Partida Rol por web

El profesor dejó pasar el tiempo mientras seguía observando cada detalle de las estatuas, podría hacerlo durante horas pues era una de sus pasiones, aunque echaba en falta no haber podido traer algunos libros para comparar los caracteres y cruzar referencias, eso le ayudaría a entender mejor todo aquello. Tan solo le perturbaba aquella extraña sensación, no había comido nada desde por la mañana y su estómago parecía querer recibir alguna atención.

Espero que el señor Fred y la señorita Perez traigan algo de comida.

Dejó al resto con sus extraños comportamientos y cuando se sintió cansado se recostó sobre el suelo de piedra. Ya no era tan jóven para acoger aquello de buena gana, pero por el descubrimiento que habían hecho merecería la pena levantarse con algo de dolor de espalda. Lo que más temía era que la humedad de la cueva pudiera afectarle demasiado a su reuma, aunque parecía que en aquel interior se había formado una especie de micro clima ya que el profesor no sentía ni frío ni calor, si la noche se mantenía así sería estupendo. Y al dormir llegaron aquellos extraños sueños, tan extraños como reales en los que se vio transportado a otra época y otro lugar. Una especie de paraíso idílico donde él y sus compañeros se habían convertido en seres poderosos rodeados de sirvientes y disfrutando de todos los placeres que podían desear, al menos hasta que alguien interrumpió con urgencia. Al parecer estaban envueltos en una de las revueltas del pueblo contra sus governantes, era algo que se repetía una y otra vez en toda la historia y la decisión era retirarse y regresar cuando las cosas se calmaran. Richard por supuesto la apoyó, nunca había sido dado a la violencia. Y entonces escuchó el grito. ¿Era parte del sueño? Parecía tan real como el. Richard abrió los ojos y vio frente a él una estatua a la que en sus sueños había puesto nombre.

Veddartha...

Pero pronto los gritos y unos movimientos llamaron su atención. No podía ser, los strigoi los habían encontrado y Fred y Perez luchaban contra ellos, la chica apenas tenía posibilidades pues las lenguas de aquellos engendros comenzaban a devorarla. Richar lo observaba, nunca pensó que pudiera ser así y lo que más le impresionaba era la entereza con la que lo estaba tomando, pero no podía hacer nada, su única escapatoria era huir, sabía que no tenían ninguna posibilidad frente a ellos. Entonces vio como Damon avanzaba decidido hacia la lucha. ¿Estaba loco? ¿Quería suicidarse? Debía impedirlo. Corrió hacia su colega y se interpuso cogiéndolo del brazo.

-¡Es demasiado tarde! ¡No podemos hacer nada! ¡Debemos huir!

La primera noche es decisiva y responde muchas preguntas. Syria se siente ella, pero a la vez no. Sabe que ahora es algo más que Syria. Y su nuevo contenido sabe que es algo más con Syria. Las revelaciones traen la paz que destierra al desasosiego y la incomprensión.  La ansiedad se difumina y se siente poderosa. Sabe que el sueño no era un sueño. Sabe que lo ha vivido por algo y sabe que hay mucho por hacer.

Sin embargo, algo los saca de la ensoñación y al abrir los ojos es consciente de lo que está pasando. Lo de la Teniente Perez no era agradable, pero ella tenía alguien más por quien mirar. Había dos gusanos más hostigando a Fred.... Ya habría tiempo para preguntarse como habían llegado hasta aquí esos despreciables seres, pero antes tenía que ayudar a Fred. Pese a la pasividad de otros.

Usa quimerismo* para crear una falta ilusión en los Strigoi que acosan a su mentor, concentrándose en los gusanos de mierda. Para crear la ilusión de que lo devoran las llamas.

Los sueños, ese mundo de divinidad que su padre le contaba que allí era donde se podía encontrar con grandes espíritus y terribles demonios... esa dimensión donde uno no controlaba nada de lo que le rodeaba u ocurría... pero ahí estaba, nuevamente, inmerso en el mundo onírico donde lo que estaba viviendo, era algo tan real, que confuso, asistió a todo aquello como si fuera la vida misma. 

Se maravilló con todo lo que vio, se asombró también y no se sintió incómodo a pesar de no estar en su elemento, que eran los bosques helados y la nieve crujiente bajo sus pies. No le importó, se sintió bien y fascinado. 

