Partida Rol por web

Santiguose Payo al ver tal escena. Horrorizado y con los ojos bien abiertos y hasta aguantando una náusea, miraba a los dos cadáveres, a la viuda, el pentagrama y la inscripción en la pared.

-Abel regressus est-dijo-...Abel ha regresado.

Fluían las palabras de su boca como si no fuese consciente de estarlas diciendo pues su horror era tan grande que parecía aturdido.

-¡Hoc es diaboli!-concluyó-.
 

Te parece haberle visto abrir los ojos un momento cuando vosotros entrásteis, piensas que la mujer se está haciendo la desmayada.

Pero,pero, pero... al hombre le costaba seguir el razonamiento de Tolomeo, seguía en sus trece. Pero Elvira hace solo un día que no da señales de vida, y el estudiante... ¿qué hay del estudiante? Estará pues eso, estudiando y ¿ustedes, quienes son ustedes? No le cuadraba tanta gente desconocida, y mientras ibáis hablando llegásteis al puesto del alguacil.

Llegáis al puesto del alguacil, parece que todos están de guardia menos un hombre que está sentado con los pies encima de la mesa. Cuando os ve entrar baja los pies de forma precipitada y os mira mientras dice ¿Y bien, qué es lo que ocurre?
 

Al abuelo le faltan segundos para ponerse a hablar, mientras sujete su gorro con las dos manos dice de forma atropellada. Este señor y otros están intentando entrar en la casa de la Elvira, dicen que es por su bien y que está enferma pero yo no los había visto en mi vida, creo que debería ir a echar un vistazo para ver que ocurre.

Buenas mi señor alguacil.  Pues somos estudiantes de aquí de la Universidad, compañeros del Goyo, el quien se hospeda ahí con Doña Elvira de hace tiempo.   Puesna', que ya van varios días que el Goyo no llega a clase, y se le ha buscado por sus lugares de siempre, hasta diosnoslibre -se santiguó- en las cantinas que en alguna ocasión llegó a visitar, pero na'.  

El profesor de Latín nos mandó a ver cómo estaba y que le pasaba, para que regresara a clase pues, y na' que no contesta ahí en su casa, que salió hace días.  No se fue pa'su pueblo ni nada dejó dicho deso.

Hemos tocado donde la viuda pero no responde pa'que nos dijera.  Y usted sabrá que la gente anciana -volvió a ver al abuelo- luego requiere de más cuidados, que es más frágil.  

Si no hay salido en más un día y no contesta, ¿no se si será porque es dura de oído o que algo más le pasó?  Es un día casi dos, ¿no abuelo?  Usté la vió salir y regresar la última vez, ¿no?  Hace rato.  ¿Que tal que le pasó algo?  

Prefiero pecar de entrometido, y dejarle una disculpa y un pan a la señora por ello, que pecar de omisión y enterarnos en unos días que por Dios que debimos haber entrado hoy. ¿No cree?

Mire, mucho bien y poco mal resultará de entrar con ayuda de un cerrajero, de'verdá.  

Si quiere venir de testigo de que todo será hecho según la ley de Dios, a todas luces acompáñenos.  Si anda de guardia y no pue' salir, pue'yo me comprometo como que me llamo Tolomeo a que regreso y le informo lo que ojalá no sea nada mayor.  Así ruego a Dios que será. 

Payo se acerca donde la viuda y percibiendo que, a difererencia de los dos finados, el color de su mejillas es el de una persona viva, intenta reanimarla.

-¡Mi señora!-dice un tanto alarmado-¡Reaccione, por Dios se lo pido!

La mujer se incorpora poco a poco con la ayuda de Rui y Payo, en la puerta mirando Jonah y el cotilla santiguandose. Mientras Juan Francisco revuelve la casa buscando el libro.

Gracias señores gracias. Ha sido terrible. Gregorio ha sido endemoniado y con una mirada suya caí fulminada.¡ Sólo Dios sabe lo que puede hacer ahora! Lo dice llevándose la mano a la frente y cerrando los ojos, para acabar santiguandose.

Juan Francisco al ver que Doña Elvira cobraba el aliento dejó de buscar el libro, se acercó y escuchó las palabras de esta. Parece que este libro está trayendo muchos problemas pensó incluso está habiendo presencia del demonio. Tras estos pensamientos le dijo a Doña Elvira ¿Cómo se encuentra? Si quiere le puedo examinar, en el pasado he sido médico.

El demonio... -dije dibutativo, mirando a la mujer y a aquel pentáculo tan horroroso en el suelo-. Luego escuché la explicaciód de la madre del tal Goyito o Gregorio. ¿Sabe vos algo de ese tal Abel, amigo suyo? Por lo visto, cayó en desgracia... Quizá sabiendo eso, sepamos dónde ha ido a parar el suyo hijo...

-¡Vamos, vamos!-dice Payo ayudándola a llegar hasta una silla-Somos amigos de Goyo; compañeros de estudios y estábamos preocupados por él. Hace días que no se sabe de él en la universidad. Cuéntenoslo todo. Intentaremos hacer lo posible para ayudarle. Aquí el amigo estudia para cura y como hombre de fe, sabrá qué hacer.

