Partida Rol por web

Peter se mesaba el mentón con la mano izquierda mientras con la derecha jugueteaba con el botón de intercomunicador mientras pensaba que hacer. Los tres destinos tenían sus inconvenientes. Volver a Valeria era una locura. Les requisarían la nave nada más descender. Boreno era una opción arriesgada. Las posibilidades de quedar allí encerrados sin combustible ni posibilidad de saltar a ningún sitio eran altas. Lo que implicaba que también lo eran sus posibilidades de morir.

La única opción viable parecía ser Selariun, que no es que fuera una opción del copón, pero sabiendo lo poco que sabían de cada uno de los tres sitios, les ofrecía más garantías.

-Selarium. Hastings, pon rumbo a Sellarium.

[A sus órdenes, señor Taggart: fijando rumbo para Sellarium].

--Volvemos hacia Selarium...--

Àixue tamborileaba en la mesa sin ritmo. No sabía como sacar conversación: las habilidades sociales eran algo por lo que no había que preocuparse, pero quizá pasase tiempo en esta nave y con esta gente, así que había que conocerlos un poco mejor. ¿Quién sabe si algún día esa información le sería útil? Terminó por dirigirse a Leó:

--Tienes cara como de húngaro... me equivoco? No como si vivieras en Hungría (dónde quedará eso?), sino como que tienes antepasados de allí. -- 

Z33 escuchó el intercambio de opiniones y órdenes en un silencio ansioso, retorciendose ligeramente las esbeltas manos, mientras miraba de uno a otro de los interlocutores como si de una partida de tenis se tratase. Nerviosa, cambiaba el peso de un pie a otro, incapaz de estar totalmente quieta. Cuando por fin se le dió el visto bueno, la terrada se lanzó hacia delante, abriendo totalmente el puerto del Anclaje y utilizando un largo cable para conectarse al terminal de control más cercano. La otra mano de la ingeniera empezó a teclear enloquecidamente en el padd holográfico del interfaz, sobreescribiendo parte del código de navegación de la nave para permitir un control directo con el Anclaje. Pronto, el código destelleaba en la pantalla, y una última línea parpadeaba insistentemente en la pantalla.

[¿Quiere ejecutar la conexión Anclaje Z33λ1631? Pulse S/N]

La mano de Z33 sobrevoló el panel durante un instante, detenida en su movimiento mientras dudaba. Necesitaba hacerlo, no tenía muchas más opciones pero.... pero... le aterraba. Había huído de la Hegemonía para no tener que freirse el cerebro bajo el mando de algún cargo militar sin escrúpulos y ahi estaba ahora, a punto de jugarse su integridad cerebral de nuevo. Por decisión propia. Bueno o casi. Finalmente, cerrando los ojos, pulsó "S"

Su mente se deslizó por un corredor oscuro, una especie de efecto tunel en el que se deslizaba hacia abajo, cada vez más rápido, sin posibilidad de detenerse. El vertigo le revolvió el estómago y llevó la nausea a su garganta, pero pronto la disociación entre su cuerpo y su mente fue tal que dejó de notarlo. Su cuerpo se convirtió en una mera carcasa que posía dejar atrás, un cascarón pequeño e inutil, sin importancia, mientras su mente se expandía hasta abarcar toda la superficie de la nave. Notaba las fluctuaciones de plasma como la sangre en sus venas, el runrún de los motores como su propio corazón, los sensores de la nave como su propia piel poniendose de gallina. En la parte de atrás de su mente, la conciencia sintética de Hastings-6791 presionaba su existencia, intentando ocupar el mismo espacio que ella, luchando por no dejar que el virus que ella representaba se hiciese con el control de la estructura de la nave. Pero él no tenía experiencia en esto, y ella si, así que lo empujó hasta colocarlo a su lado, entrelazando sus dedos electricos con los suyos para poder trabajar al unísono. Z33, abrió los ojos, el brillo del planeta bajo sus cubiertas resplandeciente como una gema colgado en vacío del espacio. A su alrededor el vientosolar brillaba como espirales rojos y doradas, un viento de polen estelar que se arremolinaba con el polvo estelar azul y celeste. Era tan bello que quería llorar, que quería perderse en la inmensidad galáctica, abandonando su cuerpo diminuto e inutil para extender sus alas inorgánicas y perderse en la inmensidad multicolor de la galaxia. Pero a pesar de la sensación de dilatación digital del tiempo, no podía permitirse esos retrasos y con un sollozo en el fondo de la garganta, giró sus sensores hacia las balizas de salida.

Sus dedos electrónicos enviaron una señal hacia éstas, activando el punto de salto designado, como quien habla con un viejo amigo y entonces... entonces todo empezó a ir mal. Los vientos solares empezaron a hacer arder sus escudos, demasiado intensos, demasiado calientes para soportarlos. El polvo estelar le arrancó lapiel del rostro, las particulas subatómicas mordiendo su carne hasta dejar sólo huesos mondos y nervios que sólo enviaban una sensación de dolor indescriptible, como los del que muere en una hoguera. Z33 se agitó enfebrecida, su garganta mechánica y la de carne y hueso gritando su dolor al rojo.

 

Y entonces, todo se volvió negro.