Partida Rol por web

No se si son valientes o locos, respiro profundamente al ver marchar a dos del grupo por el túnel de la derecha.

--Tal vez se unan estos caminos en algún punto más adelante-- vuelvo a mirar el camino de la derecha y digo-- voy con Arago, espero que el azar nos lleve por el camino correcto y si no habrá que encontrarlo... no quiero salir de aquí sin mi recompensa-- miro hacia el músico y veo que parece aliviado ... justo al al lado de él veo una piedra, es sílex? la suerte nos acompaña,podré hacer fuego, la guardo y me preparo no se que nos podremos encontrar por ese camino...

Agwins y Arago, como intuyendo que algo iba a pasar, esperan antes de cruzar la puerta, hablando y previniendo cualquier contingencia que se les ocurriera. El tiempo pasaba lento, pero pasaba...

Mientras tanto el resto del grupo se acercaba a la mina. Cuando llegaron a la puerta se encontraron con él Bufón que, con una mirada de pesadez, les indicó que el resto estaban esperando al lado de la puerta, que pasaran de una vez que estaba harto de ellos.

Misteriosamente todo el grupo se había puesto de acuerdo en que tenía que pasar, con lo que rápidamente los cuatro cruzaron la puerta.

Llegaron a la Gran Sala donde tuvo lugar la última reunión y, efectivamente, les estaban esperando.

Tenemos en este instante a Arago, con el Alcalde a su lado, Agwins, Uno y Q'Kar, los cinco en linea frente a la mesa llena de rebeldes...

Nuestros héroes vieron a la resistencia, esperándoles sentados. Nada mas entrar todo el mundo se alegró de verles, sobretodo porque llevaban al Alcalde. En ese mismo instante un cuchillo se dirigió hacia el cuello del Alcalde, por la espalda. Q'Kar, sintiendo que algo se movía no dudo en apartarse, dejando al agresor caer al suelo, sorprendido.

-Debemos matarlo. No puede sobrevivir. Debe morir.-

El resto de la resistencia jaleó sus gritos y todo el mundo se puso de pie, con las armas en la mano.

El que parecía el líder dirigió unas breves palabras.

-Puede morir el Alcalde o podéis morir todos. Elegid, pero elegid bien.-

Las armas tintineaban en las manos de todos esos hombres y mujeres, unos doce aproximadamente. 

El Alcalde sabía que iba a morir, por lo que no dudó en hablar.

-¡Os lo dije! Son una panda de salvajes que lo único que buscan es el mal. Nos van a matar a todos. Les da igual quienes seáis o si les habéis ayudado. ¡Nos van a matar!-

Ls situación se complicaba, todo era demasiado complejo. ¿Quienes eran los malos? ¿Habrían siquiera buenos en esta historia?

Aún con el cuerpo magullado fue fácil estuchar como alguien se acercaba por detrás y evitar que se llevase a cabo un acto tan ruin como intentar asesinar a alguien desarmado por la espalda... una victoria sin honor alguno que solo podía traer vergüenza al ejecutor y a su familia. Aunque no era la primera vez que presenciaba un acto como este desde que dejó su tribu en las montañas - la gente de las llanuras no tiene dignidad - pensé mientras negaba con la cabeza y mirando como se levantaba torpemente el individuo para volver a juntarse con los suyos.

Sin embargo, toda esa palabrería me hizo dudar... por un lado no quería entrometerse en sus asuntos, el trabajo estaba echo y el cobro acordado por Agwins tenia que llegar... cerveza al fin! pero por otro lado se había atrevido a amenazarme de muerte... a mi... el gran Q'Kar, Guerrero del clan Hacha y futuro líder.

De forma pausada pero segura empuñé la gran hacha de acero negro, aunque seguía sin saber que hacer... ¿cerveza u honor? ¿Cual era la decisión correcta? Mi respiración empezó a agitarse mientras me debatía sin saber que hacer... - Si ser líder implicaba tomar este tipo de decisiones todos los días, realmente va a ser algo muy duro. - reflexioné.

Nos adentramos en la mina, otra vez, y tras pasear por sus corredores llegamos a la Gran Sala, donde habíamos acabado con el Guardian de la mina y habíamos vuelto. Ese fue el momento donde todo este embrollo empeoró. Y allí estabamos los cinco: Yo, Agwins, Q'Kar, Udo y el Alcalde. Frente a un grupo variopinto de rebeldes. 

Uno intentó asesinar al alcalde por la espalda y la rápida intervención de Q'Kar, lo salvó. Me quedé un instante mirando al Bárbaro como había reducido a ese estúpido en apenas un segundo y ahora los supuestos rebeldes estaban cagados de miedo:-Veo que os habéis hecho caquita al ver a mi amigo en acción.-comenté mientras señalaba con la cabeza a Q'Kar:-De momento no os voy a dejar que matéis al Alcalde, y menos aún que nos matéis.-le dije al idiota que se le había ocurrido la idea de matarnos a todos. Y desenvainé la espada y mostré el brazo demoníaco:-Para que lo sepáis este pobre idiota alcalde no tiene el Orichalch. Nosotros tampoco pero puede que lleguemos a un acuerdo si me contáis para qué queréis el artefacto.-le comento apuntando la espada contra los rebeldes:-Ahora saldremos al exterior de la mina para que os penséis qué queréis hacer. Pero como alguno de vosotros intente alguna cosa......-me callé de golpe y recogí una piedra del suelo:-Os mataré sin pensármelo.-y apreté el puño demoníaco, con tal fuerza que hice añicos la roca y dejé caer el polvo al suelo. 

