Partida Rol por web

El Regente de Jade I: El Legado de Muro de Salmuera.

Varisia: Punta Arena: Posada del Dragón Oxidado: Despacho de Ameiko.

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31/08/2017, 00:46
Kelsier Deznad.

MITAD DEL INVIERNO DEL AÑO 4708 RA.

DÍA DEL JURAMENTO, DIEZ DE ABADIO.

PUNTA ARENA.

POR LA TARDE.

Estuvo cercano a prepararse para seguir al joven Giorgino, escaleras abajo, con la excusa de ayudarle con las jarras de cerveza que había prometido para todos, a pesar de que la realidad era echarle un ojo para que no hiciera alguna tontería después de recibir las tristes noticias de sopetón.

No obstante fue su tío Sandru quien logró interceptarle y animarle al respecto. Como viento y veleta, el uno insuflando ánimos, el otro girando y dejándose guiar por el primero y así logrando un cambio anímico rápido y efectivo.

El joven explorador no pudo evitar admirarse ante semejante capacidad de volubilidad. Tal vez se debiera a su sangre varisia. ¿O tal vez a su naturaleza humana? Kelsier, como humano, entendía el comportamiento y actuar apresurado de dicha raza. Vivían rápido y actuaban rápido. El aquí y el ahora. Y especialmente cuanto más joven se era.

Como elfo, a pesar de su tierna edad, tendía a reservar unos momentos de valoración y meditación antes de llevar a cabo un acto, no dejando excesivo margen a comportamientos aleatorios, repentinos o espasmódicos.

El hipo. Eso sí, admitió el muchacho. Aunque lo varisio ayuda, concluyó asintiendo en silencio.

Pronto, la hipotética caravana se fue conformando. El maestro caravanero, su secuestrada madre y su sobrino, ayudados por los hermanos Dalmuvian, en busca de un camino que recorrer y unos carros que guiar. La Srta. Kaijutsu, promotora y decidida a desentrañar su historia familiar, acompañada por el fiel Hattori y por Serveris. Kromdal, el bárbaro mercenario que seguiría la caravana porque una moneda se lo había dicho.

Y allí donde hay monedas, hay mercenarios, claro, asintió el muchacho deduciendo algo nuevo.

Solo faltaba la rama élfica. La astilla había decidido mucho antes que el palo.

¿Por mi sangre humana o por varisio?, se preguntó.

Su mirada se posó sobre su madre, callada y oculta en un rincón. Aparentemente renuente y ajena a todo lo que se hablaba.

Ya, pero ha venido y aquí sigue, pensó el hijo lanzándole una mirada de soslayo, esperando en cierto modo a que se pronunciara, y a pesar de su amarga relación, positivamente.

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31/08/2017, 14:16
Vankor Dalmuvian.

MITAD DEL INVIERNO DEL AÑO 4708 RA.

DÍA DEL JURAMENTO, DIEZ DE ABADIO.

PUNTA ARENA.

POR LA TARDE.

Vankor asintió tanto a lo dicho por Koya como por su hermano. Ayudarían en lo que hiciera falta.

Por un segundo, se llevó la mano al mentón sombreado por la incipiente barba y lo masajeó pensativo, calculando las necesidades que Koya podría llegar a tener en relación a su carromato o, mejor dicho, no necesidades, sino las comodidades que decía requerir. Y dado que nadie parecía tener nada interesante que decir, se acercó a la pitonisa, acuclillándose a su lado. Su olor, una mezcla de jabón de saponaria, sutil almizcle hormonal y sudor fresco, lo envolvía.

-Koya -susurró-, ¿a qué comodidades te refieres? En un carromato no hay mucho espacio, pero podríamos construir un banco grande con un buen colchón que te sirva para dormir y debajo del cual puedas guardar algún baúl con tus cosas. Una mosquitera suspendida en el techo. Una mesa pegada a la pared y abatible, que te sirva para echar las cartas o comer si no te apetece salir fuera -enumeró-. Y he oído decir que hay carromatos que tienen un asiento con un agujero y una palangana debajo donde uno puede hacer sus necesidades. ¿Te gustaría algo así? ¿Querrías algo más?

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31/08/2017, 20:03
Koya Mvashti.

MITAD DEL INVIERNO DEL AÑO 4708 RA.

DÍA DEL JURAMENTO, DIEZ DE ABADIO.

PUNTA ARENA.

POR LA TARDE.

Mientras esperaba a que el despacho de Ameiko se despejara un poco para poder darle a Severis los cuidados que sin duda se merecía, Koya se entretuvo en estudiar los objetos que Sandru les había pasado: una varita y un anillo. Las joyas era algo que a Koya le gustaban como lo que más, ya se trataran de baratijas o de piezas más delicadas y caras, así que empezó por el anillo que era lo que más le había llamado la atención. Anillos en cada dedo, pulseras en ristras que llegaban casi hasta el codo, pendientes largos y pesados que le deformaban el ya laxo lóbulo de la oreja... nunca era suficiente para Koya. Quizá para otros era algo sobrecargado, pero a ojos de la varisia siempre había hueco para algo más.

