Partida Rol por web

Pensando que con mis runas podré nadar mejor que lo que hacía, y confiando en algo tan poco tangible, me dirijo rio arriba para acercarme al Gorp donde el agua no esté ácida e intentar zurrar al bicho cuerpo a cuerpo.
-A ver si estas runas me sirven para algo, vamos a zurrar al bicho este, a la vieja usanza.
No espero que me sigan mis compañeros, porque me parece una misión suicida, pero por desgracia imagino de me seguirán, pero a veces hay que dar el paso adelante.

Hay que reconocer que el chaval tiene arrestos. Sin saber muy bien qué hacer, hago el ademán de ir tras él. Pero en el último segundo me giro hacia el templario.

- A esas cosas se las derrota con magia -recuerdo lo que nos contó Ludovica sobre el bicho que se encontró en la cueva del río- Pero no tenemos tanta... ¿no puede intentar algo el maldito ejército lunar?

Cojo del brazo a Abdala antes de que se aleje demasiado y les miro de hito en hito, a él y a Gornak.

- Esperad, muchachos, tal vez sea mejor ir a hablar con esos pescadores del pueblo antes de ir a la desesperada. No tenemos tanta prisa.

Me dirijo en voz baja a mis compañero.-Pero nosotros ahora tenemos magia ¿no hay que intentarlo?

Niego con la cabeza.

- Vista la falta de potencia de estas cosas que llevamos en la mano y el tamaño de ese monstruo, creo que estaremos convertidos en gelatina mucho antes de llegar a ponerle las manos encima -miro al bicho atorado en el río- Además... ¿de verdad quieres tocar eso con marca o sin ella? Preferiría explorar antes todas las posibilidades, francamente. Siempre podemos volver a tu plan si todo lo demás falla.

Me paro contrariado, pero esta vez estaré más atento para que no me deje huir y dejarle tirado como en la cueva.

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Asiento satisfecho al ver frenar al muchacho, aunque la forma que tiene de mirar hacia abajo, como avergonzado...

- Oye, chico -le digo con mucha seriedad- No tienes que demostrar nada ¿sabes? En la cueva acepté mi destino para intentar salvar a la chica, igual que hiciste tú. Con mi armadura y mis años no estaba en condiciones de trepar por una chimenea angosta y sí de retener a los broos el tiempo suficiente para que alguien más joven y ágil pudiera hacerlo. No huíste, salvaste a la dama. Tenlo más que claro, muchacho, sí, más que claro.

Hago un gesto con la mano para desechar cualquier respuesta ¡estos jovenzuelos y su orgullo!

Vuestra incertidumbre no parece convencer en absoluto al templario, el cual regresa a su tienda para estudira junto a los lunares como desencallar al gorp antes de que abrase toda la ribera del Zola Fel.
Vosotros os quedáis solos de nuevo, momento en el cual veis aparecer en la distancia a una espectacular comitiva formada por varios soldados de armaduras doradas y cascos de crin.
A la cabeza, una mujer sin yelmo, de cabellos rubios y ojos claros cabalga decidida hacia la tienda; todos los soldados lunares en su proximidad hacen el saludo oficial. Parece que habéis dado con la famosa Ayala Eskolos.

Bueno, yá no parece que hagamos falta. Veremos que pasa. Me repaso el peinado instintivamente y me arreglo sin darme cuenta la ropa.

Hago una mueca un tanto desconcertado. Si al menos tuviera una puñetera idea de qué narices hacer...

¡A ver si la heroína solar nos salva el día!

Mientras seguís dudando, algunos de los pescadores se acercan a vosotros y como si ya hubiesen sido advertidos de vuestra llegada, y posiblemente lo hayan sido ya que en este rio las notícias corren con igual velocidad rio arriba que hacia abajo, comienzan sus alabanzas y a implorar la ayuda de las "Voces del rio". Cualquier intento de disimular es vano y al poco ya tenéis a un corrillo de gentes a vuestro alrededor y a otros muchos que están en camino.
Pero tal revuelo solo hace que poner nerviosos a los soldados y finalmente, hace aparición Ayala en persona.

-¿Qué está pasando aquí? -Pregunta la mujer con autoridad, haciendo calar a los pescadores, los cuales se alejan de vosotros. -¿Y vosotros quienes sois que levantáis tanta admiración?
Antes de que podáis decidir qué responder, uno de los pescadores exclama "¡Voces del rio!" y otros muchos repiten los cánticos. La templaria parece algo molesta con tanto alboroto así que les manda callar y ya en silencio, se dirige a vosotros d enuevo.
-Responded. ¿Es cierto que sois esos a los que las leyendas locales conocen como Voces del río? ¿Podéis aportar algo en todo este asunto del gorp gigantesco?

