Partida Rol por web

Tandey abrió primero la carta lacrada y comprobó que estaba destinada a alguien del alto mando alemán. Logró traducir algunos fragmentos pero en varias partes el lenguaje era intrincado, casi científico, y ni siquiera pudo ubicar la traducción por contexto.

Al Comandante Reger:

Con gran vergüenza por mi parte me veo incapaz de [varias líneas inteligibles].

Cuando tuvimos el contacto con [varias líneas inteligibles] y sus conocimientos nos permitirían alcanzar un éxito rápido en esta guerra. No dudo de ello pero lo que se nos ha pedido a cambio es excesivo. Lo que los [palabra desconocida] hicieron con los dos prisioneros fue tan horrible que no [párrafos inteligibles].

Desde entonces han estado por aquí y su sola presencia enloquece a mis hombres.

Lo que hicieron se basa en las teorías explicadas por Arnold Schimdt en su [varios párrafos incomprensibles, con citas de libros en alemán].

[varios párrafos inteligibles]

No sé hasta que punto comprenden [varios párrafos sin traducir].

Que Dios nos perdone porque creo que la puerta que hemos abierto traerá horrores mucho mayores que la caída de nuestro Imperio. Quizás hayamos condenado a la humanidad entera.

Estamos todos malditos.

Capitán Herman Frizber

Por desgracia la tinta de la carta parece haber secado mal y al desplegarla se ha roto por varios puntos, quedando inservible como prueba de nada.

Luego recogió la carte que le tendía Butler. Ésta parecía mucho más mundana pero también describía un suceso sin duda horrible que había tenido lugar en aquel lugar.

Querida Edna:

Es posible que no puedas creer que yo mismo me haya quitado la vida. Sabes que nunca he tenido miedo a servir a mi país y que gustosamente daría mi vida en el frente.

Pero no nos han preparado para esto.

Lo que hemos hecho aquí es horrible y sería una pesadilla regresar a casa con el recuerdo de todo esto. Pero aún así podría arriesgarme a vivir una vida incierta de locura sabiendo que tengo tu cariño y el de las niñas. A lo que no me puedo arriesgar es que sea otro quien regrese a casa.

Los veo [párrafos intraducibles].

Sé que no pueden hacer nada si [zona intraducible].

Te quiero y espero que puedas perdonarme por esto. Si lees estas líneas puedes pensar que [varias líneas intraducibles].

Siempre tuyo.

Wilfred.

Los soldados guardaron un respetuoso silencio cuando la lectura titubeante de las cartas cesó. Fuera lo que fuera que había sucedido entre aquellos muros había afectado tanto a aquellos dos soldados que se habían quitado la vida pese a estar lejos del frente, a salvo de la primera línea de la contienda.

Bradford se agachó tocando las tablas del suelo. El ruido venía de algún punto inferior, hacia el noroeste de la casa. Sin duda de la zona bajo la trampilla de la cocina mencionada por Butler.

Bradford sintió las vibraciones en el suelo y el sonido le dio la impresión de venir de una dirección concreta.

- Ese ruido... Parece venir de debajo de la cocina. - Sugirió el cabo Bradford En un susurro para que solo pudieran oírle sus compañeros de armas. - ¿Butler mencionó una trampilla? - Preguntó en un tono igualmente bajo, si había alguien escuchando no quería que supieran que se habían percatado de aquel sonido.

El cuento de miedo que les leyó Tandey solo le confirmo que los Alemanes eran unos mentecatos sin agallas. Suicidarse... el infierno les espraría al otro lado por aquel acto tan repulsivo. Pero algo les había perturbado ¿Que sería? Pronto lo averiguarían ellos si seguían sus pasos, deberían estar preparados.

Tandey no pudo ocultar un gesto de disgusto en su rostro, tras comprobar que sus conocimientos del idioma alemán de poco les habían servido en esa ocasión. Intuía que precisamente los puntos que había sido incapaz de traducir podrían serles de gran ayuda para desenredar el misterio que envolvía a aquella mansión como hebras de oscuridad tejidas en forma de telas de araña.

