Partida Rol por web

- El clan esta en la fortaleza, cuando no estan formando parte de escuadrones como este estan trabajando en las minas.

- No disponemos de muchas fuerzas, eramos cicuenta y en la batalla murieron los diez de este campamento, ni Lennox, nuestro mejor guerrero, es tan fuerte como un legionario raso del Águila Dorada y esta última se compone de doscientos soldados rasos, diez comandantes y el círculo interior... si nuestra información es cierta el Círculo esta formado por hechiceros peligrosos. Nosotros no podriamos sobrevivir ningun ataque solos, y con la ayuda de los trolls que hay aqui quizas podamos resistir a la legión... si no viene con sus trolls... o peor, con alguno de los gigantes.

- Y los tipos de dos cabezas, y las bestias de... -cuenta con los dedos, sin mucho éxito- más de tres cabezas... ah, y claro, luego está el dragón.

- Espera... ¿Has dicho dragón?

El troll se rasca la barbilla intentando recordar detalles.

- Si, uno muy joven, de color rojo, también lleva un collar, aunque creo que no funciona muy bien.

Un dragón! Menuda sorpresa... rojo además, lo cual no puede significar nada bueno. Pero por las palabras del troll, incluso un dragón rojo (malvado por naturaleza) tiene que ser controlado con un collar por los gigantes, señal que ni siquiera él accede a colaborar con los terribles gigantes. Dudo que el dragón mueva ni una uña para ayudarnos, pero si aborrece a los gigantes, quizá pueda ser un aliado temporal... siempre vigilando que no nos traicione a la mínima, claro.

Crees recordar que tu tio menciono algo sobre que Valnkar, el terror rojo, tenía un hijo.

Tras meditar unos segundos después de las palabras del troll, Sebastos alza la cabeza de improviso, exclamando:

- El hijo de Valknar! Estoy seguro que ese joven dragón rojo, es el hijo de Valknar, el que fuera conocido como Terror Rojo, archienemigo de mi padre Ariangwynt... la terrible lucha entre Valknar y mi padre acabó con ambos, y debilitó de tal manera las fuerzas de la Cima que un mes después, aparecieron los gigantes de fuego para conquistarla... y matar a mi madre -añade con amargura en la voz-. Ese cachorro de dragón será muy peligroso, pero confirma que no es aliado de los gigantes. Es bueno saberlo.

Sebastos suspira.

- En fin, compañeros, deberíamos valorar la posibilidad de lanzar una incursión a la fortaleza. Las fuerzas enemigas son enormes, pero tenemos muchos aliados potenciales allí -señala al troll y a la inscripción en la espalda de Graatz-. Lo primero es lo primero: propongo ocultarnos en el bosque, solos para no poner más en peligro a los elfos, y curar nuestras heridas. Preparamos nuestro plan, y quizá en uno o dos días, empezar nuestra ofensiva.

-¿Crees que un antiguo enemigo de tu familia ayudará?.-Dijo Sara poco convencida. -Da igual. No respondas. Supongo que el odio por los que lo mantienen cautivo es más fuerte que el pasado. De ser así sería un poderoso aliado como bien dices. Si lograramos infiltrarnos en su campamento podría intentar desactivar sus collares.-Dijo creciendo en emoción. -Pero... primero tenemos que reponernos.-

- Esta bien, pues busquemos refugio mientras los elfos y el resto de los míos van a lugar seguro, pero tenemos que atacar rapido, en cuanto vean lo que le ha pasado a este grupo, se reforzarán sus defensas - no me vendría mal descansar, estoy en baja forma desde lo del castillo, estos humanos no deberían haberme durado tanto.

Los trolles y los elfos se marchan para buscar una posición mas fortificada mientras el grupo busca un refugio donde curar sus heridas Ilhuicatzín. Tras mucho andar lograis encontrar una cueva lo suficientemente grande cerca de los límites del bosque.

Al horizonte podeis ver la fortaleza de los gigantes, enteramente erigida en acero negro en los volcanes situados en la Cima de Tramontana. En medio de la llanura podeis avistar a una persona con una capa roja de espaldas, totalmente inmóvil. Ilhuicatzin cura vuestras heridas mientras planeais vuestro próximo movimiento.

La fortaleza de los gigantes es una construcción colosal, tan majestuosa y solida que demuestra que los gigantes de fuego no tienen parangón como herreros, ni tan siquiera los enanos. Es una lastima que un talento tan grande este siendo utilizado para oprimir a las demás razas en vez de ayudarlas.

No muy lejos, encontraron una cueva lo suficientemente grande como para cobijar al grupo. Las dotes curativas del gigante hicieron sanar las heridas de todos. Por suerte, Sara no había recibido daño alguno, solo estaba un poco cansada.

Al fondo se alzaba el objetivo. La fortaleza de los gigantes. Dentro estarían todos los cautivos y esclavos que usan ara sus fines, entre los que estaría el pueblo de Sara. Y en mitad de la llanura una figura con capa espera inmovil.

-Tal vez deba acercarme primero. Se me da bien moverme sin ser vista.-Dijo Sara con una ligera mueca. -Vuestro tamaño no resulta precisamente útil si queremos pasar inadvertidos.-Añadió con una sonrisa

- Claro a vosotros los pequeños humanos se os da bien pasar desapercibidos, pero no elimines a nadie, los quiero para mi- mientras hace crujir sus grandes manos.

Asiento hacia la humana, siento el vínculo protector como tira de mí.

- Yo te acompañaré, dudo que puedan ver a un mago ogro de mis habilidades- sería una burla que pudieran descubrirme esos basurillas.