Partida Rol por web

No encuentras a Parmeno en las cercanias, aunque si ves los dos caballos junto a otro hombre desconocido que sostiene sus riendas. Este parece bastante despreocupado, también esta armado y mira los alrededores con poco animo.

Si buscas tus armas donde las habias dejado no las encontraras, pero una vez que examinas el entorno las ves detrás del hombre que te habla.

Me río.

- Lo siento pequeña, yo hago las preguntas, asi que dime... ¿quien eres tu y que haces aquí? y... ya que estas, ¿donde esta tu acompañante? -

No parecia demasiado peligrosa a simple vista, ademas sin armas no deberia preocuparme, pero no debo confiarme. Escruto los alrededores con la mirada mientras espero su respuesta, el otro no andara lejos.

- Se poco, la visión puede ser el futuro, o puede no serlo, todo depende de vosotros, los elegidos. Puedo guiarte para que encuentres las respuestas, pero deberas ir solo, nuestro sitio esta aqui de momento. El resto estara en tu mano, así como en la de unos cuantos mas. -

Coge un poco de pan y un cacho de carne llevandoselo a la boca, pero antes de morderlo habla de nuevo.

- Tendrás que viajar al sur, no creo que te lleve mas de medio dia. Come algo y luego te guiare -

El sigue desayunando aparentando una calma que notas que no siente, al igual que su hija a la que se le notan aun mas los nervios.

Sade levantó de su sitio, obviamente estaba total y absolutamente desconcertada.

-Ehh...m-me llamo Sade. Solo...solo pasando la noche aqui, estoy viajando. Tampoco se donde está él...yo estaba durmiendo.

La verdad si lo hubiese sabido probablemente tampoco se los hubiese dicho, al menos sabía que no estaba en la misma situación que ella. Automáticamente asoció que habría despertado antes para buscar el desayuno o alguna atención por el estilo.

Me sirvo algo de carne y algo de pan, asiento con la cabeza y comienzo a comerlo no sin poco apetito. Luego, intentando tranquilazar a ambos sonrio y continuo comiendo, Bien, espero que no sea nada demasiado grande...comento con tono optimista.  

- Ya veo... -

Sonrío ligeramente aun con lo poco que me gustaron sus respuestas, todos quieren hacerme creer que "pasaban por aquí".

- Lo de tu compañero.... me lo creo... En cuanto al resto, ¿a donde te diriges, si se puede saber?- 

Se escucha un grito y un golpe algo alejado. El hombre que tienes delante tuyo ni se inmuta. Segundos después un sonido peculiar, que parece de un animal pero que no sabrías decir de cual, atraviesa el bosque. Notas que la sonrisa del hombre aumenta. 

-A la capital de Tironia, Suan y...¡ah! ¿que fue eso? ¡un animal ataca a alguien!

El sonido le interrumpió, y enseguida temió lo peor para su compañero. Dejó de darle importancia al hombre, aunque estaba asustada como un conejo y salió corriendo hacia la dirección del sonido. No tenía absolutamente nada para defenderse ni de la reacción de los hombres ni del animal, pero aún así tenía que intentar algo si Parmeno era el afectado.

La chica vió como Skrunger la avisaba con señas, como diciendole que todo estaba en orden y se quedó quieto al ver al enano. Incluso comenzó a preparase para la lucha, a lo que muchacha iba a alzar la mano para indicarle que no lo hiciera, que era amigo, pero el mismo se detuvo por su cuenta.

- No pasa nada, Skrunger.- le dijo, sonriendo levemente para terminar de tranquilizarlo.

Al ver que el enano le respondía, la peliblanca se sintió bien, animada, y asintió con una sonrisa encantadora, diciendo suavemente:

- Encantada, Montelius, es un placer. Ese es uno de mis compañeros, Skrunger y hay otro que ahora saldrá, llamado Iroc.

Julie parece tranquila, y sonríe al enano. Pero esta no es tierra de enanos, y no es nada habitual el verlos por aquí, por lo que a pesar de que vuelvo a tener esa extraña sensación, a pesar de que ella parece tranquila, no consigo terminar de fiarme. Bajo el arma, pero la mantengo preparada, miro a Iroc y digo:

- Primero antihumanos, luego elfos y ahora enanos... ¿que será lo próximo? ¿dragones? - Señalo en dirección a Julie, que está hablando con el enano y digo: - Ella parece tranquila, ¿es siempre así de confiada?

