Partida Rol por web

—No se preocupe amigo todo estará bien.

No sabía que decirle a aquel tipo, incluso pesar de la violencia de las imágenes había algo en su actitud que hacía difícil hacerle realmente responsable de lo ocurrido, y, sin embargo, lo único claro es que lo había hecho.

Cuando todos terminaron de hablar con él, hizo a un lado a sus compañeros, para comentar más privadamente.

—Sospecho que si vamos a hablar con la tal Casiopea no nos dirá nada que no sepamos, en resumen, no sé por qué hice lo que hice…. Quizás sea mejor echar ese vistazo a las escenas, o darle una vuelta a todo esto y tomar una vía bien distinta, que sería, olvidarnos de todo lo que ha pasado, buscar una buena barra de bar y respirar un poco el ambiente de la estación, sus rumores …esas cosas.

—Total, ni los muertos ni estos culpables van a dar más problemas, y me temo que nuestro papel aquí es evitar los problemas que, alguien que sabe algo, intuye que están por venir.

—¿Una copa entonces?

Tenían tanto como cuando empezaron. Por lo cual deberían estar contentos: tenían la víctima, el culpable, el arma del crimen y hasta un video. El caso no podía estar mejor atado. Y sin embargo, tenía la sensación de que seguía faltando la imagen conpleta. Pero quizás sólo era su impresión por ser tan inútil su trabajo allí. En eso el marine tenía razón. Probablemente se ahorrarían trabajo yendo a tomar una copa y simplemente escribiendo lo que les decían y poniendo la firma al final que repasando todo por sí mismos. Pero el procedimiento era el procedimiento.

-Aunque no espere encontrar nada, prefiero revisar por mí misma la escena. Después de todo, hay que justificar nuestro sueldo de alguna forma. Y si todo va como aquí, dudo que vayamos a tardar mucho. Seguro que aún tendremos tiempo de tomar esa copa.

- Estoy de acuerdo en visitar la escena del crimen. 

A Trevor le daba la sensación de que todo estaba armado para cuando se produjese la inevitable investigación y que estaban siendo llevados como ratas en un laberinto, y o bien no había salida, o bien la salida era la que habían determinado hacía tiempo quienes habían organizado todo aquello. A Trevor le parecía imposible que todo aquello respondiese a circunstancias azarosas.

Si no lograban dar con los autores intelectuales, podían darse por muertos. Los tres a la misma hora.

Mientras ellos hablaban a un lado, Uriah les miraba junto a la celda, divertido, encogiéndose de hombros cuando volvieron a mirarlo, como si no tuviese muy claro qué más podía hacer por ellos, pero al menos le pareció escuchar que la doctora Corbin había dicho algo de visitar la escena del crimen. Intuía que se referían a la mansión del capataz, ya que se encontraban en la otra escena del crimen y ya lo habían revisado todo, así que extendió un brazo al frente, como disculpándose por interrumpirlos, y les comentó.

- Khalil, uno de nuestros escasos vigilantes, es el encargado de custodiar a Casiopeia durante el día. Les recibirá y dará acceso al ala en la que aconteció el crimen sin problema. Si necesitan hablar con ella, también podrán hacerlo, por supuesto, pero les aviso de antemano que ella misma ha solicitado, y le hemos concedido, el consumo de unos tranquilizantes bastante fuertes que la suelen dejar un poco... ausente... Aun así es... Una persona encantadora y se alegrará mucho de verles si aceptan visitarla en el ala en la que es vigilada. Temo que no disponemos de ningún vhículo para ustedes, pero uno puede ponerse en el otro extremo de la colonia en poco más de una hora de camino. ¿Necesitan que llame a algún posible escolta o necesitan alguna otra cosa?

Uriah les dio su (innecesaria) bendición y Harcourt les miró, melancólico, desde su celda, casi como un animalillo herido, suplicando ser liberado del sufrimento existencial que eran todas sus dudas sobre lo que había pasado. Estaba claro que prefería 'no estar' a seguir estando allí, pero Jessup se aseguraría de que no hiciese ninguna tontería.

El grupo tenía un buen camino hasta la mansión del capataz, el difunto Ulysses Norton, peor al menos podrían aprovechar el camino para poder torturarse en silencio, pensando en las circunstancias que hasta allí les habían llevado, y confirmar las localizaciones variopintas que figuraban en el mapa que Lucinda les había dado a modo de bienvenida.

Mientras subían por el camino que daba a la avenida principal de la colonia, tras pasar junto al laboratorio donde estaba el generador que dotaba al lugar de oxígeno y una gravedad aceptable, y al desvío que seguía hasta el ascensor en el que habían descendido, vieron una columna de humo que parecía provenir del colegio. A medida que se acercaban, pudieron ver a un grupo de mineros abandonando el lugar, mientras un último colono salía del edificio principal de aquellas instalaciones, junto a los columpios y juegos del patio, con un extintor que parecía no querer obedecerle.