Me encojo de hombros, visiblemente incómodo con tanta admiración y fuera de lugar en mi papel de héroe profetizado.

- Tiene que ver con estas marcas, señora, al parecer somos una especie de enviados profetizados por los dioses del Zola-Fel -ni yo mismo puedo evitar una expresión clara de incredulidad ante mis palabras- Um... aunque la verdad es que... ¿le importaría hablar en un lugar más privado?

Puede que delante de toda esta gente no sea lo más adecuado reconocer que no tenemos ni puñetera idea de cómo salir de este embrollo...

Ayala os permite entrar en la tienda de la comandancia, lejos de todos los pescadores que os atosigan. Una vez allí y en compañia de Coriander y un par de templarios más, os pregunta.
-Estoy entendiendo que sois algún tipo de señores de las runas, como se conoce a los elegidos por los dioses. Veréis... están sucediendo cosas extrañas en el rio y la situación no parece hacer mas que agravarse. Al prinicpio eran rumores de gorps que flotaban con la corriente espantando a la pesca pero ahora... Ese monstruo pesará como doscientos kilos y tenemos suerte de que no sea capaz de salir del agua.
Alaya mira a los tres hombres, que parecen preocupados pero no dicen ni mu.
-Si estas runas de vuestras manos os permiten realizar algo fuera de lo común, quizás podamos aprovecharlo para tratar de mover a esa cosa. Por lo que sabemos los gorps solo pueden ser destruidos con magia o fuego y por supuesto, resulta imposible hacerlo arder mientras está dentro del agua. Decidme. ¿Qué podéis hacer respecto a esto? Parece que los pescadores esperan mucho de vosotros.

Me encojo de hombros mientras miro las marcas, desazonado ¿cómo explicarles que apenas acabamos de saber que somos una especie de heraldos proféticos y que no tenemos ni idea de cómo utilizar nuestros poderes?

- Um... verá... -miro hacia mis compañeros desesperado- en realidad estábamos intentando averiguar cómo podíamos ser útiles... podemos... esto... respirar bajo el agua. Y repeler el Caos.

Señalo hacia donde está la criatura con un amplio movimiento en arco del brazo.

- Aunque creo que no TANTO Caos.

Y ahí me quedo, sonriendo como un idiota y con una expresión de disculpa y desamparo tatuada en mi cara.

-Yo soy partidario a acercarnos a ver si podemos hacerle algo de daño, con prudencia, para ver como reacciona y si huye de nuestro ataque acercarle hacia dónde estén esperando con fuego vuestras fuerzas. Si no reacciona a nuestros envites, ver si hay alguna forma en el fondo del río, que nos ayude a bajar la cantidad de agua que baje.
Me rasco la cabeza...-¿ha dicho fuego?¿y si manda una barca cargada de combustible para choque con la criatura y le haga arder un poco?Seguro que nosotro podríamos ayudar también en eso.

La templaria se rasca el mentón, mira de reojo a sus hombres y viendo que éstos no reaccionan se dirije a vosotros de nuevo.
-Creo que no tenemos muchas opcionaes. No disponemos de fuego suficiente como para malgastarlo llenando una barca y estrellándola contra esa cosa. Pero si es cierto que sois capaces de respirar bajo el agua quizás podáis acrcaros dese la parte superior del rio, donde el agua no quema y examinar la parte inferior del gorp en busca de puntos débiles o una forma de sacarlo de ahí. Me avergüenza porque ese es mi deber, pero no tenemos mucha mas opción. Si estáis dispuestos a hacerlo y encontramos el modo de solucionar esto, os recompensaremos dentro de nuestras posibilidades.

Exhalo un profundo suspiro. Se parece mucho a la idea original de Abdala, pero al menos tendremos la sensación de que avanzamos algo y un buen reconocimiento es la base de cualquier estrategia, como decía el cabo Noobs.

- Por mí vale -replico encogiéndome de hombros- al menos usaremos estas marcas para algo útil.

Agradecido por tener de nuevo ordenes que cumplir abandono mi discreto segundo plano. - Así se hara, mi señora, edpero que tengan ropa seca a mi vuelta. - Dicho esto, abandono con una sonrisa la tienda, me dirijo a la parte no nociva del rio, me quito los cueros y me zambullo.

Intento disimular una sonrisa triunfal, pero me doy cuenta que nos dirigimos a la boca del lobo,¿de qué me rio?
-Me encantará darme un chapuzón. sigo al grupo.