Partida Rol por web

No iba a seguir participando en el tema de los piques por las capacidades y el tamaño de pene, no me interesaba. Algunos siguen con el tema aún cuando llega el par de nuevos asistentes. Un profesor de historia y una mujer que aun no abrió la boca. 

- Hola. Syria - me presento acompañando con un gesto con la cabeza. Quedaban en el aire preguntas importantes, hechas por el hombre de color, que esperaba respondiera Sekatrian una vez se presentaran todos, y la reunión siguiera su curso.

En una vieja caja de cartón, en algún sótano perdido de Oregon, está guardada parte de la abundante correspondencia que Christopher Keogh mantuvo con gente de todo el mundo. Principalmente investigadores como él, que de un modo u otro consiguieron mantener una red de contactos alimentada por la curiosidad, el deseo de saber más y el desconcierto ante el fenómeno strigoi.

Quizá Syria, alguna vez, revisara y leyera algunas de esas cartas. Quizá, quien sabe, le llamara la atención un fajo de sobres agrupados con una goma elástica. Quizá ya lo haya olvidado, o el nombre del remitente solo fuera uno entre tantos y tantos. En el primer sobre, recibido hace más de diez años, un joven londinense se presenta.

Estimado Sr. K,

Como ya intuirá, soy D.G. Me permito escribirle animado por nuestro amigo en común. Me dijo que usted estaría al tanto y que lo hiciera así, por carta. ¿No le parece curioso que ahora la manera más discreta y segura de comunicarse sea la antigua carta? Temo seguir usando el correo electrónico, y en cualquier caso seguiré teniendo cuidado de momento. Confío en que usted lo comprenda y actúe de la misma manera. El tiempo dirá si podemos relajarnos en el futuro.

Le pido ayuda. Londres se la pide. La situación en la ciudad empieza a ser realmente preocupante. No tanto por el número de ratas, sino porque la plaga se muestra muy resistente a todo veneno. Además, la población está sumamente afligida, cada vez más nerviosa, afectada e intolerante con todo y todos. La plaga de ratas nos está afectando. No creo que haga falta ser más concreto con nuestras palabras, de momento.

Londres le está llamando. Le ruego que me mantenga en su red de contactos, creo que el intercambio de información nos será muy útil a ambos. Estoy en ello. Si desea responder, le ruego que lo haga de la siguiente manera:

La siguiente página, donde aparentemente deberían encontrarse las instrucciones para mantenerse en contacto, no se encuentra en el sobre.
 

Los ojos verdes de Danica se movían a su alrededor mientras caminaba junto a aquel hombre trajeado. Tan sólo había respondido a su saludo con una breve inclinación de cabeza y su nombre, pronunciado con un tono que no daba pie a continuar conversando, para después seguir avanzando por la ciudad vacía. No podía evitar pensar en un cementerio al recorrerla. Un enorme cementerio de asfalto. Casi parecía irónico que la Resistance se escondiese allí precisamente de los que nunca deberían haberse levantado de sus tumbas.

Sus pasos eran firmes y su mirada serena analizaba el entorno de una forma automática, mecanizada después de años de entrenamiento. No se relajó en ningún momento mientras recorrían esos túneles laberínticos. Con mirada vivaz los estudiaba al pasar por ellos, captando pequeños detalles que la ayudasen a salir de allí rápido si fuese necesario. También examinó a su guía cuando llegó a ellos. A Danica le agradó la forma de caminar de aquella chica. Le recordaba a Jarek, que se había sentido orgulloso de ella al saber que formaría parte de esa reunión, saliese lo que saliese de ella. 

Ella en cambio se sentía expectante. Apenas había hecho algunas incursiones pequeñas antes, pero aquello... Parecía importante. No dudaba de sus capacidades, se sentía a la altura de lo que le pusieran por delante, pero sí que tenía un cosquilleo de anticipación en el estómago. A Danica no le gustaba esperar y la estaba matando no saber más sobre la reunión. 

Así que en cuanto la puerta se abrió y vio que el hombre de traje la dejaba pasar primero, no se lo pensó dos veces antes de avanzar hacia el interior de la sala de reuniones. En los tres primeros pasos que dio, recorrió el lugar con la mirada, deteniéndose un instante de más en aquel mapa. En los dos siguientes, se fijó en los presentes, evaluando a cada uno por la primera impresión que le transmitían. 