No sentía la más mínima empatía por los alemanes caídos, aún menos cuando se habían quitado la vida ellos mismos, pero estaba convencido que el secreto que ocultaban esas paredes había sido el causante de la trágica decisión. Y eso le preocupaba más.

Pero tenían una misión que cumplir y no se veía regresando frente a sus superiores y explicándoles que no habían investigado hasta la última esquina de aquel caserón en busca de cualquier prueba que explicara lo sucedido.

– Muy bien. Por mi avancemos en busca de ese generador. –confirmó en susurros a la sugerencia de Bradford. La idea de que en la mansión pudiera ocultarse un observatorio astronómico le parecía a Henry demasiado estrafalaria¹. Aunque prefirió no decirle nada a Lapham, para no herir sensibilidades.

Lapham intentaba hacer memoria del exterior de la casa. Había una zona en la que destacaba una pequeña torre, quizás una buhardilla, hacia atrás. No vio nada que le hubiese llamado la atención pero la posibilidad de un telescopio en una ventana siempre estaba ahí.

Parecía que Bradford había localizado el origen del ruído que no acababa de percibir. Era la pista más concreta que tenían para empezar a estudiar lo sucedido. 

-Hagámoslo-dijo James asintiendo-Si existe un generador en esta casa, supongo que estará directamente relacionado con lo que sea que hiciesen en ella. Y por lo que entiendo, se trata de algún experimento o cosa parecida, que salió mal. Tengan cuidado. Butler, ¿dónde estaba esa trampilla?¿Nos conduce hasta ella?

El grupo se dirigió hacia la trampilla que Butler había visto la trampilla al entrar, en la sala contigua a la cocina. Era un pequeño almacén donde había comida enlatada y alguna vianda fresca que todavía no se había empezado a descomponer. Recordando la carencia del frente para los soldados aquello era como la cueva de Alibabá llena de tesoros. ¡Incluso había varios paquetes de cigarrillos!

Sin embargo debían centrarse en la misión. La trampilla estaba en el suelo pero su estructura no se parecía al resto de la casa. Era de madera nueva, fuerte, y había sido reforzada con varios travesaños de hierro. Completaba aquella estructura una cerradura de metal. Por un momento pensaron en la llave que le habían encontrado al suicida del salón pero era evidente que la llave que encajaba en aquella trampilla era mucho mayor. Forzar aquella entrada parecía complicado cuanto menos: no había puntos por donde hacer palanca y toda la estructura parecía sólida.

Pero era innegable que el ronroneo que estaban escuchando llegaba de allí. Ahora lo podían percibir claramente, unos cuantos metros por delante de ellos, quizás hacia fuera de la casa pero en el subsuelo.

Como el resto estaba acuclillado escuchando el ronroneo de lo que fuera que estuviera bajo la trampilla. Pero lo que no había esperado es que ésta fuera tan complicada y elaborada. Sería difícil abrirla sin la llave correspondiente, habia que buscarla.

-Esta Mansión está abandonada,  creo que estamos de acuerdo todos en eso. Ni idea de lo que debió suceder aquí para que esos tipos acabaran suicidándose, pero mira, menos trabajo para nosotros. Propongo que nos dividamos y peinemos cada rincón,  la maldita llave del sótano tiene que estar en alguna parte, busquemos.  La respuesta a lo que ha sucedido está ahí abajo, en el laboratorio o lo que encierre esa puerta blindada. Abrámosla y salgamos de dudas.

Era posible que la llave de plata abriera una caja, y que en esa caja hubiera la otra llave. O documentos con alguna información importante.  Eran cuatro, y no parecía que fueran a interrumpirles. Butler empezó por el mismo almacén,  no había que dejar nada por investigar. Y ya puestos, comería algo, no se había dado cuenta hasta ahora del hambre que tenía...

