Partida Rol por web

Azuzo a mi caballo, y me pongo en la primera fila de la caballería, y comienzo a dar un pequeño discurso:

"Caballeros, escuderos, Duque, quiero saludaros a todos, y daros mi enhorabuena, por poder participar en esta liza. -relincha mi caballo mientras se mueve nervioso en la primera fila-Somos parte del reino del Rey Arturo, y estamos aquí reunidos para realizar una gran azaña en este día de hoy. -me aclaro la garganta debido al polvo que estamos tragando-Este día será recordado por nuestros hijos, nuestros nietos, y para todos los tiempos, y será recordado por la gran victoria que vamos a ofrecer a nuestra reina. Hoy va a ser un día decisivo en nuestras vidas, y vamos a tener que pelear contra un enemigo, numeroso y valiente, pero eso no significa que vayamos a perder, sino todo lo contrario, vamos a tener que pelear con gran ardor contra el enemigo,-desenvaino mi espada- para que Dios que nos está observando desde los cielos, vea que somos devotos y dignos de estar en su reino, pero que va a tener que esperar, porque hoy no vamos a subir, sino que seremos su mano derecha, y el azote contra todos los herejes que visten de rojo. Exterminaremos a esos demonios sin compasión,-doy un espadazo al aire- tenemos todo de nuestra parte. Defendamos nuestras tierras de los traidores, que no den ni un paso hacia adelante. ¡VIVA EL REY, VIVA LA REINA, VIVA DIOS!"

Me bajo la visera, y vuelvo a azuzar al caballo para ponerme en mi puesto.

Con su arma y su escudo preparado, Edgar se encuentra oteando con la visera levantada el horizonte, hasta ver aparecer el ejército enemigo.

Es un buen día para luchar- piensa mientras se baja la visera de su casco. Preparado para el combate solo espera la señal del duque para avanzar.

Ante el grito de Gallowain, no duda en alzar su espada y repetir sus últimas palabras, a viva voz:

¡VIVA EL REY, VIVA LA REINA, VIVA DIOS!

Veis como la gente comenta sobre Gallowein mientras pronuncia su discurso, incluso alguna risa de burla se oye en las filas anteriores y el Duque mira con expresión perpleja al escudero, pero al finalizar el discurso un atronador ¡VIVA EL REY, VIVA LA REINA, VIVA DIOS! surge rugiendo de cada una de las gargantas allí reunidas como si fueran solo una y la valentía inundó los corazones de hombres y bestias que se lanzaron en carga hacia el enemigo, el cual fue cogido por sorpresa ante esa reacción no esperada, ya que eran pocos contra muchos. 
Y al grito de viva el rey, viva la reina, viva Dios la tierra tembló. Los lanceros enemigos se afanaban en preparar una buena defensa mientras los cascos de los bravos caballos, montados por hombres valientes y de fé, levantaban la tierra y relinchaban ansiando el momento de pisotear los cuerpos caídos de sus enemigos.

El toque de carga fue dado y espoleadas las monturas, bajando caballeros y escuderos sus afiladas lanzas contra las filas enemigas, oculta permanecía la bandera más hermosa jamás vista por ojos humanos, una bandera con el azul del cielo en primavera, sus tres coronas de oro, una sobre la otra, bailaban al compás de los ribetes de plata bordados, cercando el campo azul y destellando como solo algo precioso puede hacer. Si, la reina pidió al duque que las tropas del rey portaran su bandera, la bandera por la que los 1500 escuderos que hoy luchaban en nombre del rey lidiaron por obtener. Ahora pertenecía a todos, ahora eran caballeros del rey. 

Comenzamos a avanzar en el campo de batalla, y llegamos a la primera fila. Bajo la lanza ya con un objetivo localizado, y azuzo a mi caballo incándole las espuelas:

-¡JIAAA!

Bajo el azul de la bandera, todo parecía mucho mas fácil, derribando a los oponentes, el caballo respondía a mis maniobras, y en ese campo me sentía como en casa, escuchando los alaridos a mi alrededor y ese olor inconfundible con un toque metálico.

Con cierta locura en la mirada, me giro a ver como avanzan mis compañeros, y les grito para que me puedan oir en medio de aquel estruendo:

-¡SIR GALAHAUT ES MIO!

Sin pronunciar palabra, ni un grito de maldición ni una voz de ánimo, cabalgo colina abajo lanza en ristre, en dirección a mis enemigos.

