No obtenía respuesta de los muchachos, pero no parecía que estuviera habiendo problemas, pues entonces ellos habrían hecho algún ruido o la habrían llamado. O ella habría visto algo, que también puede ser.
Más no pasaba nada, en un principio.
Hasta ahora.
En su vigilancia, miró por el camino por el que habían llegado los tres hasta allí y lo vió. Un.. ¿enano? Sí, eso debía ser. Y la misma sensación que tuvo al conocer a Skrunger la invadió. Como si confiara en ese desconocido, como si todo su ser la dijera que podía confiar en él.
Como si fuera un amigo de toda la vida.
Era extraño, pero... con el guardia no había fallado. ¿Por qué iba a fallar ahora?
Así que se le quedó mirando, sin decir nada, esperando que se acercase, con el arco bajado, sin apuntarle.
La joven de pelo blanco baja el arco y se queda mirando para ti, aun no dice nada.
En cuanto Montelius vio a aquella mujer se acordó de su compañero anterior de aventuras, el cual ya estaba olvidado en lo más profundo de su mente. Parecía que entra y el enano había algún tipo de vínculo desconocido que no gustó nada a Montelius. De hecho le daba miedo aunque nunca lo confesaría. Parece que los momentos de tranquilidad se habían terminado para él, el cual había pasado tres días sin sobresaltos.
Montelius estaba ahora en una encrucijada, deseaba ir en dirección de la mujer y hablar con ella un rato para saber si sentía lo mismo que él, pero se sentiría idiota si hiciera eso así que decidió continuar su camino, sin echar cuentas de el carro vacío ni de la mujer. Agachó la cabeza, dejó de mirarla y siguió andando hacia Karminoff.
Da dos pasos hacia atras, alejandose del olor de la podredumbre.
- Los elfos... - gruñe- ... también acabaremos con ellos-
Cuando le comentas lo del funeral parece pensarselo unos segundos, luego contesta.
- No podemos enterrarlos, tardariamos demasiado. Quememos sus restos y... - gira la cabeza hacia la direccion en la que se situa Julie, aunque desde donde esta no la puede ver- ...si, se lo diremos, tendra que acostumbrarse a estas cosas... -
En la direccion de Julie ves un enano que pasa a su lado. Ella tiene el arco bajo, parece que no lo ve como una amenaza, y el enano camina cabizbajo. No lo ves del todo bien, pero a ti tampoco te supone una amenaza, de hecho empiezas a sentir la misma sensación que con Julie cuando la conociste. Es como si lo conocieras, como si pudieras confiar en él, otra vez esa sensación extraña que te llena tanto...
El enano se acerca hacia ti, mirandote, hasta que llega un momento en el que baja la mirada y parece que prefiere pasar de largo, incluso sin hacer preguntas sobre el carro. Pero esa sensación sigue ahí, incrementandose cuanto mas se acerca.
La sensación aumenta cuanto mas te acercas a la mujer. Es tan calida que te es dificil pasar de largo sin mirarla de nuevo, casi te sientes como si ignoraras a un viejo amigo. Comprendes que el miedo que sientes es por ser algo fuera de la logica, algo que no consigues explicarte pero.... ¿eres un cobarde?... Tu anterior compañero lo fue... o quizás le atacaron un grupo de antihumanos apartado del grupo principal, ¿pero tu?.
Cuando pasas a su lado notas otra sensación igual, alzas ligeramente la mirada y ves un hombre al otro lado del carro, con la espada desenfundada pero ligeramente tranquilo. Te mira, y notas la misma sensación. Dos juntos, dos juntos que te provocan la misma sensación de confianza, de calidez... Te detienes un segundo.
Julie no le quitó la vista de sus ojos en ningún momento a medida que se acercaba. Sentía que, igual que con el guardia, de él no tenía absolutamente nada que temer, que podía confiar. Cuando el enano bajó la cabeza, la mirada de la de pelo blanco seguía fija en él, notando como la sensación crecía a cada paso que daba hacia ella.
Sin embargo, al darse cuenta de que iba a pasar de largo, alzó suavemente la mano y le dijo:
- Eh... disculpe, señor enano... ¿se dirige hacia la capital? Por que yo y mis compañeros vamos hacia allí y no parecer ser seguro para un viajero solo... - tragó saliva -. Ah, disculpe, no me he presentado: me llamo Julie.
Bueno, no estoy seguro de si me toca ahora, pero por si acaso... xD
Julie no le quitó la vista de sus ojos en ningún momento a medida que se acercaba. Sentía que, igual que con el guardia, de él no tenía absolutamente nada que temer, que podía confiar. Cuando el enano bajó la cabeza, la mirada de la de pelo blanco seguía fija en él, notando como la sensación crecía a cada paso que daba hacia ella.
Sin embargo, al darse cuenta de que iba a pasar de largo, alzó suavemente la mano y le dijo:
- Eh... disculpe, señor enano... ¿se dirige hacia la capital? Por que yo y mis compañeros vamos hacia allí y no parecer ser seguro para un viajero solo... - tragó saliva -. Ah, disculpe, no me he presentado: me llamo Julie.
Parmeno come algo mas que tu, con mas calma y mirando constantemente a los lados, intentando ver mas alla.