Aquella experiencia le ayudó a comprender que era, arrojó respuestas a todas sus preguntas y ni una sola palabra fue pronunciada o leída... aceptó su nuevo sino como si fuera entender que tenía dos brazos y dos piernas o que era capaz de respirar. Esa nueva realidad que le acababan de brindar le hizo ver todo con una nueva perspectiva y parte de sus preocupaciones se disiparon con presteza.

El gritó que lo despertó provocó que el cazador se levantara con la furia helada de un sol congelado y salió directo hacía los strigoi. Su nueva vida le ayudaba a entender su entorno mucho mejor y, sin pensarlo, presa de una gran velocidad, salió disparado hacía los seres que antaño eran sus lacayos.

Los Strigoi se estaban comiendo a Perez. ¿No la habían dado sangre antes? ¿Sobreviviría a los Strigoi? ¿Su sangre sería venenosa ahora para los gusanos? Sólo quedaba esperar... ¡Y matar a los Strigoi!

Syria trataba de hacer algo y Heikki y Damon se lanzaron contra los Strigoi.  La sangre le hirvió a Tobías, gritó, apuntó a uno de los monstruos y lanzó una llamarada contra él. Las llamas eran oscuras y brillantes, y Tobías deseaba que la criatura ardiera. 

Danica no fue consciente de en qué momento terminó quedándose dormida. Probablemente cuando ese sol que ahora sentía irracionalmente como una amenaza salió de su escondite iluminando las sombras que ahora sentía más cómodas. Y con el sueño llegaron los recuerdos e invadieron su mente. Fue como una inundación. No como una tromba de agua que derriba todo a su paso, sino como un grifo que gotea y poco a poco va llenando con un fluir tranquilo todos los huecos y rincones que quedaban vacíos.

El sabor a sal y hierro parecía impregnarse en cada una de las papilas de su lengua en ese sueño, como si nunca hubiera necesitado otro sabor, como si fuese motor y meta al mismo tiempo. Todo encajaba en su lugar con facilidad. Era ella y no lo era. Era ella y era mucho más.

El revuelo la hizo abrir los ojos como un resorte y por puro instinto su mano buscó el machete que había dejado en el suelo junto a su pierna. Miró a su alrededor, haciéndose cargo de la situación, y no tardó en incorporarse en una posición semi-agazapada. No dijo nada, ni siquiera se lo pensó dos veces: era momento de pelear. Siseó. Tenía los colmillos fuera en un gesto amenazante y ni siquiera sabía cuándo los había sacado. Pero no era momento de pensarlo. El instinto y el entrenamiento se encargaron de moverla y se lanzó con el machete directa a por uno de los monstruos que atacaban al señor Merkel avanzando a más velocidad de la que nunca habría podido imaginar.

Richard sigue bloqueado, como si todo aquello no fuera con él. Y sin embargo, en el fondo de él sabía que ya no era solo él. Ahora era Richard y era otra cosa, una muy poderosa que se había conservado durante miles de años allí sentada, esperando al indicado. Esperándole. Damon se dirige sin dudarlo ante esas cosas, pero apenas se ha movido un par de metros cuando Danica y Heikki cargan a una velocidad de vértigo y se llevan por delante a dos de los strigois, que atormentaban y devoraban a la teniente. La rapidez y brutalidad es tal que casi los parten en dos con su carga.

El tercer strigoi que se alimentaba de Pérez arde. Unas llamas negras salen de las manos de Tobías, que al chocar con la criatura se convierten en un fuego infernal. El fuego obra en apenas unos segundos, calcinando al strigoi hasta reducirlo a cenizas. Los parásitos que habían ido a por Fred se retuercen en el suelo antes de tocarlo, chillan como si se estuvieran quemando, pues eso es lo que creen. Pero no están muertas, sino que parecen creer que algo les quema con la ilusión que Syria ha creado.

Pérez, que la noche anterior tuvo algo de sangre por parte de Danica, se estaba desangrando en el suelo. Pero no solo eso, sino que estaba infectada. Las gotas que Danica había vertido sobre sus heridas no parece suficiente como para cerrar de nuevo las nuevas heridas. No tardaría mucho más de una hora en convertirse en strigoi, tenía ya aquellos gusanos en su interior. -Matadme...- gime en un hilo de voz.

Los strigoi sucumbían como cáscaras en una riada, y a Gates, simplemente, no le sorprendió. Lo sintió como «lo normal», el «orden natural de las cosas». Mientras acababan de morir, llegó sin prisa hasta Pérez y bajó la mirada. La observó con pausa, sin ninguna prisa, sintiendo curiosidad ante su sufrimiento. En algún punto de su interior nació un sentimiento de lástima paternal. Como si fuera su hija que viene a mostrarle las rodillas raspadas por una caída en el parque.