Ante las "amables" palabras del enano, sonrío levemente miro de reojo a Iroc, para ver cual es su actitud, y sin dejar de observar sus movimientos de Montelius, señalo al carro con la punta de la espada mientras digo:

- Esto no lo han hecho los antihumanos, es cosa de elfos. Nosotros somos tres por lo que seremos un objetivo más difícil para un grupo incursor que un viajero solitario, si fuéramos cuatro, sería más difícil atacarnos.

Ccuando escuchó las  palabras del hombre que se hacía llamar Skrunger se enfureció a un más: - ¿Elfos? ¿Elfos? Malditos seres infernales y asexuados. Tendrían que desaparecer todos de la faz de la tierra. Juro que si me encuentro a alguno lo despellejaré como a esta conejo. - Y sacó de su bolsa el conejo que había cazado un par de días antes agitándolo para que todos lo vieran. Tras un momente haciendo eso lo volvió a guardar. La verdad es que si aquellos seres amigos de las artes oscuras estaban por allí podría necesitar ayuda. Así que decidió asintir y dijo: - De acuerdo, continuaremos juntos el viaje.

En cuanto te das la vuelta para correr hacia el origen del sonido y el golpe te encuentras otro hombre que te corta el paso. Extiende la mano hacia ti y puedes comprender sin problema unos gestos que piden que vuelvas a donde estabas. No parecen preocupados por el "animal". 

- A Suan ¿eh?...- 

La estudio de arriba a abajo.

- No sabes lo poco que me gustan los mentirosos.- empezó a borrarse mi sonrisa - Podría tragarme semejante patraña sino hubiera visto vuestras huellas llegando desde el norte... anda, hacia donde esta Suan... - Intensifico mi mirada en ella - Dime niña, ¿a donde vas por el medio de un bosque tan grande?... - 

Llevo mi mano al arma, empezaba a cansarme de siempre lo mismo...

Al poco observas como otro hombre llega empujando a Parmeno maniatado. Te llama la atención un reclamo extraño que lleva atado a un cordel que le rodea el cuello. También va armado y, tras empujar a tu compañero frente a ti y al hombre con el que hablas, se retira tras los arboles, a la misma distancia que los otros dos hombres. 

Alzo los hombros.

- Seguramente si, tampoco la conocía mucho- 

Me acerco a Skrunger para ver al enano, nunca había visto uno. 

- Parece fiero...- 

Sade empezaba a se rdominada por una mezcla de frustración y e impotencia. No entendía que estaba sucediendo, y al parecer la suerte era caprichosa y le metía en aprietos cada vez que podía desde que abandonó su sitio.

-¡Parmeno!

Se giró hacia el hombre que hablaba y juntó las manos en un gesto amable y vehemente de súplica.

-Por favor, esa persona no tiene nada que ver. Solo es alguien que encontré de camino y se ofreció a acompañarme, ni siquiera me conoce y yo apenas conozco su nombre, por eso dejenle tranquilo. No se si este bosque pertenezca o sea territorio de alguien, pero si es así lo lamento pues no lo sabía. Lo que digo es verdad, me dirigía a Suan y me indicaron que por aqui era el camino mas veloz. Desde allí quería seguir yendo hacia el sur a un pueblo relativamente cercano a la capital, tanto que ni siquiera creí que especificarlo fuera necesario.

Volvió a insistir, con tono amable.

-Acepto cualquier culpa si he hecho mal en entrar a este lugar, pero dejen en paz al hombre, se los ruego.

Tus anfitriones no hablan demasiado durante el desayuno. Te dejan comer tranquilo y ellos comen poco mas, ya llevaban un rato antes de que tu llegaras. Cuando acabáis el hombre te pide que lo acompañes, la mujer se queda y se pone a limpiar lo poco que habéis manchado gracias al agua que había en uno de los cubos de la estancia.

Salís de la casa y reconoces a duras penas aquella calle, pues tampoco habías callejeado mucho por la capital y te costaba orientarte. El hombre empieza a caminar, manteniendo un ritmo tranquilo pese a la prisa que notas que tiene. Parece no querer llamar la atención. 

Tras cruzar tres manzanas y girar dos calles mas, el hombre se para en una casa. Una de tantas a tus ojos. Tardan en atender a los tres golpes sobre la puerta, pero finalmente una anciana abre la puerta.