Por un momento pensó en sacar su pistola y disparar sobre el candado o quizás las bisagras de la trampilla y abrirse el paso a la fuerza, pero, aunque todo indicaba que no había nadie allí, el sonido se escucharía en kilómetros a la redonda y podría atraer a curiosos. No, mejor sería rebuscar cada centímetro de aquel caserón y esperar que dieran con la llave que les abriera paso al sótano.

– Tienes razón. Aquí parece que no hay nadie, así que será mejor que nos separemos para ir más rápido. –confirmó la sugerencia de Butler–. Pero será mejor que lo hagamos por pareja. Para evitar cualquier posible sorpresa.

Se levantó de su posición en cuclillas frente a la trampilla y se preparó para salir de la habitación, dejando a Walter que la examinara él.

– Entonces, yo iré al piso de arriba. ¿Alguien me acompaña?

Y se dispuso a subir las escaleras que había visto a la entrada de la biblioteca.

James observó la trampilla negando con la cabeza. Su primer pensamiento fue en reventarla, pero resultaría imposible. Antes que eso, podrían reventar el suelo en cualquier otro punto. Pero antes de recurrir a una medida tan drástica, no estaría de más buscar la llave. Lo lógico sería que estuviese guardada en algún lugar cercano. Así que comenzó a buscar.
 

Henry asintió a Tandey, si había que abrirse paso mejor hacerlo con cautela.

- Cuidado con trampas dejadas atrás -Dijo Bradford cuando sugerieron separarse. El ya había comenzado a buscar cerraduras para la llave de plata.

- Bien, le acompaño, Tandey - añadió encaminando se a la escalera

Mientras Tandey y Bradford subían a la planta superior sus dos compañeros rebuscaron entre las cosas del almacén. Encontraron comida, bebida... aquello era un festín para los oficiales alemanes, que al parecer estaban muy bien avituallados. Pero ninguna llave.

Lo que le llamó la atención a ambos fue una caja cuadrada etiquetada como una X roja pintada en su tapa de unos setenta centímetros de arista. Al examinar su contenido descubrieron en su interior un polvo grisaceo algo compacto, de aspecto extraño. Por un momento pensaron que en el polvo había algún tipo de insecto o animal pequeño porque parecía moverse, pero luego se dieron cuenta con cierta inquietud que era el propio compuesto grisaceo el que se movía por su cuenta, como si lo meciera un viento invisible. Aquello era realmente extraño¹.

Ajenos a la revisión de la cocina Tandey y Bradford subieron por las escaleras de la entrada hacia el segundo piso. La segunda planta parecía estar mejor cuidada  y el pasillo que unía todas las habitaciones estaba alfombrado. En las paredes colgaban cuadros que representaban escenas de campestres y algún retrato de los anteriores inquilinos del lugar. El pasillo se desplegaba en tres direcciones a partir de la posición de la escalera, terminando cada una de ellas en amplios ventanales. Contaron hasta siete puertas, todas cerradas y de aspecto señorial. Se distribuían dos a la izquierda, dos en el pasillo de enfrente y las tres últimas hacia el ramal izquierdo. Aquella mansión tenía un tamaño siendo bastante más que una simple casa de campo.

Los dichosos alemanes sabían vivir. Tenían comida en buen estado a montones, y Walter hambre. Así que cogió un buen pedazo de chocolate que saboreó con delicia. Y siguió buscando.

La caja con la cruz roja le había llamado la atención, y la abrió convencido de que encontraría un botiquín dentro, con lo básico, como en muchas casas. Pero... ¿qué diablos era eso? ¡Se movía! ¡El jodido polvo se movía! Lo apartó de modo instintivo de sí mismo, aunque se mantuvo mirándolo un buen rato, como hipnotizado. Desde luego él no tenía conocimientos ni experiencia como para investigar más al respecto, así que se giró hacia Lapham.