Desde el camino vieron como el tipo terminaba por poner en riesgo su vida, tratando de salvar algunos libros carbonizados de una improvisada hoguera en la que parecían mezclarse más volúmenes impresos y mobiliario escolar.

No sabía si tenían muchos problemas o pocos, teniendo en cuenta que los habían traído para solucionar un caso que ya estaba solucionado, pero sí sabía que no quería meterse en líos con los mineros. Cuando vio aquel grupo, a punto estuvo de dar media vuelta o buscar algún sitio donde meterse hasta que se largaran.

Pero cuando vio aquel tipo meterse a por aquellos libros quemados, su instinto como médico pudo más que ella. Sabía bien lo que las quemaduras podían hacerle a alguien, cómo incluso gente joven y sana que sobrevivía podía morir fácilmente días despues, y era una forma horrible de morir. No sabía lo que había en los libros, pero dudaba que pudieran valer lo suficiente.

-¡Apártate de ahí!-Le gritó, mientras corría hacia donde estaba. No tenía intención de meterse entre las llamas, pero si podía evitar que aquel idiota se abrasase, intentaría sujetarlo para apartarlo del fuego.

Taylor estaba tan perplejo por la escena de quema de libros como por la intromisión de Marion.

La situación debía ser muy peliaguda cuando echar una mano contra un fuego era algo cuestionable, pero esa era la situación.

Buscaba con la mirada a alguien que estuviera al mando de la operación contra el fuego, por si podía ofrecer una mano, pero si no recibía ninguna orden directa se limitaría a esperar y observar de cerca a su compañera, no fuese ella al final la que necesitaba ayuda.

- Ven - le dijo Trevor a Taylor cuando Marion se adelantó-, tratemos de ayudar, es posible que los mineros sean un poco más colaborativos si ven que no somos unos chupasangres que venimos a exprimirlos, romper su huelga y meterlos presos.

Claro que aquello no era del todo cierto, porque si venían a eso. Al menos a quienes consideraran culpables. Pero una acción como aquella tal vez podría hacer que los vieran con buenos ojos. O al menos no quisieran agregar sus nombres a la lista de infortunados accidentes que parecían estar de moda por aquellos días.

Trevor se apresuró a buscar algo con lo que combatir el fuego, tal vez en casas vecinas, o encontrar algo que pudiera ayudarlos, aunque sin ponerse en demasiado riesgo, no valía la pena morir a millones de kilómetros de casa.

Trevor tenía razón, algo de altruismo no les vendría mal para cambiar su imagen y acercarse un poco a los trabajadores. No sería tan llevadero como emborracharse con ellos, pero podía funcionar.

A fin de cuentas, a Taylor le daba más pereza negarse en redondo así que finalmente se arremango para tratar de ayudar en lo que pudiera.

—¿Queda alguien dentro?, ¿seguro que no queda nadie dentro? —Gritaba al último tipo que salía del edificio. Ya se estaba arrepintiendo de hacer la pregunta, maldita sea.

El tipo no hizo caso al grito de Marion. Después ella se fijó en que se le había caído un audífono al suelo, que recuperó antes de volver a pelearse con el extintor, peor la oyese o no, estaba claro que la consciencia del tipo estaba en algún lugar demasiado lejano como para etenderla.

Marion consiguió hacerse con una manta que reposaba en una pila cercana, mientras Trevor y Taylos se las apañaban como podía con una pala que encontraron cerca, en el suelo, y con lo que llevaban encima. Mientras procedían, con suerte más bien escasa, el tipo del extintor logró que aquello escupiese su espuma sobre los casi carbonizados libros. Llegados a aquel punto, estaba claro que de poca utilidad serían aquellos libros, pero al menos parecía que aquello servía para que el desconocido en cuestión liberase un poco de gas, si no, posiblemente se pondría a cuatro patas a dar cabezazos a la hoguera hasta dejarse ir allí mismo. 

- No, no queda nadie dentro, solo estaba yo, de guardia, pero estos imbéciles lograron encerrarme en la despensa para dedicarse a sembrar el caos dentro del colegio. Desde que comenzaron los disturbios, los padres han optado por dejar a sus retoños en los barracones y sus inmediaciones, peor lo cierto es que son como roedores salvajes que aparecen por donde les viene en gana.- Les dijo una vez que se fue tranquilizando.

Señaló los resto de uno de los libros, que se había desprendido de su lomo y no estaba completamente incinerado, solo para señalar el sello azul que indicaba que era un libro pagado por la Pure Inc para la colonia.

- Y todo por que los libros tienen ese estúpido sello. Da igual que puedan ser fuente de saber o de la inspiración artística, como los ha pagado la corporación, ya pueden ser destruidos alegremente.

