Partida Rol por web

Oona ignoró lo más fuerte que pudo a Eved. Ahora que lo había encontrado, sinceramente, no sabía cómo quitárselo de encima. De verdad, le daban igual los motivos por los que se había marchado; empezaba a pensar que qué bien que lo había hecho, le había ahorrado un montón de dolores de cabeza. ¿Era así cuando estaba con ella? ¿Siempre había sido así de... de... desagradecido? ¿Listillo? ¿Arrogante? Sí que debía estar ciega de amor. O vete a saber de qué estaba ciega, la cuestión era que se le revolvían las tripas con cada comentario que el soldado de Tethyr hacía.

-Muy bien -contestó a Eved tras su explicación sobre las luces-. Pero no hemos venido a desentrañar los misterios de la casa encantada, sino a buscar y capturar a los culpables de la muerte de Helvenya Goldblade. ¿Tienes algo que ver con eso? ¿No? Pues vamos.

Se mordió la lengua. Se había ofuscado de más. Necesitaba a Gary. El pobre dragón debía estar resollando mientras volaba hacia Marjal. Era el único que valía la pena de todos los hombres en la vida de Oona.

Comprobó entonces las trampas de la siguiente habitación, se aseguró de que en la puerta no había nada y la abrió para comprobar el interior.

Me da más pena pensar en la magia que he gastado para curarte la cabeza que en mi viejo hogar en medio del océano.

Lástima que el tipo fuera un imbécil, porque casi estaba empezando a caerle bien. Tenía agallas —metafóricamente— y cierto ingenio, a pesar de haber usado la cabeza como si fuera un escudo.

Habrá que sacarle a los contrabandistas las señales que usan para llamar a los del barco, y luego les damos una sorpresita, dijo, con un optimismo que solo sentía cuando no pensaba en lo que suponía volver a pegarse con los rufianes. Supongo que habrá una recompensa por el alijo y los contrabandistas, ¿eh, Eved?

El consejo les recompensaba por acabar con los esclavistas, pero nadie había mencionado nada sobre alijos de armas y contrabandistas, aunque los segundos fuesen los mismos, y la venta de esclavos fuese, al parecer, un negocio secundario.

Por mí, podemos bajar a buscarlos de una vez, dijo. Si iban a matarse, que fuera cuanto antes. Dudaba que fuese a durarle el valor toda la tarde. Ya tenemos al prisionero y sabemos desde dónde se comunican con su barco. ¿Hace falta que registremos cada roñoso rincón de la casa?

¿Cómo podía Oona haber estado con alguien así? Hellas había conocido a muchos gilipollas integrales en su época de camarera, Marjal Salino estaba lleno de ellos y la mayoría de los marineros itinerantes eran así. Para la novata aventurera la prueba del algodón se cumplía cuando estando borrachos como una cuba se te insinuaban. ¿Quién se acostaría con una mole apestosa de alcohol que casi no se tenía en pie? Pero el caso de Eved se llevaba la palma. Ni siquiera había hecho falta que llegara a eso y ya iba rezumando gilipollez por cada poro de su piel.

En esos momento sentía pena por la genasí. A ver tenido que soportar tanto por un tipo como ese...

—Es lo mejor. Si no todavía se nos escaparán.

Eved la había puesto de tan mala leche que tenía ganas de tirarle un rayo a Sambalet.

Para ser alguien a quien habían derribado con un calcetín, el tipo tenía una moral de hierro, la verdad. Lo que estaba claro asimismo es que Oona era una chica joven e impresionable, o al menos lo era cuando había estado con este jumento. Colibrí mantuvo su actitud alerta mientras dejaba  a las chicas el tema de buscar en las habitaciones; aunque tenía buena vista y oído, lo cierto era que se distraía con cierta facilidad, así que una búsqueda sostenida no era precisamente lo suyo.