- ¿Qué tal me queda? - Preguntó coqueta a Vankor, que se le había acercado, mientras le ponía la mano del anillo sobre el tenso muslo para que pudiera ver el resultado en las manos de piel arrugada y moteadas de manchas de vejez. - Este anillo no es cualquier cosa. Diría que es uno muy singular. Habría que probarlo, pero, si no me equivoco, creo que podría hacerte trepar como un gato, querido. - Dijo divertida. Vankor no necesitaba algo así, pues ya era ágil y fuerte. Pero, por si ella fuera, le haría aquel regalo. Lastimosamente no le tocaba a ella decidir. Ya le habían dejado sin aquella magnífica capa que ahora reposaba en los hombros del decrépito Hattori.

La anciana iba a continuar examinando la varita cuando las preguntas de Vankor reclamaron toda su atención. Era fácil prestarle atención, embriagada como estaba por el aroma que desprendía el muchacho. - Ehm... Sí, claro. Todo eso suena estupendamente. A eso me refería. Todo lo que pueda hacerme el camino más agradable. - Agradeció que el joven bajara la voz para hablar de donde podría hacer Koya sus necesidades. Cojines, muchos cojines. Rellenos de plumas de oca. Son las mejores, ¿sabes? Soy una vieja pelleja y ya no tengo ni carne ni músculo, como tú... Ejem... Que amortigüen el contacto de mis huesos en las duras superficies. ¡Ay! -

¿Qué más podría necesitar para un cómodo viaje? Un abanico para los sudores, sí, eso también. Era una suerte que la prestaran tanta atención como los hermanos Dalmuvian le prestaban.

- ¡Oh, ya sé! Un toldo. La mesa dentro está muy bien para cuando necesite privacidad. Pero  a mí me gusta el aire libre. Si pudierais construirme un toldo que pueda desmontarse y montarse con facilidad para cuando estemos acampados, sería maravilloso. Además de todo lo demás. - Era un abuso pues iba a tener a los dos hermanos bien ocupados, pero de todos era sabido que se debía tener contenta a la Pitonisa de Desna cuando la caravana estaba en camino. - Y un abanico, jiji. Pero eso ya se lo pediré a Ameiko. -

Se quitó el anillo con mucho pesar y dejó que Vankor se lo guardara. Ahora era el turno de la varita. Sabiendo que podía contener algo de magia, Koya recitó un pequeño salmo para que Desna le ayudara a desentrañar sus posibles auras mágicas.

- Vaya, hombre. Debía haber empezado por esta. -

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01/09/2017, 12:56
Vankor Dalmuvian.

MITAD DEL INVIERNO DEL AÑO 4708 RA.

DÍA DEL JURAMENTO, DIEZ DE ABADIO.

PUNTA ARENA.

POR LA TARDE.

-Muy bien. Es un anillo bonito -dijo Vankor complaciente. Las joyas en sí le resultaban indiferentes, pero entendía y compartía el gusto por el adorno. No en vano, lucía pulseras tobilleras y bandas de metal bajo sus musculados bíceps-. ¿Trepar como un gato? -una mirada hambrienta se abrió camino en sus ojos castaños y Koya, destinataria de la misma, difícil tendría precisar si era por ella o por el anillo-. Me encantaría tenerlo -dijo al tiempo que lo recogía de manos de Koya, con la intención de devolvérselo lo antes posible a Sandru o Ameiko-. Y Koya, sí, tienes años. No lo negaré. Pero aquí -afirmó acariciando suavemente la cabeza de la pitonisa- eres joven. Y eres un mujer formidable, sabia, experimentada. Cualquier hombre recorrería montañas y mares, ascendería a lo más alto o descendería a los infiernos si se lo pidieras -señaló contundente al tiempo que apretaba firmemente la mano que reposaba en su muslo-. Algo que por otras con nombre de flor nadie haría. Como mucho, clavar su azada en un terreno baldío -su metáfora para con Petunia y lo que su prometido haría con y por ella fue poéticamente devastadora y nada propia de Vankor-. Tendrás tus cojines. Y tu toldo. Más una mesa en el exterior, una tabla a lo largo unida por bisagras donde puedan comer varios. O incluso una tabla, anclada al costado y que podamos sacar y colocar sobre caballetes. Lo dejo a tu elección. 

En aquel punto vio que la mujer se centraba en la otra pieza y guardó silencio dejando que se concentrara. 

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03/09/2017, 23:31
Kromdal.

MITAD DEL INVIERNO DEL AÑO 4708 RA.

DÍA DEL JURAMENTO, DIEZ DE ABADIO.

PUNTA ARENA.

POR LA TARDE.


Algo estaban tramando Vankor y la vieja Koya pero en todo caso no era de su incumbencia. A Propiedad Transitiva le calmó que no le miraran y que parecieran estar discutiendo sobre el anillo que habían encontrado. El bárbaro estaba algo inquieto con todo lo ocurrido, y con la futura caravana. Además, nadie había dicho cuánto iba a cobrar por eso. Pero por ahora, la verdad, no tenía queja. 

Dio un ligero bostezo, y entonces recordó algo.

Jefe- dijo mirando a Sandru- ¿los cristales de roca que encontramos habrá que venderlos y repartir el oro también, no? ¿has pensado ya en algo sobre como organizaremos ese viaje y cuando saldremos? Y lo más importante, ¿se me necesita por aquí?

