Partida Rol por web

El secreto de la Isla de los Manantiales

1. Desembarco en la Isla de los Manantiales

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25/05/2021, 23:09
Narrador

Día 9 a bordo de la Fortuna - Mediodía, despejado

La travesía no fue complicada, todos estaban acostumbrados a la mar y el viaje tampoco duró demasiado. Los días fueron tranquilos, la temperatura agradable y la brisa del mar muy fresca y vivificante. Todo parecía más brillante, mejor, y afrontaban con optimismo aquella descabellada misión para la que habían sido contratados: explorar una isla.

Pero ellos tres no fueron los únicos contratados para la exploración. A bordo encontraron a una voluptuosa mujer llamada Ylsa, de tez morena y caminar seductor, que seguía los preceptos de Sune. Ella les contó que era una experta explorando lugares remotos, ruinas y mazmorras infestadas de monstruos, y su propósito en la Isla de los Manantiales era encontrar la belleza y recuperar cualquier cosa que pudiera considerar una obra de arte. 

Alcanzaron su destino en poco tiempo y el capitán de la Fortuna, que no era otro que el propio Alistair, mandó echar el ancla a pocos metros de su destino. Desde aquella distancia se divisaba una playa de arenas blancas, los muros de unas antiguas ruinas y un volcán en el centro de la isla que, a primera vista, parecía inactivo.

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25/05/2021, 23:17
Archibald Alistair

Alistair comprobó su brújula antes de soltar el timón descender por la escalera hacia la cubierta, donde los marineros preparaban unas barcazas para llegar hasta la isla. Mandó llamar a Lefebre, Yan, al enano y a la sunita para indicarles que subieran al bote.

-Nos aproximaremos a la isla por el suroeste, la avanzadilla ha declarado que la playa es segura, y montaremos un pequeño campamento con todo lo necesario. Ustedes podrán empezar a explorar cuando deseen, pero me gustaría tener un informe semanal sobre los avances en los descubrimientos. Más que nada porque les pagaremos por toda esa información que nos traigan, además de quedarse con todos los tesoros. Ya saben que lo que nos interesa es todo lo que ustedes nos puedan contar.

Le dio a Ylsa un cuaderno con notas y dibujos.

-En ese libro podrán encontrar la flora y fauna de las demás islas que, me parece, es muy parecida a éstas. Hay todo tipo de criaturas, así que huelga decir que tengan cuidado por dónde pisan y qué es lo que comen. No se engañen, estas islas son peligrosas y cualquier cosa querrá matarles, pero son personas adecuadas y aptas para esta tarea. No enviaría a las personas que nos van a reportar beneficios a una muerte segura -comentó con una sonrisa.

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25/05/2021, 23:36
Ylsa

Subieron a los botes y llegaron a la playa. A medida que se aproximaban, podían ver las arenas blancas de la línea de la costa y justo detrás, las ruinas de lo que en su día debío ser una espléndida civilización élfica. Sus muros estaban derrumbados en su mayoría, cubiertos por la vegetación de la jungla, pero muchas estatuas seguían en pie.

Los cuatro desembarcaron junto al capitán y algunos marineros. Ylsa se alejó para tomar algunas notas y desapareció unos minutos mientras los demás montaban el campamento. La sacerdotisa regresó, de repente, con una mujer, cosa que sorprendió bastante a todos.

-¡Capitán! Le presento a Marianne. Ha sido una casualidad encontrarla aquí, pero por lo visto su barco naufragó cerca y ella pudo sobrevivir. ¿Puede unirse a nuestra expedición?

Notas de juego

Os encontráis en HS-19

Vuestro barco está en HS-26

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27/05/2021, 10:54
Patrice Lefebre

Fue como ver un fantasma del pasado. Un apetitoso fantasma de ondulado cabello pelirrojo, peligrosas curva y turgentes pechos, pero un fantasma al fin y al cabo. El bueno de Lefebre tuvo que frotarse los ojos ante aquella aparición. Casi no podía creer lo que estaba viendo. ¡El mar había escupido a esa sirena con patas hasta aquella isla inexplorada, para que se reencontrase con él! Y ese pensamiento, le recordó lo extraño que era referirse a "tres islas inexploradas", cuando de dos de ellas ya se habían realizado documentos escritos sobre la fauna y flora de las mismas. Ese capitán Alistar no entendía el significado de "inexplorar", aunque Patrice tampoco tenía claro que eso fuera un verbo.