Mientras su acompañante saludaba a aquel hombre que era una leyenda viviente, Danica lo observó de arriba a abajo, levemente impresionada, y decidió que le agradaba su porte. Sin embargo, el que más llamó su atención fue el que se presentó como Heikki. Un pequeño brillo de reconocimiento asomó a sus ojos cuando sus miradas se cruzaron y le dedicó un breve asentimiento de cabeza antes de buscar un lugar donde tomar asiento.

Después, escuchando la exhaustiva presentación del profesor de historia, se dejó caer en la silla descuidadamente, sin ningún tipo de protocolo. Ya sentada, tras la apreciación del hombre rubio acerca de las capacidades del grupo, echó un nuevo vistazo a los presentes. 

- Danica Dvorák -dijo con tono seco a modo de presentación, sin embargo, le parecía que debía explicar algo más, así que se estiró y añadió una palabra-. Exploradora. 

Y, dando con eso por concluida su presentación, giró su cabeza hacia el señor Setrakian, suponiendo que sería él quien daría las explicaciones.

Parecía que dos miembros de ese peculiar grupo se habían rezagado y llegado tarde. O quizá había llegado por otro camino más tortuoso. Gates miró con curiosidad al señor Darrell salir de la sala. Supuso que le tendrían preparado alguna trabajo aparte. Eso en el mejor de los casos.

Escuchó atentamente la presentación de Collins, mientras la mujer se sentaba con brusquedad. Le sonaba de algo el tal Collins y le llamó la atención su entusiasmo. Ella, en cambio, parecía otra de aquellas fieras enjauladas.

Sonrió levemente con cortesía.

-Encantado. Soy Damon Gates. Psiquiatra. Nos han pillado ustedes debatiendo el plan a seguir. Por si no lo saben nos dirigimos a Lesbos. Es posible que en alguna ruina perdida encontremos alguna pista para encontrar el arma definitiva contra los strigoi. Vampiros. No se sorprendan. Desde mi punto de vista no es algo sobrenatural ni esotérico. Los antiguos vampiros, si alguna vez existieron, pueden ser nuestra salvación.

Hizo una pausa.

-Acabo de plantear dirigirnos al sur hasta Odessa, embarcar donde se pueda camino de Estambul, y después hacer lo mismo por las costas turcas hasta Lesbos. No sé qué opina el resto, ni tampoco lo que tenga que decir el señor Setrakian -miró a todos levantando las cejas con mirada interrogativa y acabó en el anciano.

-Dutch aquí- dijo la otra rubia, levantando la mano. Esta parecía tener un acento inglés que no se molestaba en disimular. Sonrió a todos y explicó, sin esperar a que Setrakian hablara la boca. -Al parecer nos mandan a una misión suicida a Lesbos, al sur. Estábamos debatiendo cuál sería la mejor ruta y además quién sería el primero en morir... Yo voto por el psicólogo, además es el negro del grupo, todos sabemos cómo van estas cosas- le guiñó un ojo a Damon.

A la chica sí que le importaba todo una mierda, tanto cómo cayera su humor a sus compañeros como la imagen que daba. Setrakian hizo un gesto con la mano, para que se callara.

-Tomad asiento por favor- dijo el anciano a los recién llegados. -Es cierto que tenéis que llegar a Lesbos, hace años se la denominó la isla de los vampiros, debido a unas tumbas que encontraron con esqueletos decapitados, estacados y con piedras en sus mandíbulas. Creemos que en realidad esos esqueletos pertenecieron a ghouls de los vampiros, que el resto de la población enterró así por desconocimiento y miedo a que levantaran una vez muertos... Aunque creo que el señor Collins sabrá más sobre esto.

Richard observó a los que ahora eran sus compañeros, un grupo singular, pero en sus clases se había cruzado con todo tipo de individuos e individuas así que podía lidiar con aquello, sobre todo porque todos tenían un objetivo común y eso hacía que las diferencias de carácter o puntos de vista fueran más fáciles de superar. Hizo un gesto tímido alzando su mano a modo de saludo cada vez que alguien se presentaba, muchos parcos en palabras, otros menos como Damon el psiquiatra que además les puso al tanto de lo que iban a hacer.

