Partida Rol por web

El tajo de Laern cercena la pierna a la altura de la rodilla, derribando al malnacido, que cae chillando como un puerco, y sangrando como tal. Es hombre muerto y la poca razón que queda en la mente del frenético mariscal se lo corrobora, así que se lanza a por el siguiente como un perro rabioso.

Su mente ni siquiera parece registrar las palabras de su compañero. Sus instintos y sentidos se encuentran como en una batalla muy larga: embotados, ocupados, ofuscados. Lucha por puro automatismo, distanciado, como en miles de otras batallas.

Arriesgándolo todo a un solo golpe lanzo mi brazo hacia la cabeza del contrario, si le alcanzo será el fin para él, y si no espero poder contrarrestar su ataque.

Un segundo más tarde mi espada se encontraba atascada en el cráneo del mercenario, un pequeño estirón me permite soltarla.

Miro a mi derecha, el resto parecen estar haciéndolo muy bien. Me muevo buscando al próximo adversario.

Un hacha volando en su dirección.

Escudo.

Flexiona las piernas.

Derecha.

Baja la cabeza.

El ruido metálico, parecido a una campana, denota que el escudo ha recibido el impacto. Pero no se preocupa por Khardost. Lo puede aguantar todo.

El combate no había hecho más que comenzar cuando la casa en llamas se desplomó. El techo de paja no aguantó más que un par de minutos y la casa quedó hundida casi en su totalidad.

Un grito, seguramente del hombre de la casa, fue lo que acompañó al ruido del desplome.

Mientras te acercabas a la puerta trasera veías como el techo cedía por momentos, y justo en el preciso instante en el que atravesaste la puerta el techo se vino abajo.

El hombre no pudo contenerse y gritó del susto.

Ambos quedasteis tendidos en el suelo durante los primeros segundos. La casa entera seguía en llamas, y hacía mucho calor.

Asalto 1 / Turno 2:

Los dos mercenarios que quedan en pie (sin contar a los que estaban al lado de la casa) intentan atacar sin éxito alguno a Laern y Görg. Los cuales desvían y paran sus ataques como si de un juego de niños se tratara.

Los otros mercenarios, el que había empujado al hombre dentro de la casa en llamas y el que sostenía a la mujer, sacan sus armas y se acercan al combate. Aunque seguramente demasiado tarde para algunos de sus compañeros.

Jilban seguía estando muy nervioso, y el desplome de la casa no ayuda nada a su estado.

¡Santo dios! Hay que ir a ayudar, por favor. - dice mientras intenta zafarse de Zarek, el cual le había vuelto a sujetar para evitar problemas mayores. -

Ahora no es el momento, quédese aquí.

Zarek miraba impotente a sus compañeros, si sujetaba a Jilban no podía ayudar en el combate.

Asalto 2 / Turno 1

Mientras la casa ardía los mercenarios del nuevo dios peleaban con el grupo, aunque con muy poco éxito.
Anioz y Görg se enfrentarían ahora contra uno solo, mientras que Laern tenía a dos para él.

El último de los mercenarios observaba la pelea mientras se acercaba lentamente.

Unos metros atrás se encontraba Zarek, que sujetaba al pobre de Jilban.

Dos oponentes. Alguien poco experimentado habría reculado, se habría protegido tras su escudo. Error de novatos. Laern tenía inscrito en sus instintos la mejor opción a seguir: Derribar a uno, abrumar al otro.

Pero estos pensamientos ni siquiera aparecen en la superficie de su consciencia, sólo ataca sin más, sin dudarlo.

Como una centella, traza un arco mortal contra el abdomen del oponente de su derecha, tratando de eviscerarlo.

Esto no es que sea una injusticia, es que es algo que no puedo evitar. Mis entrañas me piden equilibrar la balanza así que paso al lado del oponente dejándolo para Anioz, bloqueando con descuido y me dirijo al más cercano que se enfrenta a Laern, atacándole de inmediato.

La precipitación me impiden centrar el ataque en las piernas como pretendía al principio, el hacha vuela hacia un punto sensible: la cabeza.

Con la espada llena de sangre realizo un par de movimientos antes de atacar, así impresionaría a mi rival y la limpiaría un poco.

Görg ha decidido dejarme a este rival a mí solo, así que no espero ni un segundo y lanzo el primero de mis ataques.

Asalto 2 / Turno 1:

Resultado numérico del combate:

Anioz y su rival intercambian tímidos golpes, los cuales no alcanzan ni a uno ni a otro.

Por otro lado Görg consigue alcanzar de un solo golpe la cabeza de su adversario, el resultado es... uno menos.

Laern tiene acorralado a su enemigo, pero este consigue defenderse de todos sus ataques con mucho éxito, y ahora intentará contraatacar.

Asalto 2 / Turno 2

La pelea continuaba, ningún miembro del grupo había sufrido herida alguna hasta ahora. Pero los mercenarios estaban dispuestos a cambiar esto.

Sería de mal gusto abatir a cualquiera de los dos rivales que se enfrentan ahora en duelo a mis compañeros si esos rivales fueran guerreros, caballeros o al menos soldados. No son ninguna de esas cosas y no merecen ningún respeto así que simplemente decido actuar a uno de los dos lados.

Para mantener el equilibrio cósmico me vuelvo de nuevo hacia el rival que desprecié antes y le ataco a él. Quedan pocos, ya mi hacha alzada apunta hacia arriba cuando recuerdo que no debemos matarlos a todos. ¡Maldición! Consigo apuntar un poco más bajo en el último momento, hacia el corpachón del bandido y asesino, a la vez que controlo el golpe.