¿Corianne? Pensó al ver a aquella mujer. Y menos mal que no lo dijo, pues se había equivocado de nombre. 

¡Marianne! - Exclamó abriendo sus brazos y corriendo hacia ella para fundirse en un apretado y sudoroso abrazo. Y es que realmente ya habría valido la pena viajar hasta allí, únicamente por sentir esos pechos apretados contra su cuerpo. - ¿Eres tú Marianne? ¿Qué haces aquí? - Lanzó una serie de estúpidas preguntas de las cuales ya sabía las respuestas: "si", "naufragar", pero igualmente las hizo con la esperanza de coger desprevenida a su sueño erótico y así poder abrazarla sin demasiada resistencia.

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27/05/2021, 11:15
Marianne Stevens

Marianne sintió un vacío en el estómago cuando vio que el hidalgo que formaba parte de la expedición de la que había hablado Ylsa hacía solo unos minutos era, en realidad, el hijo de algo de Lefebre. De todos los bucaneros y filibusteros que navegaban por la Costa de la Espada, robando, matando y violando, tenía que ser uno que había navegado con ella bajo una bandera pirata. El calor le abandonó el rostro y miró de reojo, mortificada, a Ylsa. ¿Cuánto tardaría la Sunita en darse cuenta de ello? Probablemente poco, porque Patrice tenía la boca tan grande como pequeñito era su miembro, por lo que se decía en la tripulación. Tendría que inventarse otra historia.

El abrazo le pilló por sorpresa, y el intenso hedor acre de Lefebre le sacó de golpe de su ataque de introspección, tan fuerte y desagradablemente como si a un inconsciente le obligaran a inhalar amoniaco.

No digas a nadie dónde nos conocimos o te corto la polla y se la echo de comer a los peces, ¿me has entendido? —le murmuró al oído.

Se desembarazó de Patrice, esquiva como una anguila resbaladiza.

¡Oh, por el amor de Sune y Sharess! ¿Cuánto tiempo hace que no te lavas, Lefebre? —dijo Marianne, y se tapó la nariz con los dedos y habló con voz nasal: —. Puf, ¡es peor que el aliento de una ballena! Esta sirena se vuelve al mar.

Pese a la declaración que acababa de hacer Marianne no se zambulló en las aguas que acababan de vomitarla en la Isla de los Manantiales, sino que se alisó las ropas para estar presentable. Carraspeó, clavó su bastón mágico en la arena y se apoyó en él. Cruzó las piernas, puso la otra mano en la cadera en una pose ensayada.

¡Buenos días! Patrice e Ylsa ya me conocen, pero para los demás: soy Marianne Stevenes, La Sirena de Athkala —dijo, y regaló al resto del grupo una sonrisa. Paseó la mirada por Chuck y por Yan, hasta detenerse en el mecenas de la expedición—. Veo que no tenéis nadie que, aparentemente, esté versado en las artes arcanas. ¡Pues Tymora os sonríe, porque aquí estoy yo! La hechicera más habilidosa que habéis conocido. Y además hermosa, ¡y muy modesta!

Suspiró afectadamente y sacudió la melena.

Bueno, cariño... —le guiñó un ojo al hombre de las gafas—. ¿Dónde tengo que firmar?

Amplió su sonrisa, para que considerara las posibilidades. Todas ellas.

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27/05/2021, 13:24
Chuck Masticarrocas

Durante el viaje Chuck había arrimado el hombro en los asuntos de la nave como un marinero más. Pronto quedó claro que tenía los conocimientos para hacer las funciones de oficial en cualquier puesto de la nave, salvo probablemente en el de Capitán. Se pasó el tiempo libre de su viaje vaciando las reservas de bebidas espirituosas del barco o bien fumando intermitentemente su pipa mientras se encaramaba al castillo de popa para observar la mar.

Una vez llegaron a la zona de desembarco, el hosco Enano sacó una larga lanza que tenía amarrada a su mochila, para luego dejar esta última en el bote, en el lugar que se suponía que ocuparía en el. - Os espero en la playa. Que no se moje la mochila. - Luego sin más ceremonia que esa corta frase se zambulló en las cristalinas aguas.