-Lesbos... fascinante. Un buen lugar para comenzar. Me temo que el Señor Heikki tiene razón, soy profesor y arqueólogo pero no soy un Indiana Jones. Richard se dio cuenta que quizás algunos de sus compañeros no conocieran aquellas películas antiguas así que consideró oportuno una explicación más exacta. No soy un hombre de acción, ni un soldado, pero tampoco me considero un cobarde, al menos estoy determinado a hacer lo que me pidan por colaborar, si es ir a Lesbos iré si lo consideran oportuno, como dijo el Señor Damon en Lesbos podría haber evidencias o pistas importantes y no hay nada como escrutarlas sobre el terreno, sobre todo a la luz de lo que sabemos ahora, no creo que nadie pueda considerar los vampiros como un simple mito o una invención, descarto tener que convencer a ninguno de ustedes sobre ese tema. Sobre la ruta... creo que no soy el más adecuado para opinar, pero puedo ponerles en atecedentes, aunque el profesor Abraham Setrakian ya ha esbozado un poco los motivos de porqué ir a Lesbos.

Había pasado unos años investigando y la isla de Lesbos era uno de los lugares más fascinantes que se podían encontrar sobre el tema. Sacó de su bolsillo su teléfono móvil, un viejo Nexus 5 que a Richard le seguía funcionando de maravilla y se negaba a cambiarlo por otro más moderno, allí tenía guardada información valiosa sobre sus hallazgos y le gustaba tenerla a mano para no dejar ningún detalle fuera. Se ajustó las gafas para ver bien la pantalla y recordar algún dato que le faltara en su explicación. -Como dijo el profesor, en una excavación en el año 1994 se encontraron unos esqueletos en el cementerio de Mytilene, la capital de la isla. El estado en el que se encontraron, como ya describió el profesor, llamó la atención a los arqueólgos y se investigó las causas que podían haber provocado aquello. Richard hizo una pequeña pausa y miró la pantalla del teléfono. Unas crónicas de viajeros del siglo XIX registraban una especie de histeria colectiva por una supuesta plaga de vampiros en la región, lo que los lugareños llamaban una invasión de "Vrykolakas" que es como llamaban a los vampiros. Como dice el profesor puede que ninguno de ellos fuera un auténtico vampiro, pero quizás si algunos de sus sirvientes, en todo caso eso indicaría la presencia vampírica en la zona y es un buen comienzo.

Ya no tenía nada más en concreto que aportar sobre aquel tema, aunque las crónicas detallaban el proceso usado para enterrar a aquellos supuestos vampiros e impedir que volvieran a la vida. Grecia posee una amplia tradición vampírica, incluso antes de que esa palabra existiera como tal podemos encontrar referencias en muchos de sus mitos, algo fascinante. Era algo que tenían muy presente, incluso el gran poeta clásico Eurípides dijo una vez: Al morir, tal vez la tierra y el mar rechacen mi carne. Miró a los demás esperando que su información pudiera resultarles útil, supuso que ese era uno de los motivos por los que estaba allí.

Heikki, que miraba de soslayo a la chica nueva, escuchó con fingido aburrimiento al profesor. La educación del norteño era claramente escasa, bastante que sabía leer, escribir y hacer sumas o restas sencillas. Su padre lo había querido así, tenía que enseñarle a sobrevivir en el frío norte y no esas chorradas para académicos como si difunto progenitor decía. Aún así, atendió.

Le hubiera gustado que aportara algo verdaderamente útil, o eso pensaba Heikki, que le daba más validez a las palabras que los actos, pero a base de guantazos, había aprendido a ser educado, y por ello optó por cerrar el pico y no comentar nada al respecto - bien... pero seguimos sin decidir como llegar hasta la isla ¿no? - dijo tras uno segundos de silencio en los cuales, sus dedos seguían interpretando un molesto solo de batería sobre su pierna derecha.

Syria escuchó con interés las palabras del arqueólogo. Le gustaban esas cosas. Quizá el mata mata era importante pero la información también. Y el pasado siempre nos da pistas sobre el presente y el futuro. 