...papá, pupa, matadme..., le parecía oír. Sonrió.

Se agachó y acarició las heridas, bajo las que ya se movían los sucios gusanos strigoi infectándolo todo. Pudo notarlos bajo sus dedos, moviéndose y pudriendo la carne. Su parte humana no supo si los sentía de verdad, físicamente, o era «otra cosa», otra manera de sentir. Pero de inmediato notó una calidez extraña que emanaba de sí mismo hacia la mujer, una energía interna que se vertía de él a ella por sus manos. Sintió un cosquilleo en los dedos y supo que dando vida se debilitaba, pero le dio igual. El mundo le parecía lleno de vida para tomar.

...matadme...

-Todavía no -le dijo.

Los strigoi caen y caen y caen y sufren. Parecía que Perez iba a morir, tristemente convertida en gusano, pero Damon se agachó al lado de la mujer y Tobías supo instintivamente que estaba haciendo algo. Algo que quizás curaría a la Teniente.

Se situó entre Damon y el resto de sanguijuelas para protegerle mientras hacía lo que haciá. Otros muchos Strigoi se retorcían por la ilusión de Syria. Era más que real, si se la tirara a él, ¿sería capaz de resistirla? Probablemente no. 

—Acabemos con el resto de gusanos mientras están distraídos, hoy empieza una nueva era, pero sobre todo, termina la suya. 

Por fin los hombres podrían elegir entre el bien y el mal, no tendrían que estar sometidos a la amenaza de ser convertido en un horrible strigoi sin cerebro y sin voluntad. 

Casi se le puede oír gruñir, mirando con odio a las criaturas que habían querido herir a su mentor y ahora se retorcían en el suelo víctima de sus dones. Aprovechando que están debilitados y expuestos, se acerca para aplastar con sus botas la cabeza de uno y reventarla. Seguidamente irá por el otro. Interponiendose entre los gusanos y Fred.

Ajena quedaba al intento de salvación de Pérez. Era capaz de discernir que era una pena que una mortal que valía, sucumbiese... Pero ese sentimiento de pena ya no se hacía tangible y físico. Le sobrevino al fría indiferencia. Aquello era un daño colateral. 

De la garganta de Danica brotó un sonido a medio camino entre gruñido y bufido cuando el strigoi al que había atacado cayó al suelo con su sangre goteando desde la hoja del machete. La sorpresa en sus ojos al ver lo sencillo que había sido duró sólo un brevísimo instante antes de que la comprensión se filtrase desde su estómago. Siempre se había sentido bien en la caza, pero en aquel momento era algo más allá de simple satisfacción o adrenalina. Ya no era una presa intentando cazar a los cazadores. Ahora era una depredadora.

Una sonrisa fría y salvaje apareció en sus labios al escuchar al doctor Quinn y rápidamente sus ojos buscaron al que sería el siguiente: uno de los que estaban acechando al señor Merkel. No se lo pensó dos veces, se lanzó a por él con el machete por delante y la boca abierta en un gesto amenazante que dejaba ver sus colmillos extendidos. Sus ojos brillaron por la excitación del combate.

Se quedó horrorizado viendo el estado de la señorita Pérez y miró a los demás después de sacudir la sangre de su espada tras efectuar un movimiento rápido. No sabía que hacer, había adquirido infinidad de saberes y conocimientos, pero no supo hallar la solución al estado de la mujer - Tenemos que salvarla - fue lo que llegó a decir, como una sentencia. No sabía porque se sentía así respecto a ella, no habían trabado amistad, solo respeto por su posición y trabajo. - ¿alguna idea después del sueño? - preguntó por si alguno tenía alguna clase de don que pudiera salvarla... pensó en su sangre, sabía que cuando era humano era inmune a la enfermedad de los Strigoi, pero no estaba seguro si eso seguiría.

Se acercó a ella junto con Damon obviando a Merkel y su situación, esperó que los demás lo ayudaran a él, y eso se confirmó cuando Danica salió disparada hacía allá.

El psiquiatra impuso sus manos sobre Pérez, como un guía espiritual sobre sus creyentes. Las heridas de la mujer comenzaron a cerrarse, poco a poco pero a una velocidad claramente sobrenatural. Los gusanos de sangre, que habían comenzado a invadir su cuerpo se apresuran en salir antes de que aquellas heridas se cierren. Aquellos bichos, nueva infección de la humanidad, salen hasta el suelo y acaban consumidos. Morían casi de inmediato, como si el cuerpo de Pérez estuviera luchando contra ellos con fuego. El mismo que Tobías había creado de la nada para consumir a los portadores.