Eso provocó algún alboroto, al menos hasta que vieron la figura del enano cortar las aguas como si de un grueso y acorazado pez se tratara. Se movía bastante más rápido que un bote, y puede que hasta que un barco sin mucho viento. Los que iban en las chalupas vieron su figura acá y allá como una sombra bajo las aguas que patrullaba su viaje. No salió a la superficie más que cuando el bote con sus pertenencias llegaba a la orilla, el cual asió y ayudó a encallar en la playa.

Chorreaba agua de su armadura y su espesa pelambrera y barbas mientras murmuraba algo por lo bajo. - Orejas picudas... no sabrían hacer una muralla duradera ni aunque su vida dependiera de ello... Grmblhfjjj... -

Tomó su equipo y empezó a ayudar con el asunto del campamento, mientras escuchaba lo que el Capitán decía. Así que la tal Ylsa era una exploradora de ruinas y tesoros. Vamos, que era una "profesional". No en el sentido que los humanos daban a la palabra, sino en el que se lo daban los Enanos: Alguien versado en descifrar trampas, pasadizos, laberintos y puertas cerradas con maestría para conseguir objetos celosamente guardados por sus dueños, en resumen, una ladrona.

Vio como la chica se alejaba con su librito, y estaba pensando en ir a buscarla cuando volvió, ¡y nada menos que acompañada! Una mujer que no parecía mojada por las aguas, ni quemada por el sol. O la sunita la llevaba en el bolsillo, o era una hechicera, cosa que al final la propia mujer confirmó. Al Enano le dolían algo las mandíbulas de presentarse, pero lo aceptó una vez más. - Chuck Masticarrocas... Grmblhfjjj... - Nunca estaba de más un mago para alguna solución ingeniosa (pocas) que la fuerza no pudiera solucionar.

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27/05/2021, 17:00
Yan Kabanen

Por fin los pies de Yan pisaron la blanca y suave arena de la playa. Acababan de desembarcar y ya desde esa posición podían observar las maravillas que el capitán estaba deseoso por explorar y con los valiosos tesoros que Yan y el resto querían para llenar sus bolsillos. Yan clavó su enorme arma en la arena y se apoyó en ella, satisfecho con el paisaje que contemplaban sus ojos. El viaje hasta allí había sido tranquilo, apacible incluso. Yan colaboró en todo lo que se le ordenó y en sus pocos ratos libres trató de hacer migas con la tripulación, pero sin mucho éxito. Los únicos que parecían interesados en mantener cierta conversación fueron los individuos que habían sido contratados como exploradores. Aunque no sé si a eso se le puede llamar conversación, pensó Yan recordando los gruñidos del enano.

De pronto Ylsa, la última en unirse a la expedición, interrumpió la contemplación de Yan. Apareció acompañada de una extraña mujer de cabellos rojos como el fuego, que se presentó a sí misma como Marianne, la sirena de no sé donde.

¿Sirena? —pregunta Yan por lo bajo, con cierta decepción—. Pero si tiene piernas...

Pero bueno, nunca está de más tener a algún lanzahechizos de esos, pensó. Yan estaba seguro que el capitán aceptaría en la expedición con el talento, o al menos el interés, para investigar la isla. Así que sin esperar por la respuesta del capitán, Yan se dirigió al grupo.

Entonces, ¿qué? ¿Cuál va a ser nuestro primer destino? —Yan no tenía ningún interés por dirigir la expedición, iría a cualquier sitio sin problema. Pero no era de los que les gusta estar demasiado tiempo en el mismo sitio.

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27/05/2021, 22:40
Archibald Alistair

El capitán fue el último en presentarse, ya que no salía de su estupor al encontrar allí a una futura expedicionaria. Vestía un elegante uniforme de oficial, bien cosido y a medida, se notaba a kilómetros que aquel hombre era adinerado o de lo contrario no habría montado una expedición a ninguna parte con semejantes muertos de hambre como los que traía en el barco.

-¿Y de dónde sales tú exactamente? -preguntó mirándola de arriba abajo y abajo arriba, evaluando a la recién llegada. Volvió a colocarse las gafas sobre la nariz porque se le habían deslizando un poco hacia delante y finalmente sonrió a la mujer.