- La única razón por la que abriría las estancias que nos quedan aquí arriba es que, uno, haya algún otro prisionero, o dos, algún rezagado de los piratas subiera a coger algo y ande aún por aquí. Tratándose de los último, creo que merece la pena al menos usar un par de minutos en ya no registrar a fondo la planta, sino simplemente comprobar qué hay detrás de las puertas. Y luego, abajo, ¿os parece? -

El alfeñique que era el mediano dedicó una sonrisa llena de dientes, ¿ligeramente afilados? al humano de cabeza blanda, mientras señalaba el resto de la puertas. Él había sugerido la opción de bajar, peor no pudo resistir la tentación de llevarle la contraria a aquel borrico antropopiteco.

¿Bastaría con llamarles? se preguntaba Aranna. ¡Eh, contrabandistas, salid al rellano, que traemos caramelos! Lo cierto era que lo dudaba mucho. ¡Salid, salid, que estamos borrachas y cachondas! Eso tenía más posibilidades de funcionar, pero era improbable que los contrabandistas fueran tan estúpidos. Tampoco creo que haya uno rezagado aquí arriba; si no, hubieransubido a por Eved.

Nos arriesgamos a que nos caiga encima un nido de bichos, dijo, señalando las marcas de picaduras en los brazos y rostro de las muchachas. Lo poco que quedaba de ellas tras recibir la curación mágica de la varita. Por desgracia, poco podía hacer frente al veneno que tenían dentro. U otra trampa que nos deje tiesos de la impresión.

Eved enarcó una ceja en dirección a Oona, preguntándose de qué diablos estaba hablando.

—¿Recompensa? —repitió la palabra que había pronunciado Aranna—. Sin duda estás hablando de la sensación de inmensa satisfacción de servir a tu país, a tu rey y a tu reina.

Sostuvo la mirada del mediano, serio, mientras este le mostraba una sonrisa repleta de dientes ligeramente afilados. Era el tipo de mirada que en un antro como las Redes Vacías hubiera equivalido a una invitación a partirse la cara en la calle.

—Estamos perdiendo el tiempo —fue el único comentario que hizo al razonamiento de Colibrí—. Estoy con...

...la saga marina...

—...Aranna. Y contigo —dijo dedicando un cabeceo en dirección a Hellas—. Deberíamos bajar y buscar a esos hijos de puta. ¿Habéis visto mi ropa y mi equipo, por cierto?

Oona decidió que no había ninguna trampa y abrió la puerta. Os encontrasteis una habitación sin muebles, en el que la basura estaba esparcida por todas partes y las paredes y el techo estaban cubiertos de telarañas. En el suelo había pintado un pentagrama de sangre reseca. Desde la puerta, podíais ver un destello de luz en la chimenea. Parecía provenir de un objeto pequeño.

Hellas: 15/15 (-3 Fue, Estremecida 1 segundo)

Compadre: 22/22 (Estremecido 1 segundo)

Oona: 18/18 (-1 Des, Estremecida 1 segundo)

Aranna: 23/23 (Estremecida 1 segundo)

Zanahoria: 24/27 (Armadura de mago 2 horas 25 minutos, Estremecido 1 segundo)

Colibrí: 22/22 (Isla de Filos)

¿Ropa y equipo? preguntó Aranna arqueando las cejas, fingiendo gran sorpresa. ¿No te vistes con la satisfacción de servir a tus reyes y te equipas con la satisfacción de servir a tu país?

Se asomó por el quicio de la puerta a ver lo que había dentro. El brillo de la chimenea llamó su atención, pero era demasiado sospechoso. Sin duda, un señuelo preparado para atraerles y hacerles caer en una celada, como las malditas máscaras del vestíbulo, que la habían incitado a imitar sus muecas y le habían disparado a traición.

—No, no. Me visto con ropa. Ropa —contestó Eved en un tono cargado de sarcasmo—. Sé que te parecerá un concepto extraño, pero fuera del mar no vamos enseñando...