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04/09/2017, 07:47
Ameiko Kaijitsu.

MITAD DEL INVIERNO DEL AÑO 4708 RA.

DÍA DEL JURAMENTO, DIEZ DE ABADIO.

PUNTA ARENA.

POR LA TARDE.

​Ameiko suspira y con una encantadora sonrisa se vuelve hacia todos vosotros.

- "Perdonad mi silencio durante estos minutos, pero han sido demasiadas cosas que asimilar de golpe. Mi difunto padre, Lonjiku Kaijitsu fue un hombre amargado durante toda su vida y nuestra relación como tal vez sepáis no fue nada buena. Ahora, al fin, entiendo por qué. Siempre creí que era un hombre colérico, incluso cruel, motivado tan sólo por la ira. Ahora comprendo que su verdadera motivación era la culpa. Culpa por la caída del Castillo de Muro de Salmuera y por la muerte de su padre, mi abuelo Rokuro." -

Suspira de nuevo con creciente determinación en su bello rostro.

- "No os podéis imaginar lo importante que esto ha sido para mí, lo que ya habéis hecho por mí, y lo que todavía estáis dispuestos a hacer. Por ello tenéis mi más sincero y eterno agradecimiento.

El Castillo de Salmuera está a ochocientos kilómetros hacia el Norte, casi en un territorio que comúnmente se considera fuera de Varisia. Es un largo viaje y ciertamente necesitaremos la caravana de la familia Vhiski.

Las historias dicen que el castillo fue abandonado... porque cayó en manos de monstruos. Es muy probable que allí hallemos una fuerte resistencia y que no sea posible conseguir la caja de custodia de mi familia sin luchar. Necesitaré de vuestras armas, de vuestro valor, coraje y determinación." -

Se vuelve entonces hacia Sandru:

- "Sandru, sé que tu caravana no se encuentra en su mejor momento ahora mismo, tras el ataque que sufristeis en la carretera de la Costa Perdida. Estoy de acuerdo con el reparto que has propuesto de los bienes de los Kaijitsu, pero me temo que eso no será capital suficiente.

En los últimos tiempos, he recibido diferentes ofertas por mis propiedades. Ese siniestro alquimista, Podiker, ansía la mansión de mi familia. A mí me trae muy malos recuerdos y hace años que no vivo en ella. Ofrece dos mil piezas de oro, no he accedido a vender hasta ahora porque no necesitaba el dinero y porque no simpatizo precisamente con ese canalla. Pero ha llegado el momento de vender, esta expedición lo amerita.

Luego están la fábrica de vidrio, que hoy es mucho menos productiva que hace años, y la posada. Podiker también las ansía, pero no le daré esa satisfacción. Puedo vender la fábrica por quinientas piezas. En cuanto a la posada, de momento preferiría no venderla si fuera posible, pero la dejaré en manos de Bethana Corwin, es la única que ama este lugar casi tanto como yo. Redactaré un testamento para que si no regresamos, pueda quedarse con la escritura.

Con todo, Sandru, en pocos días estaré en disposición de invertir dos mil quinientas piezas de oro en tu caravana. Supongo que eso me convierte en socia capitalista mayoritaria." - Añade con una sonrisa y un guiño a Sandru.

- "No temas, Sandru. No es una compra, es una inversión. Tú siempre serás el líder de la caravana y tendrás la última palabra en las decisiones más importantes que la conciernan.

Prepararemos el viaje y todos los detalles del mismo durante las próximas dos semanas. El legado familiar de los Kaijitsu me ha aguardado durante un cuarto de siglo, así que supongo que quince días de retraso no suponen gran diferencia. Nos prepararemos bien para esto.

Nos reuniremos dentro de quince días en la explanada de las caravanas, fuera del pueblo. Y allí comenzará nuestro viaje. Por supuesto, espero seguir viéndoos a todos por aquí durante estos días, y que podáis despediros adecuadamente de familiares y amigos." -

- "Koya, Bevelek, Vankor. Vosotros sois familiares y empleados de Sandru. Ya formabais parte de la caravana Vhiski y así debería de seguir siendo, pues la carretera corre por vuestras venas. Espero que nada cambie para vosotros.

Giorgino, sé que siempre ha sido tu deseo unirte a la caravana de tu tío, pero que también has deseado alguna vez ser aventurero como tu padre Alder. Tu corazón late con pasión y amor por la aventura y tu lugar ya no está en este pueblo. Sé que tienes madera de héroe, y me gustaría ayudarte a convertirte en el héroe que debes ser.

Shalelu, nada valoro más que tu amistad y sé que es mucho lo que te pido, pero desearía que me acompañaras en este viaje, y que también permitieras que tu hijo Kelsier nos acompañara. Necesitaremos exploradores, y vosotros sois los mejores de Punta Arena.

Mi fiel Hattori, estás muy mayor para acompañarme en un viaje tan peligroso, pero valoro enormemente tu lealtad, y si es tu voluntad permanecer a mi servicio y acompañarme en este viaje, pese a todo, serás más que bienvenido.

