Partida Rol por web

Martín se levanta y camina torpemente hasta la puerta. La abre, mira a un lado y a otro, finalmente se queda mirando hacia la salida de la universidad. Cierra la puerta y vuelve a sentarse en la cama. -nnnno hahahabía nananandie, uuuuun par dedededede estudiantes qqque papapasaban cantando-Suspira cansado-yayaya os he dididicho totototodo cuanto se, popopor favor, vavavavayanse.-os dice haciendo acopio de todo su valor.

Rui desconfía, así que no guarda el cuchillo, pero se dirige hacia la puerta y sonríe amablemente bajo el embozo.

-No faltaba más, buen hombre. Qué malos huéspedes para tan excelente anfitrión. Compadre -dice a O gato-, vamos a dejar que este hombre duerma lo que merece. Un placer, señor mío.

Dicho esto, se asoma al exterior, con cuidado experto, mira a uno y otro lado. No se fía todavía de que el camino esté franco. Si no ve nada raro, sale y busca la sombra.

Levantéme ante el ruido tras de la puerta. Púseme entonces tras de ella de puntillas, mientras Rui le daba las órdenes de lo que tenía que hacer el susodicho... Entonces, cuando se hubo ido me acerqué a los dos...

Nada hay en ese arcón... -dije-. Éste tipo no tiene el libro: en verdad que lo habrá dado a ese tal... eh... Gregorio. Sí, dejemos que duerma -respondí, et que luego miré al asustado-: et que a tí, si vos abre esa boca, mal cuerpo le entre al saber que vendremos de nuevas a llevarnos la su lengua, ¡quédeselo por seguro!

Uno no era de los tales, que no se dedicaba a matar de entero, sino más bien a robar las pertenencias de la gente; pues un muerto no da dinero, pero unas joyas, si las vendes, sí. Fuime entonces tras de Rui, habiendo sacado al menos un nombre en claro.

Liat nunca bebía de más, así que rechazaba los justillos e injustillos, y a veces tomaba uno y lo tiraba discretamente.  Por un lado, era por ser una buena judía, no debía caer en excesos, y por el otro lado, porque ¡¿a quien se le ocurriría en su sano juicio, viviendo con un disfraz toda su vida académica y no-académica, ponerse borracha y revelar todos sus secretos en una sentada?!  No, señores, ni una bebida tomó en serio.  Si se la regalaban, ella a su vez se la regalaba a otro y así.  Lo tenía bien sabido y practicado.  Y tenía sus ventajas.  Así no desentonaba.  Pecado mayor sería.

Salúd mi Payo, que casi te mantienes tan bien como yo. -le guiñó el ojo.   Ahora, a cantarle una canción al obispo y su gusto por el oropel y el chicharrón.   Y comenzó con latinajos a denunciar, la gula y vanidad, del señor obispo, desta ciudad. 

Payo le siguió el juego a su compañero, haciendo el compás. Los improvisados versos salían con fluidez.

Sus luengas posaderas dos sillas llenan
Mientras que su incomensurable panza
De buen jamón está rellena.
Hagan caso, pues lo que digo no es chanza
Sino verdad de la buena.

Y aunque no gozaban estos versos de gran calidad literaria ni musical, sí consiguieron arrancar alguna que otra risotada de un público agradecido, gracias al efecto del alcohol.

Payo bebía con moderación...al principio. Pero tuvo la mala idea de aceptar varias de las copas rechazadas por Tolomeo. Por fortuna tuvo el buen juicio de parar antes de que la cosa denigrase.

-Bueno, sería cosa buena irse a dormir ya. Pues la noche es avanzada y yo no tengo capacidad ni para beber, ni para tocar más. Los párpados se me cierran y tan solo deseo coger el catre.

Payo con estas, se despidió de la congregatura con una reverencia que casi lo lleva al suelo y recogió su instrumento, disponiéndose para marchar. Como de costumbre, pasóse por donde el Agustín y le dio una parte de lo recaudado, que era bueno tenerlo contento.
 

jajja, bienn Payo.  Le dio un abrazo a su compañero.  Me encantó la canción del obispo.  Debemos continuarla.  Dio un bostezo enoorme.  Creo que yo igual, me iré a dormir.  

Buenas noches trovador, que la noche te inspire con las posaderas del obispo en mente. jajjaja.   Dijo al despedirse.