Doy un ligero golpe a mi caballo que comienza a moverse, lentamente al principio, pero al poco rato adquiere una buena velocidad. Al frente se avista el enemigo, y sujetando con fuerza su lanza, la baja lo suficiente para golpear a su enemigo más próximo.

De igual manera bajaron vuestros compañeros, Eliott y Waldon jurando por Dios y por el rey. También otros 700 escuderos y caballeros, dispuestos a darlo todo a gritos de ¡Viva el rey!, alabando a Dios, a San Jorge y unos cuantos santos y apóstoles que ni siquiera sabíais que existieran.

El silencio inundó el campo de batalla, durante un segundo, el tiempo pareció detenerse justo antes de impactar, entonces todo volvió a la normalidad. Los gritos se mezclavan con el crujir de la madera astillándose y los huesos rotos, relinchos, gritos y el silvido de las espadas saliendo de sus vainas para chocar con escudos y cascos de hierro o acero. 

Una vez metido en el fragor de la batalla, desenfundo mi espada de mano y me lanzo contra el adversario más cercano.

Al colocarme junto a él, alzo la espada para golpearle y me fijo en sus ojos; Bajo el yelmo rojo que lo convierte en mi enemigo veo los ojos de un hombre con el mismo miedo a morir que yo, que esgrime su arma por la simple devoción a una bandera y a un señor.

Mi distracción me sale cara y es su espada la que me alcanza en un costado.

Edgar se encontraba a cierta distancia del núcleo principal, esto es, donde se encontraba el duque y sus dos compañeros (Gallowain y Elliot). A su frente se encontraba el enemigo y a su lado el resto de sus compañeros. Desenfunda su espada y lanza un fuerte grito:

A ellos- sin mas dilación avanza raudo al frente y lanza un rápido tajo a su enemigo mas cercano. Su intención es abrirse camino hasta llegar a donde se encuentra el duque.

Eliott descarga su espada sobre la cabeza de un soldado que cae pesadamente al suelo.

Manejo al caballo a izquierda y derecha para colocarlo cerca del grupo de mando y golpear a uno de los infantes pero este se refugia delante del animal esquivando los golpes.

Desenvaino la espada, ya que la lanza comenzaba a molestarme entre tanta gente, y con la mirada fija en el duque, buscando un hueco para poder entrar a matar, veo un destello que entra por dentro de mi yelmo, y al girarme para parar el golpe, veo que es demasiado tarde.

¡Aaah!

En el fragor de la batalla, noto que me han herido, pero no ceso en mi empeño de buscar mi satisfacción.

No te despistes gallo, la venganza es un plato que se sirve frío.

Intentais abriros paso frente al grupo que os separa del duque y vuestros compañeros, pero su defensa es sólida apenas ganando un metro de tierra.

Oís la voz del duque intentando deciros algo sobre el fragor de la batalla y el estrépito de los metales.

Oís a Sir Frederic como dice en voz alta:-A VUESTRA DERECHA, LA BANDERA ENEMIGA ESTÁ A VUESTRA DERECHA, ID Y TRAEDME LA CABEZA DE ESE HIJO DE PERRA.-

Veis como la bandera enemiga está al margen derecho de vuestros amigos, aunque dos barreras de soldados se interponen  entre ella y vosotros. 

El dolor en mi costado es soportable, pero la idea de acabar linchado a golpes o perder la vida en este campo de batalla me aterroriza. Debo de alcanzar al grupo del duque cuanto antes.

Edgar esta demasiado ocupado luchando contra sus enemigos al frente como para percatarse de los gritos del Duque.

Oyes a Sir Frederic como se hace oir entre el ruido de batalla:-A VUESTRA DERECHA, LA BANDERA ENEMIGA ESTÁ A VUESTRA DERECHA, ID Y TRAEDME LA CABEZA DE ESE HIJO DE PERRA.-

Ves como la bandera enemiga está al margen derecho de vuestra posición, aunque una sólida barrera de soldados se interponen entre ella y vuestra posición.

Escucho lo que nos dice el duque, y con la mirada fija salgo con el grupo a capturar la bandera enemiga.

Al llegar a la primera linea, asesto un golpe de espada al guerrero que se interpone en mi camino.

-¡Apartad, por San Miguel y San Jorge!

Mientras Edgar provoca un profundo corte en el pecho a uno de los soldados, Gallowein y Eliott avanzan hacia la barrera donde estáis blandiendo fieramente sus espadas. Los soldados apenas pueden defenderse de un ataque por los dos flancos.