-¿Tienes idea de qué es esto...? ¿Te suena de algo? Yo no pienso tocarlo, no después de haber visto al caníbal medio bestia... pero si tú te atreves...

No dijo más. En realidad había que estar loco como para probarlo, o ni siquiera husmearlo. ¿Quizá una de las palomas? Sólo tenían dos, y como muriera, la cosa se ponía fea.

-Creo que por aquí no hay nada más. ¿Ha quedado algo de este piso por investigar? Yo me he centrado en la cocina, y aquí. ¿Qué hay del salón? La biblioteca ya la habéis mirado a fondo, ¿no?

Con la caja volvió a la cocina, y cogió una cuchara. Con ella removió el polvo, a ver cómo reaccionaba.

Una vez llegaron arriba, Henry miró alrededor, tratando de situarse y decidir por dónde empezar. No vio nada que le llamara especialmente la atención. Todas las puertas parecían iguales, no había ningún distintivo que facilitara la elección. Por lo tanto, decidió empezar por la puerta más cercana. Si tras esta se ocultaba alguna sorpresa, podrían llamar a sus compañeros y los refuerzos no tardarían en llegar.

Indicó a Bradford con la cabeza que probaría la primera puerta a su derecha. Quizás su compañero había podido ver algo desde fuera que hiciera que favoreciera otra habitación. Así que Tandey esperó a la confirmación de Bradford, antes de probar la manilla de la puerta con la mano izquierda. En la derecha llevaba la pistola.

Su compañero asintió lacónicamente cuando le preguntó si habían examinado las otras estancias y viendo que no parecía dispuesto a añadir nada más ni a ofrecerse para tratar con el extraño contenido de la caja Butler removió con la cuchara el polvo. Éste reaccionó al toque del metal como lo haría una colmena de insectos que fuera molestada, aferrándose al palo y trepando por él. De forma instintiva el soldado lo soltó y vio como se hundía en el interior de la caja sintiendo una extraña repugnancia ante aquello.

Por su parte en la planta superior Tandey se aproximó a la puerta y la abrió con cautela. Descubrió una habitación que iba probablemente paralela al hueco de la escalera hasta que se ampliaba al fondo formando una ele. Alguien había despejado el lugar llevando como mobiliario para la parte más alejada una enorme escritorio de mármol frente al que se encontraban dos sillas metálicas de tipo militar. Encima del escritorio se había improvisado un puesto de radio. Un aparatosa emisora descansaba sobre el mármol rodeada de papeles garabateados. Los ojos de Tandey se fijaron en un voluminoso libro que estaba abierto junto a los papeles. Llamaba la atención por su encuadernación de piel y sus hojas de color amarillento. Cuando se aproximó para mirarlas se dio cuenta de que era otro manuscrito pero mucho más antiguo que el de la planta baja: en este caso su escritura se asemejaba a la de una biblia de la Edad Media y tenía toda la pinta de ser un manuscrito original, de los que podrían haber redactado en el scriptorium de una abadía.

Se aproximó para comprobar que nadie estuviera oculto en la esquina que formaba la habitación. Allí le aguardaba otra sorpresa: alguien había dejado un enorme motor en el suelo. Por un momento pensó que se trataba del motor de un camión o de un coche pero el soldado nunca había visto un sistema de engranajes tan complejos en ningún vehículo que conociese. Si le recordaban a algo le recordaban más bien a los engranajes del reloj de un campanario. El motor tenía un tamaño considerable y dado que faltaban algunas piezas podría suponerse que estaba en aquel sitio esperando a ser reparado o algo similar.

Bradford seguía a Tandey, en silencio, con el arma en la mano, le indicó una puerta y el asintió sin más, cubriendo la puerta conforme Tandey se acercaba. No hizo un solo movimiento mientras Tandey abría la puerta, se limitó a cubrirle.
Se quedó fuera de la habitación cubriendo el pasillo mientras su compañero examinaba el interior, una vez viera que no había problemas dentro. El silencio era grande y abrumador, solo interrumpido de vez en cuando por la madera sobre la que se movían ellos y quizá por algún movimiento dentro de la habtiación. 

