Partida Rol por web

La destreza de Sir Ulbert me pilla por sorpresa y no soy capaz de desviar su golpe, que me alcanza de lleno.

-¡¡Aargh!!

Si, sácame de aqui... poco puedo hacer ahora en este estado- le dice al escudero.

La espada de Ulbert te golpea en el hombro izquierdo sintiendo como un dolor crece. 

El joven Garinter te lleva arrastrando entre moribundos quejidos y armas rotas. Un grupo de soldados enemigos asedian a tu izquierda al estandarte real, que ondea en azul y oro las tres coronas del rey. En una fugaz pasada, puedes ver al duque y a Waldon, este sujetando el estandarte y luchando los dos contra una multitud de soldados enemigos que caen bajo su ímpetu de salvaguardar el estandarte que tanto esfuerzo os costó llevarlo al castillo. 

Ayúdame a levantarme- dice Edgar- aún puedo luchar- el estandarte había que mantenerlo a toda costa, y él debía también seguir luchando, aunque eso supusiera su muerte.

Veo como se le cae el arma al enemigo, y le rujo:

-Vaya, al león se le ha caído la zarpa, jajajaja.

Continuo con mi ataque obstinado.

El intenso dolor de mi hombro hace que mi visión se nuble y por un momento, donde debería estar mi rival sólo veo sombras. El filo de mi espada se pierde en el aire.

-Pero mi señor, estais muy débil.-Replicó Garinter. 

Sir Galahaut detiene el ataque con el escudo aunque al oir una queja ahogada dentro de su yelmo, el daño por el golpe se lo lleva el brazo del escudo. Ves como tantea buscando algo detrás de su silla.

Eso es lo de menos- responde- ayudame a levantarme, ¡vamos!

Señor director. Ya que no tengo arma y me está zurrando de mala manera, se me ha ocurrido levantarme sobre mi caballo y tirarme sobre Sir Ulbert (o darle un golpe de escudo) con la esperanza de derribarlo con mi peso. Ya se que noe smmuy caballeroso pero todo vale en el amor y en la guerra, dicen. Y cuando te has quedado sin espada aún más.

Ya me dirás si lo hago qué tiro.

El joven paje te levanta mientras te apoyas en él. Una vez de pié el coraje vuelve y te mantienes sereno aunque dolorido.-Tenga mi señor Edgar.-Dice ofreciéndote su espada.-La necesitará más que yo.-

Desesperado al encontrarme frente a un rival que me supera, desarmado y herido, me pongo en pié sobre el caballo y salto sobre Sir Ulbert lanzando un rugido. Desgraciadamente, calculo mal la distancia y caigo boca abajo sobre el duro suelo.

Mi visión se nubla por el golpe, y al tratar de incorporarme solo veo patas de caballos. Estoy completamente desorientado.

Desde detrás de la silla una maza aparece en la mano de Sir Galahaut trazando un arco en el aire.

Al ver el intento fallido Ulbert intenta pisarte con el caballo, el cual esquivas por poco. Ruedas por el suelo chocando de repente contra algo, al girarte y mirar ves el inmovil rostro de Eliott y su mano parece como si te ofreciera su espada para acabar el trabajo.

Sigo golpeando al enemigo de una forma antiuhumana:

-Debería haber supuesto que algo escondíais. Maldito seáis.

Cegado por querer acabar con el, y poder ayudar a mis amigos, no me deba cuenta de que casi todos estaban ya abatidos.

Te acercas despacio por detrás al enemigo. La cabeza te da vueltas y casi no puedes pensar. Tu sangre resbala por la cota de malla.