Sabiendo que por las habladurías, la mujer tiene gusto por los mozos jóvenes, Payo decide utilizar sus conocimientos en las artes amatorias para camelarse a la viuda. La forma de agarrarla cuando la lleva hasta la silla, la voz, los gestos, la forma de mirarla...todo en Payo está dispuesto para un único fin; ganarse a la viuda.

-Endemo...comprendo.

Rui no comprendía nada. En realidad, pensaba que la pobre mujer se había dado un mal golpe y se había levantado atontada. Peor sería aún que hubiera base en esos balbuceos, por eso, entre otras razones, elegía pensar que el golpe era el motivo de esas palabras. Las otras razones se resumían, en realidad, en que, como de verdad hubiera un demonio metido en el asunto, él ya podía buscar un hueco por el que colarse y poner pies en polvorosa. De demonios no sabía más que lo justo, es decir, que los esquivaba como a la tiña y eso era ir por buen camino. Visto que el resto de sus compañeros tenían menos remilgos a la hora de embadurnarse en esos lodos, Rui optó por el silencio, la discreción y un correctísimo pasito hacia atrás.

Oh, no se preocupe, estoy bien. Dice a Juan Francisco, al principio bien, pero cuando se le acerca este, ante su olor, con evidente desagrado. Abel es....era, mi hijo. Murió hace cosa de un año. Responde a Jonah con sentido malestar ante la pregunta. Gracias joven, gracias. Los quehaceres de Gregorio en la universidad no los conozco, se que anoche vino aquí con estos "amigos" e intentaron ponerse en contacto con mi Abel, fué entónces cuando Gregorio me miró y caí fulminada. No recuerdo más de lo que aquí ocurrió. Dice mientras esquiva las miradas de Payo, un poco incómoda ante sus atenciones, al menos aparentemente.

El cotilla por su parte sigue sin dar crédito a lo que ve, mirando los cadáveres y escuchando a Elvira hablar y quedandose este con la boca abierta de incredulidad.

Está bien, vayamos a ver que es lo que ocurre en esa maldita casa. Coge sus pertrechos y te sigue a tí y al viejo que le guiais hasta la casa con evidente cara de fastidio. Va armado con una lanza y un Gambesón reforzado, además de un gorro de cuero.

Aquí es, mire. Ahí están mis compañeros.  

Cuando entras ves los siguiente. Unas palabras escritas en sangre en la pared que vienen a decir "Abel regressus est" (Abel ha regresado). Un pentagrama en el suelo con dos cadáveres alrrededor aparentemente muertos por un hacha. Uno lleva un ridículo sombrero echo de papel, parece el que se usa en las novatadas a los estudiantes para hacer el obispillo, y el otro cubierto de escupitajos, como si le hubieran echo la nevada (otra novatada). En una silla, atendida por tus compañeros se encuentra la viuda. En la puerta santiguandose y con cara de alelado el cotilla.

Veis entrar a Tolomeo acompañado del alguacil y del viejo, ambos no dan crédito a lo que ven.

Pero...¿qué diablos a pasado aquí?¿qué es todo esto? Lo dice apuntando a todo bicho viviente con su lanza y renegando de haber venido el solo.

Payo levanta las manos y se echa contra la pared cuando el alguacil entra, lanza en ristre, amenazándolos a todos.

-¡Téngase, señor mío, que somos gente de bien!. Tan solo hemos acudido en auxilio de esta pobre señora, a la cual hayamos tendida en el suelo inconsciente. Mas no somos artífices, ni responsables de esta heregía.

¡Oh no! -el grito le salió más agudo de lo que imaginaba y se llevó instintivamente la mano a la boca para detener algunas palabras del Talmud que sólo venían a ella en momentos así.  Preocupada la judía de que ese momento de distracción le tiraría el disfraz de estudiante cristiano y goliardo, decidió proferir alguna mala palabra en tono más grave por si alguien notado lo primero.

¿¡¡Quien diablos habrá hecho esto!?!  Pero en eso se volvió a tapar la boca, ahora así persignándose para cuidar el efecto.  Se dio cuenta de que quizá Goyo, robando el libro, efectivamente había traído a alguien del infierno de regreso. 

¿Señora, Goyo, donde está?  Volteó alrededor, como si se estuviera escondiendo ahí.  ¿Hace dos días dijo que lo vio salir por última vez de aquí?  Le dijo al viejo que de necio casi ocultaba un crimen por omisión.

Trató de reconocer a los cadáveres.  Ya ve alguacil, teníamos razón en querer entrar, nosotros y los vecinos.  

¿Quienes son ellos?  Le dijo a Payo, preocupada. ¿Remembras quienes son, de que año?  Sobre todo, si eran los que torturaban a Abel con burlas esto sería venganza de infiernos.  ¿Goyo les puso el gorro y el escupitajo?  ¿Señora?  

¿Se los trajo vivos y aquí el demonio suelto los devoró, o el... ? -le preguntó ahora al médico, que debía ser forense por necesidad dellos ahora.

¿Tiene huellas el hacha?  ¿Manos de humano o demonio?

Mis condolencias, señoras. Uno, que no entiende demasiado et aqueste idioma et no se había enterado bien. Lo sien... -entonces entró el alguacil-. Me callé, tragué saliva, pues el alguacil, avisado seguramente por el vecino cotilla y bravucón, había llegado. Esperé a ver qué decía tras los alegatos de Tolomeo y Payo, que seguramente más labia tenían que un servidor.