dieron al aire.Calló al suelo de mala manera, revolviéndose unos segundos hasta incorporarse, sacudiendo su pelaje y andando lentamente hacia la maga.

Por último, Varuna mantenía a raya al animal, hasta que por un momento le fallaron las fuerzas, y un zarpazo de la fiera hizo que el brazo que mantenía el escudo, se apartase del frente, en ese momento, volvió a dar otro zarpazo que impactó en el pecho de la clérigo, abriéndole cuatro heridas poco profundas que lo cruzaban de lado a lado.

Recibió el zarpazo de la bestia, que logró atravesar su cota de malla como si fuese papel.Por suerte no eran profundas, pero la sangre brotaba de ellas lentamente, con seguridad eso le dejaría marca, pero sería una de otras muchas que le depararía la vida de protectora y justiciera, pues ser fiel seguidora y devota de la verdad y la luz no era tarea fácil.

-¡¡Ahhhhh!!- dio unos pasos hacia atrás por la fuerza del ataque recibido.Volvió a protegerse como era debido.Aún intentando recomponerse, se abalanzó hacia el huargo mediante una carrera con el escudo por delante, para abatirlo de un golpe.Pero el huego también corrió hacia a ella para placarla y contrarrestar aquel golpe.Ambos chocaron provocando una pequeña honda que levantó algo de polvo en los alrededores de los combatientes.

Zirodel siguió combatiendo con el huargo. Esa terrible masa de pelos, garras y dientes no iba a detenerse salvo por el filo de una espada, así que el elfo hizo lo propio, asestando un golpe a la criatura. No obstante, el pelaje de esos monstruos era más duro de lo que parecía, y apenas le hizo daño. Tocaba seguir aguantando y rezar a los dioses.

Dio un profundo trago a su pellejo mientras Elisbeth respondía.Las pupilas de la mujer ya estaban dilatadas debido a la embriaguez, su mirada sumergida en un placentero éxtasis, observaba con lujuria y misterio a la guerrera.Sonrió relamiéndose sus labios, se incorporó de nuevo y su mano agarró la daga, sacándola de la madera de la mesa.La otra mano agarró el filo con contundencia, y colocando ambas sobre la copa de la guerrera, tiró de la daga con fuerza hacia abajo, realizando un movimiento corto, seco y rápido.Cerró su puño y las gotas de sangre comenzaron a emanar de la herida aún oculta.El líquido carmesí resbalaba por su mano hasta llegar a la muñeca, pero la mayoría de aquel líquido, caía en forma de cuantiosas gotas sobre el vino que contenía la copa.

Podía verse como en cámara lenta, las gotas espesas de la misteriosa mujer caían hasta el vino, sumergiéndose por unos instantes y manteniendo su forma y color, hasta que poco a poco se iban difuminando y haciéndose uno con aquel alcohol barato.Algunas gotas incluso cayeron en el borde de la copa, resbalando por su superficie y dándole un aspecto un tanto macabro.

Tras esto, la mujer le ofreció la daga a Elisabeth, dando a entender lo que debería hacer ahora.

Su plan perfecto había fallado. Si fuera un guerrero gigante con una lanza larga habría funcionado, pero la daga se quedó a varios centímetros de llegar a alcanzar al lobo en su salto. Sin embargo, el huargo se confío al pensar que la muchacha sería una presa fácil al no llevar armadura e hizo un movimiento imprudente que le dejó indefenso unos segundos; segundos que aprovechó Lia para darle su "zarpazo" particular al rostro del lobo gigante.

Al ver como la mirada de odio del lobo se intensificaba, Lia reculó despacio intentando calmar a la bestia con una sonrisilla nerviosa -No, no..animalito. Era solo una broma.

El huargo de Ridgern estaba mal herido, pero todavía tenía fuerzas suficientes para plantar cara al enano, que volvió a la carga enarbolando su mangual, pero el resultado fue el mismo. La bola de metal acabó en el suelo sin golpear a la bestia que se defendía eficazmente contra los previsibles movimientos del enano.