- Si es cierta la información de los viajeros, el siglo XIX es bastante reciente. No es nada para un vampiro, un pestañeo. Quizá solo encontraron una buena forma de esconderse, y lo que hay en las tumbas sean, efectivamente, meros sirvientes. Un teatrillo para hacer creer que nada queda allí - asiento un par de veces.- Respecto a como llegar a la isla, creo que él - señalo al negrazo sin tapujos - ha dado una buena forma.

Y seguían pendiente de contestación algunas preguntas ya planteadas. Aunque me permití el lujo de mirar a la rubia cuando suelta todo eso. Le importa todo una mierda, eso es genial. Cómo me gustaría estar en su pellejo, o debajo de su bragas, todo sea dicho. 

Gates sonrió a la informática.

-Creo recordar que en esas películas el graciosillo tampoco acababa bien - luego escuchó a Syria-.Gracias -dijo Gates ante el apoyo de la chica. Era impetuosa e impaciente, le divertía-.

... ese apellido... ¿será ella? pero, ¿es posible?... por su edad podría serlo, coincide... y su apellido... con ese apellido... o es una casualidad enorme o sí, es la hija...

Había escuchado atentamente las interesantes explicaciones del arqueologo. Estaba claro que era un hombre enamorado de su trabajo, un entusiasta. Bien. Gates miró a Setrakian.

-¿De qué recursos disponemos? ¿Le parece bien mi sugerencia del viaje o había pensado en otra cosa?

Danica escuchó en silencio, primero la propuesta de ruta del psicólogo, psiquiatra... lo que fuese, loquero al fin y al cabo, dirigiendo su mirada hacia el mapa de la pared. Arrugó la nariz con cierta hosquedad. Ella prefería viajar por tierra siempre que fuese posible, en el mar no había dónde esconderse, ni por dónde huir en caso de emergencia. Probablemente la ruta que proponía el tipo fuese la más rápida, pero no le gustaba demasiado. 

Y después escuchó las explicaciones del profesor, aunque la mirada y la atención se le desviaban inevitablemente al mapa y al resto de personas de la sala. En algún momento empezó a tamborilear con las uñas sobre la mesa sin darse ni cuenta y después de que el profesor pronunciase esa palabra la vocalizó en silencio para sí misma, sin pronunciarla en voz alta. Vrykolakas. 

Había muchas preguntas todavía que le rondaban por la cabeza, algunas ya habían sido puestas en voz alta por los otros participantes de la reunión y otras encontrarían su respuesta por sí mismas antes o después. Así que Danica tan sólo abrió la boca para añadir una escueta pregunta más. - ¿Cuándo partimos?

-Efectivamente, es una información relativamente reciente y por eso es un buen lugar para comenzar la búsqueda, una vez allí será interesante fijarnos en cualquier detalle que nos pudiera dar pistas sobre quienes eran o la zona de la isla donde vivían para poder buscar otro tipo de información aparte de la ya conocida. Respondió a Syria. Después se centró en el itinerario de viaje pues parecía lo que más preocupaba a todos, como pasaba a veces en sus clases no parecía haber obtenido la atención de sus oyentes, con la diferencia que estos ni siquiera debían hacerlo para prepararse para una evaluación final. Todavía seguía dándole vueltas al "chiste" de la Señorita Duch y finalmente decidió que a pesar de su humor inglés no le hacía ninguna gracia.

-Señorita Dutch. ¿A que se refiere con una misión suicida? Un poco de expedeología no mata a nadie ¿Verdad? Quizás ignoraba algo importante, pero en un principio observar unas cuantas tumbas antiguas no le parecía peligroso.

-Me refiero a que movernos por ahí con todo lleno de sanguijuelas es un suicidio, como estar aquí. Ya sabemos todos a lo que venimos...- contestó la rubia a la pregunta del arqueólogo, sin duda no pensaba que aquello fuera a ser precisamente un viaje de placer.

-Pero para eso me apunté a esta mierda, mejor morir de pie que vivir de rodillas y la mejor forma de luchar a un enemigo es con otro enemigo y todas esas chorraditas de pensadores. Yo os daré cobertura y comunicación clandestinas, ahora, el quién nos protegerá es una incógnita que me tiene en vilo, señor Collins- esbozó media sonrisa, de forma sarcástica.

El anciano levantó una mano para parar aquella discusión sin sentido y lanzó una mirada severa a la rubia que acababa de hablar.