.-Esperemos fuera.-le dije al resto, manteniendo la espada desenvainada. 

No termino de entender lo que sucede en este lugar, cierto es que el alcalde nos llevó hasta el oro, y que lo único que nos debe son esas jarras de cerveza. Miro a Q´Kar, sé que no podemos olvidarnos de esto si queremos tener al bárbaro contento. Por lo que es el único que ha efectuado un pago por nuestros servicios...aunque haya sido a la fuerza.

--Matemos a todos, será lo mejo... y ocultemos ese chisme. Yo lo destruiría pero tal vez, podamos comerciar con él. Si es cierto que tiene el poder de controlar a los pueblerinos, nos será rentable tenerlo a buen recaudo, hasta que encontremos al merecedor de tal poder o al mejor postor.--

Con un gesto rápido tomo mi arco y apunto al líder de la resistencia,-- sería tan amable de entregarme el Orichal?--

Viendo el cariz que estaban tomando los acontecimiento, Udo no tuvo dudas de que debía hacer. Con un rápido gesto cogió su martillo y señalando con el dijo con voz grave.

- Ya habéis oído a mi amigo - señalando a Arago con un giro de cabeza  - así que si sabéis lo que os conviene...

Los rebeldes no se fiaban de nuestros héroes, pero tampoco parecían no temerles.

-Marchaos. Dejad al Alcalde aquí y marchaos. Pasad por la taberna y coged toda la cerveza que podáis y vaciad la recaudación, pero no volváis jamás. No os queremos ningún mal, pero no dudaremos en mataros. Es la última oportunidad.-

Nada más acabar la frase recorrió el filo de su espada con el dedo, el cual dejó caer alguna gota de su sangre. Por otras puertas aparecieron cuatro o cinco rebeldes más.

-¿No os ha quedado claro?-

Los rebeldes se apartaron de la puerta, dejándoles salir. No guardaron sus armas, pues parecían dispuestas a usarlas, y señalaron al Alcalde con el filo de algunas de ellas.

-Soltadle y largaos.- Dijo finalmente con la voz comedida y seria.

Sonrío al ver como el brazo de Aragon intimida a los presentes, los pueblerinos se asustan por todo, pero esta vez tienen razones para ello.

Mi petición ignorada me dice que debo retirarme y es ahora ese momento. No sé que piensan hacer mis compañeros así que me resguardo detras de Q´Kar a la espera de que toda esta situación estalle. Tenemos vía libre para salir, pero no estoy segura de lo que pueda esperarnos fuera de la mina por lo que estoy preparada para disparar mis flechas a todo lo que vea entrar por esa puerta. Apunto hacia allí y espero como transcurre los acontecimientos. Mientras, mi cabeza no deja de dar vueltas a algo, soy de ideas fijas no quiero dejar atrás ese artilugio, yo también lo quiero.

La conversación seguía su curso mientras yo solo notaba como un ruido de fondo, algo que no llamaba mi atención mientras me seguía debatiendo - ¿cerveza u honor? – seguía preguntándome – El honor es importante para un guerrero – pero no acababa de decidirme – Pero en una taberna hay mucha cerveza – Mientras de fondo me seguían llegando palabras sueltas…

…os mataré…

…matemos a todos…

…si sabéis lo que os conviene…

Finalmente, el dolor de la aparatosa caída y las heridas que aún tenia por el brazo me habían acabado de convencer, beber toda la noche ayudaría con la recuperación y al día siguiente podría continuar buscando el verdadero desafío pero de nuevo hablaron más de la cuenta.

- ¿Qué no dudaréis en matarnos? JAJAJAJAJA – no pude contenerme una gran carcajada… unos patanes de las llanuras como ellos… - ¿Qué es más importante para un guerrero, el honor o la cerveza? – pregunté abiertamente… pero no esperé respuesta alguna, ya la había encontrado. - No hay nada más importante que el honor y la cerveza! – me respondí orgulloso mientras se dibujaba una sonrisa de victoria, no por la batalla sin sentido que estaba a punto de suceder donde los integrantes de la resistencia habían sentenciado su muerte por bocazas, era una victoria moral por encontrar la mejor solución posible. Quizás algún día lo recordarían como el mejor líder del Clan Hacha… casi podía escuchar a la tribu alabando sus decisiones, pero ahora era el momento de sacar la basura.

- Esta noche brindaremos con vuestros cráneos! – rugí eufórico antes de cargar contra el que parecía su líder.

Tras ver como Q'Kar cargaba hacia el que parecía el líder de los rebeldes Udo sintió como su sangre ardía y comenzó a cargar a su vez girando el martillo en su mano dispuesto a estamparlo en alguna cabeza.

- ¡Por Tutatis! - gritó con furia al tiempo que cargaba...

Realmente esperaba que mi intimidación funcionara y se lo pensaran dos veces antes de hacer esa jugada arriesgada. Pero al ver que Q'Kar y Udo cargaban contra ellos me quedó claro que allí dentro se iba a armar la gorda por lo que atacó al primero que se encontró delante.

Diantres!! la batalla empezó antes de lo que esperaba. No hice bien en posicionarme detrás de Q´kar ahora no puedo disparar tengo un muro delante. No sé como se me dará esto pero tomo el hatillo de las monedad lo aseguro para que ninguna se escape y empiezo a golpear cual lucero del alba a todo los que pasan por la criba de mis compañeros.