Salisteis de forma rápida y sigilosa de la universidad. En la calle os unisteis a un grupo de estudiantes borrachos que iban cantando, después de un par de canciones y abrazos varios os despedisteis como si fuerais los mejores amigos, y os marchasteis caminando como si tal cosa. Hasta que llegasteis a la plaza donde habíais acordado encontraros con el resto del grupo. Juan Francisco dormía en el suelo y Tolomeo y Payo venían oliendo a vino y con ganas de fiesta.

Salisteis de la taberna del Agustín con risas despidiendoos de vuestros compañeros de fiesta. Antes de despediros, llegasteis a la plaza en la que habíais quedado con el resto del grupo. Juan Francisco dormía en el suelo, y Jonah y Rui venían tan frescos.

Te despertaste todavía de noche, pero algo habías logrado descansar. Tus compañeros te aguardaban y formaban un semicirculo entorno a tí.

-¡Qué tunantes! -exclamó Rui, realmente sorprendido, pero de buen humor-. ¿Tan bien ha marchado vuestro asunto que ya lo celebráis? Pues si es así, venga el vino, y si no, Gabino, ven, que lo mismo es. Para nosotros también habrá trago, supongo. Uno por cada buena noticia.

Y, sin más excusa, se lanzó a tararear una tonada alegre, lamentando haber dejado el laúd a buen recaudo en la taberna, allí mudo y triste, sin poder acompañar la ocasión de festejo.

Payo da buena cuenta del abrazo de la moza, pues el tacto no deja lugar a dudas.

-Otras posaderas ocuparán mis sueños, salvo que queráis ocupar vos mi cama...o que yo ocupe la de vuesa merced. Dejad al menos que os acompañe.

Caminando llegan ambos compañeros de trova donde están el resto, siento Rui el primero que se percata de su presencia.

-¿Tunantes?¡No oséis despacharos con nos con tales palabras! Ni ha marchado bien el asunto, ni lo celebramos en modo alguno. Tan solo le tomamos un justillo en la del Agustín, por calentar el buche y el estómago, que la noche es larga y fría. Espero que tuvierais más fortuna vos con el Martín.

-Ganado el vino tenemos, pues -decidió Rui, ufano-. Al bachiller Gregorio Sanz nos dijo que se lo había prestado, el pobre Martín. Tipo sin hígados, mojacalzas y me quedo corto. El bobalicón se habrá vuelto a la cama agradecido de estar vivo, a pesar del olor de sus orines.

Pues contad Don Rui. ¿Que pasó?

 ¿Que se yo de Gregorio Sanz?  ¿Quien lo conoce bien al hombre?

El truhán de Rui acentuó una sonrisa en su rostro que ya no dejó durante toda su explicación.

-El bueno de Martín, como buen cristiano, estaba durmiendo. Aun así, nos atendió amablemente cuando abrimos la puerta. Sentados a su mesa, con un cuartillo de vino para pasar el susto, la blanca en la mesa y nosotros con un deje de tipos crudos que no veníamos a echar naipes, hablamos brevemente. Nos dijo que un amigo suyo, el bachiller de marras, le pidió el libro para arreglarlo. Luego, claro, si es buen amigo de verdad, se lo devolvería.

Desconocemos si es que el libro tiene algún desperfecto o si más bien el bachiller tiene un interés distinto, que no me extrañaría, porque yo, es oír bachiller, y me echo a temblar.

¿Alguien lo conoce, por cierto? Yo no sé nada de tal polluelo, y salimos antes de preguntar, que se empezaba a escuchar jolgorio en la calle y no era cosa de pasar demasiado tiempo en la visita.

¿Gregorio Sanzz, Gregorio Sanz?  Sus dedos se movían inconscientemente como en la forma de hacer cuentas.   ¿Que sabemos de él Payo?  ¿Sabemos do'duerme ese bachiller?  Volteó a todos lados, con ojos entrecerrados, discreta.  ¿Frecuenta este lugar o cualotro?   

¿De que año es? 

Liat era muy distraída, con todo lo que tenía que estudiar, apenas y se acordaba de algo que no fueran los cantos y las lecciones de astronomía y filosofía natural.

 Y seguro que el tal Sanz no es nada guapo, si no me acordaría de él.