Todos terminaron descansando unos minutos tras la peculiar escena.

- Intuyo que son ustedes los responsables enviados por la corporación para la investigación, somos pocos aquí así que es fácil reconocer a los recién llegados.- Sonrió el tipo, que debía de tener sobre cuarenta años, tenía la cara comida por un acné especialmente fiero, de pelo revuelro y graso y una cicatriz que iba desde la comisura izquierda de su labio hasta la oreja del mismo lado. - Soy Rory Ketchum, el conserje del colegio. Si les puedo de ser de cualquier ayuda, pueden encontrarme en el anexo a la guardería, se accede por la parte de atrás del edificio. Eso si no me prenden fuego antes.- Rio entre dientes por no volver a caer en la desesperación.

-Yo soy Marion. Marion Corbin-Le ofreció la mano, presentándose, mientras aún intentaba recuperar el aliento-. Y soy mejor médico que bombero, así que espero no meterme en más cosas así, pero gracias por la acogida. Debe de ser de los pocos que no nos grita insultos o intenta agredirnos. ¿Tanto odian los obreros a la corporación? Sabía que querían mejores salarios, pero no que la cosas estuvieran caldeadas hasta el punto de cremar incluso los libros que vienen de ellos. ¿Y qué tienen que ver los asesinatos con los disturbios?¿Es que les echan la culpa a la corporación o algo?

El marine se limpiaba el polvo de los hombros y el sudor de la frente mientras pateaba unos rescoldos.

Después comenzó a dar unas vueltas como distraído por allí, con un oído pegado a la conversación de Marion, no había mucho más que añadir, estaba claro que aquello se estaba convirtiendo en un polvorín apunto de estallar. Incendios provocados, el siguiente paso podría resultar una tragedia.

Mientras deambulaba como distraído observaba los alrededores en busca de algún posible sospechoso que aun estuviera por allí regodeándose y seguramente observándoles a ellos.

Miraba y miraba, escudriñando, cuando un pensamiento le vino a la cabeza, fue como intuición, seguro que estaba equivocado, pero… todo aquello podía ser una distracción, parecía una distracción, y en ese momento algo estaba ocurriendo en la estación, y, si eso era cierto, podían darse por bien jodidos, aquella gente iba en serio.

Esperaba equivocarse.

Taylor estaba convencido...

Trevor intentaba ayudar a hacer que aquel problema no se hiciera peor, pero tampoco es que ponía demasiado empeño, no había vidas en juego, y los libros podían reponerse. Escuchó la pregunta de Marion mientras buscaba a los responsables.

- ¿Conoce a las personas que hicieron esto? -preguntó cuando la científica hubo terminado de hablar. ¿Quienes son?

Rory se encogió de hombros ante las preguntas de Marion y Trevor, no como si no supiese las respuestas o tratase de ocultar algo,  sino por la incomodidad de no querer hacerlo.

- Oh, esos formaban parte de los piquetes, ¿Hace falta que dé nombres realmente? Compréndanlo, son mis compañeros, llevan siéndolo desde hace 20 años y trato de ser consciente de por qué se encuentran tan hastiados y susceptibles con la corporación. ¿Qué tienen que ver los asesinatos con los disturbios? Básicamente los mineros vieron en estas muestras violentas algo a lo que aferrarse para exigirle a la corporación una serie de mínimos que siempre se nos han negado. Como uno de los caídos era el capataz actual, Ulysses, y la jefa de seguridad, no había nadie al mando, como se suele decir cuando los gatos no están, los ratones bailan.

El conserje miró, curioso, hacia unas sombras que habían alertado a Taylor de que algo no andaba bien. El protector de la tropa había visto movimiento en un lateral del edificio del colegio y en dos pasos se plantó dando sombra a un tipo que se encogía de miedo tras haber sido descubierto. No hacía falta un doctorado para ver a simple vista que algo estaba roto en aquel atillo de palos tembloroso: un tipo huesudo de ojos enormes, peor vacíos, se limpiaba las manos grasientas en un mono de trabajo plastificado naranja.

- Yo... Había visto fuego... Fu...EEEeeeeego... Pensaba que tal vez... Tal vez hubiese uuuuuuu...na fiesta, yo no no sabía... Je... ji... Je.- 

- Male ¿eres tú?- Ketchum parecía haber reconocido la voz, aun desde lejos, o puede que fuese aquella peculiar risa que escapaba de entre los dientes de aquel otro colono. -Imagino que podrán hablar con él si lo consideran necesario, peor no le hagan daño ni lo amenacen. Male... No está bien.- Comentó, tratando de convencer a aquellos investigadores de que no quebrasen aún más a aquella media sombra de humanidad. - No voy a decir que es como un niño, porque claramente no lo es, peor no es capaz de hacer algo malo por si mismo, por decirlo así.

