Partida Rol por web

El agujero de la pared se cerró, de una forma muy lenta. Demasiado lenta.

En el retumbar del pasillo se escuchó una palabra: ADELANTE

Nuestros héroes, algo sorprendidos, avanzaron.

La sala se abrió en lo que parecía una habitación de un tamaño bastante importante, con un pequeño atril y, tras él, un "trono". Una silla cutre y maltrecha pero muy grande, con intención de ser un verdadero trono, pero sin conseguirlo.

Tras el trono, una especie de sombra apareció. Con una voz que os resultaba algo familiar os hablo:

-Bueno, parece que habéis conseguido llegar hasta mi. Panda de entrometidos, nunca pensé que llegaríais. Parecíais una panda de charlatanes en la taberna...

Una profunda risa resonó.

-Aquí acaba vuestra historia. No vais a impedir que consiga mis planes. Planes que no os pienso contar, como en esas historias malas de los bardos, en las que los malos cuentan sus planes para que se los estropeen. NO. ¡Aquí no! Aquí simplemente os quedan dos opciones:

Morir.
Daros la vuelta y desaparecer.

El misterioso personaje no se dejaba ver. Su voz os sonaba.

¿Quién sería? ¿Habría una tercera opción?

Algo en el aire os decía que si hacíais un movimiento en falso, lo ibais a pagar caro.

Como aún seguía con la espada en mano decidí que era lo más conveniente en aquél momento. Nos adentramos en la siguiente cámara, esperando que fuera la última y así era, se trataba de la sala del trono, o al menos eso parecía por el asiento que había en el centro de la sala.

Allí vemos que el bárbaro y la paladina están allí y les saludo con una inclinación de cabeza y nos reunimos frente a la silla del trono y de pronto aparece una sombra amenazando con nuestra muerte:-Por el tono de voz va en serio. Pero nosotros también. No hemos llegado hasta aquí para danos la vuelta.-dije manteniendo firmeza en mi espada. 

Respiré con alivio al ver que podíamos  avanzar y estábamos de nuevo todos juntos, con un rápido vistazo me di cuenta que nos encontramos en una sala apropiada para la lucha y con alguien escondido en las sombras  que nos increpaba y hablaba de planes  y de morir—no pareces un espectro aunque te escondas en las sombras…quien eres? Déjanos ver tu cara –sin esperar la respuesta giré para comprobar que no había nadie más detrás del grupo, tal vez pensaba este ser que saldría victorioso  en una lucha con todo el grupo? uno contra cinco no es una proporción muy adecuada …

Después de superar los acertijos llegamos a una gran sala donde nos reencontramos con nuestros compañeros. Sin embargo, lejos de poder celebrar el reencuentro una voz amenazante llena la sala.

- No tengo pensado rendirme - gruño entre dientes en respuesta mientras aferro con fuerza el mango de mi martillo...

Escuchamos la voz del trono. Cómo a los demás, me suena de algo, pero no sabía de qué.
- Más te vale rendirte. Nadie de los aquí presentes va a volver - y saco la espada, colocándome en posición de ataque.

Una vez reunidos, una misteriosa a la vez que familiar voz nos amenazó de forma cobarde, sin mostrarse ante nosotros... como los cobardes! ningún guerrero actuaría de esa forma y mucho menos esconderse en el fondo de una mina.

Ya que mis compañeros opinaban lo mismo (y aunque hubiesen escogido la otra opción), era el momento para cumplir mi misión: demostrar mi valía como líder.

- Deja de esconderte detrás de niños feos, bufones y sillas grandes... - comenté cansado de toda esta farsa - y lucha COMO UN GUERRERO! - grité mientras emprendía la carga contra la silla tras la que se ocultaba ese misterioso ser.

Todo el grupo estaba en guardia, preparado para cualquier movimiento del misterioso enemigo menos Q’Kar. La sala resonaba como una caja de música y la ausencia de sonido alguno producía una extraña sensación.