Serveris-san. Tu abuelo Tsutamu fue el Yojimbo principal de mi abuelo Rokuro Kaijitsu-sama. En nadie confió más que en él para transmitirle este mensaje a su hijo, mi padre Lonjiku, su deseo de servir a los Kaijitsu fue tal que trascendió las mismas barreras de la muerte. Si es tu deseo, me gustaría renovar el vínculo entre nuestras dos familias y tomarte juramento como mi Yojimbo, mi guardaespaldas y protector personal.

Kromdal, eres un mercenario. Dejo en las capaces manos de Sandru los detalles de tu contratación como guardia de su caravana, pues sin duda necesitaremos tu fuerza y tu hacha para protegernos en los caminos. En especial cuando atravesemos zonas salvajes y peligrosas." -

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04/09/2017, 17:01
Koya Mvashti.

MITAD DEL INVIERNO DEL AÑO 4708 RA.

DÍA DEL JURAMENTO, DIEZ DE ABADIO.

PUNTA ARENA.

POR LA TARDE.

- Exageras...-Contestó a el amable Vankor que alaba a la vieja Koya con palabras en exceso endulzadas. O eso pensaba ella. Aun así le temblaban las piernas, algo que solucionó cambiándolas de posición en un elegante cruce de una sobre la otra. Tenía que tener cuidado con los problemas de circulación y, estar estática en un mismo sitio durante un rato podía ser un problema. Se puso de inmediato, para entretener su mente en cosas más cabales, a estudiar la varita. Efectivamente le hubiera sido más útil hacerlo antes que el anillo. Sonrió satisfecha y, cuando tuvo oportunidad, tomó a Sandru de la muñeca para advertirle.

- Es una varita de identificar que nos servirá para estudiar los objetos que encontremos. Está casi sin usar, locual es una verdadera suerte.

El bárbaro intervino llamando la atención de la pitonisa y poco pudo recriminar su actitud excesivamente interesada cuando Ameiko por fin intervino. Aunque no esperaba menos de la que ya consideraba su amiga, no dejó de sorprenderse ante el anuncio de la venta de sus posesiones.

- Estás segura, ¿cariño? El Castillo está lejos, no te falta razón, pero a lo mejor podríamos pensar en otras opciones.- No es que Koya estuviese muy atada a sus propiedades pero podía entender que para Ameiko, aunque dijera lo contrario, fuera un duro golpe tener que vender su mansión familiar. Koya negó rotundamente con la cabeza cuando incluso sopesó ofrecer la posada.

El Dragón Oxidado no, me niego.- Tras la intervención de la dueña de la posada la vieja Koya se quedó observando al mercenario. ¿De verdad iban a llevarlo consigo? Si Sandru aceptaba sería que algo habrían visto en él que ella aún no apreciaba. Estiró el brazo para apretar con un ligero toque el robusto antebrazo de Vankor.

- ¿Qué me dices de ese?- Señaló al mercenario con el mentón del que salían ya algunos finos pelillos blancos y que no había tenido tiempo de retirar. Aunque hablaba en susurros no disimuló que lo estaba observando a conciencia.

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04/09/2017, 22:36
Giorgino Vhiski.

MITAD DEL INVIERNO DEL AÑO 4708 RA.

DÍA DEL JURAMENTO, DIEZ DE ABADIO.

PUNTA ARENA.

POR LA TARDE.

Giorgino había regresado con bebida suficiente para todos justo antes que la señorita Ameiko hablara. Al principio Bethana pensó que se trataba de alguna de las bromas del muchacho, pero el varisio aún seguía algo compungido con las noticias sobre Petunia y la mediana enseguida se dio cuenta que debía proporcionarle lo que pedía.
Miró a su tío en cuanto escuchó las palabras de Ameiko, nada deseaba más que poder acompañarlos y aunque se había desempeñado lo mejor posible en ambas incursiones al pantano sabía que su tío tendría la última palabra.

-Gracias Señorita Ameiko. Para mi sería todo un placer acompañaros. Además… No me apetece quedarme en el pueblo mucho tiempo. Tío, abuela, primos, yo os ayudaré con lo que sea.

¿Cuánto tardaría Petunia en casarse? Esperaba estar lejos cuando ocurriera, aunque de momento se conformaría con pasar el mayor tiempo posible en el campamento varisio de su tío sin saber lo que sucedía en el pueblo.

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05/09/2017, 12:57
Bevelek Dalmuvian.

MITAD DEL INVIERNO DEL AÑO 4708 RA.

DÍA DEL JURAMENTO, DIEZ DE ABADIO.

PUNTA ARENA.

POR LA TARDE.

Ameiko finalmente se dispuso a hablar y Bevelek guardó silencio atendiendo a las palabras de la dueña de la posada en la que se encontraban. Fueron muchas y solemnes, en particular las que le involucraban a él y a su hermano le gustaron. No quería mucho más que poder seguir trabajando y ganándose la vida de forma honrada, con el sudor de su frente, tal y como le había enseñado su padre. Sin embargo no había que ser muy listo para percibir que el viaje que iban a emprender sería más largo y peligroso que cualquiera de los anteriores que había emprendido en su vida. Aquello obviamente le preocupaba, no hacía casi nada que su aventura por el pantano había finalizado y embarcarse de nuevo en otro viaje de ese estilo le desagradaba, pero por desgracia eso era algo que estaba lejos de su alcance.