Marianne resumió su aventura con un naufragio cerca de la costa y el capitán se frotó la barbilla mientras pensaba. De una bolsa de grueso cuero que llevaba en bandolera sacó un libro grande, y buscó entre sus páginas un pergamino que tendió a la hechicera. Le ofreció también una pluma para que escribiera.

-Antes de que firmes, te explicaré la situación. Soy el capitán Archibald Alistair, de la Compañía de las Islas Occidentales. Nuestra misión aquí consiste en explorar la isla y realizar informes pormenorizados acerca de todo lo que encontréis, tanto animal como vegetal, así como los lugares que halléis, como esas ruinas que vemos ahí. Nosotros pagamos por información, todo lo que encuentres es tuyo, pero la Compañía siempre se quedará con un cinco por ciento de tus ganancias totales. Los tesoros de la Isla son tuyos. El barco está a tu entera disposición y este campamento será un punto de reunión en tierra. Quiero un informe lo más actualizado posible cada vez que vengáis al campamento. Firma en la línea de puntos, por favor.

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28/05/2021, 01:06
Chuck Masticarrocas

Mientras esperaban la decisión de la hechicera a estampar su acuerdo o no sobre el papel (que otra cosa iba a hacer si no quería morirse del asco en aquella isla), Chuck observaba la extensión del derruido muro que se atisbaba desde la playa. Era realmente extenso, como si se hubiera construido con el fin de mantener esta parte de la isla apartada, quizás para controla rel tráfico de gentes al interior. Era de suponer que hubiera en su proximidad algún resto de una calzada, quien sabe si un túnel que se adentrara en los elevados picos que se adivinaban tras el.

- Grmblhfjjj... Examinar ese muro y sus alrededores podría ser un buen comienzo. Si no hay nada, se podría bordear la costa hasta encontrar un camino* que evite esas elevaciones. -

El Enano comenzó a revisar su mochila, comprobando que contuviera todo lo que había dejado en ella. No en vano había una "profesional" cerca, una a la que Chuck no conocía de nada. Una vez comprobado el asunto, se echó el petate a la espalda. Si querían aprovechar la luz, debían partir en breve.

Notas de juego

*Hacia HS-23

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28/05/2021, 09:39
Marianne Stevens

Marianne esperaba una conclusión en el comentario de Yan que no terminó de llegar. Enarcó una ceja en un gesto inquisitivo.

Los hombres suelen alegrarse de conocer a una sirena con piernas... y con lo que tienen las mujeres entre las piernas. ¿Tú no?

Marianne leyó el contrato cuando Archibald se lo tendió. Había nacido en un burdel, y se había criado en las calles, pero Loto, una de las prostitutas, se había preocupado de enseñarle a leer y a escribir. Cuando terminó de leer miró a Ylsa por encima del pergamino.

¿Tú has firmado esto? —le preguntó, en un tono de incredulidad.

Vaya con la Compañía de las Islas Occidentales. Mandaban a aventureros a explorar por ellos y no solo no les pagaban sino que encima reclamaban un cinco por cientos de las ganancias. No era estúpida, sabía que la información costaba dinero, pero le seguía pareciendo un abuso. Si no estuviera sola y desesperada y si no fuera tan conveniente tener un barco para salir de aquella isla, hubiera renegociado las condiciones del acuerdo. Como, por ejemplo, un sueldo mínimo garantizado por día que durase la exploración.

Y si no hay tesoro alguno nosotros nos vamos con las manos vacías y la Compañía de las Islas Occidentales se va de aquí con la isla completamente explorada, ¿verdad? —le preguntó Marianne a Archibald, pero era una pregunta retórica.

Marianne se escurrió por un costado del capitán y plantó el contrato en su espalda para utilizarlo como mesa. Rubricó su firma allí y, sonriendo, decidió a última hora añadir un pene en una esquina junto a una carita con la boca abierta.

Pues aquí tienes, encanto —dijo, devolviéndole el contrato a Archibald con una sonrisa gratamente demoníaca.

El enano propuso cuál podía ser su próxima ruta.

A mí me gustaría ir derecha al volcán —confesó Marianne e hizo un gesto de indefensión—, lo siento, pero no me puedo resistir a la vista de una figura fálica negra, grande y a punto de estallar.

Rio.