-Creo que es importante que no pierdan los papeles, les espera un largo viaje- advirtió, pues ibais a aguantaros muchas horas, quizás demasiadas. No podíais estar así todo el camino, al final hasta os descubrirían por discusiones absurdas y la rubia parecía querer buscar a todos con sus palabras. 

Sus ojos volvieron al psicólogo que había lanzado una pregunta interesante. -En vuestro viaje os acompañarán tres hombre del grupo de fuerza. Una de ellas será la teniente Pérez, la cual es experta en táctica militar e infiltración- señaló la puerta, por donde la chica menuda vestida de militar se había marchado. -Junto a ella habrá un par de hombres, uno de los cuales puede pilotar cualquier cosa que vuele... O eso dice él... El otro sabe lo suficiente de motores para llevar un barco o un vehículo terrestre. No debería suponer problema por lo tanto...

-Ahora, la mejor forma de hacerlo solo pueden decidirla ustedes. No costamos de ningún avión y no sé si me fiaría ahora mismo de lo que intentan reconstruir en uno de los hangares de la superficie con piezas robadas o recuperadas. Ellos os ofrecerán un avión si lo deseáis, pero yo no lo tomaría. Un barco o un coche son mejores opciones, o al menos os darán posibilidades de supervivencia si hay un accidente- concluyó Setrakian y se levantó despacio de su asiento, sus piernas ya no eran lo que podrían haber sido antaño. Pese a ser profesor había sido un muchacho enérgico en su juventud. -Partirán en dos días máximo y esta noche se servirá una cena de navidad en el comedor común. La teniente volverá para indicarles sus aposentos y resolver dudas.

El negro, cuyo nombre olvidó, la miraba. Le miró achinando un tanto los ojos, sin saber muy bien a que venían esas cosas. La conversación prosiguió, con más pullas de la rubia guapa, palabras del historiador que parecía muy inocente y el silencio de la morena nueva. 

Para eso estamos aquí. Para morir...Bueno, quizá eso quitara un peso  la existencia de Syria. Pero mejor hacerlo por una causa que consideraba justa, que quitarse la vida en una bañera después de un corte en las muñecas o alguna mierda de esas. 

- ¿Dos días entonces? Podremos terminar de cuadrar el transporte, y todo lo demás...- recolocó sus guantes, que no entrara suciedad, y mejor no pensar en la radiación. Una cosa era no importarle morir, y otra es un cancer mortal con final agónico.

¿Cena de navidad decía? Hacía tanto que no celebraba una de esas que se le hacía un poco extraño. Pensar en navidad, era recordar la noche fatídica. Muchas eran las pesadillas, y las que vendrían. 

Richard estaba parcialmente de acuerdo con las palabras de la señorita Dutch, aunque no tanto en su entonación y sobre todo en la gran cantidad de malsonancias que aquella chica sacaba por su boca. Pero estaba acostumbrado a tratar con todo tipo de gente gracias a las clases de la universidad y no se asustaba facilmente.

-Si no llamamos excesivamente la atención y somos precavidos no deberíamos tener problemas, en caso contrario parece que dispondremos de un pequeño grupo de soldados. No es que se alegrara de tener que ir con escolta por ahí, pero dadas las circunstancias y el paso que había dado sabía que no habría marcha atrás y que a partir de ahora sus vidas podrían estar en contínuo peligro, pero la señorita Dutch compartía su mismo deseo de acabar con el reinado de los Strigoi.

-Gracias Profesor Setrakian, agradecemos su apoyo. En cuanto al viaje, creo que lo mejor sería ir por tierra lo máximo posible, será más rápido e igual de discreto, no deberíamos llamar la atención más que cualquier otro grupo de viajeros. Después el barco o un avión serán imprescindibles, si la discreción es importante creo que el barco sería mejor. Cuanto antes llegaran a la isla mejor para todos y en ese caso el viaje por tierra sería mucho más llevadero que hacerlo todo por mar. Mientras sus compañeros exponían sus opiniones comenzó a darle vueltas al asunto del viaje en su cabeza, quizás podría hacer algo para facilitar las cosas.

Parecía que se iba a formar un buen grupo al final. Pero Gates arrugó la nariz unos segundos, preocupado. Nueve extranjeros podía ser algo muy llamativo en ciertas regiones. Además no tenían ninguna pinta de turistas.