—Vaya, son muchas decisiones las que tenéis que tomar tanto tú Ameiko como el Jefe Sandru. Nosotros trabajamos para la caravana y yo si me dejáis seguiré haciéndolo, pero por lo que contáis de los peligros del viaje no puedo evitar pensar ¿seremos suficientes? Quizás no sería una locura el pensar en ocupar algo de ese dinero en reclutar a algunas personas más para cerciorarnos.

Bevelek en concreto pensaba en pagar a un buen grupo de guerreros que les aumentaran las posibilidades de sobrevivir en caso de combate, al oír hablar de monstruos no podía evitar recordar la cara del ser del pantano frente a él y sentir un escalofrío recorriendo su cuerpo.

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05/09/2017, 13:42
Vankor Dalmuvian.

MITAD DEL INVIERNO DEL AÑO 4708 RA.

DÍA DEL JURAMENTO, DIEZ DE ABADIO.

PUNTA ARENA.

POR LA TARDE.

Koya se concentró en la varita, dando por finalizada la conversación entre ambos acerca de las mejoras de su carro, momento que Ameiko Kaijitsu aprovechó para hablar. Era evidente que el prolongado silencio había sido como una presa en un río y cuando ésta se rompió, los inundó con su verborrea. Al final de la misma, se sentía como si le hubieran dado un puñetazo, con la cabeza medio atontada.

Ladeó la cabeza, poniéndose en pie junto a la vieja pitonisa con la que había estado conversando y que, sentada como estaba, podría apreciar los abdominales de Vankor y el suave vello descendente. ¿Por qué Ameiko se preguntaba si seguirían con la caravana ahora que ella hablaba, cuando claramente habían precisado minutos antes que irían a donde hiciera falta? ¿Además de muda, sorda? No entendía aquello. Pero parecía que necesitaba una declaración expresa dirigida a ella, lo cual a ojos del púgil revelaba bastante acerca de quién creía la mujer que dirigía el cotarro y quién no. 

-Iré -dijo escuetamente antes de abrir los ojos desmesuradamente-. ¿Dos mil quinientas monedas de oro?

Aquella era una barbaridad de dinero ante la cual frunció el ceño o mejor dicho, ante su comentario posterior. ¿Socia capitalista mayoritaria? Eso equivalía a hacerse dueña de la caravana sin una propuesta de venta por parte de Sandru o una petición de este en dicho sentido. La expresión se relajó levemente cuando dijo que solo sería una inversión. Pero una inversión solo se hacía cuando uno pretendía recuperar lo invertido. Aunque tampoco debía tenerlo claro cuando afirmaba que dejaría testamento hecho. ¿Tan consciente era de los peligros y pese a ello los arrastraba con ella? Los ojos de Vankor se entrecerraron dejando ver dos finas rendijas de desconfianza.

La retahíla final de halagos a los elfos, promesas de convertir en héroe, bienvenidas innecesarias a su más fiel servidor, renovar vínculos con Serveris y convertirlo en su guardaespaldas, lo cual conociendo a este quería decir que moriría antes de que mataran a Ameiko por ese juramento... Sí, dejaba muy claro cómo entendía aquella mujer el liderazgo y quién iba a tener, realmente, la última palabra. Una sensación de náusea recorrió a Vankor así como una negativa intuición acerca de lo que les deparaba el futuro. Miró detenidamente a sus compañeros. Creía saber lo que responderían y quizá aquella fuera la última vez que los viera a todos juntos, sanos y salvos. Aquel parecía un viaje de ida. El regreso, de darse, no incluiría a todos los presentes.

Y su intuición parecía estar compartida por su hermano. Su pregunta lo demostraba haciendo hincapié en los numerosos peligros a los que deberían enfrentarse y en lo escaso de sus fuerzas.

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05/09/2017, 18:12
Viejo Hattori.

MITAD DEL INVIERNO DEL AÑO 4708 RA.

DÍA DEL JURAMENTO, DIEZ DE ABADIO.

PUNTA ARENA.

POR LA TARDE.

  Esperó a que Ameiko le dedicara unas palabras, y asintió con la cabeza lentamente. - La vejez está en los huesos, en la carne e incluso en los tendones, mi buena ama Ameiko. Pero no en el alma, no en la voluntad. Juro que no seré un estorbo y que daré mi vida por su causa, si es necesario. Haré que se sienta orgulloso de este anciano. - Acabó por decirle, mientras hacían una leve reverencia en señal de respeto.

Aquella confianza, le hacía sentirse renovado. Hacía tanto tiempo que su viejo corazón no latía con tanta fuerza, ni con tanto ritmo, que ya lo creía muerto. - Con su permiso, necesitaría hablar con usted en privado cuando sea posible, mi señora. - Le pidió así permiso, para en este momento u otro más oportuno, hablar con ella en privado. Había temas delicados que tratar.

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06/09/2017, 03:57
Serveris.

MITAD DEL INVIERNO DEL AÑO 4708 RA.

DÍA DEL JURAMENTO, DIEZ DE ABADIO.

PUNTA ARENA.

POR LA TARDE.