E incluso podría ser útil. Desde allí arriba podríamos tener un panorama antes de que entre en erupción. Pero antes de nada creo que deberíamos seguir la idea de Chuck de explorar la muralla élfica —reconoció la hechicera.

Notas de juego

Exploramos este hexágono antes de viajar al siguiente.

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28/05/2021, 10:38
Patrice Lefebre

Marianne siempre tenía alguna obscenidad en mente y era precisamente por eso por lo que tanto le gustaba a Patrice su compañía. Muchas noches solitarias, el buen Patrice había yacido con ella. Brevemente claro y de forma espiritual más que corporal evidentemente, pues aunque le hubiera gustado una relación más física con ella, Marianne nunca le había dejado tocar chicha. Sin duda era una suerte haberla encontrado allí. Eso haría que la imagen que Patrice tenía en su cabeza de Marianne, la cual empezaba a desdibujarse, se recuperara por completo.

Por otro lado, la propuesta de aquel enano marino y la confirmación de Marianne eran adecuadas. Si habían ido a explorar aquella isla, empezar por unas ruinas élficas, para nada era una mala idea. Además, Patrice seguiría a donde fuera a su musa pelirroja. Quizás pudiera salvarle la vida en alguna ocasión y luego ella, en agradecimiento se entregaría a él y así, el buen Patrice podría comprobar lo que decían de las pelirrojas, que el pelo de todo su cuerpo era precisamente de ese color anaranjado. Eso le tenía muy pero que muy intrigado.

Lo que me preocupa es la razón por la que se construyó la muralla. - Dijo entonces tras abandonar sus lascivos pensamientos. - Las murallas se levantan para protegerse de algo. Y a tenor de que ya no existe civilización élfica en esta isla y que parece que hace bastante, ese "algo", debió traspasar la muralla. Podría seguir por aquí, así que andad con mucho ojo.

Y dicho lo más inteligente que se le había ocurrido, lanzó una mirada furtiva a Marianne y asintió con la cabeza antes de emprender la marcha. Era evidente que entre ambos había una conexión. Patrice lo sabía y esperaba que esa conexión fuer más tangible a poco tardar.

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29/05/2021, 12:37
Yan Kabanen

Como había supuesto Yan, el capitán no puso ninguna pega a la nueva incorporación e hicieron los trámites en apenas unos instantes. Y tampoco se tardó demasiado en decidir su primera parada, pues la propuesta de Chuck de inspeccionar la muralla élfica fue aceptada fácilmente por el grupo, pues a algunos como Lefebre le resultaba sospechoso su emplazamiento y su estado.

O para evitar que algo salga... — responde Yan con cierto tono supersticioso a las sospechas de Lefebre. Pero luego se ríe como si tan solo hubiese hecho una broma.

Pues venga, vamos al muro de los elfos. Será gracioso ver que nos puede contar el enano sobre sus construcciones —rio de nuevo y comenzó a andar hacia allí.

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29/05/2021, 12:48
Chuck Masticarrocas

Mientras encendía su pipa, Chuck miró de reojo entre una nube de humo al joven bárbaro. Antes había estado observando los comentarios del tipo del sombrero a los que no habían añadido nada. Tampoco se había visto impulsado a contestar a las palabras de la hechicera sirena buscafalos sobre el volcan, ya que tanto daba ir por el norte o el sur del muro. Si querían trepar una montaña, no sería él quien se opondría. Veríamos luego si se les hacía un poco cuesta arriba el camino con esos zapatitos de damisela.

- Grmblhfjjj... Eso te lo puedo decir desde aquí, chico. Los elfos saben de levantar muros lo que tú de leer. Y de la estrategia no hablemos, claro. Un escamoso enemigo letal puede sobrevolar la muralla y comerse a media guarnición antes de que atinen a movilizarse. Eso sí debería preocuparos. Por lo demás muralla y adelante, que aquí ya estamos de más. -

El enano cogió su equipo, cargando y acomodando la pesada mochila a su espalda. La referencia a una sierpe no pasaba desapercibida en las palabras del Enano. Era una locura crear un alto muro contra un enemigo que podía volar, claro. Por eso los Enanos cavaban en la roca sus refugios, ya podía un reptil alado lanzar su aliento lo que quisiera contra las paredes de una montaña, tanto le daría. Había algunos peros a su exposición a este asunto, como la pérdida de Mithrill Hall en el pasado, pero eran excepciones solamente.

