Partida Rol por web

El pueblo de Labiana, por fin habeis llegado. Por lo que podeis ver debido a las luces de unas cuantas antorchas puestas en las calles, ya que es de noche.

Se trata de un pueblo modesto, no demasiado grande. En las ventanas de las casas aún se pueden ver luces, incluso hay algunas gentes en las calles, campesinos que seguramente acaben de llegar de su trabajo en el campo.

Sixto da un salto, con mas ganas de buscar a un curandero que otra cosa, pues le intranquiliza el sapo que se ha comido.

Desvié el caballo tirando de las riendas.

-Nos reuniremos en la posada; agora yo voy a la iglesia a buscar al párroco para el entierro. Le preguntaré por un curandero para aquestos dos.

Y marché mirando por encima de los tejados, buscando alguna torre campanario que sobresaliera sobre ellos para dirigirme hacia ella.

Mu´tamid baja de la montura, como le ordenan, agradecido por llegar a un pueblo.

-Muchias grasias por el triansporte sidi, ahoria, a donde se siupone que hemos di dirigirnos?

La verdad es que aun tenía el miedo metido en el cuerpo, y pese a todo, no le desagradaba la compañía. El señor, pese a cristiano, no parecía ser demasiado cruel con los rasgos árabes, ni con los mendigos, a mayores de la seguridad que aportaba. Así que mientras no le dijeran nada, pensaba seguir viviendo a costa del grupo, o al menos, intentarlo.

Sixto espera ordenes.

Veis como Vasco desvía su caballo en busca de una iglesia y se pierde por las calles oscuras.

Diego pregunta a uno de los campesinos que pasaba por allí con su azadón a cuestas.-Si gustan poca cosa, una buena posada podría albergarlos, se trata de la posada "El gato apestoso", es esa que se puede ver desde aquí-. Os dice señalando una casa de dos plantas y techumbre de paja que está a unas 60 varas de vosotros.

Arreas a tu caballo y tras preguntar a dos campesinos consigues llegar sin mucha dificultad a la iglesia del pueblo. Una iglesia de gruesos muros, pequeña, modesta, como corresponde a la iglesia de un pueblo. Abres la puerta de la iglesia, el interior aún está iluminado, y el olor a santidad (velas e incienso) te inunda la cabeza, después de todo lo que ha pasado hoy el contacto con lo divino siempre es tranquilizador. No hay nadie a la vista.

Tras seguir el galope de Vasco ves la iglesia del pueblo, espoleas y te acercas presto al lugar donde ves el jamelgo de Vasco en la entrada, la puerta de la iglesia abierta y a Vasco parado en la puerta mirando al interior donde aún no te ha visto.

Tras atar al jamelgo en algún árbol o poste cercano y asegurarme de que el cuerpo de Tiago estaba bien sujeto a la silla, busqué al párroco dentro de la iglesia. Me acerqué al lugar donde creía que estaba la sacristía y comencé a llamarlo en voz alta al grito de "padre".

Diego llega por detrás de Vasco y escucha como llama Diego, a grito pelado, al padre que rige la iglesia. -¿Quien osa entra entrar en el templo del Señor a estas horas de la noche gritando como un asno, quebrando la paz espitual de esta santa iglesia?.- Os dice un señor que sale de una habitación que se encuentra al fondo a la derecha del altar. Es un hombre alto y fornido, con una tremenda barba negra rizada y espesa y una tonsura muy pronunciada. Sus ropas y su habla lo delatan como párroco, y se dirige hacia vosotros con paso firme, rápido y en actitud de oración sosteniendo un rosario en sus manos.

Cojo el dinero espero al moro a ver si se viene conmigo y voy a la posada.

Por lo visto, estaba de suerte, el señor le había dado nada mas y nada menos que 10 maravedíes. A veces no conseguía tal cantidad en una semana. Cerrando el puño como si le fuera la vida en ello y metiéndoselo dentro de un bolsillo, se fue corriendo a la susodicha taberna. -Grasias sidi, que Dios li bendiga. Tras llegar a la posada, se sienta lo más cerca posible del fuego (en caso de haberlo) y pide una sopa de lo que tenga mas a mano el tabernero, junto con un mendrugo del pan, para deshacerlo en migas y meterlo en la sopa. Hace buena que no come caliente, y lo desea con todo su alma.

Me alegré de la presencia de don Diego. Yo apenas acababa de salir de mi tierra, y después de vivir toda mi vida en el castillo de mi padre nada sabía de los peligros del viaje y sabía que podía pecar de incauto, como en aquella ocasión. Aquella era la razón por la que mi madre me había confiado a su fiel Tiago, pero, por desgracia, ya nada podía hacer él por mí.

Asentí a don Diego y, al oír la voz del párroco, me dispuse a explicarle. No me gustó el tono que empleó, pues tanto Diego como yo debíamos ser de mayor rango que él, así que no me anduve con rodeos.

-Traigo un cuerpo que requiere sepultura. Dádsela presto et pedid el estipendio que vos plazca, que bien pagado será, ansí como una misa por su alma. Et esmeraos, que pocos hombres meior que aqueste habrá vos enterrado en el cementerio.

-Mi nombre es Próculo, y le daré la sepultura a este, como decís vos, buen cristriano. Podeis darme lo que considereis oportuno, más la gente del lugar viene dándome 30 maravedís por oficio realizado, para mantener la casa del señor. Más señor, hasta por la mañana olvidaos que le de sepultura. La noche no es momento para realizar tal oficio.- Le digo sonriendo y alzado las manos y la mirada al techo de la iglesia, al señor de la perilla, pués ninguno de estos dos bribones ha osado dar su nombre y han empezado a hablar creyéndose superiores al santo padre.

Entran el la posada "El gato apestoso" el lugar es pobre, pero decente, una barra al fondo y unos cuantos parroquianos que se quedan mirando a los dos extranjeros, Sixto y Mu´tamid, sobre todo al moro. Después de servir al moro le dice -Son 10 maravedís, señor se paga antes de comer- Le dice a Mu´tamid.

-Indicadnos pues un lugar do pueda velar el cuerpo hasta mañana.

A continuación le entregué las treinta monedas que pedía, y, habiéndose ya presentado el párroco de buenas maneras, accedió a revelarle sus nombres.

-Yo soy Vasco Peres, fidalgo portugués, et aqueste buen hombre es don Diego López, caballero aragonés. Unimos sendas et fuerzas leguas ha, et venimos de ajusticiar a unos rufianes que cobraban pontazgo muy cerca daquí. Perdí a mi fiel Tiago en el enfrentamiento, que a las puertas del cielo estará llamando, pues dio su vida por eliminar aquellos bandidos que debían estar asolando aquesta comarca -dije, haciendo especial hincapié en ello, y dando a entender que Tiago había muerto prestando un buen servicio al pueblo por quitar de en medio a los asaltantes del puente-, et dos compañeros han caído presa de extraña enfermedad tras la lucha. Por tal vos pedimos también si habéis por bien decirnos adó podemos hallar un médico competente, et conoscer quién es máxima autoridad en el pueblo de Laviana.

Exacto.