Koya no queda muy feliz de que haya rechazado sus atenciones pero le asiento y sonrío a sus palabras, pues me dejaré ver apenas esto termine. Por otro lado, realmente no tengo a donde ir tampoco. La anciana luego se pone a mirar los objetos y es capaz de saber qué son, lo que me asombra mucho. De verdad que sus años le han otorgado mucha sabiduría y conocimientos.

Varios hablan de diversas cosas hasta que Ameiko sale de su silencio. Habla de los planes para vender sus bienes en una cantidad de dinero impresionante, que permitirá comprar todo lo necesario para embarcarnos en el viaje de nuestras vidas. Sonrío feliz ante lo que escucho, hasta que me habla a mí.

Su invitación a renovar votos y así transformarme en su yojimbo es algo que siempre he soñado y, ahora que lo tengo en frente de mí, no sé si quiero:

"¿Por qué dudo? ¡Siempre he deseado ser un samurai y servirle a su familia como mis antepasados! ¿Serán las palabras de mi abuelo no-muerto lo que me hace dudar de mí y de mis motivos? ¿Será acaso mi sangre varisia la que se niega a abandonar la libertad que siempre he tenido? No lo sé, pero no sé si quiero jurar. Más bien dicho, no quiero jurar."

Miro a la mujer y, tímidamente respondo:

 - "Creo que debo pensarlo, Dama Ameiko. No dude jamás de que la protegeré con mi vida, pero debo pensar en algo tan importante como aquello."

Jurar no es solo comprometerme, sino también a todos mis descendientes a servirle a su familia. Es un asunto muy complejo y de gran responsabilidad. No sé si estoy seguro de deber hacerlo, así como si estoy listo para tomar esa decisión. Creo que prefiero pensarlo bien antes de tomar una decisión precipitada.

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06/09/2017, 16:28
Ameiko Kaijitsu.

Mitad del invierno del año 4708 RA.
Día del Juramento, diez de Abadio.
Punta Arena.
Por la tarde.

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No hubo indignación en Ameiko al escuchar la prudente respuesta de Serveris, tan solo algo de sorpresa que seguido de una suave sonrisa señalaba la falta de agravio alguno. Para el pueblo Minkai el honor y la lealtad eran las bases de su sociedad, ¿pero como pedir tal sacrificio cuando su familia era casi cenizas? Años de rebeldía hacia su padre y la fuerte amistad con la familia Vhiski, sin olvidar a Koya, habían suavizado la rigidez propia que un legado como el suyo dejaría en cualquiera.

"He juzgado mal a Serveris. Y tal vez me he precipitado en otras cosas..."

- Compartamos un desayuno temprano antes de abrir la posada, Serveris-san -Le dedicó una sonrisa tranquilizadora y una leve inclinación de cabeza para que, al menos, pudiera pensar sobre la delicada petición sin sentirse amedrentado por su persona.

No quería caer en la trampa de "cómo se lo hubiera tomado su difunto padre", no era el momento ni debía perder el tiempo en ello. Precisamente había sido el continuo devaneo en su cabeza de situaciones pasadas, frases contundentes y preguntas perdidas en el aire lo que había perturbado su paz en los últimos días; aunque no más que la perpetua sombra de muerte sobre sus amigos que angustió su ser en todo momento. Y ahora... la caja custodia.

- Nuevamente gracias por traerme una parte de mi legado -Esta vez se dirigió a todos los presentes, tomando la carta con reverencia-. Me entristece que no llegara a leerla... Otro camino recorreríamos hoy si el Destino hubiera sido calmo en el arduo viaje -La triste sonrisa iba para Serveris, pues aquello hubiera significado crecer junto a un honorable y fuerte samurai como su abuelo-, pero atrás queda el pasado y aquí nos hallamos -Suspiró con pesar y tan rápido como pudo se recompuso-. Es tarde, amigos. Habéis recorrido un largo trayecto lleno de peligros y sin duda necesitáis un merecido descanso -Sonrió.

Necesitaba pensar, organizar los días venideros en vista a la pronta expedición. No había pasado por alto el entusiasmo de unos y el recelo de otros, y eso prometía una charla informal con algunos. Sólo esperaba que los días no se le echaran encima pues muchos quehaceres debían ser resueltos antes de la partida.

- Serveris-san, haced saber a Bethana que tomáis una de las habitaciones disponibles -Asintió conocedora de que si por ella fuera aquel sería su hogar- Sandru, te pido algo de tu tiempo ahora. Y sí, a cambio de una buena cena y mejor cerveza.

Poco a poco se iba sintiendo más tranquila, incluso se permitió una suave carcajada tras el falso trueque. Esperaba con ellos quitar solemnidad al asunto, todos necesitaban un poco de sosiego.

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07/09/2017, 03:14
Serveris.

MITAD DEL INVIERNO DEL AÑO 4708 RA.

DÍA DEL JURAMENTO, DIEZ DE ABADIO.

PUNTA ARENA.

POR LA TARDE.

Sonrío, con una mezcla de vergüenza y agradecimiento a la respuesta de Ameiko. El que no me exija una respuesta ni que tome a mal mi opción de decidirlo con más calma es algo que me llena de paz y tranquilidad. También me ofrece una comida y una habitación, a lo que agradezco completamente:

 - "Arigato gozaimasu. Es usted muy amable, Ameiko-sama."