- Es muy espeso, no creo que tengamos problemas esta noche- dice recostandose en su hueco - Que descanses -
El entorno es mas oscuro que las noches anteriores, el bosque no deja pasar apenas la luz de las estrellas y la luna. Aun así, te encuentras tranquila en aquel lugar, mucho mas que en el resto del camino. Incluso crees las palabras de Parmeno.
Te duermes con facilidad y el lugar que escogiste resulto ser mas comodo de lo que creias al principio.
Cuando despiertas ves a un hombre desconocido de pie delante tuyo, apoyado contra un arbol mientras te mira directamente.
Parece que nuestra cenicienta despierta.
- ¿Has dormido bien? - pregunto en tono cordial acompañado de una ligera sonrisa. Aun asi, muevo una de mis manos, llevando la atención hacia la empuñadura que hay a su lado, prefiero que los forasteros no hagan tonterias.
Cuando se despertó, solo atinó a dar un leve salto en su sitio y dió un leve alarido de sorpresa. Otro hombre desconocido y para rematar, con un aire un tanto amenazante. Miró a los lados preocupada ¿Y Parmeno? Un hilo de voz, tímido y rezagado salió de los labios:
-¡Ah! ¿Q...quien es?
Doy la vuelta al dibujo de la calavera para liberar a todos de su visión.
- Por favor, come algo-
Lo miro con detenimiento.
- La verdad es que nosotros no tenemos todas las respuestas que necesitas saber, aunque podemos decirte donde las encontraras. El mal se cierne sobre nuestro reino y tu has sido escogido por nuestro antiguo dios para liberarnos, esa pesadilla es la señal... - dejo unos segundos para ver en su rostro que piensa de todo esto - Nosotros no somos mas que unos servidores, mi hija se llama Mrica y yo Romero. Lo que queremos de ti... nada, eso es solo decision tuya -
Que era esa vision,? Que era todo ese dolor indescriptible?, donde encontrare las respuestas?, yo no soy un hombre de pensamiento Señor Romero, no soy un hombre que pueda leer señales ni reconocerlas, soy un guerrero, nada mas eso, pero si esta en mi mano evitar todo ese dolor y esa desesperacion, entonces, lo hare.
Ante el exabrupto de Iroc, sonrío levemente, tal vez no sea el único que odia a los elfos, lo cual es bueno, pero este es un viaje para pasar desapercibidos, no para llamar la atención en un encuentro con los elfos.
Ante su afirmación de que hay que contarle las cosas a Julie, para que se vaya acostumbrando, me preocupo un poco, a pesar de su reacción Iroc parece estar acostumbrado a estas situaciones, pero algo me dice que ella no lo está, lo miro un momento antes de decir en voz baja:
- Sea, se lo diremos y veremos como reacciona.
Me giro hacia Julie para hacerle un gesto tranquilizador e indicarle por señas que se acerque hacia nosotros, cuando me quedo congelado a la mitad del gesto y corto la frase a la mitad, sin terminar de decirla:
- Julie, puedes acercarte todo pare... - Me quedo mirando un segundo al enano, mi primera reacción es la de levantar la espada y adoptar la posición de combate, pero al ver que Julie no reacciona ante su presencia y volver a sentir esa sensación extraña me quedo quieto, con la espada a medio levantar, y mirando fijamente al enano.
El enano gruñó en respuesta a la presentación de la joven. Estupendo, más humanos - murmuró sin que pudieran escucharle. Desde luego lo que sentía hacia ellos no era normal y, por supuesto, no le gustaba. Él solo quería caminar tranquilo hasta la capital y realizar su misión, no quería verse involucrado con más hombres pues solo le había traido problemas. No obstante la muchacha tenía razón. Aunque el camino hasta ahora había sido apacible se podía complicar si se topaba con un grupo de antihumanos y más ahora que caminaban de día por las tierras de Tironia. Así que dijo: - Yo soy Montelius. Y si, voy hacia la capital. Podéis venir conmigo, pero como resulteis un estorbo no dudaré en dejaros. - Haciendo amigos era único.
Me giro hacia Julie para hacerle un gesto tranquilizador e indicarle por señas que se acerque hacia nosotros, cuando me quedo congelado a la mitad del gesto y corto la frase a la mitad, sin terminar de decirla:
- Julie, puedes acercarte todo pare... - Me quedo mirando un segundo al enano, mi primera reacción es la de levantar la espada y adoptar la posición de combate, pero al ver que Julie no reacciona ante su presencia y volver a sentir esa sensación extraña me quedo quieto, con la espada a medio levantar, y mirando fijamente al enano.
El enano gruñó en respuesta a la presentación de la joven. Estupendo, más humanos - murmuró sin que pudieran escucharle. Desde luego lo que sentía hacia ellos no era normal y, por supuesto, no le gustaba. Él solo quería caminar tranquilo hasta la capital y realizar su misión, no quería verse involucrado con más hombres pues solo le había traido problemas. No obstante la muchacha tenía razón. Aunque el camino hasta ahora había sido apacible se podía complicar si se topaba con un grupo de antihumanos y más ahora que caminaban de día por las tierras de Tironia. Así que dijo: - Yo soy Montelius. Y si, voy hacia la capital. Podéis venir conmigo, pero como resulteis un estorbo no dudaré en dejaros. - Haciendo amigos era único.
Al ver tu extraña reacción tu compañero se preocupa.
- ¿Que pasa?- pregunta acercandose para poder observar la escena, preparando su arma por si es necesario. - ¿que hace un enano tan lejos de su hogar? - enarca la ceja, mosqueado.