Setrakian parecía dispuesto a irse, pero aunque a Gates se le acumulaban las preguntas, le alivió saber que todavía tenían dos días por delante para organizarlo bien todo. Quería averiguar lo que fuera posible sobre la situación del trayecto. Quizá la tal teniente Pérez supiera informarles: estado de las carreteras, rutas imposibles, controles de seguridad conocidos... Y también posibles células amigas, pisos francos y refugios que pudieran ser de ayuda en caso de necesidad. Quizá el viaje se estropeara en mitad de la nada y convenía saber ese tipo de cosas.

Se sorprendió cuando el venerable anciano mencionó que no irían solos, eso, sin duda, podría ser considerado como algo malo; o bien no confiaban plenamente en ellos o sencillamente, que el viaje iba a ser tan peligroso que se necesitaba un grupo grande. Fuere lo que fuere, a Heikki lo único que le ofendía era lo primero, lo segundo, le resultaba hasta excitante.

El asunto del viaje le hizo asentir a lo que dijo el profesor con lentes - si, me parece la mejor opción - comentó mostrándose de acuerdo con esa opción - creo que ir por tierra hasta la costa y luego barco es la mejor manera para llegar a la isla.

Dos días. Los labios de Danica se fruncieron en un rictus molesto. Si fuese por ella saldrían ese mismo día. Al amanecer del siguiente como muy tarde. El tamborileo de sus dedos sobre la mesa aumentó su ritmo. Era consciente de que había cosas que preparar, mapas que estudiar, gente a la que avisar... Y además al día siguiente era Navidad, aunque para ella eso no tenía ni una pizca de maldita importancia. No sabía dónde estaba destinado Jarek en ese momento, pero probablemente estaría tan ocupado como ella. 

Soltó el aire por la nariz despacio, haciéndose a la idea de que iba a tener que esperar quisiera o no. Tampoco sería tan terrible, podría explorar aquella ciudad perdida. Con esa idea en mente valoró la otra novedad. Tres soldados. Eso le hablaba de la peligrosidad estimada de la misión. Pero estaba bien, al menos tendrían pilotos y fuerza de choque para defender a todos los doctores y profesores.

- Estoy de acuerdo con ellos -dijo entonces, deteniendo el movimiento de su mano para señalar muy levemente a Heikki y el profesor Collins-. Por tierra hasta la costa y luego barco. 

Tobías se presentó de forma escueta a los dos nuevos —Tobías Quinn— y escuchó las nuevas presentaciones. Dos nuevos integrantes, un profesor de historia ¿Todavía quedaban? Y una exploradora, según ella. Más defensa. Es evidente que algo de protección necesitamos. 

Empezó la discusión sobre el viaje y Dutch hizo bromas, Setrakian dio información y el profesor... el profesor nos dio una charla de esas que debería poder escuchar pero sólo me quedaba con la mitad. Demasiadas cosas en la cabeza. Parpadeó, Syria estaba comentando el plan de Damon sobre como llegar. Y había varios que sabían que esto no sería un paseo.

—Tratemos de no pensar en morirnos antes de que nos maten...— murmuró. Setrakian nos indicó que habría unos cuantos soldados más. Ibamos a ser un pequeño ejército. Pero quizá era necesario. La misión podría llevar tiempo. 

El consenso parecía ser ir con los pies en el suelo y luego en barco. —Todos estamos de acuerdo entonces. Por tierra, supongo que en un par de coches, y luego ya conseguiremos barco... yo quería decir que esta misión será larga, no será llegar y conseguir... lo que sea. Sino que tenemos que llegar, buscar alojamientos, adquirir suministros y empezar a investigar—. Dejó que todos pensara un segundo en los días o meses que costaría aquello.

Y una vez allí debemos conseguir todo lo que podamos, averiguar lo que se pueda acerca de los antiguos vampiros. Vamos a estar juntos mucho tiempo. Propongo que elijamos a uno de nosotros como líder, alguien que se ofrezca y los demás lo acepten. O lo elija el señor Setrakian. No es para que esté mandando todo el tiempo, sino para que en una situación de emergencia pueda decir quién hace cada cosa. Sobre todo a la hora de posibles problemas.