Digo, imitando la manera tien de referirse a la gente que se respeta como un superior, en respuesta a como ella acompaña mi nombre. Le hago una pronunciada reverencia a pesar del dolor que me causa el mover los músculos que fueron cortados por el arma de mi abuelo y que no han terminado de sanar.

Me disculpo ante los presentes:

 - "Creo que iré de inmediato, para poder descansar un poco."

Miro a Koya, que dijo querer atenderme, pues ahora planeo entregarme completamente a sus atenciones. Sé que necesito comer y dormir, para sanar bien mis heridas. No queda tanto tiempo antes de que partamos en esta gesta y no pienso ser una carga una vez comience el viaje.

Debo concentrarme ahora en sanar y eso es lo que haré.

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07/09/2017, 07:59
Kromdal.

MITAD DEL INVIERNO DEL AÑO 4708 RA.

DÍA DEL JURAMENTO, DIEZ DE ABADIO.

PUNTA ARENA.

POR LA TARDE.


En un segundo estaba hablando de los cristales, y en el segundo siguiente, Ameiko finalmente se decidía a hablar. El bárbaro la escuchó en silencio, aunque sin poder dejar de tamborilear con los dedos en la mesa. Era muy joven, la chiquilla, para dar tantas órdenes. ¿No era la posadera o algo así? Aunque quizás su familia fuera poderosa, o tuviera dinero. Sí, eso debía ser. Y eso era, si es que podía poner encima de la mesa esa enormidad de dinero para la caravana. Propiedad Transitiva contuvo el aliento y contuvo, también, las ganas de silbar. El bárbaro se veía a sí mismo como un hombre práctico: si alguien por mucho que fuera inútil para luchar, estaba dispuesto a poner una gran cantidad de dinero encima de la mesa para una expedición, él no iba a ser quien se quejara. Si ese alguien además estaba como un queso... Sí, sin duda compartir caravana con esa jovencita preciosa podía ser muy satisfactorio.

Si Sandru pagaba tan bien como lo había hecho hasta ahora. ¿Y quién sabe? A lo mejor hasta a la tal Ameiko le gustaban los hombres fuertes, y podía llevarse de gratis algún revolcón. Con un poco de suerte, si le salvaba la vida de algún peligro... Sí, sonaba bien. Y se veía bien.

Hablaré con Sandru. Creo que podré poner mi hacha al servicio de la expedición.

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07/09/2017, 14:14
Bevelek Dalmuvian.

MITAD DEL INVIERNO DEL AÑO 4708 RA.

DÍA DEL JURAMENTO, DIEZ DE ABADIO.

PUNTA ARENA.

POR LA TARDE.

Ya estaba todo decidido, iban a meterse en un nuevo y largo viaje que seguro que sería terriblemente peligroso. En aquel momento le preocupaba, pero quizás no tanto como él hubiera esperado, seguramente porque se encontraba demasiado cansado. Cuando se echara un rato y descansara todo sería diferente, estaba completamente seguro de que al amanecer todo aquello le parecería una locura en la que él no tenía lugar, sin embargo en ese momento se encontraba razonablemente tranquilo.

—Creo que yo haré como Serveris. No tengo mucho más que aportar y la verdad ahora que he comido y bebido agradecería descansar un poco en una cama y más si en breve nos pondremos de nuevo en camino por la carretera. Así que me voy a retirar para descansar, mañana a primera hora iré a verle Jefe Sandru para empezar con las compras y mejoras que haya que hacer.

Dicho eso se puso en pie y se despidió de todos con calma, mientras se estiraba al ponerse en pie. No podía pensar en ninguna otra cosa que no fuera descansar todo lo que pudiera.

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10/09/2017, 20:31
Viejo Hattori.

MITAD DEL INVIERNO DEL AÑO 4708 RA.

DÍA DEL JURAMENTO, DIEZ DE ABADIO.

PUNTA ARENA.

POR LA TARDE.

Si algo tenía la edad, es que esta venía acompañada de la experiencia. Y aunque no siempre era así, la experiencia sumada al tiempo daba como resultado la sabiduría. Y él no era ningún sabio, jamás se atrevería a compararse con uno, pero si sabía algunas cosas. En esta ocasión, cuando sobras de un lugar.

Sus palabras fueron totalmente ignoradas por Ameiko, a pesar de que la cercanía y el tono le obligaban a pensar que si las había escuchado. Puede simplemente que las palabras de un anciano, no valieran nada. Así, con la cabeza aun agachada y las palabras del resto de personas que allí quedaban, se dispuso a marchar.

Tendría que hacer las cosas como siempre las había hecho, sin ser visto, sin ser escuchado. Solo una sombra que nadie espera, pero que siempre está allí. Y con la que siempre se puede contar. Anotó mentalmente los nombres de aquellos con los que debía hablar y le escucharían -que era un grupo más limitado- y se dispuso a salir.

- Con su permiso. - dijo aquellas tres palabras, y con la diligencia que le caracterizaba, marchó a la planta de abajo para servir a la clientela.

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10/09/2017, 23:09
Giorgino Vhiski.

MITAD DEL INVIERNO DEL AÑO 4708 RA.

DÍA DEL JURAMENTO, DIEZ DE ABADIO.


PUNTA ARENA.


POR LA TARDE.