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30/05/2021, 00:23
Narrador

A Marianne le gustaba provocar, sin embargo, su caricatura no hizo cambiar el gesto del capitán, que guardó su contrato junto el resto del grupo, por lo que la hechicera se llevó una gran decepción. Una vez formalizado el ingreso de la nueva integrante, el grupo cargó con sus pertenencias y se pusieron en marcha en dirección a la muralla.

Chuck observaba la edificación con ojo crítico. No es que fuese un experto ingeniero, pero podía reconocer las buenas construcciones desde lejos y, para su regocijo, aquella no lo era. En realidad no era una muralla protectora, más bien era un muro puramente decorativo que recorría durante unos metros la línea que separaba la playa del resto de la jungla. Caminaron durante unos minutos siguiendo la muralla para intentar entrar hacia la jungla hasta que finalmente, se acercaron lo suficiente para comprobar que la superficie no era lisa, sino que estaba profusamente decorada con cenefas e imágenes. De hecho, a Marianne se le fueron los ojos de inmediato ya que las imágenes representaban atractivos elfos divirtiéndose de maneras absolutamente decadentes.

Finalmente, la muralla creció en altura y en un punto cortó la playa, de modo que no podían seguir avanzando. En lo alto divisaron cornisas y balcones, aunque gastados por el paso del tiempo, y la parte superior estaba agrietada. Por toda la superficie había grietas y rendijas, al asomarse por los agujeros divisaron lo que debía ser una ciudad al otro lado, en el interior de la muralla, mirando hacia la costa; aunque era dificil percibir los detalles, parecía a todas luces en ruinas.

Mientras investigaban como cruzar al otro lado, Ylsa llamó la atención del grupo al divisar a un autóctono de la zona que parecía estar ¿arreglando la muralla? Se trataba de una criatura con forma humanoide que no debía medir más de metro y medio, rechoncho, de gruesos brazos y cortas piernas, como una roca perfectamente redonda, hecho enteramente de roca y tierra. Entre sus grietas fluía una tenue luz azulada y cuando se volvió hacia un lado para recoger una piedra del suelo, vieron que su rostro tenía un único ojo azul. Cogió una piedra que tenía a su lado y la colocó en la muralla, para después hacer uso de su poder innato y fundirla con el resto de la muralla. Siguió a lo suyo, sin percatarse de la presencia de los exploradores, arreglando el agujero.

 

- Tiradas (3)
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30/05/2021, 21:13
Marianne Stevens

Marianne esbozó un mohín cuando el capitán no reaccionó ante su caricatura. Ni una risotada, ni una mirada de deseo. ¡Nada! Lo que más odiaba Marianne era ser ignorada, no causar una fuerte impresión. Vivía por y para llamar la atención de los demás sobre ella.

De modo que emprendió el camino de forma un poco hosca, pero voluble como ella se le pasó enseguida.

Uh, ¿habéis visto eso? —dijo, y se frotó la barbilla—. Parece una especie de gólem de piedra, pero casi parece haberse formado de forma natural, no creado por un mago. Y es mucho más bajito que los gólems de los que he oído hablar. ¿Esa estela azulada? Nunca he visto nada parecido.

Hizo un gesto con la mano.

Es inmune a mi magia, muy resistente al daño y puede hacer que vayamos muy lentos. Mejor no le provocamos, ¿vale? —sugirió Marianne—. Por mucho que me apetezca que me sirva un Perico Gamuza y me dé un masajito en los pies, creo que lo suyo es que le demos margen y no nos acerquemos siquiera. ¿Os parece si investigamos la ciudad, mejor?

- Tiradas (1)
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30/05/2021, 22:40
Yan Kabanen

Los ojos de Yan se abrieron como platos cuando vio por primera vez a la criatura de piedra. Instintivamente llevó la mano a su arma, pero al comprobar que la criatura les ignoraba y continuaba su trabajo laboriosamente y con calma consiguió relajarse. Y por suerte para él, Marianne arroja un poco de luz sobre el gólem.

Lo que tu digas, pelirroja —le dice Yan tras su propuesta de visitar la ciudad, aunque no le quita ojo al gólem aún dudando de que les vaya a dejar tranquilos—. ¿Estás segura de que si no le molestamos nos dejará en paz? No me gusta ni un pelo los bichos mágicos... No son de fiar —finaliza.

