Partida Rol por web

La mujer se asoma, mirando con detenimiento a los dos hombres.

- ¿Él?... - pregunta.

- Es otro de ellos- 

Miro hacia los lados, confirmando que nadie nos escucha.

- Muestrale el camino hacia las respuestas- 

Tras observar el gesto de asentimiento de la anciana me giro, toco el hombro del muchacho a modo de despedida y vuelvo por donde hemos llegado.

- Suerte - 

- Pasa, pasa - 

Repite la anciana mientras se pierde en el interior de su casa. 

Gracias, Con un gesto de la mano, me despido del hombres mientras no sin ciertos recelos entro en el interior de aquella casa y cierro la puerta tras de mi para seguir a aquella anciana por el interior de la casa. 

Parecía que Skrunger e Iroc comentaban un par de cosas entre ellos, antes de dirigirse a ella y al enano, mencionando que quién había atacado a la caravana era un grupo de elfos. Algo inesperado, no se imaginaba Julie que pudieran matar a los de una caravana así como así.

Y eso que ella aún no había visto los cadáveres...

Lo que no se esperaba tanto fueron las palabras de Montelius, despotricando contra toda la raza de los elfos en general y a lo grande, además. Pues si que no se llevaban bien, no... Y menos mal que estaba acostumbrada a la caza, que si no lo del conejo le hubiese revuelto las tripas.

Finalmente, el barbudo aceptó las palabras del guardia, dándolas como válidas, lo que provocó que la chica sonriera levemente: sí, siempre era mejor ser 4 que 3. Y aunque el enano prometía no ser el más afable de los compañeros... menos daba una piedra.

- Pues cuando queraís seguimos.- comentó.

Miro con curiosidad a Montelius, esperando a ver si su aspecto me da alguna pista sobre él, ya sea sobre su origen, sobre su profesión o si tiene pinta de llevar mucho tiempo viajando y lo baqueteada que lleve la ropa, la armadura o las armas que estén a la vista. Cuando Iroc comenta que parece fiero, le susurro:

- Recuerda que no es tan fiero el león como pintan. - Envaino la espada pero no le pongo la trabilla, para poder sacarla con rapidez si hace falta. Compruebo que el resto de armas estén bien situadas en su sitio, y que salgan con facilidad y digo en voz alta: - Estaba pensando en darles un funeral rápido a los ocupantes de la caravana, aunque sea simplemente quemar sus cuerpos para que sus espíritus sean libres. ¿Cómo lo veis?

 Compruebo que el resto de armas estén bien situadas en su sitio, y que salgan con facilidad y digo en voz alta: - Estaba pensando en darles un funeral rápido a los ocupantes de la caravana, aunque sea simplemente quemar sus cuerpos para que sus espíritus sean libres. ¿Cómo lo veis?

- ¿Y porque voy a dejar al hombre?. Si tu has quebrantado alguna norma ¿acaso no la ha quebrantado el también? - clave mi mirada en la muchacha - Dices que te desviaste en Suan, que vas a un pueblo en esta dirección... ¿a que pueblo?. Dime. - Mire al hombre, luego iría con él. 

Parmeno te mira pero no dice nada. Se sienta a un lado y ves que por su nuca corre un reguero de sangre que baja por su espalda. 

Cuando entras apenas ves a la anciana meterse en una habitación al fondo de un lúgubre pasillo. Avanzas por el, dudando si deberías estar allí. En cuanto llegas a la estancia ves a la señora moviendo una mesa de manera bastante costosa.

- Ya esta, ya esta- dice levantando una mano hacia ti, indicando que no le hace falta ayuda cuando deja de moverla. - Debes irte, la capital no es un sitio seguro. - Agarra la alfombra que adorna el suelo y tira de ella, destapando una trampilla - Debes buscar a mas como tu, a mas elegidos. - Abre el suelo, dejando a la tenue luz unas escaleras en un estado bastante mejorable - Avanza hasta el final, una vez fuera continua hacia el sur. Llegaras a una pequeña aldea, pregunta por Crecio. El tiene mas respuestas, allí hay mas como tu - Te mira con esos ojos que no sabes si albergan locura o sabiduría, esperando que partas por el pasadizo. 

Para Montelius aquello era cosa de humanos. No se pensaba manchar las manos haciendo un fuego para incinerar o enterrar a aquellas personas. Prefirió sentarse en una roca e iniciar una pequeña fogata. Asaría el conejo que había balanceado y se comería los restos. No tenía mucha hambre pero aquel bicho estaba empezando a oler y no le gustaba tirar comida. - Cuando terminéis con vuestros extraños ritos avisadme y partiremos.

-Realmente, ¡no lo se! Se que es una aldea inmediatamente al sur de la capital, quería preguntar por alguien llamado Melethor que alguna vez vivió allí, es todo.

¿Porque no nos dejan en paz? ¿Quienes son estos hombres? ¿Bandidos?

Así que había muertos dentro de la caravana, y a manos de los elfos. Vaya... Como si los antihumanos no fueran bastante problema ya de por sí.

Montelius, al parecer, no iba a tomar parte en la propuesta de Skrunger, así que la chica suspiró, colgandose el arco y diciendo:

- A mí me parece bien, pero será mejor que no tardemos mucho. No sabemos si podrían volver los atacantes.

Dado que nadie se opone, saco la yesca y el pedernal, y busco algo de musgo seco y algunas ramas caídas, de distintos grosores y tamaños, para poder preparar las hoguera con rapidez. Coloco la yesca, el musgo y las ramas más finas en las ruedas de la caravana, para favorecer su cremación y las voy prendiendo en orden, para el proceso sea más rápido.

Cuando la caravana este ardiendo, les dedico una pequeña oración, para que los dioses se apiaden de sus almas y los ayuden a llegar a su nuevo hogar. Una vez finalizada la oración, recojo mis cosas y me preparo para ponerme en marcha, a la espera de que los demás estén listos.

Enarco una ceja.

- ¿Melethor dices?... - me quedo unos segundos en silencio, pensando que hacer con ella. Entonces hago un gesto a uno de los hombres, al que trajo al otro intruso- Llévala con Crecio- 

El hombre se te acerca y hace un gesto con la mano para que empieces a andar delante de él. 

- Por ahí - señala una dirección entre tantas posibles. 

El hombre que te interrogaba se acerca a Parmeno. Aunque te mira a ti y de momento no realiza ninguna pregunta.