Miró a las tetas de la aventi con cierto repelús.

—Nuestras cosas por ahí. Deberías preguntarle a tu marido al respecto ¿sabes? —le aconsejó, solícitamente.

—Fay, mi nombre es Fay—le dijo a Eved cuando se dirigió a ella— Y harías bien en recordarlo.

Al ver el destello luminoso, la bruja uso su aptitud para detectar magia y un objeto pequeño comenzó a brillar en la chimenea. Hellas frunció el ceño concentrándose pero no entendía nada del aura de ese objeto. Quizás debería de intentar estudiar algo de magia. Quizás si tuviera tiempo y no tantas obligaciones.

Aunque es posible que me haya quedado sin trabajo.

—Esperad, eso que brilla. Es mágico. Pero, ¿y si es otra tampa como la de los monos? Nadie tiraría algo con magia en la chimenea, ¿no?

-Supongo que podemos averiguarlo -comentó la genasí.

Antes de entrar, comprobó la puerta y cada palmo de habitación antes de dirigirse a la chimenea a coger el objeto. Antes de cogerlo, recordó que de otra chimenea le habían llovido arañas, de modo que fue cautelosa a la hora de alargar la mano.

El asunto de la baratija mágica en la chimenea apestaba a trampa, más aún dadas las telarañas que cubrían el techo de la estancia.

Iba a comentar que pasaran del asunto cuando la escurridiza Oona se adelantó antes de que Colibrí pudiera echarle el guante, adelantándose en la estancia. El chupado mediano suspiró mientras meneaba la cabeza y esperaba lo peor, pero no por ello descuidó la vigilancia en los alrededores.

Aranna iba a decir que les sobraría tiempo de registrar la casa cuando metieran en vereda a los contrabandistas, pero Oona ya estaba caminando hacia la chimenea. Una muchacha admirable, Oona, dispuesta a enfrentarse a rudos contrabandistas y más rudas alimañas para cumplir su deber para con la ciudad que la había adoptado.

Oona tuvo una desagradable y espantosa sensación de déjà vu cuando la chimenea empezó a vomitar bichos. Las arañas se extendieron por la habitación, cubriendo el suelo de madera podrida, y empezaron a trepar por sus piernas para mordisquear sus deliciosos muslos ante la sabihonda mirada del mediano, que ya sabía exactamente lo que iba a pasar.

Solo Oona es consciente es de la presencia del Enjambre y puede actuar en el asalto sorpresa.

El enjambre entra en vuestra casilla provocando ataque de oportunidad de Oona, pero no tiene forma de hacerles daño con su arma, de todas formas. Oona recibe 4 puntos de daño. Tiene que hacer una TS Fort CD 11 o recibir 1 punto de daño a Fuerza

Al comenzar vuestro turno en una casilla con el enjambre Oona debe hacer una TS Fort CD 11 o quedará nauseada durante 1 asalto.

¡Turno de Oona en el asalto sorpresa (solo acciones parciales)! Después, turno de los chuchos.

(25) Zanahoria: 24/27 (Armadura de mago 2 horas 20 minutos)

(21) Compadre: 22/22

(17) Enjambre de arañas: ileso

(15) Aranna: 23/23

(14) Oona: 14/18 (-1 Des) (pendiente de 2 TS Fort)

(10) Hellas: 15/15 (-3 Fue)

(9) Colibrí: 22/22 (Isla de Filos)

(8) Eved: 9/23

Volvió a sentir el veneno de las malditas arañas. ¿Cómo era posible que buscando activamente por todos los rincones de aquella casa maldita, las cosas se le echaban encima antes de que pudiera verlas siquiera? Se sacudió los brazos de arañas, las pateó y finalmente salió de la habitación. Que otro pusiera la cara, ella ya estaba más que harta de ser el objetivo de todo insecto, alimañana y ser abominable que había en cada palmo de la mansión.