Giorgino sonrió levemente cuando la tita Che Li anunció que quería quedarse a solas con su tío para hablar. Lo de Petunia estaba siendo un duro golpe pero al menos le quedaba la esperanza que su tío si podría alcanzar la felicidad. Así que comenzó a manotear dirigiendo a todos hacia la salida.

-¡Vamos! ¡Vamos! Ya habéis oído a la Señorita Ameiko, quiere hablar con el tío Sandru de cosas importantes, estamos de más aquí. Kromdal, te debo una cerveza, nos la tomaremos abajo. Y el resto tenéis muchas cosas que hacer ¿ A que sí?

Siguió manoteando junto a la puerta esperando que todos bajaran al piso inferior.

-Primos, os ayudaré a preparar el carro de la abuela, creo que podemos hacer todo lo que necesita para el viaje sin sobrecargar mucho el peso, además es importante que todo quede equilibrado o podríamos volcar en alguna curva, no te preocupes abuela, yo me encargo de todo. ¡Ah, abuela! El tío Sandru dice que tengo que aprender a leer y a escribir ¿Me enseñarás? Quiero llegar a ser un buen caravanero como el tío. Y también tienes que leerme las cartas. ¿Puedes saber si Petunia se casará con ese granjero? Igual se arrepiente… Pero hablemos mejor abajo, estaremos mejor, sí.

Giorgino quería asegurarse que nadie se quedaba a molestar a su tío y a la Señorita Ameiko, Shalelu parecía no tener intención de moverse y eso le inquietaba.

-Vamos Shalelu, quizás podrías enseñarme a hablar y a escribir en el idioma de los elfos. Kelsier ¿Tu sabes hablar y escribir élfico? Hablemos abajo de eso.

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11/09/2017, 15:39
Vankor Dalmuvian.

MITAD DEL INVIERNO DEL AÑO 4708 RA.

DÍA DEL JURAMENTO, DIEZ DE ABADIO.

PUNTA ARENA.

POR LA TARDE.

-Te acompaño, hermano -dijo Vankor en lo que no podía traducirse sino como una despedida de aquella reunión. Tenían cosas que hacer en casa, más allá del descanso por el que abogaba Bevelek. Limpiar la cabaña, reponer el agua, ventilarlo todo, lavar la ropa... Cosas que a su hermano no agradaban demasiado y por las que refunfuñaba abundantemente. Posiblemente algún día se casaría solo por evitar aquellas tareas-. Hay mucho que hacer. Jefe Sandru, te vemos mañana.

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11/09/2017, 20:02
Koya Mvashti.

MITAD DEL INVIERNO DEL AÑO 4708 RA.

DÍA DEL JURAMENTO, DIEZ DE ABADIO.

PUNTA ARENA.

POR LA TARDE.

-Adiós, adiós.- Iba despidiendo Koya desde su posición privilegiada, el culo sobre cojines, a los que iban abandonando el despacho. Apoyó las huesudas manos en sus muslos para darse fuerza e impulso para levantarse y acercarse al joven Severis. Ya estaba llegando hasta el mestizo tien cuando casi la atropelló su nieto, Giorgino.- Claro que te enseñaré a leer, hijo mío. Ya era hora. De lo de Petunia, no hace falta ser adivina, ni echarte las cartas para contestarte. Pero eso luego. No bebas demasiado pues aún tengo que hablar contigo muy seriamente de ese tema.- Dejó que el propio Severis se acercara a ella para dirigirse a él.- Bueno, veamos que tenemos por aquí.- Las heridas del combate en el cuerpo del joven eran tan evidentes que Koya no se entretuvo más y comenzó a tararear una canción a la vez que imponía sus manos sobre las mismas.

De día es cuando la añoro,
con el sol yo tengo frío,
pero, de noche, mi estrella
baja para estar conmigo. 

Cantaba bajito, casi en un susurro audible sólo para Severis. Aún así, la melodía era reconfortante, como el beso en la frente de una madre que da las buenas noches a su hijo. - Esta canción me la cantaba mi madre cuando yo no era más que una niña con miedo a la oscuridad.- La melancolía se apoderaba de la vieja Koya al pensar en cuántos años habían pasado de eso y el gran vacía que le había dejado su madre al irse.- Desna es mi estrella, siempre ahí cuando la oscuridad se cierne sobre nosotros.- Las heridas de Severis se fueron cerrando a medida que Koya canalizaba el poder de su diosa sobre ellas. Una vez acabado lo más grave comenzó la exploración del chiquillo, algo poco agradable para el que la sufría. Los dedos de la anciana estaban fríos por la falta de circulación y palpaban con maestría pero sin preocuparse de si apretaban demasiado o de si sus uñas se clavaban en la piel.

- Di...aaaaaaaaah.- Metió sin pudor un palo plano que llevaba oculto en la mano en la boca de Severis para bajarle la lengua y poder ver la garganta. La anciana negó con la cabeza.- Ese maldito pantano. Tienes gripe, jovencito. ¡Qué mala es esa humedad que cala hasta los huesos! Por suerte conozco todos los remedios caseros para curarla. No se lo hará de inmediato, pero si guardas cama y sigues mis indicaciones estarás curado en tres días.- Sonrió con una sonrisa amplia y plagada de ausencias.