Damon obró algún tipo de magia, que podía salir fuera de la comprensión humana, pero ellos ya no eran humanos. Ellos comprendían, o al menos lo intuían. La teniente, que estaba atada a la vida con un hilo, comienza a moverse. Incluso logró incorporarse atónita ante lo ocurrido. Se tocó el cuello, donde había tenido las heridas, sin comprender.

Sirya y Danica se acercaron implacables a Fred, el cual se defendía bastante bien y de forma ágil. En apenas un par de movimientos machacaron a los dos strigoi que les rodeaban, sin apenas esfuerzo. Desparramando sangre blancuzca por todo el suelo, junto a miembros y restos de aquellas cosas, plagadas de gusamos. Fred también miró aquello alucinado, con los ojos bien abiertos.

-¿Qué....?- dijo guardando su cuchillo y mirando alrededor a todos los presentes. -¿Qué os ha pasado...?

Nadie le hizo caso, aunque eso tampoco era una novedad para el profesor. Lejos de sus clases donde sus alumnos solían escucharle por interés en las calificaciones y unos pocos por verdadero interés en las materias, Richard no era un hombre que fuera muy tenido en cuenta. Además ante todo lo que pasó ante sus ojos en los siguientes segundos se quedó atónito y petrificado mirando a sus compañeros y las cosas que habían comenzado a hacer, esta vez no había explicación lógica ni excusas que pudiera esgrimir. Simplemente debía rendirse ante la evidencia de que habían cambiado, que de alguna manera las palabras escritas en la columna se habían cumplido sobre ellos y los había transformado en... algo. Entonces asimiló el sueño que había tenido y poco a poco fue consciente de que él tampoco era el mismo, que ya no respiraba y que de alguna manera se había producido un cambio en su interior, y a decir verdad también en su exterior pues ya no necesitaba las gafas para ver bien. Se quedó observando sus manos durante unos segundos temiendo que de ellas también saliera el fuego negro que había salido de las de Tobías o como las de Damon parecían sanar milagrosamente a Pérez y librarla de todos aquellos gusanos que se habían introducido en su interior y que ahora salían despavoridos y morían, librándola así de la maldición de convertirse en uno de aquellos monstruos. Nunca había visto nada parecido y sin embargo aquello era la respuesta que la humanidad había estado buscando, simplemente la manera en que la habían encontrado no era la esperada por el profesor, ni mucho menos. Se acercó al grupo con paso decidido, por alguna extraña razón no tenía miedo de lo que había visto ni de la matanza que se había producido.

-Esto es... maravilloso. ¿Co... Como habéis conseguido hacer eso? Yo también me siento distinto ahora. Se sentía distinto pero no sabía lo que podía hacer, ni siquiera si debía hacerlo ahora que el peligro había pasado, sin embargo deseaba conocer sus nuevas habilidades, tanto que por un momento se había olvidado de sus compañeros. [

B] -¿Estáis todos bien? ¿Puedo hacer algo por vosotros? Yo no se si...[/B] -Fred y Pérez parecían los únicos heridos y tan confundidos como el profesor.- Señor Merkel, creo que de alguna manera la noche anterior activamos la profecía de esta cueva y... le va a sonar raro, pero creo que nos hemos convertido en vampiros.

¿Les sonaría a todos los demás tan raro como a él? Quizás no, algunos ya habían planteado aquella posibilidad y el profesor no la había tenido en cuenta, era todo tan imposible... Pero sin embargo ahora se daba cuenta que había estado muy equivocado y lo que acababa de presenciar era la prueba.

Damon se quedó de cuclillas junto a la teniente, observándola con una sonrisa cómplice. Los gusanos huían de su cuerpo con espasmos, para consumirse como ardiendo en un fuego invisible. Ella se recuperaba, atónita. Por supuesto que lo hacía. Se tocó el cuello buscando sus heridas.

– No desees la muerte tan pronto -le susurró.

Se levantó y Collins hablaba. Parecía, por fin, comprender la verdad.

– Se nos ha llamado de muchas formas. Algunos nos dijeron vampiros -dijo, respondiendo a Merkel-. Somos lo que somos. Imparables.