Colibrí se preguntó si tendría algún ancestro con poderes adivinatorios, porque aquello era un trampa de manual. La bagatela podía ser mágica o bien un truco puesto allí por el ladino Sambalet para parecer como algo goloso a los exploradores, que viéndose comidos por las arañas correrían como almas que llevan los Diablos. Se limitó a lanzar algunas ideas mientras procuraba moverse (de manera infructuosa) con celeridad.

- ¡Aceite, fuego, o algo de magia! Yo tengo de lo primero. -

Aunque Compadre parecía ansioso por saltar sobre las arañas, se mantuvo en su sitio como buena montura, esperando las instrucciones de su jinete, un infamemente lento Colibrí.

A Aranna no le daban miedo los bichos, pero eso eran muchos bichos, y a juzgar por cómo estaban trepando por las piernas Oona, eran muchos bichos hambrientos. Y no tenían suficiente con la genasí, sino que se derramaban por todo el cuarrto y corrían hacia ellas. ¿Cómo era posible que sobrevivieran tantas arañas en esa chimenea? No podía haber suficiente alimento para sostener tanta vida.

Corre, corre, le dijo al chucho, consciente de que poco iban a poder hacer las fauces de Zanahoria contra semejante hervidero de patitas peludas. Zanahoria le hizo caso, y bajó corriendo por las escaleras, huyendo de la masacre arácnida que se les avecinaba.

Magia... ¿mañana? replicó a Colibrí. Pues estaba prácticamente seca, y su último conjuros no iban a servir de mucho contra eso.

Zanahoria baja a la planta calle.

Las arañas se dirigieron a su presa más cercana: salieron por la puerta en tromba y se subieron por encima de Hellas y de Colibrí, subiéndose por las piernas, entrando por dentro de sus ropas, mordiendo y picando.

El enjambre entra en la casilla de Colibrí y Hellas provocando sendos ataques de oportunidad, pero no tienen forma de hacerles daño con su arma, de todas formas. Colibrí recibe 3 puntos de daño, Hellas 2. Tienen que hacer una TS Fort CD 11 o recibir 2 puntos de daño a Fuerza.

Al comenzar vuestro turno en una casilla con el enjambre debéis hacer una TS Fort CD 11 o quedaréis nauseados durante 1 asalto.

¡Vuestro turno!

(25) Zanahoria: 24/27 (Armadura de mago 2 horas 20 minutos)

(21) Compadre: 22/22

(17) Enjambre de arañas: ileso

(15) Aranna: 23/23

(14) Oona: 14/18 (-1 Des, -1 Fue)

(10) Hellas: 13/15 (-3 Fue) (pendiente de 2 TS Fort)

(9) Colibrí: 19/22 (Isla de Filos) (pendiente de 2 TS Fort)

(8) Eved: 9/23

Oona echó mano de su mochila y sacó el último frasco de fuego de alquimista que le quedaba. Lo lanzó contra el enjambre, pero el veneno ya estaba haciendo efecto y un calambre en el brazo a la hora de tirarlo provocó que el frasco saliera volando en la dirección incorrecta. El fuego estalló contra la pared, rociando levemente a las arañas. La genasí puso los ojos en blanco y se dirigió hacia la chimenea para coger el objeto y llevárselo.

Hellas comenzó a dar patadas a diestro y siniestro mientras sentía como las arañas picoteaban su piel, y al ver que era inútil echó a correr. Había gastado su bote de fuego de alquimista. La joven y echó a correr tal y como había dicho Aranna,  pero se quedó a medio camino. No podía dejar atrás a Oona. Quiso decirle algo, pero seguro que si gritaba la escucharían los contrabandistas.

En lugar de eso, lo que hizo fue coger un vial de ácido. Si las arañas aparecían respondería.

Acción de movimiento: Hellas se mueve a O13.
Acción de movimiento: Hellas saca de la mochila un vial con ácido.