James se había quedado fascinado con el contenido de aquella caja hasta el punto de que apenas sí se había percatado de la pregunta de su compañero. 

-Déjame ver-dijo intentando coger la caja-. 

Una vez la tuvo, volcó una pequeña parte del contenido sobre una mesa para ver mejor de qué se trataba ¿Era un ser vivo aquello?¿Algún tipo de insectos? Probó incluso a echarles algo de comer, de entre los víveres que habían encontrado. O quizá...¿carne?

La idea en sí misma le provocó un escalofrío, pero Lapham había vivido ya demasiadas cosas en aquella funesta guerra como para asustarse fácilmente. Fue al cadáver que habían encontrado, cortó un pequeño trozo de carne y se lo echó a aquella cosa. 

Cuando Lapham vertió el contenido de la caja sobre la mesa el polvo se movió como un ser vivo para formar una masa compactaen el centro, similar a una babosa arenosa. La visión era perturbadoramente ajena a cualquier cosa que hubieran visto antes. La cuchara, intacta, sobresalía por un lateral de la masa.

Entonces el soldado hizo algo realmente macabro: fue a la biblioteca y sin ningún miramiento le amputó el dedo meñique al teniente alemán. Cuando regresó a la biblioteca aproximó la falange a la masa polvorienta dejándola caer en ella. Al entrar en contacto con el polvo el dedo empezóa  disolverse como si tocara ácido. Los sorprendidos soldados vieron como se deshacía la carne y luego el hueso hasta convertirse en polvo que se integró con la masa restante sobre la mesa.

-¡Joder, joder...! Deja eso, es macabro... 

Debía tener algo que ver con la conversión de aquellos engendros que habían encontrado. Se estremeció, aquello, si era un experimento, era muy inhumano, por mucha guerra de por medio.

-Metamos esa cosa de nuevo en la caja, con otra cuchara, o algo así. ¡Ni lo roces! Y veamos qué hacen los de arriba. Hay que advertirles de esto. Ni idea de qué más podemos encontrar, pero esto pasa de arma, no es algo militar, esto... no sé, es... sobrenatural. 

-Lo...lo sé,...lo siento-dijo Lapham impresionado por lo que acababa de ver-Necesitaba...tenía una corazonada y necesitaba comprobarlo. Esto tiene que ver con esos Ghoules, seguro. Apuesto...a que hacían algún tipo de experimento aquí y esto tiene que ver con el resultado. 

Ayudándose de un cuchillo de cocina o algo similar, James intentó arrastrar a aquella masa extraña de nuevo dentro de la caja intentando mantener su propia mano lo más alejada posible de ella.

Atentó a lo que pudiera ocultarse en aquella habitación en forma de ele, Tandey avanzó lentamente y sin bajar la pistola. Pero allí no había nadie. Lo cual no quería decir que no hubiera otras sorpresas. El libro le llamó sumamente la atención. Parecía de un enorme valor por su antigüedad, pero aún más sorprendente era el enorme motor que se reposaba en un extremo de la habitación, esperando aparentemente que alguien le dedicara atención. Por el tamaño que tenía, Henry supuso que debía de pesar una buena tonelada. ¿Por qué subirlo entonces al segundo piso? Debía de haber sido una tarea extremadamente pesada. Él no recordaba haber visto una grúa en el exterior. Otro misterio más que añadir a la ya larga lista de extraños sucesos que habían encontrado en esta misión.

Con señas indicó a Bradford que se ocupara del motor, mientras él buscaba entre los papeles esparcidos por el escritorio, posibles notas escondidas en el libro o en los cajones. Si había algo escrito en alemán, sus conocimientos del idioma serían de ayuda.