Nuestro bárbaro de las montañas era un hombre de acción y ya llevaba demasiado sin ella por lo que mientras sus compañeros se preparaban para el combate, él resopló como un oso enfurecido y cargó hacia el origen de la voz desafiante como un toro bravo o un enano sediento hacía un barril de cerveza.

Al permanecer oculto por no querer mostrarse, la víctima no se dio cuenta de lo que sucedía hasta que fue demasiado tarde. El bárbaro empujó con toda su potencia la silla, llevándose por delante mueble, persona y cualquier otra cosa que hubiese en el camino hasta que un muro consiguió detener la brutal embestida.

La colisión fue tal, que el propio impacto sonó como si se derrumbase un edificio y la nube de polvo y astillas que se levantó os obligó a apartar la mirada unos instantes.

Tras el fuerte golpe, pudisteis ver a Q’Kar algo aturdido, pero de pie y quitándose algunas astillas que se le habían quedado clavadas. A su lado, algunos cascotes se habían desprendido de la pared y justo en el suelo, se encontraba el misterioso enemigo medio enterrado por los cascotes, restos de silla y polvo.

Enemigo que parecía derrotado. ¿Sería así?

JAJAJAJAJAJAJAJAJAJAJAJAJA

Vuestro enemigo se levantó, retirándose el polvo de la silla.

-Parece que no os gusta hablar. Bien que sí hablabais la ultima vez que nos vimos. Os voy a dar una ultima oportunidad ¡¡LARGAOS!! o moriréis.-

En ese mismo instante, levantó la mano. Un ruido os llamó la atención, no sabéis bien de dónde pero aparecieron unos pequeños goblins y parecían muy mosqueados. Cinco para ser exactos, cinco pequeños con mucha energía se pusieron alrededor de vuestro enemigo.

-¡LARGAOS!- Repitió vuestro enemigo.

--Tu otra vez!!, parece que necesitas a tu secuaces para que te defiendan.--Al ver que nos rodeaban tomé mi arco, atusé las plumas de una de mis flechas y me dispuse a apuntar a uno de los goblins. Estaba preparada para la lucha solo esperaba el movimiento de uno de ellos para disparar.

La impaciencia del bárbaro resultó ser una buena idea por que después de vaporizar la silla en la que se sentaba el espectro apareció el auténtico señor de la mina. El hombrecillo con ropas caras que nos encontramos al salir de la taberna antes de dirigirnos a este lugar. 

.-Parece que volvemos a vernos, hombrecillo con ropas caras. Quieres probarnos esta vez?.-dije antes de colocarme en posición de combate con la punta de la espada apuntando hacia los goblins. 

Al parecer mis compañeros ya conocen a nuestro oponente pero a mí no me suena de nada. Sin embargo, los goblins sí que son un enemigo conocido para mí y me preparo para enfrentarme a ellos...

- Largarnos? Parece que no has tenido suficiente - mascullé bastante tranquilo acabándome de quitar algunas astillas mientras unos pequeños goblins aparecían y se movilizaban alrededor del charlatán que ya nos habíamos encontrado fuera de la taberna.

Acto seguido, empuñé mi hacha de acero negro, adopté una posé de combate al igual que mis compañeros y escupí en el suelo - esto va a ser rápido - dije sonriendo.

Conque era él. El maldito que quería disuadirnos. Pues no señor, nadie se iba a rendir hoy. Y menos bajo la atenta mirada de la Cruzada. Me coloco en otra postura de combate y miro a los engendros seria.
- Preparaos a recibir las llamas de la Luz.

Veo que los Goblins mantienen su posición, ninguno se mueve; esperan la orden de su jefe para atacar. Rápidamente apunto al que está más cerca y disparo.

- ¡Que la Luz os maldiga! - grito mientras blando la espada. Observo que Agwins dispara a un goblin y ataco a ese mismo.

.-Sabéis quien soy?...-dije mientras ejecutaba un giro sobre mi mismo y ligeramente bajo.