Taylor estaba a punto de agarrar a aquel tipo del pescuezo cuando entendió el aviso de Rory, respiró hondo para finalmente coger al chico del brazo, con firmeza, pero intentando no ser amenazante.

—Tranquilo chico, solo queremos ayudar, para que nadie salga herido, ya sabes que los fuegos son peligrosos, de acuerdo, y todavía hay mucho humo por aquí.

Aunque suave, el agarre no permitiría que escapase, no pensaba darle la oportunidad y tampoco tenía más intención de otro intento diplomático, el chico podía acompañarle por las buenas, o simplemente acompañarle. Le acercó al grupo y a Rory, para que se sintiera más confiado.

—Bien chico, solo quiero que me digas una cosa, ¿has visto a alguien?,¿has visto quien ha hecho esto?, ¿has visto alguien alejarse cuando has visto el fuego? Dímelo, sin mentiras, y podrás marcharte ¿de acuerdo?

Viendo la relación entre los asesinatos y el prender la mecha de los disturbios, una se preguntaría si no podrían haber sido organizados por alguien que quisiera crear problemas a la corporación. Sus competidores, o incluso algunos de los obreros más iracundos que quisieran que sus compañeros pasaran por fin a la acción. Se lo preguntaría, si no pareciese imposible que los asesinatos hubiesen sido organizados por nadie, viendo a los asesinos y la cantidad de registros de cómo había ocurrido todo.

Escuchó el interrogatorio de Taylor al chico sin estar muy segura de cuanta utilidad tendría. Aunque tuvieran nombres más específicos que "los piquetes", iba a ser difícil para ellos meterse entre los obreros y conseguir apresar al culpable sin ir con todo un contingente de seguridad. Aunque si alguien sabía de cómo hacer esas cosas sería Taylor, y no una científica como ella. Ella podría hacer pruebas, analizar datos y presentar pulcros informes con todo el bonito vocabulario que había aprendido en las caras universidades en las que había estado, pero a la hora de la acción, tendrían que ser otros quienes se pusieran al frente.

- Claro... Claro... El fuego esssssssssssss peligro.- El tipo sonreía satisfecho, casi como si pudiese ver en su fuero interno el fuego desatado más salvaje que ningún hombre hubiese podido imaginar antes, y él en su centro, pero no dejaba de ser el delirio de alguien que, en otro lugar y otras circunstancias, posiblemente tendría el paso prohibido a zonas de bosque sin un monitor o personal autorizado. - Y claro que sé quienes estaban, estaban Pelotas, Dani Dani, Kirihito y Fluttershy. Esos tíos no dejan pasar ni una ¿Eh? No dejan pasar ni una. Yo tampoco ¿Eh? No dejo pasar una.

Posiblemente aquellos galimatías, separados por pausas entrecortadas, eran los motes de los mineros u otros colonos que habían pergeñado el ataque, bastaba con mirar a Rory para comprobar que este afirmaba, dando a entender que sí, que aquellos nombres escondían a personas reales. Posiblemente otro tipo menos distraído y emocionado no habría delatado a aquellos 'compañeros', pero Male carecía de filtro.

- Yo también les podría haber dado los nombres, pero ahora mismo de poco servirán, ya se habrán perdido entre los manifestantes y poco se puede hacer al respecto en ausencia de auténticas fuerzas de seguridad en la colonia. No se preocupen por Male. Si quieren yo mismo puedo cerrar el colegio y acercarlo en un momento a la comisaría para que declare y quede en buenas manos. No dejen que esto les fastidie el día, les aseguro que habrá otras tres o cuatro cosas peores que posiblemente necesitarán de su atención y sus energías más que...- Ketchum ni terminó la frase, simplemente pateó, molesto, los restos de ceniza que unos minutos antes eran meros libros educativos, semillas en potencia para la enseñanza de la progenie de aquellos encolerizados trabajadores.

-¿Imagino que será lo mejor?-Dijo Marion a la propuesta de Ketchum, tentativa, mirando a Taylor.

Desde luego, ella no iba a meterse en impartir justicia entre los mineros. O al menos, ley. Dudaba que pasara lo que pasara, hubiese mucha justicia al final. Pero en lo que a ella atañía, sólo quería confirmar los datos de los asesinatos para el informe y volverse a casa, no coger una porra y meterse entre la multitud a capturar delincuentes. Pero técnicamente, estaban allí para acabar con los disturbios, y era posible que el marine quisiera empezar a enderezar las cosas de otra manera que con una investigación que ya estaba resuelta antes de que ellos llegaran.

-Ibamos de camino a confirmar los acontecimientos de uno de los dos asesinatos. Si está seguro de que no hay nada más que necesite, supongo que seguiremos con lo que estábamos.