En cierta forma a Danica le supo a poco la caza. Apenas estaba comenzando a sentir la adrenalina extenderse bajo su piel y ya no quedaban enemigos en pie. Por un instante permaneció con las rodillas flexionadas, los colmillos extendidos y el machete preparado, moviendo los ojos de un lado a otro en busca de una presa más, pero finalmente enderezó su espalda y con un movimiento del cuello escondió los colmillos.

—Somos lo que vinimos a buscar —aportó a la conversación con la voz grave—. Ni más. Ni menos.

Enfundó el machete y se separó un poco del grupo, acercándose a la estatua a la que ahora podía poner nombre. Veddartha... Cuánto se había movido el mundo.

Neutralizados a los gusanos que acosaban a su mentor, Syria se acercó a él y le examinó con detenimiento. Contenido y recipiente hacían simbiosis, por lo que era imposible que la integridad de Fred le fuera indiferente. Aun cuando algo dentro de ella no estuviera muy de acuerdo en los lazos sentimentales, pues a la larga, debilitaban.

- ¿Estás bien? ¿No te han hecho nada, verdad? - preguntó, claramente preocupada por el estado de aquel señor que consideraba como un padre. - Somos ellos, Fred. Han ocupado nuestros cuerpos. Yo he ocupado este cuerpo... Y ahora es mejor que nos vayamos, antes de que tengamos más visita.

Atisbó la recuperación de Pérez, por obra y gracia del resto. Bueno, cada uno tenía sus prioridades. Cada cual velaba por un mortal. El mio no era ese, claramente.

Y de repente, sin saber cómo, vinieron los colores y las formas. Alrededor de todos los presentes había como unas auras con colores vivos, que se movían alrededor de ellos y al mismo tiempo provenían de su interior. Y con todo se difuminaban en el aire. Hacían zarcillos y bucles e incluso te tocaban unas con otras sin llegar a mezclarse. Era precioso, algo increíble.

Las auras de la teniente y de Fred eran mucho mucho más vívidas, como una expresión de colores. Sus colores eran moteados, yendo del naranja, al morado, al rojo y un leve verde claro. Todo mezclado y sin definirse ninguno en realidad. Como una feria epiléptica que solo tú podías ver.

Las auras de tus compañeros eran algo más pálidas, de un azul claro en el caso de Damon o de Tobías. Las auras del resto eran sobre todo violetas, con toques rojos. ¿Tendrías tú un color como aquel? ¿Qué eran aquellas cosas? ¿Las verían el resto?

Fred desconfiaba, pero no sabía bien por qué. Ahora la presencia de todos ellos le ponía los pelos de punta, como si algo andara mal. Su cuerpo le parecía advertir que estaba ante algo muy peligroso y poderoso. Algo que no comprendía sin duda. Asintió a Syria, pues confiaba en su pupila. Los poderes que había visto iban más allá que lo que decían los escritos del profesor. Los vampiros estaban por encima de los strigoi tiempo ha, pero lo que no esperaban era encontrarse a los reyes de reyes.

Pérez parecía más desconfiada. Había perdido a sus hombres y le acababan de traer de una muerte segura. No sabía como sentirse, por lo que prefirió mantenerse en silencio y alejada de aquellos exploradores que habían traído entre todos a Lesbos.

-Como sea, están viniendo más... Nos han encontrado y nos han seguido, bajo el agua también- dijo por fin Fred. -Tenemos que abandonar la isla. No sé si deberíamos volver a Prypiat, sería lo mejor informar al profesor. Pero no podremos ir todo el camino en barco me temo. Admito... sugerencias.

Collins por fin se da cuenta de lo que somos. Quizá ahora dejaría de estar tan insoportable y ayudaría. Probablemente ha sido por la curación de Gates a la teniente, prueba que nuestros poderes pueden ser usados para el bien o para el mal. 

Le responden sobre lo que somos, cada uno tiene su propia teoría. Yo tengo la mía que digo muy bajito. —Somos la nueva oportunidad de la humanidad, para devolverles la posibilidad de elegir y no ser esclavos de los gusanos.

Fred habló de la necesidad de trazar un plan. —Para saber lo que queremos hacer, debemos tener claros nuestros objetivos. Si queremos destruir a los Strigoi creo que a la larga debemos ir a por el Maestro. Aunque ahora somos vulnerables aquí. ¿Que os parece movernos por barco hasta otra Isla cercana y ya desde ahí movernos a tierra. Desde ahí será todo más fácil. 

Era una opción, Tobías esperó por si los demás tenían otras.