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31/05/2021, 02:15
Patrice Lefebre

No, los "bichos mágicos", como decía Yan, no eran de fiar, aunque eso más que un bicho, parecía ser un constructo y ese tipo de criaturas, solían ser cabezotas y además, eran un tipo de criatura que cuando estaban haciendo algo, ya podía uno tratar de entretenerles, que ellas seguirían a los suyo hasta que acabaran con la tarea. Aunque posiblemente, el bueno de Lefebre se equivocara, mas cuando su sirena favorita había dicho que más que un constructo parecía tratarse de un ser natural. ¿Un elemental de piedra? Patrice no podía saberlo, aunque quizás fueran por ahí los tiros.

- Sí... - Dijo dejando la palabra sostenida en el aire unos instantes. - No parece un tipo demasiado hablador. No se si se molestará si le interrumpimos, pero mejor no probarlo... 

Dicho aquello, el marinero siguió los pasos de sus compañeros en dirección a la ciudad. Explorar aquel lugar sin duda alguna parecía un buen inicio. Mucho más teniendo en cuenta que sus armas no parecían ser de lo más efectivo contra ese ser. Quizás el martillo pudiera romper ese cuerpo pétreo, pero su espada corta nada tenía que hacer más que mellarse al golpearlo. Y sí, Patrice estaba convencido de que si molestaban a aquel ser rocoso, al final iban a acabar a mamporros con él. Mejor era seguir, mucho mejor de hecho...

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01/06/2021, 12:23
Chuck Masticarrocas

Chuck cubría el terreno enarbolado su escudo para protegerse de alguna amenaza invisible, más no llevaba el hacha embrazada, ya que podía sacar el arma en un parpadeo, y prefería tener una mano libre por si acaso. Asimismo había puesto sus sentidos al máximo, tal como había aprendido de sus reptilianos amigos hacia tanto tiempo ya.

Al llegar a la muralla observó que era un trabajo de chicha y nabo, una mera decoración destinada a "hacer bonito" no a perdurar ni a ser funcional. - Ya os dije que no sabían hacer una mur... - Su ronca voz se vio interrumpida por el avistamiento del ser que reparaba la muralla de manera mecánica. Podía ser algún tipo de constructo, pero por la habilidad mágica que desarrollaba fundiendo la piedra, parecía tener alguna conexión con el plano elemental. Su gesto se agrió, ya que de ser una criatura con un mínimo de inteligencia, estaba condenado a una servidumbre eterna.

- Propio de un elfo, usar a otro para hacer su trabajo de esa manera. Sólo espero sea un ente sin voluntad propia, grmblhfjjj... Está por ver si repara la muralla o también la defiende. Adelante pues. -

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09/06/2021, 14:44
Narrador

El golem cogió un pequeño cangrejo incauto que caminaba por la arena y lo colocó sobre la muralla. Se dio cuenta a tiempo de que no era un pedrusco con el que reforjar las grietas y se lo puso sobre la palma de la mano. El cangrejo agitó sus pinzas hacia él, pero después pareció darse cuenta de que todo había sido un malentendido y se quedó quieto. La criatura entonces se puso el cangrejo sobre la cabeza y volvió a sus quehaceres.

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10/06/2021, 11:37
Ylsa

-La verdad es que parecía inofensivo -comentó la bardo, que había estado callada hasta ese momento-. Si hubiese querido partirnos la cabeza, nos habría lanzado una piedra -dijo riéndose.

Mientras el grupo se alejaba del golem y se dirigía al final de la muralla, casi en la orilla de la playa, Ylsa sacó un pequeño cuaderno de la mochila para estudiarlo. Era el mismo libro que les habían dado a todos, una especie de guía de campo con todo lo que habían encontrado en las islas hermanas.

-Según las notas del capitán Alistair, esa criatura es un elemental de tierra -le dio la vuelta al cuaderno y mostró una ilustración de una roca redonda con brazos, piernas y cabeza-. Dice que son amistosos y que hablan mucho. Pero no indica nada más.

Pasó las páginas mientras el grupo traspasaba los escombros de una sección de la muralla. 

-Y no encuentro nada sobre elfos en las notas. A lo mejor estas ruinas solo están aquí.